Epílogo.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

— Te dije que era mala idea comer eso, ¿cuando vas a escucharme?

— Sabes que lo hago por Mía – grita desde el baño – nadie más se atreve a probar su comida.

Estoy sentada en la cama de nuestra habitación, esperando a que Christian termine de vaciar el contenido de su estómago en el sanitario.

— Eso debió darte una pista, ¿no lo crees? – vuelvo a burlarme – Cupcakes de atún no suena tan delicioso.

— ¡Pero solo le dí una mordida!

Un mes después de su propuesta de matrimonio, Christian compró un hermoso departamento en un edificio de lujo en una zona exclusiva de Seattle y me fuí a vivir con él.

Por supuesto que Isaac no estaba de acuerdo, por eso no tuvo quejas cuando establecimos la fecha de la boda para realizarse tres meses después.

— Si, pero ayer te llevó galletas de camarón y especias – le recuerdo – y antes de eso te ofreció una deliciosa muestra del rollo de pulpo y verduras.

Christian se recarga en el marco de la puerta y me mira. Su rostro luce tan pálido que sus ojos grises se ven más grandes de lo normal.

— Lo sé, pero no puedo negarme, sabes que ha estado muy emocionada desde que comenzó los cursos de cocina.

— ¡Hace dos años, Christian! Ya debería haber aprendido algo.

Él mueve la cabeza como si eso le ayudara a pensar en una excusa convincente para seguir comiendo los inventos culinarios de su hermana.

— Está tratando de encontrar su propio estilo, sabes que en Seattle hay muchos chefs exitosos con los cuales competir.

— Bien, pero estás solo en esto.

Me levanto de la cama y salgo de la habitación, con él siguiendo mis pasos. Toma el saco de la silla, se lo vuelve a poner y se ajusta la corbata.

— Prometiste que en la salud y la enfermedad.

Pongo los ojos en blanco mientras entramos al ascensor. Dos años casados y él aún sigue recitando nuestros votos cuando discutimos y se queda sin argumentos.

— Cuando es una enfermedad real, señor Grey – le bufo – no cuando te intoxicas a propósito con la comida de tu hermana.

Me mira con los ojos entrecerrados pero no dice nada más, supongo que por la presencia de Taylor. Subimos al Audi rumbo a Bellevue para la cena en casa de sus padres.

Christian me ayuda a bajar del auto y toma mi mano para caminar hasta la puerta. Antes de que pueda golpearla, la ama de llaves de los Grey abre la puerta y sonríe.

— Señor Grey – luego me mira y se le borra la sonrisa – señora Grey.

— ¡Christian! – chilla Mía detrás de ella.

Le lanzo una mirada de advertencia a mi esposo y él se remueve incómodo. Mi cuñada me da un cálido abrazo antes de volverse hacia su hermano y jalarlo del brazo.

— ¡Ven conmigo! Debes probar lo que acabo de sacar del horno, lo llamaré La Mía Vitta.

— Se ve bien – balbucea él – y huele delicioso.

Ambos están parados frente a la isla de la cocina, con una charola humeante que parece ser algún tipo de pastel de carne.

— ¿Qué es? – me animo a preguntar.

— Rollo de tofú y salsa de soya – Mía sonríe.

La cara de Christian se torna pálida de nuevo y corre por el pasillo hacia el baño. Topa con Grace en la entrada de la cocina pero no se detiene y sigue corriendo.

— ¿Qué le pasa? – Pregunta mi suegra.

— Creo que tiene algún virus en el estómago o una infección.

— Eso no está bien – ella hace una mueca – Deberían ir mañana a la clínica para que el doctor lo revise.

— Claro.

— Ay no – chilla Mía – eso significa que no podrá probar mi tofú.

Sus hombros caen de forma dramática en un puchero que busca conmover, pero supongo que su madre y todos los demás ya no caen en su juego porque la ignora.

— Les haré una cita para mañana – Grace se gira hacia mi – Ven conmigo, Gretchen preparó unos deliciosos ravioles con queso.

Nos sentamos todos a la mesa, Carrick y Elliot incluidos, que no dejan de hablar de béisbol. Mía se queja de que se ofreció a hacer el postre y no se lo permitieron.

— Entonces, Ana – Elliot cambia el tema – ¿Qué tal van los negocios de tu familia?

— Bien, Isaac realmente tiene visión para ello, aunque me siento algo excluida.

— Pensé que serías vicepresidenta o algo así, ¿no se supone que es lo que querías? – insiste.

— Si, pero no me atrevo a reclamar el puesto y sacar a Jamie de su oficina. Ha hecho un excelente trabajo, así que realmente soy la Co-presidenta.

— ¿Eso es un puesto real? ¿Existe? – se burla.

— Soy parte dueña, así que puedo hacer que me llamen CEO si quisiera.

Elliot arquea las cejas pero su vista viaja hacia mi esposo, que le hace una seña discreta para que cambie el tema.

— Tu comida sabe horrible, Mía – suelta Elliot de repente.

— ¡¿Qué dijiste?!

Todos soltamos una risa nerviosa y el señor Carrick habla sobre un problema con un cliente para desviar la atención. Después de la cena nos despedimos para retomar el camino de vuelta a casa.

