parte 2.

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•Diez años•

[PoV Patch]

Harry había llorado toda la bendita mañana, desde que Ann nos despertó y nos dijo que debíamos ir a la escuela, hasta que estuvimos en el auto donde le obligué a callarse dándole un puñetazo en el brazo. Por cierto, ella me castigó por eso diciéndome que no tenía que golpear a mi hermano ni siquiera cuando se comporta como una niña llorona.

Miré a mi hermanito a mi lado, llorando en silencio sin contener los temblores de su cuerpo. Yo me puse mi mochila de Superman y me coloqué bien la gorra. No nos dejaban llevarla en clases, pero por mí la maestra Lauren podía tirarse de un barranco. El calor me estaba matando, me desesperaba. Ann nos bajó del auto luego de una previa lucha de veinte minutos con mi hermano, hasta que por fin dejó de llorar cuando mamá sugirió dejarlo faltar a clases. Yo me asusté y grité.

— ¡No te lo puedes llevar! —comencé a lagrimear sin saber por qué y Ann suspiró resignada agarrándose la sien.

—Niños, niños… —murmuró—. Está bien, pueden faltar ambos a la escuela ¿Qué les parece? —yo me sequé las lágrimas demasiado molesto como para llorar más, realmente estaba emocionado por mi primer día de clases, ya era un niño grande, tenía trece años, y Harry no quería acompañarme. Me sentí terrible.

 — ¿Pat? —Harry estaba a mi lado, sollozante y con la nariz roja—. Patch, si quieres venir a la escuela me quedo contigo —dijo con su vocecilla infantil, a diferencia de la mía que era gruesa. Paré de pensar un minuto y me sobé los ojos limpiando los residuos de lágrimas.

—Sí, sí quiero que te quedes, no quiero mi primer día sin mi hermano —Harry me abrazo fuerte y yo le correspondí. Pronto ambos estuvimos calmados y sonrientes, por fin listos para entrar al instituto. Ann suspiró.

— ¿Harán esto todos los años? Es como ver el mismo video con los actores más crecidos cada año —sacó su cartera y nos dio cinco dólares para gastar.

 —Mami, ¿pasaras por nosotros? —preguntó Harry agarrándome la mano con fuerza, como cada vez que se asustaba por algo.

—No, cielo...hoy es lunes y trabajo hasta muy tarde —Ann se agachó hasta llegar a la altura de Hazz y besó su frente—. Gordon pasará por ustedes y luego los llevará a casa cuando yo salga del trabajo ¿sí? —Harry y yo asentimos sonriendo. Nos gustaba mucho ir con papá, él sabía de diversión. Pronto, luego de una despedida típica de las madres a sus hijos en su primer día de clases, ella se alejó en el auto y nos quedamos parados en la puerta.

—Tengo miedo, me van a pegar de nuevo —susurró Harry colocándose bien su mochila morada, su color favorito.

 —No te pegaran, yo te cuido —agarré fuerte su mano y entramos a la jungla.

Como siempre, los niños y niñas nos miraban. Nos odiaban. No a mí, en realidad yo era bastante popular para tener solo trece años, pero no soportaban a Harry. Todos los niños decían cosas raras de él y lo golpeaban por ser más sensible…Harry lloraba por todo, hacia caprichos y berrinches, pero siempre había sido así, era mi hermanito y yo lo quería muchísimo y lo cuidaría de todos los mocosos que quisieran golpearlo. Nadie podía hacerle daño a Harry.

 —Patch… —susurró cerca de mi oído, Harry, estremeciéndome—. Fíjate como me miran…seré asesinado a la salida y no podrás hacer nada…quédate con mi jirafa —miré a Harry cuando hacia un puchero de lo más adorable y me reí.

—Nadie va a asesinarte a la salida, y tú jodida jirafa no me sirve, yo quiero abrazarte a ti —Harry me golpeó el brazo y frunció el ceño haciéndome sus típicos caprichos.

—No digas malas palabras o le diré a mamá —me regañó.

—Pues yo le diré que te escabulles todas las noches a mi cama y duermes conmigo —Harry me miró indignado. — ¡No puedes decirle!

—Ohh sí que puedo y será divertido ver cómo te encierran con llave en tu cuarto y te comen los monstruos —hablé sin pensar y vi como los ojos verdes de mi pequeño se aguaban y su naricita se ponía roja de nuevo.

—No, no, no, por favor no le digas a mamá, los monstruos me dan miedo y ellos no aparecen si tu estas —miré fijo a mi hermano a punto de llorar.

—Hazz, no llores, solo estaba bromeando, me gusta que duermas conmigo —dije agarrándole fuerte la mano y sonriendo. Pronto el pequeño me imitó y oímos el timbre de entrada a clases.

Todos los años nos tocaba la clase de arte, juntos y todos los años terminábamos en la oficina del director por algún disturbio. El señor Basinger nos odiaba y había intentado separarnos de curso todos los años, pero papá o Ann siempre aparecían amenazándolo con un juicio ya que ambos eran abogados. Harry y yo nos sentábamos juntos todos los años, pero esta vez una niña me había dicho que quería sentarse conmigo.

Lucia era de España y hablaba perfecto inglés. Era muy bonita con risos largos y castaños y unos preciosos ojos verdes. Acepté sentarme con ella pero había olvidado comunicárselo a Harry.

 —Oh…esto…Hazz, me sentaré con Lucia ¿está bien? —dije dejando mis libros en el lugar junto a la niña castaña. Harry me miró como sorprendido y triste.

—Oh…está…bien, Pat… —pronto mi hermano se perdió atrás en el aula y se sentó solo mirando por la ventana.

La clase había sido divertida, me encantaba hacer la tarea y toda esa mierda, pero estaba algo molesto con Harry por haberme evitado en todos los recreos, es más, ni siquiera lo vi en alguno, pero Lucia me dijo que Harry estaba bien, solo que al parecer no quería hablarme. Esperé a mi hermano a la salida pero él no estaba por ningún lado.

Me desesperé al oír unos niños gritando, todos amontonados, pateando y lanzando puñetazos a alguien…a Harry.

Me abrí paso entre los de cuarto que golpeaban a mi hermano y comencé a lanzarles rocas. Los niños se fueron y Harry se levantó del suelo llorando, con el labio sangrando, un ojo morado y varios raspones. Ni siquiera me dirigió la palabra.

—Hazz ¿estás bien? —susurré tocándole el brazo. Harry me empujó con muchísima fuerza hasta que me caí de culo al suelo.

— ¡TE ODIO! —gritó con furia.

Acto seguido corrió llorando hacia donde estaba el auto de papá aparcado, mirándonos con el ceño fruncido. Papá se arrodilló en el suelo y Harry se echó a llorar más fuerte en sus brazos. Harry era el favorito de papá…bueno, también era el favorito de Ann…y de la abuela…pero eso no me importaba ya que él también era mi favorito.

Corrí al auto y me eché a llorar en silencio, repitiendo en mi mente el grito de Harry y su mirada de decepción: ‘’TEODIO, TEODIO, TEODIO, TEODIO, TEODIO’’ Llegamos a casa de papá pronto y Harry corrió adentro dejando su mochila en el auto. Gordon la cargó y me abrió la puerta.

— ¿Qué pasó allá, Patch? —preguntó con su voz calma.

—No…no lo sé —susurré antes de echarme a llorar de nuevo. Jamás en la vida me hubiese imaginado a Harry diciéndome que me odiaba.

—Ya, ya, tranquilo, campeón —papá me abrazó—. No lo dijo enserio, a veces cuando una persona se siente herida o molesta, dice cosas que no son ciertas…que solo siente en el momento.

—No, papa, Harry me odia —lloré más—. No lo cuidé y le prometí que lo haría —me limpié los mocos en la manga de mi suéter y me calmé.

—Harry te quiere mucho, eres su hermano mayor, su hermanastro Patch…tú solo dale tiempo a que ya no se sienta herido —papá me sonrió y le correspondí fingiendo. La tarde pasaba rápido y yo me desesperaba aun más.

Harry ni siquiera quería mirarme. La noche calló con su manto negro y mi cara larga solo demostraba el dolor que sentía dentro. Extrañaba a Harry y lo tenía a mi lado. Cuando llegamos a casa, Hazz no saludó a Ann como solía hacerlo, su típico entusiasmo e hiperactividad. No cenamos esa noche, ni tampoco le contamos a su mamá por más que insistió hasta el cansancio al vernos distanciados. …

— ¿Harry? —susurré entrando despacio a su cuarto cubierto de oscuridad.

—Que quieres.

—Que me perdones… —dije a punto de llorar, sentado a un costado de su cama.

—Te fuiste a sentar con Lucia, Patch… —pude detectar que lloraba él también, al oír su voz entrecortada—. Y todos los niños me pegaron y me duele todo el cuerpo y tengo hambre —se quejó por fin llorando abiertamente.

—Te prometo no sentarme mas con Lucia, solo estaré contigo ¿si, Hazz? —abracé a mi hermano cubriéndolo con las mantas para que no se enfriara—. Los haré sufrir a todos…a todos los que te golpearon, les daré el doble de dolor, te lo juro…solo perdóname por favor, pequeño. Harry suspiró pesadamente calmando sus sollozos y se volteó abrazándome igualmente.

—Te quiero, bobo —sonreí y le di a Harry un beso casto en los labios, como a veces nos dábamos si nadie nos miraba.

—Te quiero, mocoso —nos quedamos abrazados de nuevos, durmiendo por fin tranquilos.

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