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Borrón y cuenta nueva:3
Empezando de cero a partir de aquí ❤

¿Me extrañaron?

Titulo: Ella es la única.

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Cerré mi locker con pesadez y recargue mi cabeza en el frío metal.

Malditos lunes.

Moría de sueño, un maldito sueño que era culpa de un chico de cabello platino.

— Ey — sentí una ráfaga de viento azotarme con algo de delicadeza y pronto esa ráfaga se convirtió en una presencia detrás de mí — ¿cómo estas Hanna?

— Posiblemente me convierta en un zombie en las siguientes horas — Murmuré para después despegar mi frente y voltearme hacia a él — ¿Ayer era demasiado necesario que me llevaras a un bosque?

Asintió sonriendo y ambos comenzamos a caminar.

— Tenías que ver aquellas estrellas, estaban radiantes.

— Y gracias a esas estrellas radiantes, hoy parezco caca.

Peter soltó una risa, ignorando por completo las estúpidas miradas de terror que siempre le dirigía la mayoría del alumnado por el simple hecho de ser diferente a los demás.

— Oh, vamos Hanna, tú así ya te ves radiante.

— Lo que digas, Maximoff — Sonreí rodando los ojos.

Por suerte, los lunes a primera hora nos tocaba a ambos juntos, justo en mi clase favorita de todas; actuación.

Entramos al teatro y rápidamente nuestros ojos tuvieron que acostumbrarse al nivel de oscuridad que había allí dentro. La mayoría de los estudiantes ya esperaban impacientes a nuestra loca profesora y cuando se percataron de que el dúo raro había entrado, clavaron su vista en Peter.

Incluso con más velocidad que la de mi amigo, Margaret llegó a atacarlo igual que un león.

— ¡Pety! — Chilló abrazándolo, sentí una punzada enorme de celos — ¡No sabes cuánto esperé a que fuera lunes para verte!

— Ni quiero saberlo... — susurró él y sonreí.

— Como sea, ven con nosotros, estamos viendo los guiones de la obra.

Lo único bueno de esto era que Peter sabia perfectamente que Margaret solo lo buscaba y aceptaba por mero interés. Al menos podía morir de celos tranquila.

Siendo arrastrado a regañadientes hasta el escenario, seguí a Maximoff con una distancia prudente y fingiendo desinterés.

— Estaba pensando — empezó intentando mover sus caderas exageradamente a cada paso que daba por el lugar mientras todas las miradas del grupo se centraban en ella — que podríamos incluir más guiones en mi personaje, tiene el potencial exacto para ser quién le dé un giro radical a la historia.

— ¿Te das cuenta de que es Caperucita Roja? — Cuestionó Pet con un tono fanfarrón — ¿Qué jodido cambio podría hacer la mejor amiga de Caperucita Roja en la historia?

Margaret me lanzó un mirada filosa, como un lobo mirando lujuriosamente a su presa antes de atacarla.

— Matar a Caperucita, es obvio.

Todos se quedaron callados por unos segundos, más o igual de atónitos que yo.

— ¡Eso va contra las leyes de toda la literatura! — chilló uno bastante sorprendido.

— Cuando tienes el poder de las letras, cualquier cosa es posible — contestó con simpleza —. Piénselo, la mejor amiga se queda con el guapo y sexy lobo, mientras el pueblo llora la muerte de la pequeña.

— Quiere jugar a ser dios — murmuró Kath, quién estaba junto a mí.

Peter levantó una ceja y sonrió coqueto. Sentí una punzada que recorrió todo mi cuerpo en cuanto su anatomía acorraló el cuerpo de Margaret.

— ¿Acaso la pequeña Margaret quiere suplir el lugar de Caperucita para besar al lobo? — cuestionó en un pequeño susurro cerca de sus labios, apreté los dientes y sentí la desesperación ahogarme al ver que nadie le ponía un alto a aquello.

Ella asintió embobada.

Peter soltó una risa de niño, se alejó rápidamente y cuando menos lo esperé, ya me estaba rodeando los hombros con uno de sus brazos.

— Lástima, hermosa, el lobo prefiere quedarse con Caperucita. Ha ansiado probar esos labios desde que tiene memoria.

No sé qué me impresionó más, que él estuviera hablando en tercera persona o que soltara aquellas palabras con tanta facilidad.

— ¿¡Qué!? — gritó ella lanzando el guión lejos.

— ¡JAJA! — rió alguien entre el grupo — ¡YO SABIA QUE HABIA GATO ENCERRADO!

Mi cuerpo se tensó, estaba más que impresionada.

— Yo me opongo a ese estúpido cambio de libreto — dijo con firmeza —, si no te parece, con gusto Hanna y yo nos retiramos de la obra, pasaremos el semestre creando los escenarios.

Margaret abrió la boca completamente inconforme con aquello pero antes de poder decir algo al respecto, una voz de mujer adulta la calló.

— ¡No, no, no, no! — la maestra negó con la cabeza repetidas veces mientras subía al escenario con el libreto en mano —. No cambiarán a mis actores favoritos por el capricho de una niña sin neuronas.

— ¡Claro que las tengo! — chilló en defensa pero todos la ignoramos.

Mi compañero se alejó de mi lado.

— Perfecto para mí — Peter sonrió y besó la mano de la maestra haciendo una leve reverencia, algo típico de su personalidad tan desvergonzada y relajada. Sonrió arrugando la nariz — gracias por la ayuda, Clarisse.

— Oh, querido Peter — la aludida sonrió con un ademán de mano —, no es nada.

— ¿Alguien más pensó que esto sería un shipp super raro? — cuestionó la misma chica del fondo que había gritado lo del gato en la carcel o algo así.

— Lo raro es que tú pienses eso — contestó Kath y la pequeña conversación dió por acabado.

Cerré los ojos y todo el drama que acababa de suceder se procesó en mi mente. Por ahora, no le diría nada a Peter, sin embargo, Speedy González no se salvaría tan fácilmente, me debía bastantes explicaciones. 

— ¿Por qué ella? — cuestionó Margaret una vez que pareció tomar de nuevo las riendas de lo que sucedía en la clase e, ignorando la pregunta en un principio, Maximoff me dió una mirada de reojo, como temiendo que diera una mala reacción ante lo que contestaría.

— Porque... — tras un repentino cambio de actitud, titubeó un poco al moverse entre el alumnado — Porque ella es única... Para mí.

Todos lo miraron fijamente y, por primera vez, él se hizo pequeño ante todas las miradas.

Sentí mi corazón estrujarse cuando divisé las mejillas de Peter tornarse de un rojo carmín. Sonreí, tal vez era momento de salvar a mi mutante favorito.

Me abrí paso entre mis compañeros hasta llegar al platinado, él alzó la vista algo curioso por mis acciones y me limité a tomarlo por las mejillas y plantarle un beso en frente de todos.

Como melodiosa música de fondo, los chillidos de niña berrinchuda de Margaret llenaron el teatro completo.

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