II

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He estado esperando para conocerte
Palmeras en la luz
Puedo ver tarde en la noche
Cariño, estoy esperando para saludarte
Ven conmigo

-Bel Air. Lana del Rey

Su día escolar por fin había dado fin. Saliendo del aula donde su última clase del día había finalizado, el rubio príncipe caminaba por el pasillo con sus dos mejores amigos, Hoseok y Taehyung. Los tres con la frente en alto, disfrutando las miradas enamoradas de las chicas que los veían pasar, incluso una que otra mirada de algún caballero.

El Sol estaba en todo su esplendor, provocando que Jimin frunciera un poco el ceño y se colocara las gafas oscuras que había tomado anteriormente de su habitación.

— Por tu notorio odio al Sol, puedo intuir que te la pasaste muy bien anoche. — sonrió burlón Taehyung. — Nunca pierdes la oportunidad de que te halaguen tus ojos verdes falsos.

Jimin rodó los ojos y lo miró por un par de segundos para después dirigir su mirada al frente.

— A pesar de tu comentario fuera de lugar, puedo confirmar que me la he pasado de maravilla la noche anterior. — dijo alborotando un poco su cabello para después sacar su celular y dejar en visto un par de mensajes que había en su bandeja.

— A mí lo que me sorprende es que aún no te descubran, literalmente tienes seguridad al máximo todos los días, todo el tiempo. — habló está vez Hoseok, acomodándose su mochila sobre sus hombros mientras miraba a Jimin. Éste sonrió burlón.

— He crecido toda mi vida es ese lugar, Hoseok, por supuesto que puedo escaparme cuando se me plazca, no es mucha ciencia. — dijo secamente, esperando un tanto irritado a su chofer, odiaba que llegara tarde, aunque fueran sólo unos pocos minutos.

Y no mentía, Jimin siempre había sido una persona bastante curiosa, lo que le permitió encontrar muchas salidas secretas del castillo al exterior, sin la necesidad de usar la salida principal del lugar donde vivía. Conocía el lugar como la palma de su mano. No había que ser un genio para poder escapar del lugar con máxima seguridad en Seúl, pero sí conocer los puntos ciegos de las cámaras y la hora de dormir del personal.

En este caso, Jimin no podía contar con exactitud las veces que había escapado del castillo, tanto para poder ver a sus amigos, como para ir a ese lugar.

— Bien, de todas maneras, me sorprende que aún no te descubran. Pero cuéntanos, ¿encontraste a alguien decente? — Hoseok arqueó su ceja mirando curioso a su amigo.

— Lo que Hobi quiere decir, pero no se atreve por miedo, es si por fin pudiste acostarte con alguien. — dijo Taehyung rodando los ojos ante el miedo que su amigo le tenía al príncipe.

Los ojos desorbitados de Hobi le divirtieron y Jimin no hizo más que rodar los ojos volviendo a mirarlo.

— De verdad que hoy estás más nefasto que otros días. — dijo Jimin con severa molestia. Taehyung se encogió de hombros.

— Es parte de mi encanto. — sonrió y Jimin soltó un bufido.

— No me acosté con nadie porque tengo mejores gustos que ustedes dos. ­— los señaló y prosiguió. ­— Solamente me besé con un par de personas, es todo.

— ¿Sólo un par? — Taehyung volvió a burlarse y Jimin comenzaba a perder la paciencia.

— Lo único que me molestó fue que un imbécil derramó su bebida en mi camisa. — dijo el príncipe ignorando el comentario de su amigo.

— Ya, prometemos ir contigo a la próxima. — dijo Hoseok tratando de relajar a su rubio amigo.

— Como sea, debo irme. Nos vemos mañana. — dijo Jimin divisando las tres camionetas que se detenían al frente de él.

— Vaya, por un segundo me preguntaba por qué no habías traído guardaespaldas esta vez. — dijo Hoseok observando la seguridad que tenía el príncipe.

— Logré convencer a mi padre que sólo fuera antes y después de clases, el semestre anterior tuve problemas con la profesora de Biología porque se rehusaban a salir del salón. — Jimin se encogió de hombros restándole importancia.

