Capítulo 25

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—¿Y qué le vas a decir?

Le lanzo otra mirada de fastidio y resoplo con fuerza. Ya lo hablamos toda la maldita noche y aún no sé cómo hacerlo.

—¿Por qué carajo te dije? No eres nada útil, Luke.

—Soy tu mejor amigo. —encoge los hombros—. Si te mueres, seré quien arrastre tu cuerpo hasta el pozo y diré mierdas bonitas para que todos aplaudan.

—Eres un imbécil, solo cállate para que pueda pensar en algo coherente.

—Sé sincero, dile: Nena, tu papá me tiene por las bolas y tengo que dejarte ir por un tiempo.

Una vez más le dedico una mirada de frustración, pero eso me gano por contarle a mi mejor amigo mis problemas. El lado positivo es que no tengo que fingir frente a él.

—Tengo que hacerlo, es lo mejor para ambos. Si su padre es el idiota que Welch dice, no solo yo estaré en riesgo sino que ella también.

—Entonces ve. —destraba los seguros de su auto—. Y date prisa, no creo que debamos estar aquí mucho tiempo.

Le envío un mensaje de texto a Ana para pedirle que salga de su casa un momento, para que pueda romperle el corazón... Mierda.

—Ahí está. No tardo.

Bajo del auto cuando la veo atravesar el enrejado, sintiéndome un poco ansioso a medida que se acerca. Luke saca la mano por la ventanilla para saludarla.

—Hey, nena.

—Hola.

Tomo su mano para alejarla de los ojos curiosos de Luke, que sonríe divertido.

—¿Qué pasa? ¿Por qué luces tan nervioso? —se ríe.

—Tengo que decirte algo que no te va a gustar. —su ceño se frunce ligeramente y espera a que continúe—. Mi jefe descubrió lo nuestro... —lo que sea que eso sea. Señalo entre ambos—. Y si no me alejo de ti, podría terminar despedido.

O muerto.

—¡Eso es injusto! ¡Yo te quiero y quiero estar contigo! —se lanza a mis brazos—. Christian, no quiero separarme de ti.

—Lo sé, Cerecita, pero será más fácil mantener el contacto si todavía estoy por aquí. ¿Harías eso por mi?

—¿Qué?

—Dejar de buscarme.

—¡Pero no quiero! —chilla.

—Solo será por un tiempo, y aún podemos hablar por teléfono o enviarnos mensajes.

—Esto apesta. —abraza más fuerte mi cintura—. Si hubiera tenido sexo con cualquier otro chico no tendría problemas.

El pensamiento de Ana con alguien más me irrita el estómago, y de pronto me veo a mi mismo manteniendo a raya a esos putos adolescentes hormonales.

—Nadie tendrá sexo con nadie más, ¿Entendido? —gruño—. Me refiero a que evites problemas, no queremos que tu padre te mantenga encerrada por el resto de tu vida.

Intento sonreír para darle ánimo, pero ella sigue con el ceño fruncido en ese gesto obstinado que me gusta.

—¿Quieres que esté encerrada en mi casa y haciendo lo que mi padre diga?

—Si, eso sería genial. Sobre todo ahora que no puedo ir detrás de ti si decides huir de nuevo.

—Eso suena muy aburrido, Christian.

— ¿Pero lo harías por mi? ¿Dejarías de huir y meterte en problemas? —le doy mi mejor sonrisa esperando que ella acepte.

—¿Y qué hay de ti? ¿Vas a seguir acostándote con la rubia esa?

—¿Andrea? —jadeo sorprendido—. No, ni siquiera quiero volver a verla. Demasiados problemas por una mujer.

—¿Y se supone que debo confiar en ti?

—Si, así como yo confiaré en ti. Sé que no es lo que quieres, pero créeme que es lo mejor y cuando volvamos a vernos podremos salir sin problemas. Nena, hazlo por mi, quiero seguir siendo policía.

Parece que suplico, y probablemente sea lo que hago porque quiero que ella esté de acuerdo. Lo último que quiero es ser autoritario como su padre.

—¿Y cuanto tiempo será eso? —insiste.

—Hasta que resuelva mi caso o tu padre gane la candidatura. —o la pierda, eso también funciona para mi.

—¿Cuánto falta? ¿dos meses?

—Tal vez cuatro.

—Mierda. —se queja—. ¿Y estás seguro de que vas a esperarme todo ese tiempo? 

Sus ojos azules lucen un poco llorosos cuando las luces de la farola los iluminan y yo no tengo el valor que decirle que muchas cosas podrían cambiar en poco tiempo.

—Lo haré. Lo prometo.

—Está bien. —apoya la mejilla contra mi pecho—. Te creo. Nada de chicas en tu departamento, lo digo en serio Christian.

—Descuida, estoy manteniendo la decoración y todas las cosas que pusiste. Cualquiera pensaría que soy un dominado por su esposa... O que vivo en la casa de mi madre.

Ana vuelve a reír, haciéndome reír con ella libre de tensión. Bueno, esto resultó mejor de lo que esperaba.

—Será muy difícil no verte. —escucho su voz entrecortada—. De verdad quiero estar contigo.

—Tendremos nuestra oportunidad, lo prometo. Solo tenemos que esperar unos meses y así no tendrás que mudarme de vuelta a Detroid. —o al otro lado del mundo.

—Eres un tonto, pero lo acepto.

Vuelve a mirarme y esta vez no me resisto. Sujeto su rostro con mis manos para besarla sin importar quién nos mire.

El sonido del claxon del auto de Luke nos obliga a separarnos, recordando que seguimos en mitad de la calle de su lujoso vecindario.

—Tienes que entrar ahora, pero no olvides enviarme textos.

—Lo haré, y será mejor que contestes.

—Sabes que no puedo hablar mucho de mi trabajo, pero me encantará saber de ti.

Me inclina hacia ella para dejar otro beso en mis labios y cruza la calle agitando su mano a modo de despedida.

—Ay, qué cursi eres Christian. —dice Sawyer cuando me acerco a su auto—. Lloré lágrimas de caramelo.

—Imbécil. —le gruño, pero no puedo dejar de sonreír.

—¿Dijo que si? ¿Está de acuerdo?

—Así es. Ahora solo queda esperar.

—Míralo por el lado positivo. —hace un gesto con la mano—. Steele no tendrá motivo para arrancarte las bolas. Para mí eso es un ganar-ganar.

—Cállate y conduce, necesito un trago.

—Ay, mierda, ¿Ahora vas a deprimirte? ¿Te compro helado y pañuelos desechables?

—¡Solo conduce, pedazo de idiota!

Sawyer conduce de vuelta al centro de Seattle cuando mi teléfono suena con una llamada entrante de Ethan.

—Grey.

—¿Jefe? Los azules interceptaron un vehículo sospechoso, están revisando a los hombres y parece ser que llevan armas largas.

—Mierda. Envíame la ubicación y encuéntrame ahí.

—Como digas, jefe.

Guardo el teléfono y le hago una seña a Luke para que tome la autopista hacia el sur. Y estoy muy contento porque así el tiempo pasará más rápido.

Espero.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro