THREE

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Melina.

Ya había pasado cómo una semana de que mi cumpleaños. El día miércoles había llegado, lo que significaba que hoy era el primer partido de la selección y lo que también significaba que estaba que me hacia caca encima y eso que yo no jugaba, pero era parte del plantel y aportaba demasiadas cosas para el partido por las estadísticas de los chicos. Hace unas horas, cuando mi papá estaba terminando de armar el equipo solo tomó una sugerencia mia y ya no pude hacer que aceptara nada, tampoco Pablo ni Walter pudieron decir nada, él ya estaba decidido y parecía demasiado seguro cuando presentó el equipo que iba a jugar hoy frente a la prensa.

El colectivo paró una vez que entró al estadio y papá les dió una pequeña charla de ánimo, más corta que la de antes de salir a jugar, antes de bajar del colectivo él y los demás de cuerpo técnico menos yo, que me quedé junto a los chicos que cantaban desde que salió el colectivo del hotel. Una vez que pararon, comenzaron todos a bajar, Paulo bajó delante mío y esperó a que yo bajara con Leandro detrás para entrar juntos a los vestuarios. Al rededor del colectivo estaba lleno de cámaras que nos apuntaban y con Paulo entramos hablando tratando de sacarnos el nerviosismo que mi amigo parecía no tener.

─ Es que sé que Leo no va a salir, este partido lo veo desde el banco ─ aclaró él cuando le pregunté por sus nervios y yo hice una mueca.

Era una paja estar en ese lugar de suplente.

Una vez que estaban todos adentro del vestuario, yo salí al campo con Walter para preparar los conitos en los que los chicos iban a calentar en pocos minutos. Volví a adentro a buscar la tablet y una botella de agua para hacer tiempo y luego todos los chicos comenzaron a salir del vestuario para ir a la cancha donde ya los hinchas estaban y comenzaron a gritar por todos. Yo les di a los suplentes los chalecos de color y los demás se ponían las pecheras por encima de la camiseta blanca lisa.

Walter los hizo correr del primer conito junto a nosotros hasta el último en la otra punta de a tres. A medida que pasaban, yo los iba revisando por la tablet y todo iba bien.

─ Bien, zigzag entre las cuerdas ─ señaló el hombre a mi lado a la siguiente actividad mientras yo me quedaba con los suplentes en los conitos.

─ Julián, Enzo y Thiago... ─ leí la tablet y después levanté la mirada para buscarlos ─ pónganse los tres a hacer pases entre ustedes desde el primer cono hasta el último, cinco minutos.

Los chicos me hicieron casos mientras iban al costado agarrando las pelotas y fueron trotando hasta el último cono haciendo pases. Yo seguí armando los grupos.

─ Angel, Ezequiel y Marcos ─ los llamé y los mandé a hacer pases pero tirando más de lejos la pelota.

Podía sentir la mirada de Paulo esperando que lo llamara, por eso lo mandé a él, Alexis, Ezequiel y Lizandro en grupo también. Observé a cada uno practicar cambiando la vista de ellos a mi tablet y así.

─ Rotación.

Los chicos cambiaron y Walter volvió a mi lado apurando a los chicos mientras vemos en la otra punta a los de Arabia calentando también. Walter les puso más ejercicios sumando a los chicos que iban a jugar. Miré rápido toda la cancha llena de banderas de Argentina, todo era celeste y blanco literalmente, y sonreí. En el arco del otro lado de la cancha entrenaba Dibu, éste desde lejos también miró hacia nosotros y cruzó mirada conmigo que lo seguía mirando y me guiñó un ojo alzando el pulgar con sus guantes puestos.

No iba negar que las piernas me temblaron y solo le devolví la sonrisa mientras apretaba la tablet con fuerza. Que hijo de puta.

Walter y yo dimos por terminado el calentamiento y todos los chicos volvieron a los vestuarios, solo faltaban unos veinte minutos más o menos para que el partido comenzara y se tenían que terminar de preparar. Dejé a los chicos ahí y me fui hacia el lado de la cancha en los bancos donde estaba papá con Pablo, siempre ellos dos.

Estuvimos haciendo tiempo hablando y los últimos minutos me puse un rato con el celular a ver instagram, subí una historia de la cancha con los hinchas y después me guardé el celular. Lo tuve que meter en mi mochila porque tenía una calza, no tenía bolsillos. Mí vestimenta era cómo siempre aunque hoy llevaba una calza negra y la chomba azul de la selección de siempre.

Diez minutos antes de las diez de la noche, los dos equipos comenzaron a salir mientras todos los hinchas de argentina gritaron todo lo que podían cuando los chicos salieron y se pusieron en fila uno al lado de otro después de la presentación de los dos países. Suspiré temblorosa a un lado de todos los del cuerpo técnico y nos pusimos de pié cuando comenzó a sonar nuestro himno.

Una vez que terminó todo, comenzó el partido. Y ahí fue cuando literal sentía que me hacia caca encima, pero tenía fé en este partido y de nuestro equipo. Hoy íbamos a ganar, así de positiva había que ser porque había chances.

•••


Sinceramente me quería matar.

Habíamos metido un gol a los primeros minutos, Messi tan icónico cómo siempre. Pero el tema era que había sido penal porque uno de Arabia tocó a Paredes, así que él fue a hacer el penal e hizo gol. Desde ahí fue todo hermoso, estábamos a un paso adelante pero después se empezó a ir todo a la mierda, literalmente. Ya nos habían negado un gol porque estaban adelantados y me quise arrancar los pelos, ya ni mirar la tablet me tranquilizaba. Y creo que fue peor cuando Lautaro metió gol y también estaba adelantado.

