Andrew DeLuca

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—Doctora Deleasa, buenos días.

—Jenna, Jenna, eres mi salvación.

Millie Deleasa fue recibida por una eufórica Jenna en la entrada de la guardería, aún siendo tan temprano.

Ella corrió apresurada con un bolso sobre su hombro, y en sus brazos mecía a su preciosa criatura, Agostina DeLuca, quien con una manito en su boca y un juguete en la otra, las observaba atentamente, Jenna encantada fue a tomarla entre sus brazos.

—Llego tarde, olvidé mis carpetas en el auto...—murmuró apenas—. Y este pequeño tornado no quería colocarse sus zapatos.

—Descuide, nosotros nos haremos cargo de esta preciosa muchachita.

Millie vio como su hija movía su manito hacia ella, despidiendo y se fue dejándole un enorme beso. A pesar de tener apenas nueve meses, era capaz de causarles cansancio inmediatamente con sus andanzas. Andrew solía mimarla demasiado, por lo que ella batía sus pestañas y su padre corría a darle lo que quería.

Deleasa subió al ascensor, apresurándose al estacionamiento por los archivos que olvidó con su prisa. Una vez ahí, corrió por el estacionamiento, desbloqueando las puertas del auto. 

Cuando tuvo las carpetas en sus manos, revisó que todo estuviese ahí, pero se distrajo mirando hacia en frente, divisó a Andrew a través del vidrio, lo cual le resultó extraño. Estaba de pie al lado de su auto, lo que a Millie le pareció escondiéndose. Soltó las carpetas en el asiento trasero, y cerró la puerta. Se dispuso a saciar su curiosidad. 

—¿Andrea?—lo llamó ella.

Él volteó asustado, estando ya a un par de metros de distancia, se acercó hacia ella y tomándola por los hombros la empujó detrás del auto.

Ella confundida, vio en dirección hacia donde se dirigían sus ojos. Pero no veía nada fuera de lo normal.

—¿Me dirás que demonios te sucede?—urgió ella.

è lei—murmuró él. (es ella)

Eso confundió aún más a Millie.

—¿Quién?

—La mujer, la traficante de menores.

Millie volvió la vista a Andrew.

—Debemos llamar a la policía...

Non— la cortó él rápidamente. (no)—. Se está yendo, no hay tiempo.

—¿Acaso planeas seguirla?—ella tomó su brazo y lo jaló—. Zei pazzo? (¿estás loco?)

Amore mio, ya la dejé escapar una vez en el hospital. No lo volveré a hacer.

Andrew se disponía a subir al auto, pero Millie se interpuso y le quitó las llaves de las manos.

—¿Qué haces?—cuestionó él.

—Iré contigo. 

Ella rodeó el auto velozmente y subió, Andrew abrió la puerta del copiloto y subió igual de rápido. 

—Millie, déjame hacer esto...

Deleasa encendió el auto, callando las replicas de DeLuca con el rugir del motor.

—Sube de una vez, no dejaré que vayas solo, eres demasiado impulsivo, DeLuca. No quiero imaginar lo que harías por tu cuenta.

Andrew no rechistó más y se colocó el cinturón.

Ya en las calles, continuaban siguiendo al auto azul, perteneciente a la traficante, la policía no había hecho movimiento de ningún tipo, lo que causó la molestia de ambos, por lo que recurrieron a la novia de Carina, Maya, y también a Warren como apoyo. 

DeLuca volteaba a mirar a Millie de vez en cuando, durante la persecución. Ella suspiraba y bufaba debido a la frustrada situación.

—Estoy...—suspiró profundamente—. No estoy... no estoy teniendo un episodio, por si te lo preguntas.

Andrew sintió la urgencia de excusarse.

—No estaba pensando en eso, Andrew.

Ella lo observó de soslayo y tomó su mano, él entrelazó sus dedos por unos momentos.

—No eres tu padre—murmuró ella—. No eres como él. Para nada. Eres un excelente doctor, un excelente y maravilloso padre, Andrew. Y todo esto... es demasiado para sobrellevar, y lo entiendo, es por eso que estoy aquí, contigo.

Él llevó la mano de ella a sus labios y dejó un largo beso. 

El celular de Andrew sonó justo en aquel momento, indicando que el apoyo estaba en camino. 

Estacionados frente a la estación de trenes, planeando su próximo movimiento, esperaron. La mujer bajó de pronto de su auto, alertando a ambos, lo que llevó a Andrew a hacer lo mismo. Millie sujetó con fuerza su brazo.

—¿Qué crees que estás haciendo? La policía ya viene en camino, ya hicimos suficiente...

—No la voy a perder de vista.

¡Andrea!

Él ya había bajado del auto, dejando a Millie sola con su furia enfrascada y las palabras en la boca.

Tomó el celular y las llaves del vehículo, bajando de prisa y enfadada, corrió tras él siguiéndole el paso. Cuando logró alcanzarlo el aparato vibró en su mano, contestó.

—Maya, ahora no es buen momen...

—¿Millie? Soy Warren.

—Warren, grazie a dio, ¿ya están aquí? (gracias a Dios)

—No todavía.

Ella suspiró—Bien, la estamos siguiendo a través de la estación de trenes.

—¿Estación de trenes? ¿Por qué dejaron el auto? debían esperar—habló él alterado.

—Andrew lo hizo, no puedo dejar que haga esto solo. ¡Andrea!—volvió a llamar ella. Él no planeaba detenerse—. No hagas esto, debemos esperar que llegue la policía.

—¿Millie? ¿Me oyes?—murmuró Ben por el celular.

—Al parecer está por tomar un tren—respondió ella.

—¿Tren? ¿ Qué tren? 

—No lo sé, yo... ¿Ben? Ben no puedo oírte—la llamada se cortó de pronto—, maledizione. (maldición)

Ella corrió un poco tratando de alcanzar las grandes zancadas de Andrew, lo tomó del brazo.

—Andrew detente, por favor... no sabemos a donde se dirige...

—Millie, no dejaré que escape, no podría vivir con eso, vieni con me o no? (¿vienes conmigo o no?)

Millie lo sopesó un par de segundos.

Andiamo. (vamos)

Él asintió y la tomó de la mano.

Una vez arriba del tren Millie se cuestionó todo lo sucedido, Andrew sentado a su lado, no quitaba la mirada de aquella mujer. 

—Ahora... ¿Cuál es nuestro plan?—preguntó.

Él que seguía sin soltar su mano, acarició sus nudillos.

—Es un bello día en Seattle, somos una pareja paseando...

Ella rodó los ojos.

—Si hubiese sabido que el día de hoy me traerías a pasear habría elegido zapatos más cómodos.

Andrew rio y se acercó a ella, dejando un beso sobre su coronilla.

—¿Agostina?—preguntó él.

—Ahora es problema de Jenna—sonrió ella.

DeLuca suspiró y afirmó su cabeza junto a la de Millie. 

—Sabes... estuve pensando, tal vez deberíamos tomar unos días libres. Unas pequeñas vacaciones, lejos de todo, tú, yo y nuestra piccola ragazza. (niñita)

—Eso sería una grandiosa idea—asintió.

Millie afirmada contra el cuerpo de Andrew de pronto sintió su tensión. Levantó la mirada y la mujer estaba mirando en dirección hacia ellos. Mala señal. La pelirroja se colocó de pie, en dirección al otro vagón. Ella maldijo.

 —Andrew, lo que sea que estés planeando hacer, es muy peligroso—advirtió.

—No sabes lo que planeo hacer.

—No seas estúpido. No vamos a seguirla otra vez, ya nos vio.

—No sabemos eso.

Se colocó de pie y caminó por el pasillo, en busca de la pelirroja. Millie corrió nuevamente tras él.

El tren se acercaba a la estación, ambos estaban a solo metros de ella. Millie tenía su cuerpo tenso, y su corazón latía demasiado deprisa.

Las puertas se abrieron y bajaron, prosiguiendo con la persecución. Ella caminaba muy rápido, estaba huyendo, Andrew apresuró el paso.

Andrea—llamó Millie, él se detuvo—. ¿Ahora qué? no sabemos hacia donde se dirige o lo que es capaz de hacer.

—Millie, escúchame—él la tomó por los hombros—. Ve por la otra entrada, espera a Ben y los demás. No voy a dejar que escape.

—Andrew no...

Él dejó un corto beso en sus labios y corrió en dirección contraria. Ella volvió a maldecir y tomando el celular envió un mensaje a Ben. Warren respondió de inmediato, indicando en qué zona estarían estableciéndose, ella se dirigió hacia allá.

La amplia estación se dividía en muchas zonas, luego de un largo momento, logró divisar la salida. El lugar estaba abarrotado de gente, yendo en todas direcciones. 

Millie absorta en sus pensamientos, en un descuido chocó contra un gran cuerpo, el cual adormeció un poco su hombro, debido al empuje. Ella intentó voltear en dirección a aquella persona, pero sus pies parecieron enredarse, causando que tropezara y cayera de rodillas. No entendía porqué su cuerpo se sentía entumecido, pensó que quizá había sido empujada demasiado fuerte, hasta que un ardor insoportable se hizo presente en su abdomen, sacándole un largo y ahogado gemido.

Llevó una mano hacia el dolor establecido, mientras que con la otra sin poder sostener más su peso, resbaló totalmente al piso, sobre su espalda.

—¿Millie?

Ella estaba en el suelo, tratando de llevar aire a sus pulmones, inspirar hondo le traía un fuerte ardor que viajaba de su caja torácica a su garganta, el dolor no la dejaba pensar con claridad. Su garganta se sentía seca, y su mano se estaba empapando rápidamente en caliente sangre fresca.

—¡Millie!

Oyó el grito de Andrew más cerca, taladrando en su cerebro a media capacidad de razonamiento, veía su rostro borroso por sobre ella. 

—Millie, háblame, por favor—rogó—, bellisima, dime algo.

—Me duele...

Andrew levantó su camiseta y presionó con fuerza la herida, sacando un quejido de parte de ella. Desesperado llamó por ayuda, tratando de detener la hemorragia. 

De pronto los paramédicos se acercaron a él y lo separaron de ella.

—¡Millie!—continuó llamando—¡Suéltame!—pidió—, soy doctor, puedo ayudar...

Andrew no había sido consciente de quien trataba de hablar con él, el cabello rubio de Maya entró en su campo visual, tratando de calmarlo. De sus manos escurría la sangre, y veía como los paramédicos levantaban su pequeño cuerpo para posicionarlo sobre la camilla. Sus ojos aún seguían abiertos, tratando de encontrar los de Andrew entre el caos. Una mascarilla había sido colocada en su rostro, impidiendo que pudiese decir algo audible.

Todos corrieron directo a la ambulancia, Andrew una vez liberado por Maya, tomó la mano de su amada y la apretó con fuerza, no pensaba separarse de ella. 

Ben consternado por la escena se apresuró el doble para tratar de mantener a la doctora Deleasa despierta.

—¿Millie?—Andrew estaba a su lado, apretando su mano.

Millie volteó en su dirección. Por sus ojos seguían corriendo gruesas lagrimas, ella intentó devolver el apretón de su mano, pero sentía como sus miembros entumecidos.

Amore mio, sono qui per te, per sempre... (Amor, estoy aquí para ti, siempre)

Andrea...

—No cierres tus ojitos... no los cierres—rogó en un gemido estrangulado.

Ella continuaba apenas consciente observando a Andrew.

Avrai un sorriso sul tuo viso...—comenzó a cantar en su oído. (tendrás sonrisas en tu cara)

Una lagrima rodó por la mejilla de Millie, era la canción que la madre de Andrew les cantaba a Carina y a él cuando eran pequeños, y la que ahora era la canción que cantaba a su hija a todas horas del día cuando tenía oportunidad.

Come grilli e stelle in agosto... (como grillos y estrellas en agosto)

Andrew dejó un largo beso en su sien, mezclando las lagrimas con las de ella.

El viaje parecía nunca acabar, Millie quería dormir, estaba tan cansada. Quería ir a casa, junto a Andrew y su hija.

—¿Por qué estamos tardando tanto?—preguntó DeLuca en dirección a Ben.

—Créeme, vamos lo más rápido que podemos sin estrellarnos. 

—Todo va a estar bien, amore, ya casi estamos ahí.

Luego de lo que pareció una eternidad, la ambulancia se detuvo. Apenas estacionada, Andrew soltó su mano y empujó las puertas de par en par.

Fueron recibidos por Owen, quien sorprendido de ver a DeLuca, se sorprendió aún más al saber que la herida era Millie.

Millie sintió como se tambaleaba la camilla, la bajaron deprisa, Ben dio indicaciones a Owen, quien se acercó hacia ella.

—¿Millie? ¿Me oyes? te tenemos linda, todo estará bien...—prometió Hunt.

La camilla rodó dentro, junto a todos los demás. Millie gimió fuerte cuando la trasladaron a la sala de urgencias. Sentía muchas manos sobre ella.

—Tiene liquido en el abdomen y alrededor del corazón—oyó.

Amore mio...—llamó DeLuca— ¿Cómo te sientes?

—Como... si me hubiesen apuñalado...—bromeó ella apenas.

Sentía temblores en sus extremidades, Owen se acercó a ella.

—Deleasa, tienes hemotórax—concluyó Hunt—Voy a tener que colocarte un catéter torácico.

Ella gimió y apretó la mano que estaba al alcance suyo. Dolería. Sintió un par de inyecciones en su brazo y finalmente el corte en su costado. 

—Millie, mírame—ordenó él. 

La mano de Andrew estaba junto a la suya. Ella lo vio.

—Todo estará bien, eres valiente.

—Aquí vamos, ¿lista?—habló Owen.

Millie negó, no estaba preparada, nunca lo estuvo.

El tubo entró en su sistema, provocando un grito ahogado de su parte, se removió en la camilla por la intrusión, flexionando sus adormecidas rodillas. Presionaba sus ojos con fuerza, mientras lagrimas seguían cayendo.

