ten - one of the six

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chapter x.
( age of ultron )

retírate, suelta las armas ahora
estamos caminando por una mentira
sabes que intento comprometerme
estamos caminando a esta altura
cloud ─── elias

seúl, corea del sur
5 de mayo, 2015

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—Allí. Es un camión del laboratorio. Encima de vosotros. En el anillo que da al puente. Son ellos. Hay tres con la Cuna y uno en la cabina. Acabaré con el conductor.

—¡No! ¡No lo hagas! —discuto apresuradamente, frunciendo el ceño hacia el camión que se acerca a mi vista.

Steve rápidamente acepta:

—Si el camión se estrella, la gema arrasaría la ciudad. Hay que hacer salir a Ultrón.

Steve y yo corremos al costado del camino y nos detenemos para seguir las instrucciones de Clint. Mis ojos se entrecierran cuando ambos miramos por encima de nuestros hombros, viendo el camión por la carretera. Steve suelta una bocanada de aire antes de saltar varias veces, como si se estuviera preparando para algo. Mis ojos se ensanchan y dejo escapar un suspiro abatido, rápidamente dándome cuenta de lo que es nada más él me agarra del brazo y saltamos por la barandilla. Nuestros cuerpos aterrizan con fuerza sobre el techo del camión, causando dos ruidos fuertes antes de que nos demos la vuelta y nos agarremos a la parte trasera del vehículo.

—Dame una advertencia la próxima vez, ¿quieres? —gruño mientras lucho por aguantar, dándole una mirada.

Me ofrece un encogimiento de hombros en disculpa.

Un extraño pulso comienza a zumbar en mi cerebro y frunzo a las puertas del camión, sabiendo que este sentimiento debe provenir de lo que sea que la Doctora Cho dijo que Ultron ha creado en la Cuna.

—No, no, no, no —escucho una voz robótica que suena con furia—. ¡Déjame en paz!

Un gran estallido anaranjado se dispara a través de las puertas, enviándonos a Steve y a mí en direcciones opuestas cuando éstas retroceden. Nuestros cuerpos golpean el exterior del camión, luego gruñimos y pateamos hacia adelante nuevamente. Mis piernas están golpeando las de Steve cuando, repentinamente, otra explosión choca, obligándonos a saltar y caer de nuevo sobre las puertas colapsadas.

—Hablemos sobre los problemas de manejo de la ira —murmuro, gruñendo mientras pongo en marcha mis botas propulsoras para facilitar el agarre.

—¡Es evidente que no está contento! —Steve grita a través del comunicador—. Intentaremos mantenerlo así.

La voz de Clint suena en un tono tan honesto que duele.

—No sois rivales para él.

Le hago una mueca a Steve.

Él suspira y asiente sarcásticamente.

—Gracias, Barton.

La puerta en la que estamos encaramados sigue avanzando al lado del camión, los autos pasan a nuestro alrededor con pasajeros que nos miran aterrorizados. El metal finalmente gira lo suficiente para que podamos mirar dentro del camión abierto. El alto y amenazante cuerpo de Ultrón aparece ante mis ojos y el aire que tenemos delante destella; Steve es arrojado al parabrisas del coche detrás de nosotros.

Inmediatamente, aprovecho la oportunidad para lanzarme, pateándolo directamente en el pecho. Desafortunadamente, el tipo está hecho de metal, por lo que no le afecta mucho, solo lo hace tropezar un poco. Salto sobre la cuna y me deslizo por su superficie hasta que puedo alcanzarlo y patearlo nuevamente. Se estrella contra la parte trasera del contenedor y me frunce el ceño.

—¡Idiota! —él esquiva una explosión de plasma antes de darme un golpe en la cara—. ¿No entiendes que estoy haciendo esto por...?

Me saco la sangre del labio y respondo con astucia:

—Lo juro, si dices 'el bien mayor', te voy a escupir en la cara.

Él se mofa antes de que ambos saltemos, levantando nuestras manos para dispararnos O, al menos, esperaba que él intentara dispararme, pero en lugar de eso, me agarra por la cintura y nos saca a la fuerza del camión. Nos levantamos y luego procede a arrojarme por el techo. Ruedo varias veces antes antes de girar sin problemas sobre mis pies mientras Steve salta de un camión cercano para estar a mi lado.

—¿Sabes qué hay en esa Cuna?

