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El lunes por fin había llegado, Jimin se había pasado todo el fin de semana contando las horas, los minutos y cada segundo, estaba tan ansioso había dormido incluso abrazando aquel aparato y aunque la curiosidad lo matara por dentro no se atrevió a husmear aquel teléfono celular, se negó luchando contra sus deseos de querer conocer un poco más de aquel chico, fue realmente difícil pero lo logró, ahora estaba frente al espejo de cuerpo completo de su habitación, se había esmerado en su imagen, incluso roció un poco más de aquella loción. Miró el reloj digital que llevaba en su muñeca, aquel que su abuelo le había regalado uno muy tosco de correa negra era realmente anticuado pero a él le gustaba llevarlo, había llegado la hora de salir de casa e ir a su encuentro.

Había caminado hasta la estación con suma alegría, aun no sabía lo que le diría pero sabía que todo estaría bien, proponía invitarle un helado si todo marchaba como en sus pensamientos pasaba.

Después de esperar unos minutos el tren emergió de entre la oscuridad, Jimin espero hasta que el ultimo vagón se detuviera frente a él y entonces subió, al poner un pie sobre la maquinaría una sonrisa de oreja a oreja adorno su rostro, sus ojos se clavaron directamente justo en el último asiento, esperaba encontrarlo ahí, pero no sucedió, agachó la mirada y su sonrisa se borró.

Verifico la hora, el vagón, incluso si realmente era lunes y no domingo, pero no, todo parecía estar en orden. Jimin comenzó a mirar el rostro de cada una de las personas que lo acompañaban en aquel vagón, todos los rostros eran diferentes ninguno le era familiar, ninguno era el de aquel chico.

Quizás mañana él estaría ahí, bajo en su destino y se encamino al campus universitario más especifico a la facultad de bellas artes.

Cada paso hasta aquel lugar le encendía el corazón, la emoción era tanta que su piel se erizaba y sentía los latidos de su corazón acelerarse cada vez más. Y es que Jimin siempre lo supo, desde que era un niño se había interesado por el arte en sus diferentes ramas, rogaba a sus padres que le compran crayones y cuadernos de dibujo, amaba garabatear en aquellas hojas pulcras y vírgenes. Incluso si no tenía crayones, corría al patio trasero y arrancaba las flores del cuidado jardín de su madre, aquellas flores las machacaba con sus dedos y creaba así tintas naturales con las que hacía bonitos dibujos, no importaba que más tarde cuando su madre se percatara de ello lo reprendiera, a él solo le importaba pintar.

En su adolescencia sus padres pagaban por talleres de dibujo haciendo que el pequeño Jimin se maravillara y se enamorara aún más del grafito, los colores y de los lienzos, todo lo que él imaginaba podía traspasarlo al papel y de una forma a otra era hermoso lo que la punta de su lápiz trazaba.


—Jimin-ah — sintió el peso cargarse en sus hombros haciéndole detenerse de inmediato. El chico castaño luchaba por recuperar su respiración, se veía tan agitado, el sudor cubría su rostro, para su suerte, aquel tenía en sus manos una botella de agua que en segundos había llevado a su boca bebiendo el líquido exageradamente hidratándose.


— ¡Oye tómalo con calma o vas a ahogarte y no quiero ser el único testigo! — Jimin se rió ampliamente de aquella acción exagerada para él.


— ¿Tuviste suerte al fin? ¡Cuéntame todo a detalle no quiero perderme nada! — el castaño daba pequeños saltitos en su lugar mientras tiraba de un lugar a otro el suéter de Jimin — ¿Van a follar? ¡Por fin seré tío! De una vez te advierto que si tus hijos me molestan los molestaré de nuevo.


— ¡Taehyung! Basta se más discreto, no es necesario que toda la facultad se entere —Taehyung llevó su dedo índice sobre sus labios y susurro un "sshh" —. No lo vi supongo que mañana será diferente.


Habían llegado a la mitad del pasillo justo donde sus caminos siempre se separaban, Taehyung por su parte se dirigiría al aula de músicos, llevaba sobre su hombro un gran estuche de forro negro, en él se encontraba acomodado minuciosamente el saxofón que Jimin le había regalado en su cumpleaños anterior, era uno hermoso, su color gris platinado le hacía resaltar entre los otros instrumentos de su clase.


—Ya llegará el día Jimin solo sé paciente, ahora tengo que irme, hoy es nuestra presentación individual y tengo que tocar frente a la clase el tema de la pantera rosa — una sonrisa le adornó el rostro al castaño y continuó su camino hasta detenerse frente a una puerta, se giró y despidió a Jimin con su mano antes de entrar y desaparecer por completo.


Jimin continuó su camino hasta detenerse enfrente de aquella puerta gris con una placa de metal en la que se podía leer "Artes visuales". Sonrió antes de tomar la perilla, la giro una vez y entró, sus compañeros estaban dispersos, unos mostrando sus bocetos a lápiz, otros presumían de un amplio lienzo iluminado con colores y sombras. Al igual que en la clase de Taehyung hoy tenían que presentar algo frente a la clase, el profesor evaluaría sus habilidades y sabría entonces en qué nivel se encontraban sus estudiantes.

Estaba muerto, el primer semestre había iniciado hace unas semanas y él comenzaba a fallar, no había traído nada que pudiera mostrar ante la clase, estaba perdido.

Sus compañeros pasaban al frente voluntariamente uno a uno, explicaban los sentimientos que sentían y querían expresar mediante su obra, en aquellas hermosas pinturas y dibujos simplemente a bases de sombras estaban representados sentimientos tales como la depresión, la ansiedad, el miedo, la repulsión, el odio pero también buenos sentimientos como la valentía, la libertad, la paz, el amor y la pasión, sus compañeros habían hecho un gran trabajo se habían esforzado y ahora Jimin comenzaba a sentirse angustiado, sus dedos comenzaron a sudar y en su desesperación buscó algo decente que pudiera presentar ante la clase.


—Joven Park, es el único que no ha mostrado su obra y creo que sus compañeros y yo estamos ansiosos por ver lo que ha traído para mostrarnos — el profesor de mediana edad se acomodó los anteojos y miró a Jimin esperando por una respuesta.


—Ya voy profesor — Jimin encontró por fin aquel dibujo que había estado haciendo en sus tiempos libres, pasó decidido frente a la clase y lo mostró.

Aquel era un dibujo de sombras, no había utilizado colores, solo el grafito de su lápiz.


— ¿Por qué tu dibujo no tiene colores Jimin? — su profesor le cuestiono mientras una vez más se ajustaba los antojos.


—Bueno profesor, con toda la sinceridad del mundo, yo no sé pintar con colores, los colores son algo perfecto, sé que le dan vida a lo que podemos plasmar, pero siento que un mal uso lo podría estropear y no mostraría realmente lo que quiero dar a conocer.


—Y en tu obra, que es lo que nos quieres mostrar? — otra interrogante...


—Bueno, la perfección del ser humano en su naturaleza, es perfecto porque no se ha dado cuenta que lo he tomado de modelo, está en su forma natural, lo encantador de mi obra es que cada individuo puede tener una opinión propia sobre el pensamiento incluso del chico, sobre si está sonriendo o si es una mueca de disgusto o cansancio, es bellamente misterioso así como delicado. Es natural, eso es lo que quiero mostrar profesor..


Jimin acababa de improvisar, sonrió con un leve sonrojo en sus mejillas y camino hasta su lugar, dejo aquel dibujo sobre su mesa y sonrió una vez más. Mañana sería el día... 


🍃Polvo Estelar🍃  

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