Andrew veía el dolor de su amada y se lamentaba por haberla dejado sola.

—La tensión está bajando, debemos llevarla al quirófano—anunció Hunt inmediatamente.

 —Voy con ustedes—dijo Andrew.

—No—negó Owen.

—¡No la voy a dejar!

—¡No entraras al quirófano, eres su familia, DeLuca!

—¡¿Qué demonios está ocurriendo aquí?!

Una tercera voz se había unido a la discusión. Millie levantó la cabeza y divisó a Mark, quien la veía con los ojos muy abiertos. 

Owen sin más tiempo que perder, echó a andar en dirección al quirófano pasando a los hombres junto a él. 

Andrew quiso seguirlo, pero la mano de Sloan en su brazo lo detuvo. Él se volteó y se tomaba la cabeza con ambas manos, desesperado. 

Sabía que debía darle una explicación a Mark Sloan, y no querría que se saltase ningún detalle. Pero Mark primeramente lo rodeó con sus brazos. Solo entonces, Andrew pudo llorar de verdad. Carina había sido avisada gracias a Ben y Maya, por lo que ya estaba por llegar al hospital. Su pequeña hija se encontraba arriba en la guardería, pensar en ella trajo más lagrimas a los ojos de Andrew.

Carina había llegado saltándose un par de leyes de trafico, luego de recibir los mensajes de Maya, no pudo obtener más detalles al respecto, solo sabía que era de vital urgencia. Al llegar revisó su celular encontrándose con otro mensaje más reciente, de Mark, en el cual le pedía primero ir por su sobrina. Carina sin entender, hizo lo que le pidió. La pequeña DeLuca se encontraba en la guardería, feliz de poder ir con su tía, estiró los bracitos en dirección hacia ella y acudió a su silenciosa petición. La bebé gorjeó feliz, ambas se debían dirigir con su padre.

La joven obstetra fue recibida en la entrada de la capilla por Mark Sloan, quien tomó a la pequeña de los brazos de ella e hizo un ademán para que entrara. Sin palabras o algo más, ella supo que había algo mal, vio a su hermano agachado, sus manos en su cabeza, apretando nerviosamente sus cabellos. Una vez frente a él, se elevó a su altura y se echó a sus brazos, contándole todo lo sucedido. 

Luego de un largo momento, Mark y Carina veían como Andrew paseaba balanceando a su bebé de un lado a otro, mientras le cantaba en el oído. La mantenía pegada a su pecho, buscando de alguna manera aferrarse a algo para mantener la cordura. Rezando para que Millie estuviese bien.


...


Millie en el quirófano podía oír las voces de Hunt y Altman a lo lejos. La anestesia comenzaría a hacer efecto pronto, y el ultimo pensamiento que pasó por su cabeza en ese momento, fue cuanto necesitaba a Andrew. 

Y con su nombre en su cabeza, cerró al fin los ojos, sumiéndose en la oscuridad. 

Una vez ahí, muchos recuerdos llegaron a ella, desde que DeLuca había vuelto a su vida y había hecho de ella una experiencia inolvidable. Quizá era la experiencia antes de la inminente muerte, ver toda la vida pasar frente a los ojos. Pensó ella.

Deleasa vislumbró aquel caótico día, y el inesperado regreso de DeLuca.

Millie ahora observaba el abarrotado pasillo de urgencias, personal iba de un lado a otro de forma apresurada, empujándose unos a otros, demasiadas perdidas en un solo día. Al pasar frente a una de las salas vio a Edwards haciendo señas desesperada por la ventana. Millie corrió de inmediato.

—¿Qué sucedió— preguntó tomando un par de guantes de la entrada.

Edwards nerviosamente tomaba el cuello de la paciente.

—¿Edwards?—Insistió Deleasa.

—Debemos... debemos estabilizar su columna.

—Hazlo.

Millie no le quito la mirada de encima, esperando el actuar de su compañera. La morena vaciló, pero se tranquilizó rápidamente. 

—Reduzcamos la dislocación. Yo la sujeto, tú la ajustas.

Millie no había sido consciente del muchacho a su lado, ya que se mantenía agachado. Al levantar su mirada, ella cayó en cuenta de quien se trataba. Esos engañosos ojos, estaban nuevamente frente a ella.

—¿Yo?— vaciló él.

—Sí, podríamos salvarla de la parálisis total—apresura Edwards.

Millie se encontraba a la cabeza de la paciente, observando atentamente y en silencio, Andrew miraba de una mujer a la otra, sin saber que hacer.

—Yo...—balbuceó él— no puedo.

—¿Cómo que no puedes? ¡dijiste que eras cirujano!

—Él no es cirujano—intervino Millie en voz baja.

Andrew la vio directo a los ojos.

—Sólo tienes que ajustar...

—¡No sé hacerlo!—gritó a Edwards—... Soy un interno. Llegué tarde, venía hacia acá y vi el accidente. 

Millie rueda los ojos y se acerca empujando a DeLuca.  Él se retira levantando las manos de la paciente.

—Millie...—susurra él.

—A un lado, retírate. Tú—señala a otro interno presente—llama a Robbins y Torres, ¡Ahora!

—¿Puedo ayudar?—sugiere Andrew.

—Ve con los demás internos DeLuca.

Millie ve su mirada de decepción, pero caminó resignado junto a los demás.


...


Al día siguiente Deleasa ya era consciente de que la presencia de Andrew sería algo constante en el hospital. Se estuvo haciendo a la idea de eso lo que quedaba del resto de su vida.

Con un café en su mano y la otra dentro de su abrigo, se preparaba nuevamente para un nuevo y largo día, el ascensor parecía ir más lento de los normal aquella mañana, lo cual la enfurecía.

Las puertas se abrieron y un par de ojos color azul la observaron atentamente, ella lo miró de igual manera. Andrew había tardado unos largos segundos en darse cuenta lo que debería estar haciendo, así que apresuradamente entró al ascensor antes que las puertas se cerrasen frente a sus narices.

Ambos en silencio y en cada extremo del pequeño cubículo, se mantenían lo más lejos posible el uno del otro. DeLuca la miró de reojo, el flequillo sobre su rostro tapaba un poco sus ojos, estaba bastante más largo, su cuerpo se mecía nerviosamente debido al tamborileo de su pie, sobre la superficie. 

—Así que...

—No—lo cortó Millie a media oración.

—¿Dio, también tú vas a ignorarme?—bufó él— siempre tan madura.

Millie frunció el ceño.

—¿Quiénes te ignoran?

—Al parecer todos mis compañeros... me están castigando por decir que era cirujano, al parecer soy un engreído... y al parecer—hizo énfasis—también un mentiroso, no digno de confianza.

—Pues.. mentiste, ¿Qué esperabas? —ella volteó a mirarlo y negó con la cabeza desaprobatoriamente— y en tu primer día.

Andrew sonrió al fin, recordando los viejos tiempos junto a Millie en la universidad, las bromas siempre iban y venían, al igual que la competitividad.

Él abrió la boca, pensando en seguir la conversación pero Millie lo volvió a cortar.

—No vamos a hacer esto nuevamente, DeLuca.

Confundido la observó atentamente.

—¿Hacer qué, exactamente?—inquirió curioso.

—Esto—ella los señaló a ambos—, no volveremos a repetir lo mismo de la universidad, ambos ya crecimos, maduramos—ella lo vio de soslayo—al menos uno de nosotros lo hizo. No somos niños compitiendo por aprobación o calificaciones, esto es trabajo, donde ayudamos y salvamos vidas... vidas de verdad.

—Wow...—balbuceó él ofendido— veo que sigues siendo igual de engreída... Señorita perfecta.

Deleasa parpadeó sorprendida, había pasado mucho tiempo desde que escuchó tal apodo de parte de él.

Las puertas del ascensor de abrieron en el piso de Millie. Ella pasó frente a él y antes que éstas se cerrasen murmuró:

—Suerte Chernóbil. 


...


—Necesito saber... y si no obtengo respuestas, iré a otro lado a buscarlas—murmuró Mark a su lado con curiosidad.

Ella esperó.

—¿Por qué lo llamas Chernóbil? Te he oído por los pasillos nombrarlo así un par de veces.

Millie tecleó un par de datos sobre la tableta en sus manos y levantó la mirada, un expectante Mark la seguía observando. 

—DeLuca solía llevar una muy toxica relación en la universidad con una chica de la que no recuerdo su nombre—fue su escueta respuesta.

Mark no muy convencido vio como Jackson entraba a la habitación.

—¿Sabes quién es Chernóbil?—preguntó. Él desconcertado parpadeó.

—¿Hablas de DeLuca?

—¿Ves?—apuntó Mark hacia ella—. Creaste una tendencia. Y con un pobre interno. Dios se apiade de él en tu presencia.

Millie rio y lo echó de la habitación. Jackson se quedó de pie a su lado.

—Así que... ¿Chernóbil?—cuestionó.

—Pero con ojos bonitos—soltó ella, sonriendo de medio lado. 

Se fue dejándole la tableta en las manos a Jackson.


...



Millie seguía repasando la llamada que había recibido de Sloan. En como su corazón se detuvo de golpe aquella noche. En como todo se volvió un caos, en solo una noche. 

Tenía a Andrew postrado en una cama y Alex en la comisaria. Se habían parado frente a ella, la miraron a los ojos y le mintieron. causando aún más descontento hacia ellos.

