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Desde que tiene memoria, Jimin siempre ha tenido un sueño: convertirse en un escritor reconocido.

Recuerda con cariño su infancia, cuando pasaba las tardes escribiendo historias sin sentido en sus cuadernos, solo para después mostrárselos a cualquiera que estuviese dispuesto a leerlos.

Y aunque recibió algunos elogios a lo largo de ese tiempo, ahora puede decir con certeza que eran solo palabras amables para no herir sus sentimientos.

Durante su adolescencia, dedicó más tiempo del que debía a su escritura, descuidando un poco sus estudios. Sus padres no tardaron en reprocharle este hecho, recordándole que lo más importante era ser un buen estudiante, concentrarse en la escuela y dejar de soñar con cosas imposibles.

Por supuesto, Jimin no les escuchó.

En la época de bachillerato, participó en múltiples concursos de escritura, tanto dentro como fuera de la institución. Ganó múltiples premios y reconocimientos, siendo uno de los más destacables ese tercer lugar que obtuvo en un concurso a nivel nacional.

Cuando se graduó, Jimin se enfrentó a la difícil tarea de elegir qué carrera estudiar. Sus padres, en repetidas ocasiones, intentaron persuadirlo para que optara por una "carrera con futuro", como medicina, ingeniería o arquitectura.

Jimin nuevamente decidió ignorarlos.

Así que, en lugar de ceder a las presiones externas, optó por estudiar "Lengua y Literatura", siguiendo su pasión por las letras y la expresión creativa.

Durante su carrera universitaria, Jimin tuvo el privilegio de conocer a Jung Hoseok, un editor destacado que trabajaba en la reconocida Editorial Hangeul. Jimin quedó impresionado por la responsabilidad y carisma de Jung.

Así que, en una noche de copas en su departamento, Jimin le mostró algunos manuscritos a Hoseok, quien quedó encantado por su talento.

«Joder, muéstrame más de esto» fueron las palabras del mayor, quien sonreía como un tonto hacia el papel. Jimin jamás olvidaría esos ojos que creyeron en él desde el primer momento.

Por supuesto, no todo fueron halagos.

—Esto es lo peor que he leído, ni siquiera tiene sentido. Deberías mejorar esta parte o sino van a reportar tu historia por violar las normas de escritura —Hoseok gruñó mientras fruncía el entrecejo.

Después de todo, Jung seguía siendo un fiel defensor del orden y un editor estricto.

Y eso era exactamente lo que Jimin buscaba. Más que simples elogios, quería la guía e instrucción que solo un editor como Jung podía proporcionarle.

Así fue como todo comenzó: con la ayuda de Hoseok, Jimin poco a poco comenzó a publicar sus libros bajo seudónimo, pues para él era fundamental mantener en secreto su identidad. Solo para añadir un aura de misterio.

Con el tiempo, Jimin comenzó a ganar cierta fama y finalmente obtuvo un contrato con la Editorial Hangeul. Se sentía orgulloso de sí mismo y profundamente agradecido con Jung, quien le había brindado su ayuda sin esperar nada a cambio.

Pero eso no era todo, Jimin ocultaba un... extraño secreto.

Y es que, desde hacía un tiempo, todas las historias de Jimin giraban en torno a dos personas clave: los hermanos Min. Solía moldear a sus protagonistas con las características físicas de estos hombres, además de usar sus nombres, los cuales cambiaba antes de que las obras fueran publicadas.

Hoseok sabía de eso, y lejos de sentirse incómodo, disfrutaba de leer los borradores con él. Además, no podía resistirse a hacerle pequeñas bromas sobre sus "fanfics".

—¿Te imaginas que alguno de los hermanos leyera esto sabiendo que se trata de él? —bromeó el pelirrojo, encerrando con una pluma algunas palabras.

Jimin se horrorizó ante esa idea.

—Joder, no, cállate. Moriría de vergüenza si eso sucediera.

Hoseok se carcajeó, negando suavemente con la cabeza.

—Mientras no me mandes el archivo con el borrador, nada malo sucederá.

El castaño chasqueó la lengua.

—No soy tan tonto ¿sabes? Eso nunca pasará.

No debió hablar antes de tiempo.

¿Quién diría que su "yo" del futuro resultaría ser así de tonto?


[...]


—Pero si es mi hermano Min favorito.

Yoongi aceptó cortésmente la mano de Kim Namjoon, sintiendo ese apretón amistoso tan característico del moreno.

—Por favor, toma asiento —ofreció Namjoon, imitando el gesto.

—Necesitamos hablar sobre el contrato con Universal Corporation —exclamó el azabache, con su mirada penetrante que podría hacer sentir a quien sea que la viera como si valiese menos que un insecto—. Creo que ya lo has leído.

Namjoon sonrió, mostrando un atractivo hoyuelo.

—Vamos Min, ¿no puedes dejar de pensar en el trabajo por un momento? Estamos en un restaurante durante la hora de comida, no puedo pensar con el estómago vacío.

Suspirando con exasperación, Yoongi asintió, llamando a un mesero.

La pequeña reunión transcurrió de forma... aceptable.

Por lo general, solían reservar una mesa apartada del bullicio para poder charlar pacíficamente, sin la interferencia de paparazzi u otras distracciones. Sin embargo, Yoongi no lograba concentrarse.

Sentía las miradas fijas en él y los cuchicheos de los meseros, como si estuvieran compartiendo algún secreto. Y aunque a Min no podía importarle menos lo que pudieran decir, ansiaba que guardaran silencio.

—¿Estás bien? —Namjoon enarcó una ceja, terminando de cortar un trozo de su filete—. Luces tenso. Más de lo normal.

—El ambiente es... pesado —dijo con voz monótona—. Siento que todos están observándome, es molesto.

Namjoon sirvió otra copa de vino, sonriendo incrédulamente.

—Creo que solo eres tú. Eres tan narcisista que crees que todos están pensando en ti.

Yoongi le otorgó una mirada irónica.

—No hablo solo del restaurante —tensó la mandíbula, llamando la atención del moreno—. Durante la mañana, en mi empresa, sentí que todos mis empleados estaban prestándome atención a niveles increíblemente irritantes.

—Quizá sea porque eres su insufrible y aterrador jefe —bromeó—. En serio hombre, deja de preocuparte por cosas completamente irrelevantes. Tu falta de sueño seguro es la que está incrementando tu paranoia.

Yoongi asintió a duras penas, pero algo no se sentía completamente bien.

El celular de Namjoon vibró indicando una llamada entrante. Disculpándose con Min a través de una mirada, descolgó.

—Habla Kim —exclamó con voz agradable y cálida. Su ceño se frunció—. ¿Cuál libro? ¿...la Editorial Hangeul? Oh, mierda, eso es... no puede ser, ¿hablas en serio?

El azabache frunció el entrecejo mientras observaba a su compañero carcajear estruendosamente. Los ojos del moreno brillaban amenazantes, al borde de soltar lágrimas debido a la risa.

—¿Se puede saber qué es tan gracioso? —dijo Min cuando Namjoon finalmente colgó.

—Llamó Seokjin, mi asistente —aclaró mientras se secaba las lágrimas con una servilleta—. Como recordarás, él es un gran fanático de los libros de cierto autor anónimo.

Yoongi enarcó ambas cejas, realmente no le interesaba (o recordaba) que el asistente de Kim fuese fan de algo.

—Últimamente cierto libro ha sido reconocido por su... excelente trama —Namjoon mordió su lengua, conteniendo las ganas de reír—. "Llévate mi tristeza", lo nuevo de la Editorial Hangeul.

Min frunció el entrecejo al recordar que, durante la mañana, su propia asistente le había sugerido que leyera ese mismo libro. Además, en el poco tiempo que había estado navegando por las redes, se dio cuenta de que era el tema de conversación del momento.

A pesar de todo, aún no lograba entender la razón de tanta atención hacia ese libro.

—Kim, ¿podrías simplemente ir al grano?

—Lo siento, lo siento —exclamó entre risas—. Eres un adicto al trabajo, así que estoy seguro de que vives en la ignorancia total en cuanto a los trending topic. Pero como soy un buen amigo y socio, te diré por qué este libro es tan importante.

Yoongi observó en silencio mientras Namjoon buscaba algo en su celular. Un destello brilló en los ojos de Kim cuando finalmente lo encontró, y no dudó en mostrárselo.

Con el ceño aún fruncido, Min comenzó a leer el texto mentalmente.

"Yoongi sujetó suavemente la barbilla de Agust, mientras su rodilla se deslizaba entre sus piernas, rozando de manera provocativa el miembro del menor.

—¿Vas a seguir negando que lo deseas? —susurró con voz ronca—. A pesar de que insistes en mantenernos como hermanos, permites que te toque de esta manera mientras te excitas por ello".

—Voy a matar a ese jodido loco.

Namjoon apenas pudo parpadear cuando Yoongi salió rápidamente del restaurante hecho una furia. Su amigo no era una persona que se caracterizara por usar palabras malsonantes; de hecho, contadas eran las ocasiones en las que le había escuchado maldecir. Por lo que, podía decir con seguridad que Yoongi estaba más que molesto.

Kim realmente oraba por el alma de aquel escritor.


[...]

—Te lo suplico Agust, lee el maldito libro.

El rubio suspiró por milésima vez en media hora. Jungkook no había parado de insistirle en que leyera su extraño libro, casi suplicándole por ello.

No era que Agust ignorara intencionalmente a Jungkook, claro que no. Simplemente no disponía de tiempo para sentarse tranquilamente con una taza de café y un libro, como hacía su compañero. Él era un fotógrafo reconocido y sumamente ocupado, por el amor de Dios.

Además, no tenía la cabeza para sumergirse en la lectura. Durante todo el día había sentido miradas curiosas sobre su persona, como si estuvieran escudriñándolo de arriba hacia abajo. Aunque eso no le importaba realmente; nunca había sido alguien preocupado por su imagen ante los demás, salvo cuando se trataba de su trabajo.

—Hemos terminado —exclamó Agust, sonriéndole a los presentes—. Trataré de tener las fotografías listas para el martes, las enviaré por correo para que puedan revisarlas.

—Muchas gracias joven Min —exclamó el representante de la modelo—. Estoy completamente seguro de que quedarán espectaculares.

Agust sonrió.

—Eso es un hecho. Siempre me aseguro de dejar a mis clientes satisfechos.

Después de estrechar amigablemente las manos con los clientes, Agust observó en silencio cómo se retiraban del estudio.

—Bien Jungkook, ayúdame a guardar unas cosas.

—Joder, no, he tenido suficiente —gruñó mientras tomaba de la muñeca al rubio, tirando de este para obligarlo a tumbarse en el sofá—. Vas a leer este pequeño párrafo y después hablaremos de ello.

Agust, lejos de sentirse molesto ante su atrevimiento, simplemente esbozó una sonrisa divertida hacia el menor. En este momento, Jungkook lucía como un conejo furioso.

—Bien, bien, tú ganas —alzó las manos como proclamando rendirse—. Dame esa cosa.

Unos dos minutos transcurrieron. Jungkook mordía sus uñas con nerviosismo mientras observaba cómo la sonrisa socarrona de Agust se desvanecía gradualmente a medida que avanzaba en la lectura.

—Mierda —masculló entre dientes—. ¿Es por esto que todos han estado actuando extraño a mi alrededor?

Jungkook alzó los hombros, sonriendo tímidamente.

—Puede ser...

El rubio le devolvió el libro cerrado al menor, quien seguía observándole con recelo. Estaba claro que Jungkook se sentía algo culpable por no haberle dicho desde el inicio que alguien había escrito un extraño romance entre él y su hermano... pero, en su defensa, fue divertido fingir ignorancia. Al menos al principio.

Pero Agust, lejos de sentirse molesto, estalló en carcajadas.

—¡Alguien prácticamente hizo un fanfic entre mi hermano y yo! —exclamó entre risas, completamente incrédulo—. ¿No es eso hilarante? ¡Ni siquiera puedo soportar al gruñón de Yoongi! ¿Cómo voy a tener una relación con él?

Jungkook enarcó una ceja, completamente confundido.

—Entonces... ¿no estás molesto?

—¿Por qué lo estaría? —alzó los hombros, restándole importancia—. Quiero decir, por supuesto que es jodido que la gente crea que por esa estúpida historia quiero follarme a mi hermano, pero lejos de eso... es hasta cómico.

—¿Crees que Yoongi ya se haya enterado?

Agust tarareó, cruzando suavemente sus piernas.

—No estoy seguro, conociendo a ese ogro ya me hubiera... oh, joder —frunció el entrecejo cuando su celular comenzó a sonar. Era una llamada de Yoongi—. Vaya, hasta parece que lo invocamos.

—Iré a guardar las cosas, suerte con tu hermano.

Antes de que pudiera decirle algo, Jungkook ya se había retirado con la misma velocidad de un cohete. Era obvio que no deseaba participar en esa incómoda conversación.

Y mirando por última vez el nombre que aparecía en la pantalla, Agust descolgó la llamada.

—¿Sí, mi amor?

Su sonrisa incrementó cuando escuchó el gruñido furioso de Yoongi. Si en algo tenía razón ese autor desconocido, era que Agust amaba molestar a su hermano mayor.

—Ven a la oficina. Ahora.

—Son las nueve de la noche, por supuesto que no planeo ir a ningún otro lugar que no sea mi departamento —frunció el entrecejo pero una sonrisa crispó sus labios—. Déjame adivinar, leíste ese estúpido libro y ahora deseas verme. Me conmueves, pero no eres exactamente mi tipo, lo siento.

—Agust, no estoy de humor para tus bromas bizarras.

Nunca lo estás —le recordó—. Pero si piensas que cancelaré mi cita con la almohada porque estás de gruñón por ese libro, estás equivocado.

—Te quiero aquí en media hora.

Después de eso, Yoongi colgó, dejando a Agust boquiabierto.

Una vez más, sus planes se ven frustrados por su hermano.

[...]


Después de la llamada con la asistente de Min Yoongi, Jimin decidió contarle todo a Hoseok, quien le aconsejó esperarlo en la editorial.

Estaba completamente nervioso, mordiéndose las uñas y caminando en círculos por toda la oficina. Cuando llegó a la editorial, sus compañeros lo llenaron de felicitaciones por su aparente éxito, algunos haciéndole bromas acerca de los nombres de sus protagonistas.

La peor parte era, que no podía quitarse de la cabeza lo surrealista que había sido que Min supiera su identidad e incluso que consiguiera su número telefónico. Aunque, por supuesto, no le sorprendía demasiado considerando lo asquerosamente millonario que era, además de poderoso. El tipo probablemente contaba con un equipo que podía obtener sus datos con facilidad.

¿Sería extraño decir que esa simple suposición le parecía algo atractiva? Aunque también podría describirlo como arrogante.

Arrogantemente atractivo.

Jimin se preguntaba cuál habría sido la reacción de Min Yoongi al enterarse de que lo había usado para su obra. ¿Tal vez se había molestado? Era lo más seguro.

Peor aún, ¿de qué se supone que hablarían en su oficina? Jimin estaba consciente de que estaba metido en un gran problema, pero no soportaría tener que afrontar alguna especie de demanda millonaria.

Sacudió su cabeza, ignorando esos pensamientos que aumentaban su ansiedad. Sea como sea, era un hombre y debía afrontar las consecuencias de sus actos como tal.

Bueno, al menos contaba con Hoseok en este asunto...

La puerta se abrió abruptamente.

—Estás solo en esto —exclamó Hoseok, entrando a la oficina.

—¡Oye!

—Solo bromeo —dijo con una sonrisa—. Hice algunas llamadas, retirarán los libros del mercado y detendrán su producción.

Jimin suspiró con alivio, al menos uno de los problemas estaba resolviéndose.

—En cuanto a tu cita con Min Yoongi... —Hoseok rascó su nuca, desviando la mirada hacia Jimin—. Realmente estamos jodidos en ese aspecto.

El castaño lloriqueó, dejándose caer en el asiento frente al escritorio.

—La tal Yongsun dijo que podría ir hoy, aunque a juzgar por el tono de su voz prácticamente fue una orden más que una sugerencia —dijo, jugando con sus dedos—. ¿Qué voy a hacer, Hoseok? No puedo... no podría soportar tener que enfrentarlo, no después de haber escrito un romance cuestionable entre él y su hermano.

Jung suspiró, masajeando sus sienes.

—¿Tal vez solo quiere felicitarte por ser un buen escritor? —Jimin bufó—. Lo siento, solo trato de... no sé, ¿aliviar la tensión?

—Sabes qué, fingiré mi muerte. Diles que fallecí de vergüenza.

Hoseok rodó los ojos.

—Solo enfréntalo, mientras más lo postergues, peor será. Lo peor que podría decir es que va a demandarte, cosa que, siendo objetivo, no le conviene.

—¿Qué quieres decir con eso? —frunció el ceño.

—El tipo es algo así como un famoso, ¿crees que le convendría involucrarse en un escándalo de ese tipo? Por más cuidadoso que sea o compre el silencio de los periodistas, estas cosas tarde o temprano se saben —agregó Hoseok.

Jimin reflexionó con esas palabras. Tenían algo de sentido si lo veía de esa forma.

—Supongo que tienes algo de razón.

—¿Qué harías sin mí? —Hoseok sonrió con socarronería—. Ahora, vas a llamar a esa tal Yongsun y le dirás que aceptas ver a Min Yoongi hoy. No olvides que no estás solo en esto; después de todo, yo también tengo parte de responsabilidad en todo este asunto.

El menor suspiró, armándose de valor ante el pequeño discurso reconfortante de Jung. Sus dedos temblaban mientras buscaba el número de la asistente. Cuando finalmente pudo llamar, tuvo que esperar un cuarto timbre antes de ser atendido.

—Oficina de Min Yoongi.

—S-soy Park Jimin, quisiera ver al señor Min hoy en su oficina.

Solo esperaba no tener que arrepentirse de esas palabras.

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