Capítulo 26

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—Lo siento.

Jennie se enderezó en su asiento, mirando hacia el doctor que estaba hablando con Lisa.

La chica estaba de pie frente al hombre, con la boca temblando.

—No se pudo hacer nada.

Jennie dejó el café que sostenía a un lado, poniéndose de pie, caminando hacia Lisa que parecía a punto de derrumbarse, de quebrarse frente an ella.

—Namwan Manoban falleció de un ataque al corazón.

—No...

La voz de Lisa era como un gimoteo lleno de dolor, como el aullido de un animal herido, pidiendo que alguien la agarrara, la sostuviera en sus brazos.

—Lo lamentamos.

El doctor se retiró con la enfermera, dejando a la pareja sola.

Lisa rompió a llorar a gritos y Jennie la tuvo que sostener en sus brazos, atrayéndola a su pecho mientras el mundo parecía desmoronarse alrededor de ellas.

El llanto de Lisa le rompía el corazón por completo, pero aun así la atrajo contra sí, besándole el cabello, acariciándole la nuca.

—Está bien, Lili, estoy contigo —le murmuró en voz baja por sobre el desgarrador llanto de Lisa, cerrando sus ojos.

***

Lisa llevaba acostada en la cama dos días, saliendo sólo para ir al baño y comer lo que le cocinaba Jennie

La pelinaranja suspiró, agotada, entrando al cuarto. Las cortinas estaban puestas, haciendo que el lugar se viera más deprimente y horrible que nunca.

Observó la cama con Lisa encima, dándole la espalda, acurrucada bajo las mantas, y pensó en la vez que hicieron el amor allí mismo.

—Lis —le murmuró sentándose al borde de la cama, acariciándole el hombro—, hay que ir al funeral de Namwan unnie.

Los hombros de Lisa se sacudieron con el llanto, pero no se movió. Se quedó un momento en silencio, dejando que la chica sollozara todo lo que quisiera.

—Vamos, Lili, a ella no le gustaría verte así —susurró con la voz temblando.

Lisa lloró con más fuerza.

—Quiero.... Es-estar... sola... —balbuceó entre lágrimas, moviéndose levemente para que Jennie dejara de tocarla.

La mayor mordió su labio inferior, sin ponerse de pie.

—Lili...

—¡No! —gritó Lisa con la voz destrozada—. ¡No... no lo en-entiendes! —salió por debajo de las mantas, revelando su pálido rostro, sus mejillas encharcadas por las lágrimas—. ¡Sola! ¡Déjame sola, Jennie!

La pelinaranja se puso de pie, sintiendo la paciencia agotándose, pero trató de controlarse para no sonar fría y dura.

—Estaré en el comedor —le dijo girándose.

Lisa gimió.

—¡Vete! ¡Vete, por completo, Jennie! —la aludida se quedó quieta—. ¡¿Sabes qué día es hoy?! ¡Hoy se cumplen los seis meses, Jennie! ¡Fuera de mi vida! —rompió a llorar otra vez—. No sirvió de nada... Namwan murió igual...

—¿De qué hablas? —la voz de Kim era helada.

—De esta farsa —sollozó Lisa—, de todo esto. Necesitaba dinero para el tratamiento de Namwan, pero no sirvió... Venderme no sirvió...

Jennie se giró, pálida, rota.

—¿Mi mamá...?

—¡Dijo que le pagaría las quimioterapias si fingía ser tu maldita novia, pero no sirvió de nada, Namwan se fue y me quedé sola!

Jennie retrocedió, sintiendo su garganta apretada, sus ojos escociendo.

—Lili...

—¡No quiero verte, déjame sola, maldita sea!

Jennie obedeció.

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