Actitud curiosa

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Algo no anda bien eso lo presentía Hawk, quien miraba fijamente a Meliodas. Éste se encontraba arañando una de las patas del ropero de Elizabeth. Lo curioso de esto, era que el rubio lo hacía como un verdadero gato.

- ¿Qué demonios estás haciendo? - Era la cuartas vez que se lo preguntaba pero era ignorado por el rubio. Ver la sonrisa de Meliodas al destrozar poco a poco el ropero, le resultaba raro a Hawk porque en vez de aprovecharse de que Elizabeth estaba dormida para "acariciarla", estaba haciendo eso. - ¿Será qué se estará volviendo salvaje?

El maullido hizo que Hawk chillara de miedo. Al ver que su cola se movía animadamente y una mirada depredadora y juguetona sobre él. Meliodas tomó esa postura mientras dejaba de arañar la madera. A pesar de mantener un distancia prudente del gato, el cerdo sintió terror.

No habló pero si emitió un suave maullido mientras se colocaba en sus cuatro patas y comenzó a caminar hacia el cerdo, Hawk al ver eso empezó a retroceder al mismo tiempo que se acercaba. Meliodas brincó hacia el animal rosado, asustándolo por completo. - ¡Elizabeth! ¡Ayudame!

- Mmm... - Elizabeth soltó un quejido ante los lloriqueos del cerdo mientras tanto Hawk corría por la habitación para evitar se cazado por Meliodas, durante el proceso la toalla que lo cubría cayó al suelo, dejando al desnudo al pequeño felino.

Mientras la dulce princesa de Lionés dormía, Meliodas y Hawk destruían la habitación "jugando" al gato y al ratón en el cuarto aunque el rubio no se veía con intención de atrapar al cerdo, sino de acabar con él.

(*w*)

Gelda corría con emoción por el patio del castillo con intención de capturar una paloma. Zeldris la miraba con cierta preocupación, ella había dejando de hablar, por lo que solo podía soltar maullidos o gruñidos. Suspiró cansado, debía encontrar a Merlín o hablar con Gowther haber si sabría algo sobre lo que le estaba pasando a su amada.

- ¡Zeldris! - Exclamó Gelda, quien corrió a abrazarlo con cariño, el demonio sonrió y aceptó su afecto. Curiosamente, la vampiro-gato solo podía decir tres palabras completas; su nombre, "sí " y "no". Aunque era mejor que estar completamente incomunicada, él seguía preocupado por su estado actual.

- Joven Zeldris... Los alborotadores han sido eliminados. - Tosió un poco Cusack para llamar la atención del joven demonio, quien se sonrojó al verse en una situación muy cariñosa con su mujer.

Intentando verse serio y tranquilo, cosa que no funcionó, Zeldris dijo. - Muy bien. Ya que mi presencia ya no es tan necesaria, me retiraré a Camelot. Cualquier cosa, estaré al pendiente.

- Excelente. Era de esperarse de mi discípulo. - Comentó Cusack con orgullo, avergonzado aun más a Zeldris. De repente Gelda soltó al joven demonio y se abalanzó con el bigotudo.

Las caras de estupefacción de los presentes por las acciones de Gelda al morder el brazo Cusack con cariño, no le importó a la vampiro. El viejo comenzó a sudar frío ante la mirada seria y asesina de su discípulo. Zeldris se acercó al par y tomó del brazo de su amada para alejarla de su maestro. - Creo que es hora de que volemos hacia Camelot.

Gelda se soltó de Zeldris y con una sonrisa se alejó del par de demonios. Cusack miraba pensativo a la chica irse con entusiasmo, algo no estaba bien. - Joven Zeldris...

- Sí, yo también lo siento. - Habló de inmediato el joven. - Gelda se está perdiendo... No sé si será algo malo o simplemente pasajero... Las cosas de Merlín no son algo en las que tengo mi plena confianza.

