Capítulo 19. Phoebe Grey

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Phoebe Grey.

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432 días. He esperado 432 días para cumplir 14 años y por fin estar con Jamie oficialmente, lo que significa que mis padres o mis hermanos lo aceptarán.

Pongo el lonche dentro de mi mochila y la cierro, dejándola a mi lado en la silla del comedor. Son apenas las 7:05 de la mañana cuando papá y mamá bajan a empujones por la escalera.

—Christian, te dije que no. —se ríe mamá—. Los niños pueden escucharte.

—Es mi maldita casa, Cerecita. Pueden ponerse audífonos.

Eww.

Entran al comedor y se detienen en seco al verme, ambos terminando de ajustar sus atuendos y peinados. ¿Por qué llevan los dos los labios manchados de rojo?

—Phoebe, cariño. —balbucea mamá—. Feliz cumpleaños.

—Gracias.

Me pongo de pie y acepto el abrazo que me da, papá acaricia mi cabello con suavidad antes de besarme en la coronilla.

—Mi pequeña Phoebe, felicidades nenita.

—Gracias, papá.

Intentan pasar por un lado para ir a la cocina, pero me interpongo en su camino porque hay algo de lo que quiero hablar con ellos. Algo por lo que he esperado 432 días.

—Papá, mamá. —se detienen para mirarme—. Quiero decirles algo.

Papá frunce las cejas y mamá apoya su mano inmediatamente sobre su brazo, conteniéndolo de lo que sea que quiera decirme.

—¿Sobre tu fiesta de cumpleaños? Cariño, sabes que he estado planeando algo para este fin de semana, ¿Quieres cambiar la fecha?

¿La fiesta? Ni siquiera lo recordaba.

—No, la fecha está bien. Quisiera hablarles sobre mis citas con Jamie.

Mamá me mira con sorpresa, pero es la cara de mueca apretada de papá la que me preocupa. Lo último que deseo es ocasionar problemas entre él y el señor Sawyer.

—¿Cuáles citas, Phoebe? —mi madre intenta sonar calmada, pero percibo la tensión en su voz.

—Teddy tenía 14 años cuando le dieron permiso para salir con chicas, es justo que ahora yo pueda salir con mi novio.

Jesús... —papá apoya su mano sobre su pecho—. Creo que estoy teniendo un infarto, Cerecita.

Mamá lo empuja hacia la cocina y le dice en voz baja que traiga las tazas de café que preparó Gail, luego ella señala la silla en la que estaba sentada.

—Vamos a hablar de eso un poco más, ¿Quieres?

No en realidad, pero supongo que ellos necesitan un momento para procesar que ya no soy una niña. Tomo la silla que señala y ella se sienta en la otra.

—Claro. Sé que tengo qué ganarme su confianza sobre esto, así que quiero saber cuáles son sus condiciones para que pueda salir con Jamie.

Carajo. —chilla papá, escuchando desde la cocina.

Mamá agita su mano hacia él.

—Habla conmigo, hija. —presiona los labios y vuelve a hablar—. Por supuesto que tenemos condiciones, como, por ejemplo, estoy segura que tu papá querrá tener algunas palabras con Jamie.

—Mierda, sí. —gruñe, definitivamente escuchando desde la cocina.

—Bien.

—Número dos. —levanta sus dedos—. Solo el fin de semana y después de hacer tu tarea. Tienes qué decirme a dónde van, yo los llevaré y tienen qué permanecer ahí. Nada de salir a otro lado.

Eso puede hacerse.

—¿Te quedarás? —digo, y espero que mi rostro no refleje la molestia.

Ted tiene la libertad de salir solo a dónde quiera, ¿Por qué yo no puedo hacer lo mismo?

—No. Te daré mi confianza y volveré a la hora acordada por ustedes dos.

Papá debe sentirse mejor porque camina hacia la mesa y pone una taza en las manos de mamá, su mirada sobre mí como si pudiera pegarme al asiento.

—Estoy lidiando con esto, ¿Está bien? —no sé si lo dice para mí o para mamá—. Y no será fácil, pero maldición, voy a intentarlo. El chico Sawyer tiene que venir cada vez y pedir permiso, solo entonces puede llevarse a mi pequeña.

Mamá pone los ojos en blanco como siempre hace y presiono mis labios juntos para no reír.

—Si, mi amor. Phoebe y Jamie lo harán, todo esto será una nueva etapa para todos.

Los pasos apresurados en la escalera hacen que permanezcamos callados mientras mis hermanos irrumpen en el comedor para devorar sus desayunos.

—¡Buenos días! ¿Qué hay de comer?

—Tengo prisa, Harrison, ¡Muévete!

—Agh, ¡Ted! ¡Ese panecillo era mío!

Mamá suspira y se pone de pie, besa mi frente rápidamente antes de entrar en la cocina para ayudar a Gail con los almuerzos. Ella y papá solo beben café de camino a la estación.

Cómo ya tomé mi desayuno y alisté mi almuerzo, tomo la mochila de la silla. Me siento en el sillón de la sala para esperar el autobús que me llevará a la escuela, Harry y Ted irán a otra.

Un sonido distante llama mi atención, mi bolsillo ahora vibrando con un mensaje entrante. Mi corazón late rápido, muy rápido.

Un mensaje de Jamie.

*Buenos días, Phoebe. Sé que nos veremos más tarde, pero quería ser el primero en desearte un feliz cumpleaños. *

En realidad, mis padres fueron los primeros porque los embosqué, pero es lindo que recordara el día de mi cumpleaños.

*Gracias, Jamie. Estaré esperando por mi abrazo de cumpleaños. Te veo más tarde. *

No puedo evitarlo, un chillido se escapa de mi garganta cuando leo de nuevo el mensaje de mi novio, sabiendo que ahora tengo el camino libre para estar con él. Nada me detendrá.

—¿Phoebe? —Harry asoma su inoportuna cabeza—. ¿Por qué gritas?

—Debe ser Jamie. —Ted pone los ojos en blanco como mamá—. Es el único que la hace chillar.

Algo de todo esto debe ser raro, porque papá pisotea todo el camino hasta la sala, empujando a mis hermanos a su paso.

—¡Nadie hace chillar a nadie! Carajo, Cerecita, ¡te dije que esto sería un problema! —. Abre la puerta de entrada e inhala con fuerza—. ¡Todos caminen, los quiero en la escuela ahora!

—Christian. —mamá apoya las manos en su espalda y lo acaricia—. Respira hondo, todo está bien. Los autobuses estarán aquí en un minuto.

—No puedo, nena. No puedo hacer esto, es demasiado. Con razón tu padre quería mantenerte encerrada.

¿Qué?

Mamá gira para mirarnos y sonríe.

—Su papá está jugando, su abuelo Ray era muy bueno. —empuja a papá hacia el jardín y cierra la puerta—. Tomen sus mochilas y suban al auto, los llevaré a la escuela para que su padre pueda dejar de gritar.

¿Esto es por Jamie y por mí? Ni siquiera hemos tenido una cita.

Rayos.

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