Él envía una explosión que yo esquivo y Steve bloquea con el escudo, haciendo un sonido vibrante.

—El poder para provocar un cambio —continúa Ultrón con odio arraigado en su voz viva—, y eso te aterroriza.

Steve niega hacia un lado.

—No me reconforta.

Una pelea se desata de inmediato, Steve lanza su escudo contra el robot y éste comienza a dispararnos nuevamente. Salgo de mi lugar, girando hasta que Ultrón y yo estamos cara a cara, bloqueándonos y disparándonos mientras Steve se da vuelta para evitar la energía. Enrollo mi pierna alrededor del brazo del ser de metal, volteándome hasta que pueda agarrarle los lados de la cara. Presiono mis propulsores contra su cabeza y Steve lanza su escudo. Ultrón me agarra por la nuca, arrojándome otra vez. Steve patea su escudo rebotante, haciendo que el vibranium apuñale el costado de Ultrón, haciendo que el robot lo mire ofendido.

Gruñe enojado, empujando el escudo hacia la carretera.

Basta.

Luego nos dispara, haciéndonos caer al borde. Los legionarios empiezan a arrastrarse por la cabina y yo hago todo lo posible para evitar que me rompan la garganta. Cuando vuelvo a subir al supersoldado al techo, acorralamos al robot lo mejor que podemos hasta que Natasha aparece por el rabillo del ojo, arrojando el escudo caído de Steve. Clint aparece en el jet desde arriba, tratando de ayudar a derribar a Ultrón antes de que los legionarios vuelen tras él.

El progreso no cambia hasta que quedo atascada detrás de Ultrón, tratando de desmantelarlo, y Steve aborda desde la parte superior del camión. Mi espalda es lo que choca primero contra el tren y, como los dos seres mucho más grandes chocan contra mí, todo lo que puedo ver es negro por un largo rato.

—¡Voy a entrar! —Nat grita, su voz todavía nadando en mi mente—. Cap, Lees, ¿podéis tenerle ocupado?

Con un lento giro de los ojos, levanto una mano con cansancio y le doy al super a mi lado una mirada que dice: '¿puedes creer a esta muchacha?'

Sacudiendo la cabeza de acuerdo, Steve se burla y se recuesta contra la pared.

—¿Qué crees que hemos estado haciendo?

Me pongo de pie con cansancio solo para ser golpeada en la cara. Las personas en el tren chillan mientras continuamos luchando entre los asientos de plástico y las ventanas rotas. De repente, Steve es derribado y yo me apresuro a atacar. Le hago un agujero en la rodilla antes de girar y patear su cara. Él me agarra de la garganta y me levanta, ahogándome.

—¡Puedes ser mucho más que una marioneta! —frunzo el ceño, luchando por liberarme—. ¡Tu cuerpo es un simple recipiente! ¡Te estás desperdiciando!

Me arroja hacia atrás, haciéndome golpear mi cabeza contra uno de los postes del tren. Me desplomo en el suelo, presionando una mano contra mi cráneo, sintiendo un bulto que ya se eleva. Mis ojos se ensanchan por la preocupación cuando Ultrón da otro paso amenazador hacia mí, pero un borrón azul brilla más allá de él.

Luego, unos zarcillos rojos se curvan en el aire, provocando que el metal bloquee el camino de Ultrón. Me quito el pelo de los ojos para poder ver a Wanda parada a mi lado, con las manos levantadas para evitar que el robot ataque otra vez.

—Por favor —la voz de Ultrón suena desconsolada al rogar—, no hagáis eso.

—¿Qué otra opción tenemos? —dice Wanda con una emoción espesa en su tono al tiempo que su cabello se vuela sobre sus hombros.

Ultrón se gira bruscamente, enviando un rayo de energía a Pietro. El velocista lo esquiva de inmediato y la energía corta un agujero a través del tren, haciéndome ver la tierra donde antes había metal. De inmediato, Ultrón sale volando, dejando a todas estas personas inocentes cerca de la muerte.

—¿Por qué es tan gilipollas? —gruño, tratando de volver a ponerme de pie.

Wanda me mira con curiosidad.

—Tienes un vocabulario muy inmaduro.

—Gracias.

Enderezo mis doloridos hombros y miro a Steve con preocupación, él salta rápidamente sobre el metal bloqueando su camino.

—¡Lo he perdido! ¡Va hacia vosotros!

—Nat, tenemos que irnos —la voz de Clint se vuelve más aterrada—. Lees, ¿ves a Nat?

Me doy la vuelta apresuradamente y abro un agujero a través de una de las ventanas. Agarro el marco y me asomo para ver si puedo ver a la pelirroja. Un nudo crece en mi garganta y la preocupación se acumula en mi estómago cuando me doy cuenta de que no la encuentro por ningún lado.

—¡Clint, no puedo verla!

—¿Estás segura? ¿Qué tal arriba?

Me estiro aún más por la ventana, comprobando de nuevo justo al instante que Steve interrumpe.

—¡Si tiene el paquete, lléveselo a Stark! ¡Corra!

Miro al supersoldado con los ojos muy abiertos.

—¡Steve! ¡Tenemos que esperarla!

—¡No tenemos tiempo! —él responde bruscamente.

Clint continúa insistiendo:

—¿Dónde está Nat?

—¡Corra! Hay civiles en medio —es una mera declaración antes de que Pietro salga corriendo y Steve mire a Wanda—. ¿Puedes parar este trasto?

—Yo, uh.... —los ojos de Wanda se estrechan, mirando alrededor del tren que está se arrastra por el suelo, listo para chocar y matar a todos a bordo.

—¡Puedes hacerlo! —grito por el sonido del mundo derrumbándose a nuestro alrededor—. ¡Leí tu archivo! ¡Esa gema te llevó a esto! ¡Puedes detenerlo! ¡Por tus padres!

Me mira con terrors y le doy un pequeño y comprensivo asentimiento. Sé que es solo una niña, como yo. Sé que no deberíamos estar aquí. Pero lo estamos. Y somos mucho más fuertes de lo que solíamos ser. Su mandíbula se aprieta y sus ojos brillan en rojo antes de que extraños zarcillos aparezcan en el aire y sean arrojados al fondo del tren. Me acerco para ayudar a las personas que me rodean mientras el vehículo tiembla con Wanda tratando de detenerlo. Finalmente sucede, rompiendo el cemento en medio de Seúl. Suspiro aliviada y Steve se inclinó hacia adelante, respirando pesadamente.

—¿Estás bien? —pregunta Steve al bajarse, tal y como hacemos el resto.

Hago una mueca, encogiéndome de hombros.

—He estado peor.

Steve asiente cansinamente antes de ver cómo su mandíbula se tensa y sus ojos se entrecierran a los gemelos Maximoff, quienes están a pocos metros de nosotros.

Wanda se cierne sobre su hermano, que respira pesadamente, y él le asegura:

—Estoy bien. Solo tengo que descansar un poco.

Los hombros de Steve se balancean y comienza a regañar.

—Yo te daría un buen descanso.

Wanda nos mira con los ojos muy abiertos.

—La Cuna. ¿La han conseguido?

—Stark se ocupará de ella.

Ella se aleja un poco, sacudiendo la cabeza al darse cuenta.

—No lo hará.

Pietro mira de su hermana a nosotros. Steve no responde por un largo rato y yo tampoco. Sus palabras me dan escalofríos en la columna y el vello de mis brazos se erizan. La defensiva crece dentro de mi estómago y de mi pecho, enderezándome para mirar a los gemelos. Pensé que había una oportunidad para llevarnos bien, pero no si creen esto; que mi padre destruirá descaradamente el mundo.

Doy un paso casi amenazante hacia adelante, frunciendo el ceño.

—No sabes lo que dices.

—Ella tiene razón. Stark no está loco.

Sus cejas se arrugan al mirarme, tratando de hacerme entender.

—Hará lo que sea para arreglar las cosas.

Claro que intentará arreglar las cosas. Es un héroe, es lo que haría. ¡Pero no lo que sea! No iría tan lejos. No otra vez. Osea, no.

Steve y yo nos miramos rápidamente y yo niego.

—Steve, él no...

El supersoldado se aleja de mí de todos modos, tocando el comunicador de su oreja.

—Stark, responde. ¿Stark? ¿Alguien me recibe?

Respiro en silencio, todavía sacudiendo mi cabeza al mirarlo, solo queriendo escuchar la voz de mi padre, que nos diga que se encargará de esto.

—Ultrón no sabe ver la diferencia entre salvar el mundo y destruirlo... —Wanda ladea la cabeza, un tinte de veneno toca su tono—. ¿De dónde cree que le viene eso?

Mis ojos se levantan lentamente del suelo y otro escalofrío me recorre la piel. Steve me mira de nuevo. Lentamente lo miro con seriedad impresa en mi rostro, sin decir nada en defensa de los Stark y sus creaciones porque tal vez... tal vez, ella tenga razón.

—Oh, ahora que somos, como describió tu capitán, amigos...

Al ser arrastrada fuera de mis pensamientos problemáticos horas después, miro por encima del hombro hacia el chico sokoviano que camina hacia mí desde el otro lado de nuestro viaje desde Seúl.

—Aliados —Steve corrige en un tono firme desde donde se encuentra en el jet.

Pietro no presta atención a las palabras de Steve. Le levanto una ceja cuando termina de acercarse con una expresión engreída. De repente, saca un teléfono de aspecto muy familiar y lo golpea contra su mano opuesta, levantándome una ceja y frunciendo los labios. Cruzo los brazos sobre mi pecho.

El sokoviano mueve sus hombros esculpidos en un encogimiento de hombros, extendiendo el móvil hacia mí.

—Me imagino que debería devolverte esto.

Me burlo con incredulidad antes de apresuradamente agarrar el móvil antes de que él haga algo infantil como alejarlo de nuevo.

—Ya —enderezo los hombros seriamente, deslizando el dispositivo en mi bolsillo—, imagino que sí.

—No están enfadada, ¿verdad? —él sonríe cuando frunzo el ceño más profundamente—. Me pregunto si lo estarás cuando te diga que leí tus mensajes.

Lo miro con una expresión muy seria por un largo rato, sonriendo de repente.

—Me pregunto si tú lo estarás cuando te patee el trasero.

—Me gustaría verte intentarlo.

—Cuando tengas tiempo, Speedy, cuando tengas tiempo —le digo, sin hablar realmente en serio.

No quiero que se lastimen. Incluso si creen que mi padre está loco. Incluso si piensan que los Stark no pueden evitar destruir el mundo.

Pietro se ríe antes de asentir a mi bolsillo.

—Has recibido muchas llamadas perdidas de una persona misteriosa llamada T...

Mis ojos se entristecen un poco, pero mi sonrisa no cae.

—Espero que hayas disfrutado los mensajes de voz.

—Muchísimo, gracias.

Pongo los ojos en blanco y le señalo con el dedo, inclinándome para atar mi bota.

—Si sigues robando cosas, te van a matar.

Wanda tiene sus brazos cruzados sobre su pecho, acercándose.

—Eso es lo que yo le digo.

—Fijáos, si estáis de acuerdo... ya hasta parecemos amigos —Pietro sonríe graciosamente, entrecerrando los ojos entre las dos.

Pongo los ojos en blanco otra vez, caminando hacia la compuerta. Una sensación de malestar se acumula en mi estómago y una de temor me supera. Lo que sea que venga, no me va a gustar. Esto está mal. Todo está muy mal. Cuando el quinjet aterriza y es empujado hacia la Torre, respiro hondo y me preparo para todo. Mantengo mi expresión dura y firme mientras nos movemos a través del oscuro ático.

La voz de mi padre es la que escucho primero al acercarnos al laboratorio.

—Este entorno no es compatible.

La voz de Bruce sigue.

—La codificación genética está al 97%. Tienes que cargar este esquema en los próximos tres minutos.

Todos caminamos hacia la sala oscuramente iluminada con expresiones endurecidas y hombros rígidos. Me muevo entre los gemelos Maximoff y Steve, sosteniendo mis manos en puños mientras Wanda abraza fuertemente a su hermano. La luz amarilla y azul proviene de los suelos y de algunos lugares en las paredes, ofreciendo algo más que la única del laboratorio. La cuna se sienta en el centro, una luz azul verdosa irradia desde el interior, iluminando la cara de Bruce trabajando alrededor de la máquina. Papá está de pie a unos tres metros de distancia, tecleando con determinación las pantallas, trabajando para hacer lo único que juré que no iba a hacer. La bota de Steve hace un ruido sordo nada más llegamos al borde de la sala, frunciendo el ceño a los hombres de pie.

El supersoldado habla en tono de regaño:

—Sólo lo diré una vez.

Papá nos mira de reojo y espeta:

—¿Qué tal ninguna?

Bruce se endereza lentamente al ver a los Maximoff de pie junto a mí.

Aprieto los dientes y digo en un tono mucho más firme:

—Papá, ¡apaga todo esto!

—¡Nope! —espeta papá, sin siquiera estar dispuesto a escuchar mientras se mueve a la siguiente estación de trabajo—. Imposible.

Steve habla, frunciendo el ceño profundamente.

—No sabéis lo que hacéis.

—¿Y usted sí? —la voz de Bruce es sorprendentemente tranquila, y sin embargo, muy amenazante antes de mirar y señalar a Wanda—. ¿Ella no está en su cabeza?

La chica sale del lado Pietro.

—Sé que están furiosos...

—Oh, es mucho más que eso —dice Bruce, dando un paso hacia el grupo con una oscuridad desconocida añadida a sus amables ojos—. Podría axfisiarte hasta matarte sin cambiar de color.

—Bruce —muevo la cabeza, tratando de convencer al hombre generalmente razonable—, mira todo lo que ha pasado...

—¡Nada comparado con lo que se avecina! —papá grita, interrumpiéndome antes de que pueda terminar—. ¡Ponte de mi lado por una vez, Lisa!

Estoy desconcertada mientras la discusión continúa, todavía mirándolo fijamente al tiempo que me frunce el ceño.

—¡No saben lo que hay ahí!

Pietro pone los ojos en blanco y yo estoy a punto de hacer lo mismo.

—¡Esto no es un juego!

Una ráfaga azul se retuerce por toda la habitación, chocando contra mí cuando Pietro se detiene. Echo un vistazo rápido al laboratorio y veo que el velocista ha desconectado todas las máquinas, incluida la cuna.

—No, no. Continúe —Pietro arroja a un lado el tubo que está sosteniendo.

Las alarmas y advertencias suenan y emiten pitidos, lo que hace que papá mire a su alrededor con los ojos muy abiertos.

El sokoviano lo mira, inclinando un poco la cabeza, preguntando con sarcasmo:

—¿Decía?

Suspiro e intercambiamos una comprensión irritada. La discusión continúa, todos nos gritamos el uno al otro hasta que el vidrio a mi lado se rompe y Pietro se cae. Se estrella contra el piso y una figura vestida de negro lo espera.

¡Whoa! —retrocedo sorprendida.

—¡Pietro! —llama Wanda, moviéndose para correr hacia allí.

—¿Qué? —Clint deja caer el pie sobre la pierna del velocista y ladea la cabeza con aire de suficiencia—. ¿No lo has visto venir?

Una alarma más fuerte resuena y una extraña sensación pulsante me golpea el cerebro, haciéndome empujar una mano hacia mi frente. Mis ojos vuelan rápidamente hacia la Cuna y mi corazón comienza a latir rápidamente dentro de mi pecho. Esa cosa... lo que sea que esté allí, está viva. Oh Dios, está viva.

En reacción a la alarma, papá se aleja y corre hacia el computador más cercano.

—Redirigiré la carga.

—¡Espera, espera! ¡Papá!

Steve muestra sus dientes y lanza el escudo rojo, blanco y azul. Rompe al menos cinco pantallas diferentes y otras computadoras, haciendo que el vidrio se esparza y el humo se eleve. Mis ojos se abren cuando papá convoca una mano de hierro, rompiendo la pared que se interpone entre él y el traje. Luego dispara a Steve directamente en el pecho, enviándolo a volar. El soldado se estrella contra el suelo y yo salto en estado de shock.

—¡¿Qué diablos, papá?! —me giro para mirarlo con los ojos aún más abiertos; el traje continúa cubriendo su cuerpo.

Todo está cayendo rápidamente en el caos y levanto mis manos, sin estar realmente segura de lo que se supone que debo hacer. Los ojos de Wanda se encienden y sus manos comienzan a brillar, pero Bruce envuelva sus brazos a su alrededor, sosteniéndola contra su pecho.

—Vamos, haz que me enfade —él sisea en su oído, amenazándola.

¡¿Qué demonios está pasando?!

Clint sube corriendo las escaleras con su arma en la mano, mirando con cautela. Steve se pone de pie con el ceño fruncido, moviéndose otra vez. Levanta el puño antes de correr y saltar hacia papá, quien todavía apenas se está poniendo su traje. Sin embargo, es lo suficientemente fuerte como para dispararle a Steve con el reactor del pecho. Ambos retroceden y Steve choca contra mí, derribándome.

—¡Dios! —chillo irritado y golpeo el costado de mi puño al suelo.

¡Estoy harta de esta estúpida pelea!

Wanda se aleja de Bruce y lo arroja con zarcillos. Un cuerpo familiar se desliza en mi línea de visión y mis ojos se abren antes de que se acerque a la Cuna y salte sobre ella.

—¡Thor! —lucho por alcanzarlo—. ¡Puede que no...!

—¡Espera! —Bruce se une, pero el dios del trueno no nos hace caso.

Empuja el Mjolnir hacia el techo y la electricidad estalla por todas partes, redirigiendo la energía a la Cuna.

Los monitores y las máquinas zumban cuando se sobrecargada de energía. Mi pelo se aleja de mi cara a medida que el pulso en mi cerebro empeora, parece que los rayos de luz blanca se apoderan de mi cuerpo. Pero luego cesa y Thor tira de su martillo hacia atrás.

Un silencio misterioso se apodera de nosotros. El pulso ya no duele, simplemente se siente... como si hubiera encontrado la paz. Papá y yo recuperamos el aliento lentamente, observando en silenciosa confusión. Eso es hasta que el cristal de la Cuna se rompe y suena un fuerte estallido, haciendo que nos agachemos para cubrirnos mientras Thor es arrojado. El dios choca contra otra pared de vidrio, gruñendo.

Un cuerpo rojo emerge suavemente del humo, agachado sobre el borde de la Cuna destruida. Una gema amarilla permanece iluminada en el centro de su frente y, lentamente, levanta la cabeza y extiende las manos.

Mis ojos se abren y parece que no puedo respirar, sintiendo una extraña forma de equilibrio entre mi mente y la del otro. Él mira cautelosamente sobre sí mismo antes de girar bruscamente la cabeza para mirarnos con lo que creo que es una amenaza.

Sus ojos finalmente se posan en mí al ponerme al lado de Thor, mirando al hombre rojo sin precaución ni miedo, solo curiosidad. Sin embargo, supongo que debería estar asustada, porque su rostro se enoja y salta hacia mí con las manos extendidas.

Levanto mis propias manos para disparar y papá da un paso adelante, pero Thor alcanza al otro antes de que ninguno tenga la oportunidad. El dios del trueno lo agarra y lo arroja. El otro voltea y vuela a través del ático, deteniéndose abruptamente antes de chocar contra la pared exterior de cristal. Se queda allí y mira su reflejo, viéndose por primera vez.

Un hombre rojo

Un gran hombre rojo.

Como, Clifford, ja, el gran perro rojo.

Oh cállate, le digo a mi cerebro.

Me aproximo a la sala antes de que Thor y Steve me sigan, el último con mucha más amenaza en su expresión que el primero. Sigo mirando al hombre de piel roja, cuyo cuerpo se cubre con un traje gris que puede evocar de la nada. Lo cual es... exasperantemente genial. El pulso en mi cabeza se hace más fuerte con cada paso que doy hacia el que tiene la piedra amarilla implantada en su frente. Papá se dirige hacia mí, toca mi brazo para alertarme de su presencia, pero nunca quita los ojos del hombre rojo. Todos llenan la sala, esperando con aliento. El hombre señala ligeramente a Thor, dándole una mirada extraña.

—Lo siento.

Mis ojos se ponen acuosos por la voz familiar que sale de la boca de Clifford.

Jarvis.

Y aquí pensé que nunca volvería a escuchar esa voz.

—Ha sido.... —Clifford mira a su alrededor con profunda reflexión—. Raro.

—Podrías decirlo de nuevo —murmuro con el ceño fruncido.

Clifford me mira con curiosidad reflejada y asiente al dios del trueno en agradecimiento.

—Gracias.

Estudia al asgardiano por otro momento y una capa dorada aparece de sus hombros.

—Thor —la voz de Steve es aguda y enojada—, ¿tú has ayudado a crear esto?

Papá se acerca un poco más.

—He tenido una visión, y sé que Lisa también —Thor asiente y mi ceño se hace más profundo; mi padre se vuelve bruscamente hacia mí—. Un remolino que succiona toda esperanza de vida, y en su centro está eso —Thor señala la gema amarilla.

—¿El qué? ¿La gema?

—Es la gema de la mente —comienza Thor.

Mis pies me mueven para poder estudiar mejor al hombre.

—¿Por qué crees que Loki pudo meterse en mi cabeza sin siquiera usar el cetro? ¿Por qué crees que tengo las visiones? Es a causa de la gema.

—Es cierto —Thor camina a mi lado—. Es una de las seis Gemas del Infinito. El poder más grande del universo, sin parangón en sus capacidad destructiva.

La mirada de papá se detiene en mí y fuerzo mi expresión a endurecerse antes de levantar la vista. Sé que estamos pensando lo mismo. Normalmente es así, después de todo. Si esta gema tiene el poder de destruir más allá de cualquier cosa que hayamos visto (y hemos visto mucho), si está viviendo cómodamente en mi mente, ¿qué me va a hacer?

—¿Y por qué quieres...?

Thor interrumpe a Steve en un tono fuerte.

—Porque Stark tiene razón.

—Ah, este es el fin de los tiempo —Bruce mira a su alrededor, hablando en un tono preocupado.

—No te equivocas —le doy al científico una sonrisa triste mientras mi padre, a su vez, me da un ceño irritado y un codo en las costillas.

Le ofrezco un encogimiento de disculpa, él rueda los ojos y nos concentremos nuevamente en la conversación.

—No podemos derrotar a Ultrón.

Clifford está de acuerdo humildemente.

—Solos no.

—¿Por qué tu visión habla igual que Jarvis? —pregunta Steve secamente.

—Hemos reconfigurado la matriz de Jarvis —papá rodea cuidadosamente al hombre rojo con una expresión casi llena de asombro—, para crear algo nuevo.

Steve frunce y observa con recelo la visión.

—Ya he cubierto mi cupo de novedades.

—Crees que soy un hijo de Ultrón —Clifford se da cuenta, hablando con cuidado.

—¿Y no lo eres?

—No soy Ultrón. No soy Jarvis.

Siento que mi cara se cae un poco.

—Soy... —su mirada cae al suelo por un momento, dándose cuenta de que estar vivo es suficiente—. Yo soy.

Papá lo mira sorprendido. Bruce y yo con ligera preocupación.

Wanda da un paso adelante.

—Miré dentro tu cabeza y vi la aniquilación.

Él la mira fijamente.

—Vuelve a mirar.

—Su aprobación no significa nada para mí —Clint se ríe sin humor y se acerca con dureza en su tono.

Los ojos oscuros de Wanda lo miran.

Thor asiente hacia los gemelos y Clifford.

—Sus poderes, nuestras horribles visiones, Lisa y Ultrón —me muerdo el labio con tanta fuerza que se extrae sangre antes de que Thor continúe—. Todo procede de la gema de la mente. Y no son nada comparados con lo que puede desatar. Pero si están de nuestro lado...

—¿Lo está? —Steve interrumpe, mirando bruscamente al hombre rojo—. ¿Lo estás? ¿De nuestro lado?

—Lisa sí —Clint señala, aunque todavía suena reacio a confiar en el hombre rojo—. Y tiene toda esa mierda en la cabeza.

Papá deja escapar un suspiro tranquilo, apretando los dientes ante la mención.

Clifford observa el suelo, todavía suena muy tranquilo y cauteloso.

—Creo que no es tan simple.

—Pues más vale que lo simplifiques rápido.

—Yo estoy del lado de la vida. Ultrón no. Él pondrá fin a todo.

—¿Y a qué espera?

—A nosotros —respondo antes de que Clifford pueda, mirando lentamente a los demás.

—¿Dónde?

—En Sokovia —responde Clint, luego añade en un tono más bajo—: Y tiene a Nat allí.

Frunzo, preguntándome en qué tipo de situación podría estar.

Bruce camina cuidadosamente hacia el hombre rojo.

—Si nos equivocamos contigo, si eres el monstruo en el que Ultrón te ha convertido...

—¿Qué vais a hacer?

No puedo decidir si las palabras que salen de su boca son amenazantes o una pregunta real.

—Yo no quiero matar a Ultrón. Es único y está sufriendo —dirige su atención hacia mí y mi barbilla se levanta—. Pero su dolor engullirá la Tierra. Así que debe ser destruido. Cada forma que ha construido, cada rastro de su presencia en la Red... Tenemos que actuar ya. Y ninguno de nosotros puede hacerlo sin los demás —dice la visión—. Puede que yo sea un monstruo. Creo que no lo sabría si lo fuera.

Mis ojos se dirigen a mi padre cuando un pensamiento consume mi mente: un monstruo. Como todo lo que crea papá.

—No soy como vosotros, ni soy lo que pretendíais. Y no voy a conseguir que confiéis en mí —su brazo se levanta y lo que ha agarrado en su mano hace que todo el aire salga de mi cuerpo—, pero debemos irnos.

Se me cae la mandíbula y dejo escapar una bocanada de aire.

Miramos como Visión sostiene el Mjolnir con una expresión sin pretensiones, Thor le quita el martillo torpemente. Seguimos mirando el martillo mientras el hombre rojo se aleja con determinación en sus ojos, sin darse cuenta de lo que ha hecho.

—Vale —Thor le da una palmada al martillo, palmea el hombro de papá y se aleja—. Buen trabajo.

Papá y yo nos miramos con los ojos muy abiertos.

Steve se vuelve y dice con firmeza:

—Tres minutos. Coged lo necesario.

Antes de terminar de recoger mis cosas de mi casillero, me detengo para mirar mis alrededor. Papá saca nuestra interfaz Jarvis e inserta la IA de respaldo, FRIDAY, en nuestro sistema. Me mira por encima del hombro y asiento, él me da una sonrisa triste en respuesta. Clint se sienta en un banco cercano, mirando una foto de su familia. Cuando miro hacia mi pequeño espacio, mis dedos tocan suavemente el archivo doblado que he pegado en el interior de mi casillero.

Familia:

Anthony 'Tony' Stark, Padre.

Janice Montgomery, Madre, Desaparecida: 6 de agosto, 1998.

Peter Parker, Medio Hermano

—Adiós, Peter —murmuro y suelto un suspiro.

Con una expresión firme, busco mi famosa chaqueta de cuero roja, solo para que mi mano se detenga y vacile. En cambio, me pongo la vieja de cuero negro de mi padre y dejo que se asiente sobre mí. Le entrego la vieja a Pietro, que está a mi lado hurgando en el casillero de Natasha. Él mira sorprendido y asiento a Wanda, que mira distraídamente a Thor y Visiónhablando en el balcón. Se la arroja a la cara, haciendo que la saque de su ensueño. Ella mirar a Pietro antes de mirarme. Después de un momento, me ofrece una pequeña sonrisa y yo le devuelvo una, estableciendo una paz entre nosotros.

—No sobreviviremos todos. Aunque quede un solo soldado de hojalata, hemos perdido —papá me frunce en la plataforma de aterrizaje, esperando para abordar el quinjet—. Se va a llenar el suelo de sangre.

Steve sonríe tristemente, sentado en la compuerta.

—Yo no tengo planes para mañana.

Papá nos mira.

—Me pido primer con el grandullón. A quien espera es a Iron Man.

—Es cierto —reconoce Visión en un tono descuidado mientras camina—. Es a quién más odia.

Me río en voz alta, papá solo parpadea del hombre sintético hacia mí con incredulidad.

Levanto una mano y me encojo de hombros.

—¿Es que miente?

Sabes, creo que me gusta Clifford, el tipo rojo.

Una vez en el jet, Steve se queda en el centro, dando órdenes por última vez.

—Ultrón sabe que vamos a ir. Seguro que nos recibe con toda la artillería. Y para eso nos apuntamos. Pero la gente de Sokovia, no. Así que nuestra prioridad será evacuarlos. Lo único que quieren es vivir en paz, y hoy no va a ser así, pero haremos lo posible por protegerlos. Y podemos conseguirlo. Averiguemos que ha estado construyendo Ultrón, encontramos a Romanoff y despejamos el terreno. Que la lucha solo sea entre nosotros.

Asiento, reajustando la chaqueta de cuero de papá, apoyando mis codos sobre mis rodillas.

Steve hace una pausa, mirando hacia un lado; las luces iluminan su rostro.

—Ultrón cree que somos monstruos. Que somos el mal que aqueja al mundo. No se trata solo de vencerle... Hay que saber si es verdad.

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