- Lo entiendo. Después de todo, ella es la hija de aquel mago. Es obvio tenerle cierta precaución. - Comentó Cusack mientras miraba la herida que le provocó Gelda a su brazo curarse rápidamente. - Espero no ser entrometido, pero a qué se debe su ida a Camelot.

- Aquella bruja me lo encargó, a cambio de un pequeño favor. De cualquier modo, iba a ir para ver unas cosas más personales. - Dijo Zeldris serio ante la mirada orgullosa que le dedicaba Cusack, cosa que lo ponía nervioso. - Bien, iré con Gelda para que no destruya nada de la habitación. Nos vemos.

(*w*)

- Mmm... Que bien dormí. - Murmuró Elizabeth mientras lentamente tomaba asiento, intentó ajustar su vista a la luz actual del cuarto. Fue cuando escuchó un gemido, que la princesa entró en alerta. - ¡Hawk!

Elizabeth vio con preocupación a su amigo, quien estaba todo arañado en un rincón, chillando de manera suplicante. Frente a él, se encontraba un pequeño Meliodas gato con mirada oscura, mientras lo veía con detenimiento, moviendo su cola con juego.

Sin dudarlo, Elizabeth se levantó hacia el par y tomó a Hawk entre sus brazos para comenzar a curarlo. Meliodas vio fijamente con seriedad a su amada y al cerdo.

- Elizabeth... - Sollozó el cerdo con alegría de su salvadora mientras lo mecía, Elizabeth caminó hasta su silla frente al tocador. Tomó asiento y vio con pena a su amigo, se había quedado tan profundamente dormida que se había perdido del mundo exterior.

- Perdonarme, Hawk... - Dijo Elizabeth arrepentida, terminando de curar al cerdo. Levantó su mirada para buscar a Meliodas, viendo que había desaparecido. Hasta que sintió una presencia al lado de ella.

La joven princesa miró inconscientemente a su lado, justo en el tocador, para encontrarse a Meliodas. No había notado su presencia ni siquiera lo sintió moverse que cuando se dio cuenta, asustada gritó y lanzó a Hawk. Elizabeth rápidamente se dio cuenta que corrió a atraparlo.

- ¡Lo siento! - Exclamó Elizabeth mientras abrazaba al cerdo con arrepentimiento. El animal simplemente murmuró un "no hay problema".

Sintiendo algo suave rozar sus tobillos, Elizabeth bajó la mirada y notó con sorpresa que Meliodas era quien estaba restregándole sus cabeza. Lo que le asombró fue el cambio de personalidad, de una depredadora a otra más cariñosa y mimosa.

- ¡Meliodas, eso estuvo mal! - Le reclamó molesta de su actitud... ¿Instinto gatuno o sería salvaje? Miró con sorpresa a Meliodas al ver que se detuvo para tomar una posición erguida, porque andaba en cuatro patas, y levantó su mirada. - ¿Meliodas...?

Sus ojos la miraron fijamente y poco a poco comenzaba a hacer un pequeño puchero, mientras agrandaba su ojos. Provocándole a Elizabeth una pequeña agitación en su corazón y soltar un "Awww". La princesa dejó en el suelo a Hawk y tomó a Meliodas en su lugar.

- ¡Eres tan tierno! - Exclamó ante la ternura que el pequeño felino despedía. Elizabeth restregó su rostro contra el de Meliodas, quien comenzó a ronronear con suavidad.

- Genial. Elizabeth ha caído. - Murmuró Hawk con sarcasmo y obviedad ante la escena frente a él. El cerdo y Elizabeth, quien seguía mimando a Meliodas, comenzaron a caminar hacia la puerta de la habitación, era hora de ir a comer.

(*w*)

Zeldris tocó la puerta antes de entrar, pues aunque era su habitación, él respectaba la privacidad de su amada. Al ver que no hubo ningún reclamó o algo parecido, entró en la puerta. Podía sentir la presencia de Gelda, aunque no de igual manera que hace rato por lo que entró lentamente.

- ¿Gelda? - Habló suavemente solo para no ver nadie dentro de su habitación. - ¡Gelda! - Exclamó Zeldris asustado, adentrándose al cuarto con rapidez, solo para casi tropezar con un vestido de su amada tirado en el suelo.

Confundido, pues conocía lo ordenada que era Gelda, tomó el vestido y comenzó a jalarlo solo para detenerse al oír un maullido. Zeldris expectante, vio un pequeño bulto moverse debajo del vestido.

- No, no, no... - Murmuró Zeldris preocupado mientras quitaba el vestido del bulto, con mucho cuidado de no lastimarlo. Cuando por fin logró mover la prenda, sus ojos se agrandaron ante lo que había ante él. - ¡¿Gelda?!

Era una pequeña gatita Gelda atrapada en una de sus medias, ella lo miró con curiosidad y se intentó acercar a su amado demonio pero debido a que estaba atascada, no podía avanzar. Zeldris aun sin creerlo, la levantó con cuidado. El demonio la miró de cerca para comprobar que no tuviera alguna herida.

-¡Meow! - Maulló Gelda con entusiasmo para luego soltarle un lengüetazo en la nariz a Zeldris, quien se quedó estático por unos minutos, mientras la pequeña gata lo miraba con una sonrisa y movía su cola animadamente.

Lentamente Zeldris la dejó en suelo para tomar asiento y poner sus manos en su rostro. Él desprendía vergüenza, su cara completamente roja lo delataba. Mientras intentaba relajarse por la impresión que su adoraba y tierna Gelda le dio, ella comenzó a restregarse en él con cariño.

Tenía que encontrar a Merlín o al menos un remedio, y rápido.

(*w*)

El actual rey de Lionés, Baltra, se encontraba sentado en el comedor junto a sus dos hijas, Verónica y Margaret. Ya era hora de comer y aunque los mencionados no había recibido, no estaban molestos sino que se encontraban platicando animadamente hasta que su atención se centró en la puerta principal que se abrió.

- ¡Elizabeth! - Exclamaron con alegría sus hermanas al ver a la chica de cabellos plateados, quien cargaba a un pequeño bulto amarillo. - ¡Buenos días!

- ¡Buenos días, Margaret, Verónica! - Elizabeth, quien les sonrió con mucho cariño mientras tomaba asiento. Se giró unos instantes para ver si Hawk se había ido a la cocina y al no verlo, supuso que sí. - Buenos días, padre.

- Buenos días, Elizabeth. - Contestó el rey de Lionés con cariño. Baltra notó a aquel bulto que se movía en los brazos de su adorada hija. - Elizabeth. ¿Qué es lo que traes ahí?

- ¡Oh, es Meliodas! - Exclamó Elizabeth con alegría mientras ponía al pequeño rubio, ya vestido, en la mesa. El gato miró a los presentes sin importancia para proceder a lamerse una de sus patas. La joven princesa sonrió nerviosa ante las caras de asombro que su familia les dedicó. - Se que parece una locura pero no es mentira. Es una larga historia pero en pocas palabras, unas pócimas de Merlín causaron problema que terminaron en Meliodas y Gelda convertidos en un cierto tipo de gatos.

- ¡Gelda! - Exclamaron Margaret y Verónica con preocupación pues se habían convertido en amigas de la vampiro, Meliodas gruñó ante la poca atención que estaba recibiendo.

Mientras platicaba sobre cosas triviales, Meliodas miraba fijamente el vaso de Elizabeth. Él se encontraba sentado junto a los cubiertos de la chica de cabellos plateados. Unas puertas se abrieron dejando ver a varios sirvientes llevando comida a cada uno de los integrantes de la familia real. Una de las sirvientas se acercó a Meliodas y le acarició la cabeza para dejarle un pequeño plato con un trozo de carne.

Elizabeth rió ligeramente ante la linda cara hambreada que Meliodas desprendía por el gran pedazo frente a él. Sin nada más que hacer, todos precedieron a comer tranquilamente.

(*w*)

Zeldris se encontraba llegando a Camelot, por lo que al ser visto por algunos guardias del castillo, procedieron a avisarle a los temporales gobernantes del reino. El demonio avanzó por la entrada con Gelda en su hombro y cargando una pequeña maleta que contenía ropa de él y su amada. La gatita, quien vestía un pequeño vestido blanco por cortesía de Cusack, se encontraba muy tranquila ante las miradas de sorpresa de algunos caballeros.

Debido a que Merlín y Gowther habían ayudado para evitar que Zeldris fuera reconocido por lo cometido anteriormente, éste caminaba sin problema algún por el castillo. Uno de los sirvientes tomaron el equipaje y se lo llevaron a la usaul habitación que usaban él y Gelda para descansar durante sus estancias.

- Zeldris... ¿Por qué estamos aquí? - Preguntó Gelda con curiosidad durante el trayecto, ella había recuperado su habla y mentalidad pero seguía en ese aspecto pequeña y gatuno.

- Merlín me encargó que cuidara a este par... - Al llegar a una gran puerta y escuchar dentro de ella ruido y sollozos, supuso el por qué se lo había pedido. - ... Y ahora creo entenderla.

Abrió la puerta para ver una gran mesa con papeles esparcidos y a dos miembros de los siete pecados capitales sorprendidos ante su presencia. Gowther intentaba inútilmente calmar a Escanor, quien se encontraba sollozando con unos papeles en mano.

- ¡¿Zeldris...?! ¡¿Gelda?! - Exclamaron ambos con sorpresa ante la apariencia de la dama, pero Gowther sonrió maravillado y se acercó al demonio para poder tomar a Gelda, quien simplemente le sonrió ante la emoción del muñeco.

- Es una larga historia. - Comentó Zeldris ante la cara estupefacta de Escanor, quien cambio de rostro al ver a su salvador acercársele. - Pero ahora, déjame ayudar un poco para poder comer y luego terminar con este desastre que hicieron.

- ¡Sí! - Chilló Escanor con alegría y alivio. Mientras el demonio y humano trabajaban en el papeleo, Gowther acariciaba a Gelda como un niño pequeño. Zeldris miró de reojo al muñeco, luego le preguntaría sobre alguna solución para la apariencia de la chica.

(*w*)

- Eso estuvo delicioso. - Comentó Elizabeth mientras terminaba de comer, su padre y Verónica se habían retirado para hacer unos pendientes, dejándola a ella con Margaret y Meliodas.

- ¿Y sabes cuánto durará el efecto? - Preguntó Margaret con curiosidad, viendo que Meliodas mantenía una mirada fija en el vaso.

- No realmente... Pero tengo el pendiente de que esto le afecte negativamente, quiero decir, su aspecto cambio y no había problema, pero ahora ya no puede ni hablar. - Margaret miró con preocupación a Elizabeth, quien veía tristemente a su amado. Meliodas comenzó a mover el vaso lentamente. - No, Meliodas. Vas a tirarlo. - El gato se detuvo, pero se mantuvo viendo a la chica.

Margaret se levantó y le sonrió a su hermana. - Todo saldrá bien, solo hay que ser pacientes... - Elizabeth agradeció con un gesto sus palabras. Mientras tanto, Meliodas siguió moviendo el vaso hasta tirarlo de la mesa, rompiéndose en miles de pedazos.

- ¡Meliodas, qué te dije! - Exclamó Elizabeth molesta, pero a Meliodas le dio igual porque comenzó a lamerse su patita. Margaret se rió ligeramente solo para retirse pero mientras lo hacía, escuchó a su hermana gritar. - ¡Meliodas, no te comas a Hawk!

