IX. Especial.

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» Park SooYoung.
» Coreana.

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No importó cuántas veces Jennie insistió en llevar a Lisa hasta el hospital. DongHae se lo negó rotundamente. "Estará bien." Y era cierto, el varón no podía llevarla porque, básicamente, no tendría las excusas suficientes para explicar lo rápido que podía sanar la pelinegra con su ayuda.

Tras vendar el torso herido de la muchacha el mayor se quedó sentado al borde de la cama de la menor observándola fijamente mientras acariciaba su cabello, como un padre cuidando los sueños de su niña.

—Lo siento pequeña, creí que estaba haciendo lo correcto. — Susurró. — Prometo arreglarlo.

Jennie, quien había decidido no interrumpir en ese momento tío y sobrina, prefirió no ingresar a la habitación como tenía planeado. Tras escuchar las palabras del hombre apretó los labios pensando que él no era lo suficientemente responsable como para cuidar de la tailandesa, empezando con el hecho de no llevarla a urgencias le hablaba mucho de lo inconsciente que DongHae era.

Retrocedió unos pasos cuando lo escuchó cerca y se encontraron frente a frente cunado el varón abrió la puerta.

— ¿Necesitas saber algo? —Cuestionó DongHae y la chica negó ligeramente sorprendida. — Bien, si quieres entra. Yo debo salir.

— ¿Salir? ¿Qué haremos si ella empeora?

—No lo hará.

Jennie no objetó y se hizo a un lado para que él pudiese pasar. Una vez dentro de la habitación envió un rápido mensaje a YeRim para que esta no se preocupara y después llamó a su trabajo para excusar su ausencia por ese día.

Y todo parecía una déja vú cuando su mirada se topó con el cuerpo malherido de Lalisa, lentamente se acercó y tomó el mismo lugar que DongHae había ocupado minutos antes.

— ¿Quién eres? — Preguntó confundida ante el misterio que envolvía a la tailandesa pero que, de alguna forma, deseaba ser parte. Sentía que tenía cierta responsabilidad con Lalisa y solo esperaba que las cosas mejoraran para ella.

No todos los días encuentras a una chica malherida que soporta hasta el más profundo corte y es dueña de una adorable sonrisa oculta bajo un serio semblante...

Rápidamente sacudió su cabeza ruborizada ante su pensamiento y alzó su mano para poder tocar la frente de la mayor esperando que ya no tuviera fiebre. Sus emociones cambiaron repentinamente, y de estar preocupada por la salud de Lalisa pasó a sentirse triste al recordar una salida con su padre en su cumpleaños que muchos años atrás habían tenido; no comprendía la forma en la que su mente estaba actuando, pero definitivamente no era normal tener ese tipo de recuerdos en momentos poco adecuados.

Lalisa arrugó su entrecejo y se quejó bajo logrando que Jennie rápidamente retirara su mano.

La mayor fue abriendo lentamente sus ojos y se encontró con un par café que la observaban preocupada. Intentó levantarse pero la menor se lo impidió rápidamente. —Estás herida Lisa, será mejor que...

— ¿Qué hago aquí? — Sus párpados se ampliaron y no le importó el dolor que se propagó por todo su torso, ella se levantó asustada al recordar todo lo pasado esa noche. — Mi padre... ¿Dónde está él? — Su confusión la hizo avanzar hasta la chica mientras posaba ambas manos sobre sus hombros.

La coreana no supo qué responder y solo pudo observar el dolor en los ojos de la chica, pensó que pronto estaría escuchando su llanto pero eso nunca llegó, a cambio, Lalisa se quedó estática intentando contener sus lágrimas.

—Jennie, mi padre... no lo pude ayudar...— Sin ni siquiera esperarlo, los brazos de la chica rodearon su cuello en un abrazo reconfortante, sintiendo los dedos de Jennie enredarse en su cabello en una tierna caricia. — Él no está. —Repitió, esta vez sintiendo cómo su cuerpo perdía peso.

Jennie no podía comprenderla y supuso que todo se trataba de un mal recuerdo, pero la pérdida de un padre era dolorosa y ella lo sabía. Lo único que logró reconfortarla cuando sus padres murieron fueron las constantes muestras de afecto que sus dos hermanas le daban y viceversa. Lamentablemente, Lalisa no tenía a más personas más que su tío, por lo que ella se encargaría esa noche de ser quien cuidase de sus rotos sentimientos.

—Uno siempre tendrá a sus padres cerca... no importa lo que pase, te cuidarán desde donde estén. — Dijo en voz baja y, cuando Lisa por fin reaccionó correspondiendo a su abrazo, se sintió más cómoda. La idea inicial era ser ella quien protegiera a la tailandesa, pero al estar atrapada entre los brazos de esta, sintió que era al revés.

El abrazo se prolongó pero para ambas pareció efímero y al separarse se vieron con cierta vergüenza.

—Lo siento... yo no suelo ser así, creo que...

Jennie alzó su mano para detener sus palabras. —Está bien, todos tienen sus momentos de debilidad, ¿no?

La mayor le sonrió agradecida y lentamente volvió a su lugar para poder descansar un poco más. — ¿Dónde está DongHae?

—Él salió, no dijo adónde iba.

—Claro. — Bajó la mirada y suspiró. — Él nunca dice nada. — Intentó no imaginarse a su padre encarcelado pero le era casi imposible. — ¿y JiSoo?

—Ella duerme, SooYoung la está cuidando.

—Pero ella está bien, ¿verdad?

—Está mucho mejor que tú. — La observó de pies a cabeza y entornó los ojos. — Lo que no logro entender es cómo estás consciente después de esa herida.

—E-es que DongHae es un excelente... doctor. —Mintió con lo primero que se le vino a la mente.

Jennie entreabrió sus labios. —Oh... entonces es eso. — Y con aquella revelación tenía mucho sentido el actuar del hombre, tal vez lo prejuzgaba mal.

—JiSoo se quedó dormida. — SooYoung ingresó a la habitación y alzó sus cejas al ver a Lalisa despierta. — Oh wow, no estás muerta... ¡Hey! — La chica rápidamente llevó su mano hasta su brazo después del fuerte golpe que Jennie le había proporcionado. —Lo siento... solo quería aligerar el ambiente.

Lisa soltó una pequeña risa. — Está bien. Deberían volver a sus hogares.

—No podemos dejarlas solas.

—Por cierto...— SooYoung se paseó alrededor de la habitación e inspeccionó el rostro golpeado de la chica. — ¿Cómo es que les pasó esto?

La mayor se encogió de hombros. — Una pelea y al parecer perdimos...

—Aguarda. —Jennie frunció el entrecejo y la señaló. —Tú me dijiste eso la primera vez que nos encontramos.

—Es que se repitió... ahm... escuchen, no tienen por qué estar preocupadas. Estaremos bien.

Las dos coreanas se miraron y negaron. —Sentimos que tenemos responsabilidad sobre ustedes y si ahora me voy es muy probable que Jennie se enoje... y no queremos ver a un mandu enojada.

— ¿mandu? — Lalisa sonrió ante el tierno apodo y se rindió. —De acuerdo...— La joven intentó levantarse pero las dos chicas se apresuraron en empujarla suavemente para que no abandonara su lugar.

—¿Qué haces?

—Lo mínimo que puedo hacer es ofrecerles un lugar cómodo para dormir.

Jennie se conmovió con las palabras de la mayor y extendió su mano para poder posarla sobre el antebrazo de la tailandesa. —No es necesario, Lalisa. Estaremos bien.

Tras varios minutos de innecesaria discusión Lalisa perdió contra las dos chicas que no le permitieron moverse. Resignada las vio partir escuchando cómo se acomodarían en los sillones que la casa poseía.

—Pero si estoy mejor...— Habló para el aire.

Las siguientes horas quiso dormir pero la constante preocupación por su padre no le permitió cerrar los ojos en ningún instante. La casa ya se encontraba a oscuras –a excepción de su habitación- y el silencio predominaba, lentamente se escabulló entre las sábanas y se quitó la camiseta mientras caminaba hasta el gran espejo que tenía el clóset. De un solo tirón retiró el vendaje perfectamente acomodado sobre su herida, entornó sus ojos y mordió su labio inferior... no estaba del todo curada; cosa que le inquietaba, sus heridas solían sanar mucho más rápido.

Su mirada se encontró con su propio reflejo, la persona en el cristal no era la misma Lalisa que unas semanas atrás entrenaba junto a su padre; ahora era alguien que no sabía a dónde ir o qué hacer para que las cosas regresaran a la normalidad.

— ¿Qué no te diste cuenta? ¡Te engañaron! Te separaron de Ares. Todos contribuyeron a este desenlace... tu padre pagará las consecuencias.

Necesitaba buscar a YoonGi pero esperaría hasta que JiSoo se recuperara o hasta que Chronos se dignara a aparecer.

El ruido que su estómago la hizo avergonzarse de sí misma, no había comido más que unas cuantas manzanas antes de salir con JiSoo ese día.

Volvió a colocarse las vendas torpemente y junto a estas su camiseta. Asomó su cabeza por el umbral de la puerta y al asegurarse de que las coreanas no estuviesen despiertas salió directamente hacia la cocina, sin embargo, se detuvo cuando miró la incómoda posición en la que ambas chicas estaban en el largo sofá. No era justo. Jennie se había encargado de cuidarla con tanto esmero que le parecía malagradecido dejarla así.

Lentamente se acercó y se colocó de cuclillas para poder acomodar un mechón de cabello de la coreana que cubría parte de su rostro, si no supiera que Jennie era de ese mundo mortal podría haber jurado que pertenecía al Olimpo junto a ella. Quizá exageraba, pero la joven era hermosa a su manera. Su mirada se desvió hasta SooYoung queriendo pensar de la misma forma pero solo logró reírse cuando notó el rastro de saliva que la pelinaranja tenía desde la comisura de los labios hasta el mentón.

"Bonitas a su manera." Volvió a pensar.

Con gran cuidado tomó entre sus brazos a Jennie y se levantó para encaminarse hasta la habitación. Intentó no tropezar y tragó saliva cuando la chica se acomodó entre sus brazos, empuñando su camiseta con poca fuerza. Temió a que esta despertara pero, a su favor, eso no sucedió. Al acomodarla sobre su colchón volvió a la sala e hizo lo mismo con SooYoung, pero esta vez se ganó una leve palmada en su mejilla y escuchó balbuceos por parte de ella. ¿Cómo es que eran tan buenas amigas y tan diferentes a la misma vez? No lo sabía, pero en combinación ambas le resultaban agradables.

Esa mañana, cuando Jennie intentó abrazar más a su almohada, esta se quejó y se removió. La coreana abrió de par en par sus ojos y sin lugar a dudarlo empujó lejos a SooYoung que dormía a su lado.

—¡¿Qué haces aquí?! — Cuestionó Jennie.

La aludida que se fue levantando del suelo apoyó ambos brazos sobre el colchón y por primera vez quiso asesinar a su mejor amiga por su tan exagerada reacción. — La verdadera pregunta es por qué las dos estamos aquí.

Jennie hizo un mohín que a cualquiera le hubiese resultado el más adorable en el planeta, pero a su amiga solo le provocó arcadas.

—No hagas eso, ya estás vieja.

—¡Cállate! —Amenazó alzando su puño. — Sé que diciéndome eso intentas ocultar tus verdaderos sentimientos, pero compréndelo, esta perfección no está interesada.

—¿Sentimientos? Si eres tú quien me abrazaba como si no hubiese un mañana. — Las mejillas de la mayor se acaloraron y se avergonzó al saber que su amiga estaba en lo cierto, sin embargo, la razón por la que la abrazaba era su sueño donde Lisa ocupaba su lugar. Pero no lo admitiría, eso solo sería un pase directo a constantes burlas por parte de SooYoung.

Se dio media vuelta e hizo una señal para que su amiga le siguiera, esa tailandesa la escucharía, no debía desobedecerla, tenía que reposar.

Al llegar a la cocina de donde provenía el ruido, toda la furia que Jennie pudo sentir se desvaneció al ver tan adorable escena. Mordió su labio inferior y se negó ir hasta donde la mayor para abrazarla.

Lisa tenía un gorro de chef mal puesto que había encontrado en uno de los cajones, harina mezclada con agua en su mejilla y mentón, muchas cosas sobre la mesa que había intentado usar pero que no tenía ni idea de cómo hacerlo y, finalmente, una taza de café perfectamente preparado apartado de todo el desastre que había hecho especialmente para la coreana en agradecimiento a sus cuidados.

—Yo... ahm... ¿creen que JiSoo se enoje?

Jennie sonrió como tonta y se acercó hasta la más alta para poder acomodarle el gorro, ambas hicieron contacto visual y la coreana realmente rogó para que sus rápidos latidos no llegaran a oídos de la chica. — Podemos arreglarlo.

—Pero hay algo que no arruiné... — Admitió caminando hasta la encimera para poder coger la taza todavía caliente que había preparado y se la extendió a la coreana. — La última vez vi cómo lo hiciste y quise hacer lo mismo, no sé si salió bien y si no te gusta no es necesario que lo termines, solo...— Fue interrumpida por la mano de la menor posándose sobre sus labios.

—Tranquila, huele delicioso. —Y no mentía, llevó la porcelana hasta sus labios y probó el café que había preparado Lisa para ella, le resultó agradable, delicioso, el mejor de todos.

"Contrólate, Jennie."

Lalisa miró expectante a la chica y no pudo ocultar una sonrisa cuando Jennie lo acabó por completo.

— ¿Lo ves? Delicioso.

— ¿Debería traer un violín y tocar algo para ustedes o es que prefieren el piano?

La burbuja que se había creado entre las dos chicas se rompió gracias a SooYoung pero ninguna lo tomó a mal, por el contrario, Lalisa la invitó a acercarse y le prometió preparar un café más para ella.

—Eh, Jennie, ¿escuchaste eso? Preparará un café para mí. También soy especial.

—Cállate. —Ordenó intentando no arruinar el agradable ambiente que Lalisa logró crear. — ¿Cómo te sientes? — Jennie preguntó poniéndose a un lado de Lalisa mientras observaba cómo esta preparaba lo único que le salía bien.

— Mejor, sano muy rápido.

— Lo sé. — Interrumpió SooYoung poniéndose en medio de las dos solo para fastidiar a su mejor amiga. — ¿Tienes alguna clase de poder? — Bromeó mientras ignoraba la pesada mirada que Jennie le daba.

Lisa rió incómoda ante esa última pregunta. — Lo dudo. Pero sería asombroso tenerlos.

— Soo, ¿por qué no vas a ver a JiSoo?

— Pobrecilla, debe estar descansando, yo creo que... auch. — Una fuerte pisada por parte de la más baja la hizo obedecer. — Está bien iré a verla, Lisa, ten cuidado con la mujer zapato.

— Se ve que te adora. — Comentó la pelinegra dejando a un lado la taza y girándose para quedar apoyada en la encimera.

— Como no tienes idea. — Jennie se posó frente a ella y se cruzó de brazos. — Es como mi hermana.

Lalisa asintió recordando algo importante. — ¿Cómo se encuentra MinJeong?

— Ella está bien, claro, mientras siga con su tratamiento. Es solo que a veces es muy hiperactiva y suele desobedecernos pero solo es una niña y... — Miró a Lalisa y sonrió apenada. — Lo siento creo que hablo demasiado cuando se trata de ella.

— Sigue, a mí me interesa saber sobre ella. Es una niña dulce. — Y lo decía alguien que poca tolerancia le tenía a los niños, no los odiaba ni mucho menos, pero solía pensar que eran muy ruidosos.

— A veces pregunta por ti.

— ¿Lo hace? — La coreana asintió. — Y-yo podría visitarla alguna vez. Si es que tú me lo permites.

— Podemos ir por ella. — Expresó con emoción, esperando no verse desesperada por la atención de la japonesa. — Los viernes está más alegre por el fin de semana, siempre sale de sus clases corriendo y empujando a todos sus compañeros, muchas veces me llaman la atención por no... otra vez estoy hablando de más, ¿verdad?

Lalisa dejó escapar una risa. — Eres adorable. — Dijo sin ni siquiera pensarlo, su sonrisa rápidamente se borró y carraspeó su garganta volteando su rostro para evitar que la menor notara su leve sonrojo. — Es decir... ella, ella es... ahm, entonces iremos por ella, ¿verdad? Pasaré por ti a esa cosa, ¿universidad? Sí, ahí.

— En serio, esa mujer tiene el sueño pesado. — SooYoung apareció mientras sobaba su mejilla. — Hasta me golpeó...

Tanto Lisa como Jennie rieron aliviadas, sintiendo que la aparición de la chica las había salvado de una incómoda situación.

— Tengo que prepararme para mis primeras clases. — Comentó Jennie queriendo no irse de esa casa. — ¿Te veo más tarde? — Cuestionó de forma coqueta a la mayor, para luego arrepentirse ya que le había salido muy mal y solo se ganó una risa por parte de la rubia. Algo andaba mal con ella, necesitaba recuperar su confianza o seguiría actuando como una tonta frente a la tailandesa.

— Solo dime la hora y estaré ahí. — Respondió sin ni siquiera darse cuenta del intento de la coreana.

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