Millie levantó un poco la mirada hacia Andrew, su respiración era lenta y acompasada. Su mano se sentía caliente sobre la suya. Su estómago rugió, no sabía cuantas horas habían pasado, se colocó suavemente de pie y la mano de Andrew reaccionó dándole un apretón. Abrió su parpado lentamente.

—Hey... creí que estabas dormido.

Él la observó un largo momento, adaptando su visión a la opaca luz de la habitación. Seguía sin soltar su mano, su agarre era fuerte.

—No...—trató de hablar, pero salió un ronco gemido. Millie sin soltar su mano acercó el vaso de agua con una pajilla de la mesita hacia sus labios. Dio un largo sorbo y arrugó un poco la nariz por el esfuerzo.

—¿Cómo te sientes?

Él negó con la cabeza lentamente.

—No lo sé, ¿Cómo me veo?

—Horrible... pero esa siempre ha sido tu cara.

Andrew rio y se quejó un poco sujetando sus costillas.

Deleasa trató de soltar el agarre de Andrew, pero él se resistía a que eso sucediera.

—Andrew...

—No me dejes—murmuró con voz rasposa.

Millie sintió un nudo en el estómago.

Tomó asiento más cerca de él y con su mano libre acarició su cabeza. Jugó con los mechones sueltos que caían sobre su frente, observando atentamente sus heridas.

DeLuca escudriñaba su rostro, parpadeaba lentamente. Temía que al volver a dormir y despertar estuviese solo, que Millie a su lado fuera solo una ilusión producto de la medicación, o la contusión cerebral.

Millie volvió la mirada hacia la suya nuevamente.

—No me iré, Andrew—aseguró ella—. No voy a dejarte, aquí me tienes.

Él cerró y apretó el parpado de su ojo no lastimado, demostrando alivio.

—Estás atrapado conmigo, DeLuca. Lo estuviste desde el momento que decidiste dejar mi nombre como contacto de emergencia.

Él hizo el intento de rodar su ojo bueno, sacándole una sonrisa a Millie.

Sabía que ella lo molestaría toda la vida por eso.

El estómago de Millie volvió a rugir, lo que indicaba que estaba por ir a buscar algo para comer, antes que Andrew la detuviera.

Ella volvió a colocarse de pie y sintió nuevamente el agarre de Andrew. Se agachó un poco quedando cerca de su rostro y campo visual.

—Iré por algo de comer, no te estoy dejando solo Andrew. Los licuados que trajeron para ti no son de mi agrado. Necesito algo picante y grasoso.

Ella vio un atisbo de sonrisa en sus labios.

Acarició la nariz de Andrew con la suya suavemente, él soltó un leve suspiro, disfrutando del pequeño contacto.

—Volveré—prometió ella.

Y solo ahí, Andrew pudo soltar su mano.


...


—Deja de verme así—advirtió Millie.

—¿Así cómo?

—Como si quisieras seducirme.

—¿Está funcionando?

Ella al fin levantó la mirada, estaba molesta, pero sonreía tras esa fachada, lo que Andrew disfrutaba.

Millie continuó comiendo sus frituras mientras hojeaba su libro y tecleaba en la tableta.

—Lo estás haciendo otra vez—murmuró DeLuca.

—¿Haciendo qué?—preguntó ella bufando.

—Eso con la lengua—apuntó en su dirección con un lápiz.

Ella inconscientemente lamió su labio inferior, quitando el rastro de sal de las frituras.

—Estoy estresada, cuando estoy estresada como papitas.

Él rio y negó con la cabeza.

—Hablo de la lengua, Millie, no las papitas. Tratas de seducirme con eso—acusó.

—Que ridículo eres, no tengo una servilleta aquí, debo usar la lengua. Y no me limpiaré con las mangas.

—Me distraes, Deleasa—se quejó.

—¡Pues no me veas!

Andrew frunció el ceño y suspiró. Millie continuó su labor. 

DeLuca en venganza reprodujo una de las canciones que tanto les gustaba a ambos. Millie rápidamente levantó la mirada.

—¿Es en serio?

Él bailó al ritmo de la melodía, poniendo a Millie con los nervios de punta.

—¡Andrew!—regañó.

—¿Qué? me ayuda a concentrarme.

—Detente.

Él continuó bailando frente a ella, sin molestarse en las miradas furiosas que ella le lanzaba.

—Eres un niño inmaduro—murmuró finalmente.

Tomó la tableta en sus manos y de levantó deprisa, huyendo de él.

—¡Millie!—llamó.

Pero ella ya había salido de la habitación.


...



Millie esperó lo que fue una eternidad para ella, sentada aún en el mismo lugar donde la dejó Carina. Ella sabía que los exámenes de sangre tardaban, al menos un poco, pero no quería perder tiempo. Tenía pacientes, y estaba segura que debían estar buscándola, pero huyó apenas tuvo oportunidad, de forma de hacer todo más privado.

Carina entró finalmente a la habitación. Millie inspiró hondo, preparándose. Apretó los bordes de la silla con los dedos. Carina dejó los papeles con el resultado sobre la mesa. Millie con miedo los observó, luego volteó hacia ella, buscando su mirada. Ella le dio una nerviosa y temblorosa sonrisa hasta que se echó a llorar.

Deleasa sorprendida se colocó de pie y Carina la estrechó en sus brazos. En sus ahogados sollozos le exclamó, "seré tía, seré tía" apenas audible.

—Seré mamá—balbuceó ella, correspondiendo el abrazo con mayor entusiasmo.

Separó de golpe a Carina de su cuerpo y ambas abrieron mucho los ojos, Carina por la sorpresa y Millie por el shock de la noticia.

—¡Seré mamá!— gritó fuerte.

Inmediatamente tapó su boca y rio, Carina asentía con entusiasmo y lagrimas rodando por sus ojos.

—Debo decírselo a Andrew.

Carina seguía llorando, hundida en la emoción y asintiendo con la cabeza mientras buscaba pañuelos.

Millie le alcanzó los pañuelos y corrió fuera de la sala. Entró deprisa al ascensor y le envío un mensaje a Andrew, preguntando donde se encontraba. Una vez con la respuesta, volvió a correr por el pasillo. Lo encontró junto a Arizona, quien estupefacta por como Millie se llevó a su residente le dijo que le iba a cobrar el favor muy caro. Deleasa le dio una enorme sonrisa agradeciéndole.

Andrew sorprendido hacia donde lo dirigía Millie a mitad de la mañana, solo se dejó llevar.
Millie lo empujó dentro de la sala de descanso y rápidamente colocó seguro a la puerta. Andrew sospechando sus intenciones, se dedicó a plantarle un beso, siendo empujada contra la misma.

 Deleasa le siguió el beso, sintiéndose eufórica.

—No sabía que seguirías con ganas de más—murmuró Andrew enarcando una ceja—, no después de esta mañana.

—DeLuca—reprendió ella—, que engreído.

Él sonrió y bajó los besos por su cuello, Millie olvidando el punto principal de la conversación, tomó su bata y quiso empujarlo, pero él la apretó más hacia su cuerpo.

—Sabes—llamó la atención él—esta mañana tuve un sueño extraño.

Andrew se enderezó y dejando un corto beso sobre sus labios la vio directo los ojos.

—¿Qué tipo de sueño?—quiso saber ella.

—Es una locura, pero se sintió tan real. Había un bebé llorando, caminé hacia el sonido y ahí estabas tú.

Millie sintió como algo se estrujaba en su pecho. Andrew continuó.

—Estabas meciendo entre tus brazos a una hermosa criatura, mientras cantabas una canción de cuna... cantabas hermoso, por cierto.

Él sonrió.

—Así que estuve pensando—retomó los besos por su mejilla— ¿Qué tal si comenzamos a practicar para hacer uno?

Millie soltó una carcajada.

—Andrew DeLuca, eres tan romántico.

—Imagínalo, tendría tu hermosa nariz, ojos maravillosamente hipnotizante como los tuyos, y mi encantador carisma.

Millie volvió a reír.

—¿Niño o niña?—inquirió ella.

—Ambos—la besó cortamente—, da igual, siempre y cuando tú seas su madre. Sean nuestros.

Millie acarició los cortos cabellos detrás de su nuca, analizando los azules y profundos ojos entusiasmados de Andrew. Millie sería capaz de darle cualquier cosa en ese instante, quería ver brillar sus ojos así de soñadores.

—Tú te encargaras de cambiar sus pañales.

—Hecho—accedió él rápidamente, retomando sus pequeños besos en su cuello.

—Habrá que comprar muchas cosas.

—Detalles—murmuró contra su piel.

—Tendrás que despertar cada par de horas por la noche.

—No sería muy diferente de dormir contigo.

Millie golpeó suavemente su nuca.

—Tendré muchos antojos... y engordaré, estaré hormonal y caprichosa. Seré un saco de hormonas hambriento y que lloraría por todo.

—Y yo estaré ahí para cumplir cada uno de tus caprichos.

—Eso dices ahora...

—Serás una gran madre, Millie.

Él volvió a enderezarse y tomó su rostro, dejando un largo beso en su coronilla.

—Y tendrías que enseñarme tantas cosas—suspiró él.

Millie pensó en la caótica relación de los hermanos DeLuca con Vincenzo.

—Tú serías un excelente padre, Andrew. Y todas te lo dirán en las reuniones de padres y maestros.

Andrew carcajeo y la abrazó a su cuerpo, afirmando la barbilla en su cabeza.

—Atraerías muchas madres solteras y casadas.

—Pero yo solo tendría ojos para una.

Pasaron un par de minutos ambos abrazados, asentando en su corazón aquellos sentimientos de parte de Andrew.

Ella tomó su mano, la cual vagaba por su cintura, y la llevó a su vientre, aplanando su palma contra el por debajo de la camiseta. Andrew miró de sus ojos a su estomago, una y otra vez, tratando de entender su mirada. Millie decidió ayudarlo un poco.

—Lo supe esta mañana. Me estaba tomando la muestra y me encontró Carina—ella rio—. Al menos fue un DeLuca quién lo supo primero. Ella insistió, no pude decirle que no, después de todo ella será su tía.



...


Una fuerte inhalación hizo elevar y sacudir el cuerpo de Millie de la camilla y un resplandor se instaló en sus ojos, dispersando los puntos oscuros de sus pupilas.

Voces, sonidos distorsionados y movimiento borroso la alertó. Le costaba respirar y apenas ese pensamiento se hizo presente, trato de abrir sus labios, pero nada salió. Un tirón brusco desde el fondo de su garganta le dijo que estaba intubada, así que obligó a sus asustados miembros mantenerse completamente quieta. Recordando lo que había sucedido, las voces se hicieron cada vez más audibles en sus oídos.

Habían muchas de ellas hablando a la vez, no lograba distinguir ninguna, parpadeando trató de visualizar algún rostro...

Una melena oscura y despeinada se hizo presente frente a su campo visual y sus ojos se llenaron de lagrimas.

—¡Millie! ¿Puedes oírme?

—Deleasa, ¿Sabes donde estás?

Ella parpadeó lentamente, sintiendo como alguien tomaba él mano y la apretaba, llevando un cosquilleo a sus miembros entumecidos.

Abrió finalmente por completo sus ojos, acostumbrándose a la brillante luz que pasaba por en frente, la linterna supuso. Su garganta se sentía rasposa y seca, trató de unir las palabras en su mente para poder pronunciarlas.

Una pajilla se acercó a sus labios y ella pudo tomar un pequeño sorbo, aliviando su garganta y dando vida a su voz. 

—¿Millie?—volvieron a llamar suavemente a su lado.

Las siluetas de su alrededor pronto se aclararon, dando paso a las caras preocupadas de sus amigos.

—¿Cómo te sientes?—preguntó Hunt, guardando la linterna en el bolsillo de su bata—. ¿Millie?

—Siento... como si me hubiesen apuñalado...

Las risas y suspiros de alivio no se hicieron esperar, llenando de un cálido ambiente la habitación.

Los parpados de Millie continuaban pesando, pero logró ver a Andrew a su lado, sin querer soltar su mano, mientras le dejaba besos en sus nudillos. Ella le dio una sonrisa, o un intento de ella, al sentirse algo adormilada y él soltó un par de lagrimas y sollozos.

El grupo le dio una ultima mirada y decidieron dejarles un momento a solas.

—Millie...—sollozó él apenas audible—. No debí... no debí dejarte sola... es mi culpa...

—No... no digas eso—pidió con voz rasposa.

—Debí hacerte caso, si lo hubiera hecho... tú no estarías así...

—¿Qué sucedió... con ella?

—Se la llevaron, la atraparon al fin... pero tú...

—Yo estoy aquí, Andrew. Estamos bien, estamos juntos...

—Casi te pierdo—interrumpió—. Si lo hubiese hecho... 

—Pero no lo hiciste. Por favor, detente— rogó, apretando su mano con toda la fuerza que pudo dar de si misma—. No te culpes, yo decidí ir contigo... estábamos en esto juntos. Y estamos aquí a causa de eso, pero estoy bien, estoy viva... estoy contigo... no te voy a dejar...

—Por favor no lo hagas... no estoy seguro que haría sin ti... ustedes son lo mejor que me ha sucedido, no sé que haría sin nuestra hija y tú en mi vida ...

—Hoy no tendrás que averiguarlo, Andrew... no hoy...

Él se acercó, dejando un suave beso en sus labios y en su frente, sintiendo como las cálidas lagrimas caían por sus mejillas.

—Jamás, amore mio... jamás...







Han pasado 84 años, Millie. . .

Pero aquí está el os, lo siento si algo faltó, o me salté.

 Y espero te encante. 

Puse mucho corazoncito en el. Y a Mark xd 💖🥺

Y en tu edit, obvio. 💖


sigue: la continuación del os de 

Bucky Barnes. Ya saben cual...

 *guiño, guiño* 👀


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