Me despierta el ruido de agua corriendo, así que giro para ver el despertador sobre mi buró. Y como ya sé lo que ocurre, me levanto para ir a la cocina por el medicamento para las náuseas y un vaso de agua.

Como los otros días, Christian está lavando su cara pálida mientras trata de contener las ganas de seguir vomitando. Toma el par de pastillas y las pasa con un trago de agua.

— Tu madre quiere que vayas a la clínica para que te preescriban algo para el estómago.

— No necesito medicamento – gruñe secándose el rostro.

— Genial. ¿Vas a dejar de comer los inventos de Mía?

Frunce el ceño y aprieta los labios en ese gesto tan obstinado, lanza la toalla a la cesta de la ropa sucia y vuelve a mirarme.

— Solo será una consulta rápida, ¿cierto?

Ruedo los ojos y tomo una toalla para darme una ducha. Me cambio rápido para poder desayunar antes de salir hacia la clínica. Christian solo toma un sorbo del jugo de naranja de Gail antes de irnos.

— ¡Christian! – Saluda el doctor de la clínica cuando entramos a su consultorio – Santo cielo, la última vez que te vi no eras más alto que yo.

El señor de bata blanca ríe y se forman arrugas junto a sus ojos. Su cabello blanco platinado y sus lentes gruesos le dan una apariencia cálida y muy amable.

— Doctor Benson – Christian estrecha su mano – Ella es mi esposa Ana.

— Mucho gusto, adelante. Siéntense.

Nos señala las sillas frente a su escritorio y vuelve a tomar asiento. Comienza a garabatear en la libreta que tiene en sus manos antes de volver a mirarnos.

— Grace dijo algo sobre infección en el estómago.

— Supongo que si, he tenido náuseas con prácticamente toda la comida.

Lo miro fijamente, esperando que de santo y seña de su padecimiento, pero no lo hace. Así que me entrometo.

— Su malestar comenzó desde que probó algunos platillos exóticos – y estoy siendo generosa con Mía.

— ¿Comida exótica? ¿Algo crudo?, ¿pollo o res?

— Pescado crudo – digo y Christian contiene una arcada.

— Ya veo. ¿Fiebre? ¿Dolor abdominal?

— No – dice él finalmente.

— Creo que podría hacerte unos análisis completos, por mientras toma esto.

Dice y saca del último cajón de su escritorio un contenedor de plástico. Pero me lo entrega a mi, así que lo miro confundida.

— ¿Debemos traerle alguna muestra aquí? – pregunto.

— No querida, es para ti, necesito una muestra de orina.

— ¿Una muestra mía? Pero es él quien está enfermo – señalo.

— Lo sé, pero quiero descartar posibilidades. No te importará que te haga una prueba de embarazo.

— Oh, no, claro que no. Llevo el implante anticonceptivo – levanto mi brazo izquierdo y señalo la pequeña cicatriz.

— Entonces no hay nada de qué preocuparse. Usa el baño y en un momento llamo a la enfermera.

Me levanto de la silla y camino hasta la puerta al fondo de la habitación. Es un baño pequeño con una pequeña bata colgada de la puerta. Hago lo posible por depositar la muestra en el pequeño contenedor.

Dos golpes en la puerta y abro un poco para ver a la enfermera frente a mi. Toma el recipiente de mi mano y se gira hacia la habitación de al lado. Me lavo las manos rápidamente y voy detrás de ella.

— ¿Para qué quiere mi muestra? – le pregunto a ella.

— ¿Tú has tenido náuseas?

— No – le aseguro.

Pone el frasco sobre una barra alta y la veo introducir una prueba casera de embarazo. Conozco el procedimiento porque el año anterior me hice una creyendo que estaba embarazada.

— Bueno, pues solo tomará tres minutos y estaremos descartando opciones para el doctor Benson.

Me recargo junto a la barra y volteo hacia la otra habitación, donde el doctor y Christian platican. Unos minutos después la enfermera me hace una seña hacia la muestra y la tomo con cuidado.

— ¿Eso... Eso es...? – balbuceo.

— Positivo, cariño. Felicidades.

La enfermera palmea mi hombro y yo me dirijo hacia el escritorio del doctor Benson. Cuando me detengo junto a Christian, lágrimas ya corren por mis mejillas.

— ¿Ana? ¿Qué ocurre? – se pone de pie y me abraza – ¿por qué lloras?

— ¡No lo sé! – chillo soltando otro sollozo.

— No entiendo... – lo interrumpo.

— Es positivo, el test es positivo. Estoy embarazada.

Más lágrimas corren por mis mejillas y justo ahora sé que es de emoción. De felicidad. Christian me mira a los ojos y sé que él tambien está conteniendo sus lágrimas.

— Un bebé – susurra – Nuestro bebé.

~°~

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Hola!

El epílogo está aqui! Sé que faltan detalles que descubrirán en los extras, como la boda.

Me encanta cuando los personajes interactúan con los lectores, así que propongo una actividad: preguntas y respuestas.

Quien desee participar, puede dejar aquí sus preguntas y comentarios para los personajes.

Aprovecho el espacio para avisarles que esta semana hubo actualización de:

👉Someone Like You
👉Una vida Contigo
👉Amigos + Beneficios
👉Una Historia de Amor parte 2.

Si aún no las han leído, no se lo pierdan! Más capítulos, pronto!! Besitos!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro