Final

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— ¡Banana! ¿Estás lista? ¡Ya es tarde!

— ¡Por Dios, José! Deja de distraerme o jamás estaré lista.

— ¿Y qué tanto tienes que hacerte? ¿Un cambio de rostro?

Camino furiosa hasta la puerta y la abro. José está recargado en ella, por lo que cae de bruces sobre mi alfombra.

— ¡Largo, tonto!

— ¿Vas a usar eso? – pregunta desde el piso – ¿Un vestido Gris?

— ¿Eres asesor de imagen?

Apoya sus manos en el piso para levantarse, se sacude el pantalón de vestir y la camisa negra que lleva abierta y sin corbata.

— Lo que sea... Isaac está listo y tus papás también.

— No tardo.

Regreso a mi tocador por el bolso, el móvil, el maquillaje por si necesito un retoque y me pongo un poco de perfume.

Como José dijo, todos están listos y esperándome en la sala. Mis papás suben con Isaac en su auto, y Nana y yo con José.

José estaciona junto al edificio del auditorio y caminamos hasta la entrada.

— Tengo que adelantarme, los veo cuando termine.

— Por supuesto Annie – papá me abraza – ve a tu puesto y reúnete con tus amigas.

Vuelvo a abrazarlos y me acerco a donde todos los graduados se reúnen con sus togas. Se supone que debemos sentarnos en un orden específico, pero todos lucen más interesados en la plática.

— ¡Ana! – me giro hacia mi única amiga.

— ¡Mía, te estaba buscando! ¿Estás sola? ¿Vienen tus padres? Y... – me interrumpe con una sonrisa.

— Si, ¡calma! Christian está aquí, con ellos y Elliot. ¿Te mencionó algo sobre dar un discurso hoy?

— Claro que sí, mira.

Abro un poco mi toga para que vea el hermoso vestido gris que llevo y que sé va a combinar a la perfección con su traje y corbata del mismo color.

— Oh, ya veo. Piensas en todo, ¿eh cuñada?

— Solo espero que tengamos oportunidad de vernos un rato, creo que mis papás quieren ir a cenar a un restaurante del centro.

— ¡Que bien! Nosotros vamos a casa a cenar, ya sabes, mamá organizó un gran festejo en mi honor.

— Atención, alumnos, vayan a sus lugares para iniciar la ceremonia.

La señora Dunn habla desde el micrófono y todos corremos a nuestros puestos. Puedo ver a Mía sentada un par de filas por delante de mí.

El discurso inaugural, presentación de autoridades, el discurso de los alumnos destacados y por fin... Christian.

Comienza su discurso hablando sobre la importancia de la preparación y el esfuerzo. Y nadie sabe más de esfuerzo que Christian. Lo vi levantar su empresa desde abajo y ser el exitoso hombre de negocios que es hoy.

Mía me busca con la mirada y me hace una seña hacia Christian, que correspondo. Sin pensarlo, mi mano viaja hasta el pequeño collar y delineo el dije con mi dedo.

Mi querido Christian. No puedo concentrarme en nada más que en su expresión formal, su actitud seria y lo guapo que luce con ese traje. Definitivamente el gris le sienta bien.

Después de sus palabras, él y el resto de las autoridades son las encargadas de entregar los diplomas a los graduados. Mía no sintió pena y se lanzó sobre su hermano con un gran abrazo.

Cuando escucho mi nombre, camino por el escenario para estrechar las manos del Decano de la universidad, los directores invitados y finalmente la de Christian.

— Hola – le digo en un susurro.

— Felicidades – me imita y sonríe.

Su mano aún estrecha la mía cuando me acerca con un suave tirón y me besa en la mejilla. Gesto que no pasa desapercibido para las autoridades escolares.

Chillo de la emoción, con el título en la mano y bajo hasta mis compañeros.
Apenas podemos esperar la clausura de la ceremonia para lanzar los birretes y festejar.

— ¡Ana! ¡Lo hicimos!

— ¡Lo sé, Mía! ¡Es genial!

Nos abrazamos y saltamos juntas en un pequeño bailecito que haría reír a José. Cuando nos apartamos, su hermano viene hacia nosotras con una gran sonrisa y las manos en los bolsillos.

— Felicidades Mía – vuelve a abrazarla – Nena, Felicidades.

Se vuelve hacia mí y me abraza levantándome del piso. Yo tomo su rostro con mis manos para besarlo, pero de pronto me baja.

— ¿Qué pasa?

— Tenemos que irnos, mi madre organizó un festejo en honor a Mía.

— Oh, ya veo. ¿Entonces nos veremos después?

— No lo sé, pero te llamo más tarde. ¿Está bien?

— Si, claro – digo con decepción – Tal vez mañana, o... No sé, llámame.

Christian asiente apretando los labios y Mía sonríe forzada. ¿De verdad? ¿Es todo? ¿Cada quien se va a su casa?

Giro sobre mis talones quitándome la toga y la lanzo hacia José cuando se acerca. Me abraza para felicitarme, luego Nana, Isaac, mamá y papá.

El restaurante que eligieron para ir a cenar es uno muy lujoso, así que no me sorprendo cuando veo a muchas mujeres con vestidos largos y yo solo llevo mi sencillo vestido gris.

— Tenemos una reservación a nombre de Raymond Steele – dice papá.

— Por supuesto, por aquí señor Steele.

El hombre nos lleva por un hermoso pasillo adornado con candelabros de cristales largos y pasamos un espacio enorme con mesas, pero seguimos caminando.

Recorremos otro pasillo más tranquilo, hacia un jardín iluminado con elegantes luces y velas en una gran mesa. El camarero sirve vino en las copas cuando nos sentamos, once copas.

Papá se sienta en la cabecera de la mesa, mamá e Isaac a sus costados. Junto a mamá, Nana y José. Yo tomo asiento junto a mi hermano, pero observo el resto de la mesa.

— ¿Esperamos a alguien? – pregunto pero nadie contesta.

— Cielo – dice mamá – creo que tu maquillaje se corrió un poco. Ten, ve al baño a retocarlo.

Me entrega un paquete pequeño de pañuelos y me levanto de la silla. ¿Es importante eso ahora? ¿Planean tomar muchas fotos?

Saco un par de pañuelos mientras camino por el pasillo, buscando el baño. Cuando levanto la vista al área principal, me parece ver a una persona conocida.

— ¿Grace? – Balbuceo, pero eso no puede ser.

Ellos iban a cenar en Bellevue, seguramente estoy imaginando cosas. Antes de que pueda llegar a los sanitarios, una mano me sujeta por el codo y me jala.

— ¡Lo siento! ¡Lo siento! – chillo.

— ¿Y por qué lo sientes? – dice una voz burlona que reconozco.

— ¿Me quieres matar del susto?

— No, pero no deberías caminar por ahí tan distraída. Alguien podría robarte – yo pongo los ojos en blanco.

— ¿Quien? Christian, ¿quién querría robarme dentro del restaurant más lujoso de la zona?

— Yo.

Dice y me libera del codo para sujetar mi muñeca. Me lleva por otro pasillo hasta una zona con un jardín más pequeño con flores de colores.

— ¿Qué haces aquí? ¿No fuiste al festejo de Mía? – lo regaño – Christian, se supone que...

— Shh, traje tu regalo de graduación.

— ¿Mi regalo? Sabes que no es necesario, hice lo que tenía que hacer para asegurarme un lugar en la empresa de mi familia.

— Solo ábrelo.

De su saco toma una cajita rectangular y me la entrega. Parece la llave de algo... ¿Un auto? ¿Su departamento?

— Ábrela.

Vuelve a gruñir y lo hago. Pero no es una llave, ni un llavero, ni nada por el estilo. Es un anillo.

— Cumplí mi palabra y tu hermano cumplió la suya. Así que aquí estoy.

Toma mi mano y se arrodilla frente a mi. ¡Oh mierda! De verdad esperó hasta la graduación.

— Anastasia Rose Steele, cásate conmigo.

Dice y toma el anillo de la cajita para deslizarlo por mi dedo anular, es simplemente perfecto. Es sencillo y va completamente con mi estilo.

— De nuevo – sonrío – no escuché ninguna pregunta, pero acepto. Quiero casarme contigo.

Fin.

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Gracias por leer, votar y comentar!

Algunos avisos antes de que nos volvamos locas!

1. Falta el Epílogo y algunos capítulos extras donde podrán ver sus momentos más importantes, que serán publicados aquí mismo.

2. Arrancamos con las otras dos historias pendientes. Sé que tal vez sean un poco diferentes, y creo que justamente eso le da el saborcito extra. Las publico ya mismo!

3. Someone Like You versión Chris y Ana también está en sus capítulos finales, y eso me permitirá tener más tiempo para las historias en curso.

4. Gracias por todo, de verdad. Gracias!

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