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           HABÍA UNA cosa que Namor no le dijo a Poli la noche anterior pese a tener la intención de hacerlo. Resulta que las cosas arriba estaban lo suficientemente calmadas como para que regresara. No obstante, luego de lo que sucedió entre ambos estaba seguro que no querría irse aunque se lo rogase. Tampoco es que él quisiera que sucediera pero era algo inevitable. Querer a veces dolía. Y vaya que Namor tenía ya mucho dolor dentro de sí mismo.









Todo seguía igual al día siguiente, bueno, a excepción de que no tenía que disimular más la atracción que sentía por ella.








—Te tengo una sorpresa—dijo apareciendo detrás suyo.








Poli estaba adaptándose muy bien a las actividades de la comunidad siendo esta vez la aprendiz de una de las jóvenes para poder tejer. Usaban cierta especie de alga que nunca había tenido la oportunidad de conocer. La otra chica sonrió al ver a su líder llegar para después dejarles solos en medio de aquella gruta de piedra.








—¿En serio?—se dio media vuelta haciendo que el vestido azulado ondeara con su movimiento.









Namor estaba a escasos centímetros suyos mirándole directo a los ojos.








—Mira—le ofreció un pequeño artefacto y un par de goggles algo maltratados.








—¿Eso qué es?









Podía reconocerlo por que las otras personas allí lo usaban sobre su boca y nariz. Era semi transparente y tenía forma de concha como aquellas que solía buscar entre la arena de pequeña.









—Confía en mí.








¿Cómo podía negarse ante semejante rostro y voz tan tranquila? Los aceptó, dándole especial atención al objeto desconocido, segundos después Namor extendió su mano la cual sin pensarlo dos veces tomó. La guiaba por entre las rocas hasta esa laguna que ya parecía rutinaria fuera de su pequeña casa. Algo dudosa pero emocionada se adentró en la fría agua, se detuvieron en el último escalón.








—Póntelos—señaló el par de objetos con la cabeza. Ella le obedeció sin saber realmente lo que planeaba—si sabes nadar ¿no?









—Estuve en las estatales de natación. Que casi muriera ahogada fue porque me tomaron desprevenida.









—¿En las qué?—preguntó confundido.








—En las...—le restó importancia con un ademán—si, sé nadar.









—Muy bien. Vamos.








Sin soltar sus manos, se adentraron en las profundidades. Poli aguantaba la respiración lo que le hizo sentirse tonta cuando percató la función del artefacto transparente que le dio.








Un sentimiento de libertad le invadía con cada pataleo que daba siguiéndole el ritmo. Nunca se había dado cuenta de lo hermoso que podía llegar a ser nadar en el océano abierto, estaba demasiado preocupada en lo que podía pasar bajo sus pies al adentrarse que no lograba dejarse ir.









Un banco de peces rojizos se aproximó en su dirección no mucho después, cosa que le tensó. Namor giró la cabeza para mirarle cuando sintió su agarre cambiar. Dejó de avanzar para ambos permanecer allí. Poli parecía entrar en pánico al ver tantos animales a gran velocidad acercándose más y más. Cerró los ojos preparándose para el impacto...uno que en ningún momento ocurrió.









Los volvió a abrir poco a poco solo para descubrir un espectáculo; los pececillos les rodeaban sin darles importancia, parecía que estaban dentro de un tornado en tonos rojos y naranjas. Él no pudo evitar sonreír ante su reacción tan genuina. Estaba absolutamente pasmada.









Una vez que el último pez pasó, continuaron su camino. Nadaban ahora directo a la superficie donde la luz del exterior se notaba más a cada segundo.

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