Al girarse a ver qué estaba pasando, se dio cuenta de que Elizabeth y Meliodas habían salido del cuarto.

(*w*)

- No te sabría decir... Merlín tiene un cuidado con sus pócimas, aunque puedo intentar contactarla lo más rápido posible. - Dijo Gowther mientras terminaba de ordenaba los papeles. Ya habían terminado con el papeleo.

Escanor sonrió con alivio mientras se estiraba, Merlín le había dejado muchos pendientes. Zeldris tenía a Gelda acurrucada en sus brazos, ésta dormía plácidamente. Gowther cerró la ventana pues comenzó a hacer frío, observa que ya era de noche y lo bueno que habían podido comer durante su jornada de trabajo.

- Realmente no se esperaban que Merlín les dejara ese tipo de trabajo acumulado, ¿verdad? - Escanor asintió cansado y Gowther lo negó, él ya lo suponía. Zeldris miró a Gelda con ligera tranquilidad, mientras caminaba hacia la salida. - Bien, estoy casando así que me retiró. Que descansen.

- ¡Buenas noches! / ¡Descansan - Exclamaron Gowther y Escanor, respectivamente. Zeldris asintió y salió del cuarto, suspiró un poco cansado, esperaba que mañana no fuera igual que ahora.

Mientras caminaba, Zeldris se dio cuenta de que Gelda había despertado. - Mmm... ¿A dónde vamos?

- Al cuarto, ha sido un largo día y debemos descansar. - Comentó Zeldris con ternura, mientras acariciaba la mejilla de Gelda, quien sonrió ante el gesto cariño que le estaba regalando su amado. - Luego veremos como regresarte a tu estado normal.

Llegaron a su habitación y se adentraron. Zeldris cerró con seguro, aun no tenía mucha confianza con los caballeros de este reino. Dejó a Gelda en la cama mientras iba al baño. La pequeña gata observó con curiosidad la habitación, todo era tan grande.

- Entonces así es como se siente Meliodas. - Se dijo así misma, Gelda cerró los ojos tan solo unos instantes para darse cuenta al abrirlos que todo era normal. - ¿Eh?

Su cuerpo había regresado a la normalidad y en el proceso su ropa se había roto, quedando desnuda. Su piel se erizó ante el frío viento que entraba por la ventana. Gelda sonrió con alivio mientras se tapa con la cobija, pero esa sonrisa se borró al sentirse algo rara.

(*w*)

- ¡Meliodas! - Exclamó Elizabeth entre molesta y avergonzada ante los cariños que el rubio le daba.

Meliodas había vuelto a su tamaño original y se encontraba sentado encima de Elizabeth mientras se dedicaba a lamerle el cuello con cariño. La chica de cabellos plateados se estaba perdiendo entre las dulce caricias que el rubio le estaba proporcionando. Estaban ellos dos solos, Hawk había decidido que ya había sufrido suficiente así que se fue a la taberna.

Durante todo el día habían estado jugando los tres, o al menos Meliodas, que habían terminado con cierto cansancio por lo que se retiraron cada quien a sus respectivas direcciones, el cerdo a la taberna y la princesa con el gato a su habitación. Elizabeth estaba arropando al pequeño gato cuando de repente quedó cegada por una luz proveniente del felino.

Cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando, ella estaba debajo de Meliodas mientras éste comenzaba a ser muy cariñoso con Elizabeth. Esta iba a hacer una larga noche.

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N/A: Hola a todos, aquí un nuevo capitulo. Está historia va a ser corta, pero estoy algo bloqueada por lo que tardaré en subir los capítulos. Como saben, o les mencione, esta historia contendría algo de lemmon y tal vez el siguiente capitulo lo contenga( ͡° ͜ʖ ͡°) . Cualquiera que sea el caso, habrá una advertencia. Lamentos los errores ortográficos y gramáticos.

¡Muchas gracias por leer y que tengan un excelente día!


PD: He cambiado la portada... Nomas decía n.n

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