─ La concha de la lora ─ me desparrame en el banco agarrándome la cara, papá estaba a los saltos de un lado a otro casi metiéndose adentro de la cancha. A mí lado Pablo suspiró.

Me quedé ahí viendo el partido unos siete minutos más, hasta que mí vista se clavó en Lautaro otra vez, quién iba casi solo hacia el arco. Rápidamente me levanté del banco al igual que los que estaban a mi lado y mi corazón se paró cuando metió gol. Miré a mi papá enseguida que quedó parado en su lugar y después a los demás a mi al rededor mientras los hinchas festejaban el gol al igual que Lautaro. Pero el silbato hizo que empiece a respirar pesado cuando negaron el gol, otra vez. Resople volviendo al banco e inconscientemente mis labios formaron un puchero, me quería matar, pero por suerte todavía estábamos a un paso adelante por el momento.

El primer tiempo terminó y todos los chicos entraron al vestuario con buenos ánimos por estar ganando, pero sin mencionar los tres goles negados. Yo no los seguí y me quedé otro rato sentada en el banco tomando agua de mi botella mientras miraba la tablet, le tenía que ofrecer a papá los cambios para este segundo tiempo, teníamos que mover un poco todo para ver qué resultados podían dar, para probar. Salí de la cancha y entré adentro saludando una cámara de fotos que justo me enfocaba.

Busqué la sala donde estaban algunos de los médicos y seguí las flechas por el pasillo pasando de largo los vestuarios. Una vez que llegué, estaba la puerta abierta así que entré. Adentro estaba Diego junto a Antonella, quien le decía Nella porque ya había una Anto en mi vida ahre, al rededor de Enzo quien estaba sentado en la camilla. Fruncí el ceño mirándolo.

─ ¿Que te pasó? ─ le pregunté al morocho, no me respondió, pero Diego soltó un suspiro.

─ Nada, dice que tiene una molestia en el hombro.

¿Es joda?

Miré al chico otra vez ya cruzada de brazos y éste no me miraba, de hecho cambió su mirada baja a Nella quien se acercó a mi con su sonrisa amable, pero la notaba incómoda.

─ ¿Necesitabas algo? ¿Le pasó algo a algunos de los chicos? ─ Diego también giró la cabeza para escucharme y yo solo negué con la cabeza adentrándome más a la habitación.

─ No ellos no, vine a ver si tenían algo para el dolor de cabeza. Siento que me muero o por esto o por el partido.

Nella asintió comprensiva y se fue a los cajones que había en un mueble al otro lado de la habitación. Volví mi vista a Enzo, quien mientras Diego le hacía masajes en el hombro, giró un poco su cabeza hacia un costado para mirar de reojo a Nella, quien sacaba una caja de pastillas para venir a mi. Volví de mí cara de gatito con la ceja alzada que le estaba dando a Enzo y la miré con una sonrisa.

─ Gracias divina ─ le agradecí agarrando la pastillas y pasarla de golpe con el agua en mi mano, odiaba tragar pastillas pero bueno no quedaba de otra.

Los saludé antes de salir y volví hacia la cancha donde me crucé a los chicos ya saliendo del vestuario con mi papá detrás de ellos. Todos volvimos a nuestras posiciones de antes y el partido retomó su segundo tiempo.

Y todo lo que vino fue una mierda. Arabia cómo a los dos minutos nos metió un gol y yo no dejaba de tirar mí cabeza hacia atrás ya ni me importaba desnucarme o el gritar todas las puteadas que pueda, seguía con mi fe y buenas vibras para que manifestar ganar el partido.

Pero la manifestación me odia y a los Árabes metieron otro gol a los cinco minutos, quería llorar, pero respiré profundo bajando toda mí botella de agua. Hasta acá podía entender todas las puteadas que largaba el Dibu después de levantarse del piso mientras los Árabes festejaban haciendo piruetas, si, piruetas así en el aire. No quería ser racista ni nada y no estaba orgullosa de los comentarios que se me vinieron a la mente en ese momento, era muy cancelable pero estaba enojada y hasta triste.

Dos a uno. Así fue cómo concluyó el partido cuando los noventa minutos más el alargue terminaron. Arabia festejó con su gente mientras nosotros volvíamos a los vestuarios, ninguno habló mucho, después de algunas ruedas de prensa que tuvieron, nos subimos al colectivo para ir al hotel. Y al llegar, había un reportero que ninguno le dió bola, nadie iba a decir nada. Hasta me había llamado por mí nombre para que de una nota pero papá me agarró de los hombros y me arrastró hasta adentro donde ya los chicos se estaban yendo a sus habitaciones, tratando que el ánimo no decaiga, pero sinceramente estábamos algo decepcionados. Era el primero partido y solo con un gol, casi sin puntos estábamos y era algo duro después de que veníamos con re buena fe, era una derrota bastante dura para todos. Papá usó algunas de mis opciones de cambio de jugadores y siento que quizás no sirvió una mierda, eso me decepcionaba a mi misma.

Pero también traté que el ánimo no decaiga y no me metí mucho en redes esta tarde, me la pasé sola para aclarar mi mente y darme un tiempo para mí misma, que en vez en cuando hacia por necesidad, me agobiaba rápido aunque estuviera acostumbrada a todo esto. Me fui un rato al jacuzzi del hotel sola mientras tomaba un poco de cerveza y después volví a la habitación para pasar acostada toda la tarde y noche, solo me pedí la cena a la habitación y me di un baño rápido antes de ir a dormir.

Además, dentro de pocos días teníamos otro partido, casi no teníamos tanto descanso y necesitaba todo el que pueda para recuperar mis energías.














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dale que hoy juega argentina!!!! ahre estoy como meli que se hace caca de los nervios no joke.

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