Capítulo 31

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Había pasado un rato desde que ambos jóvenes lograron afirmar lo que sentían, se encontraban reposando sobre la camilla.

—Jimin —dijo Yoongi rompiendo el agradable silencio lleno de mimos que estaban teniendo.

—Dime, Yoongi —respondió acariciando el pecho del mayor.

—Se me ha dormido el brazo —confesó provocando risas en Jimin.

—Iré ahora mismo a la habitación que me asignó el señor Lee, descuida —dijo levantándose.

—No duermas tarde.

—Está bien —el rubio lo miró atento, como si esperase algo antes de irse.

—¿Necesitas algo más? —cuestionó frunciendo el ceño.

Jimin asintió, pero no dijo más.

—¿Me podrías decir? Si no lo haces probablemente te quedes esperando hasta la mañana.

—¿No tienes nada más que decirme antes de que vaya a dormir? —preguntó mirándolo— quizá que me quieres mucho o que sueñe bonito...

A Yoongi le causó ternura el acto de Jimin por lo que posó su mano sobre la mejilla del joven.

—Park Jimin, espero que duermas muy bien —dijo sonriente— y que no olvides que te quiero —eso último lo dijo con algo de timidez.

Para sus oídos había dicho algo demasiado empalagoso.

Aunque si a Jimin así le gustaba, entonces lo repetiría todas las noches para verlo sonreír.

—Yo también te quiero, Yoongi —respondió emocionado por las palabras del chico.

Ambos se regalaron una última mirada antes de que Jimin se pusiera en pie para salir de la habitación.

Caminó calmado hasta la puerta, la abrió, él salió y la cerró.

Estando afuera dio saltitos de felicidad mientras daba varias palmaditas. Habiendo dado toda una vuelta, se recostó sobre la puerta soltando un suspiro de amor.

Yoongi lo amaba, lo correspondía. No había noticia más feliz.

Ambos dejarían de mentirse.

—Así que no hiciste lo correcto —comentó el señor Lee que había observado el festejo del menor.

—Señor Lee —el joven se sorprendió al ver al hombre mayor.

—Descuida, felicito que seas feliz. Espero que puedan seguir disfrutando de sus sentimientos por mucho tiempo más.

—Lo vamos a controlar, seremos diferentes —alentó Jimin.

Sí, el señor Lee había pensado lo mismo.

Pero no podía hacer nada para cambiar la mente de Jimin. Él lo sabía perfectamente.

Nadie pudo hacerlo cambiar de opinión a él.

Así que solo asintió y dio unas palmadas en el hombro de Jimin antes de retirarse.

El señor ingresó a la habitación que estaba al costado de la de Yoongi.

—Seremos muy felices —susurró el rubio y comenzó a caminar.

Avanzó a paso lento por los pasillos del centro médico con una gran sonrisa en el rostro.

Ya no iba a poder dormir, estaba muy feliz como para ir a su camilla.

Tampoco tenía a nadie a quien contarle acerca de lo que le había pasado.

Ya estaba acostumbrado así que no fue problema.

Habiendo llegado al lugar deseado, Jimin tomó una de las sillas llevándola cerca a una pequeña ventana.

Posó su vista en el exterior observando la calle frente al centro de salud con infectados deambulando.

—Es una linda vista —soltó acompañado de un suspiro.

El amor te hace idiota.

Jimin, era la prueba. Era un idiota muy lindo.

[...]

Unos golpes en la entrada despertaron a Jimin.

Ya debía ser de madrugada. Tres o cuatro de la mañana si se quería aproximar.

Abrió los ojos exaltado, lo primero que se le vino a la mente fue que un grupo de infectados trataba de ingresar.

Su hipótesis fue descartada cuando escuchó la voz de Jungkook en un grito entrecortado y angustiado.

Lleno de desesperación y llanto, su menor llamaba a la puerta y no estaba solo.

Jimin no lo pensó más y se encaminó a la entrada para poder abrirla.

Cuando lo hizo, observó a Hoseok con Taehyung sobre su espalda. Yeseo y Jungkook trataban de eliminar a los infectados que atrajeron.

Logra divisar además, la ropa de Hoseok manchada de sangre que emanaba del joven inconsciente en su espalda.

—¡El señor Lee! Llámalo ahora —suplicó Hoseok alzando la voz.

El rubio asintió y salió corriendo hacia la habitación del señor Lee.

En el camino, sus pisadas fuertes despertaron a algunas personas.

El joven corrió lo más rápido que pudo hasta poder llegar donde el señor Lee. Estando fuera, comenzó a golpear fuertemente la puerta repetidas veces.

El hombre salió unos segundos después, asustado por la actitud del rubio.

—¿Y a ti qué te pasa jovencito? Es de madrugada, las personas...

—Es Taehyung, lo necesita ahora mismo señor Lee —enunció Jimin con la respiración agitada— está en la entrada.

El semblante del señor cambió, no dijo más y salió a paso veloz, llamando en el camino a algunas de las personas.

Jimin se quedó estático en donde estaba, los peores escenarios llegaban a su mente, uno tras otro.

—¿Qué ocurre? —Yoongi había salido de su habitación, pues escuchó los ruidos— ¿Jimin?

El rubio giró su vista, aún angustiado respondió.

—Algo muy malo le pasó a Taehyung —reveló— y es mi culpa.

Taehyung con una mordida, un disparo, un accidente, cualquier desgracia.

De cualquier cosa que se tratara, sucedió en en Daegu y la culpa era de Jimin y su grupo. No debieron haber seguido con la mentira por tanto tiempo.

—¿Qué le paso exactamente? —insistió el mayor acercándose para calmar a Jimin.

—Es que no lo sé —dijo— pero hay sangre, él está desmayado... Yoongi, es mi culpa.

—Nuestra —replicó tomando la mano temblorosa y helada de Jimin.

Yoongi se sorprendió por la temperatura de su menor, estaba muy asustado.

—Entra, debes calmarte Jimin. Por favor.

Jimin negó y soltó el agarre de Yoongi, no dijo nada y comenzó a caminar hacia la entrada.

Su mayor intentó detenerlo, fue en vano así que solo lo siguió en su silla de ruedas.

Justo cuando Jimin llegó nuevamente a la recepción, el señor Lee y un grupo de personas estaban llevando a Taehyung en una camilla.

Alcanzó a ver todo su pecho cubierto de sangre.

Jungkook y Hoseok lloraban, Yeseo lo miraba preocupada.

Yoongi y Namjoon llegaron unos segundos después, alcanzando a ver algo de lo sucedido.

—¿Qué ocurrió? —cuestionó Namjoon al instante.

Jungkook con el rostro empapado decidió hablar siendo constantemente interrumpido por sollozos.

—Nos dispararon, yo —el chico cerró fuertemente sus ojos— fue todo mi culpa.

Yeseo sintió pena por el joven, así que colocó su mano en su hombro comenzando a acariciarlo.

Hoseok negó.

—No lo fue, Jungkook tú solo te preocupaste —comentó con la mirada baja.

—Lo siento —emitió el menor casi en un susurro.

Hoseok dio palmadas en su espalda y levanto la mirada, posándola sobre los tres chicos que habían ayudado días atrás.

Y de quienes siempre dudó.

En especial observó a Jimin. El rubio que había iniciado su mentira.

Hoseok estaba enojado y desesperado por la vida de su amigo. No dudó ni un segundo más en acercarse peligrosamente a Jimin.

Tomó al joven de cabellos rubios por los hombros de manera brusca y agresiva haciendo que lo mirara.

—¡Dijiste que estaba en Daegu! —le gritó a la cara— ¡Nos engañaste maldita sea!

Jimin cerró los ojos con miedo mientras aceptaba sin ninguna queja los gritos.

Se los merecía.

—Quítale tus manos de encima —ordenó Yoongi empujado a Hoseok hacia atrás.

Namjoon de inmediato impidió que Hoseok se acercara de nuevo a Jimin.

—A lo mejor no llegaron al campamento correcto —sugirió Namjoon tratando de encubrir la mentira.

—No me vengas con ese estúpido cuento —renegó tratando de soltarse— lo sabían y por eso mi amigo está así.

—Hay que calmarnos, por favor —pidió Yeseo— Hoseok, quizá Namjoon tenga razón y a lo mejor no era el campamento.

Jimin tan solo escuchaba atormentado, cuando sintió la mano de Yoongi acariciar la suya tomó valor para hablar.

—Sí —soltó interrumpiendo la discusión que tenían los demás— lo hice.

—Habla claro imbécil —pidió Hoseok por fin logrando que Namjoon lo soltara — ¿¡qué hiciste!?

—Mentí —dijo mirándolo a los ojos.

Hoseok soltó una sola risa irónica ante la confesión y la simpleza con la que fue enunciada.

Una bofetada de su parte fue recibida por la mejilla de Jimin, enrojeciéndola al instante.

Los ojos de Jimin se humedecieron por el el golpe, pero no dijo nada.

—Si mi amigo muere, será tu culpa. Tuya y la de todo tu maldito grupo de bastardos.

Hoseok dio unos pasos atrás y luego se alejó de allí para poder ir donde Taehyung.

Yoongi estaba por seguirlo, sus manos llenas de rabia ya estaban listas para hacer que su silla de ruedas se moviera rumbo al maldito que se había atrevido a ponerle una mano encima a Jimin.

El rubio no lo permitió, tomó su muñeca impidiendo que se moviera.

—Déjalo —enunció bajito— tiene razón.

Namjoon, Yoongi, Jimin... ellos tres serían culpables de la muerte de una persona.

De la muerte de Taehyung, el joven que los ayudó.

¿Cómo podían haber sido tan crueles y egoístas?

El mundo cambiaba a las personas, eso nadie lo negaba.

Pero en esas circunstancias, eran solo tres personas las que podrían cambiar todo el mundo de Hoseok.

Ponerlo de cabeza con la muerte de su mejor amigo. Una muerte que se podría haber evitado.

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