— Eres el príncipe, la seguridad literalmente es tu sombra. — dijo Hoseok ladeando la cabeza.

— Nos vemos mañana. — dijo Jimin dando fin a la conversación. Subió a la camioneta, no sin antes observar que sus dos amigos lo despedían alegremente.

Esbozó una rápida media sonrisa cuando el vehículo estuvo a varios metros lejos del colegio. Por supuesto que había disfrutado de la noche anterior.

Horas antes: Domingo, 9:45 p.m.

Movía constantemente su pierna de arriba abajo en un vano intento de concentrarse en su lectura. Se sentía demasiado ansioso, no tenía idea del por qué. Suspiró mirando hacia el techo, quitando con cuidado sus gafas para la vista cansada, el príncipe se rindió después de intentar leer la misma página durante veinte minutos.

Unos toquidos en su puerta hicieron que dirigiera su mirada hacia la salida, observando la presencia de su nana, con una sonrisa cálida, como solía mirarlo desde que era pequeño.

Sólo quería saber si se te ofrecía algo más, antes de retirarme a descansar. — Jimin negó con la cabeza.

Estoy bien, descansa. — dijo para después recibir un beso en la frente por parte de la mujer.

Descansa. Duerme ya, mañana es tu primer día de clases. — le dijo dando vuelta hacia la salida. Jimin sólo asintió con la cabeza sin que la mujer lo viera.

El problema era que no se sentía cansado.

Suspiró para después sonreír malévolamente. Rápidamente tomó su celular, entrando al grupo de chat que tenía con sus dos amigos.

salgamos.
9:46 p.m.

Hobi
lo siento, estoy en casa de mi abuela.):
9:46 p.m.

TaeTae
qué más quisiera, pero el idiota de Namjoon decidió aparecer y mis padres le están haciendo una estúpida cena.
9:47 p.m.

Hobi
nos habías dicho que regresaba dentro de dos meses.
9:47 p.m.

TaeTae
lo sé, pero quiso visitarnos para contarnos sobre su emocionante vida sobre la universidad y recoger algunas cosas que supuestamente olvidó.
9:47 p.m.

como sea, estaré en donde siempre por si gustan honrarme con su especial presencia.
9:49 p.m.

TaeTae
estoy a punto de arrancarme los oídos con sólo escuchar su insoportable voz, que más me gustaría ir contigo.):
9:49 p.m.

Hobi
¡diviértete! nos cuentas si pasa algo interesante. c:
9:49 p.m.

TaeTae
¡no olvides usar condón!
9:50 p.m.

Bloqueó su celular rodando los ojos ante el último mensaje enviado por su amigo. Buscó en su clóset algo lindo para poder salir.

Por fin estaba listo, usando unos pantalones ajustados color azul marino que se amoldaban perfectamente a sus trabajadas piernas y una blusa blanca holgada de los brazos, pero un poco ajustada del torso con el cuello en forma de "V"; portaba una gargantilla color blanco con un colguije en forma de medialuna, unos botines con plataforma en color azul metálico.

Se había maquillado solamente haciendo un delineado con sombras oscuras sobre y debajo del párpado, provocando que sus ojos se vieran más profundos y los pupilentes color verde que usaba, resaltaran más. El cuello y parte del pecho que se podía ver, estaban ligeramente polvoreados de brillantina.

Su cabello rubio estaba peinado con algunas ondas que dejó formarse cuando salió de la ducha, provocando que se viera un poco "rebelde". Aunque sabía que lo era.

Se miró por última vez en el espejo, diablos, amaba cómo se veía. No dudaba que podría estar junto a alguien esa noche.

Mordió su labio de sólo pensar en eso.

Tomó dinero de su escondite junto con su celular y con cuidado salió de su habitación.

El castillo se conformaba por cinco pisos. En el primero, estaban la cocina, la sala de estar, el comedor, junto con las salidas principales, tanto hacia los enormes jardines como al exterior; así como el enorme salón donde se llevaban a cabo las ostentosas fiestas que caracterizaban a la realeza. En el segundo, se encontraba la biblioteca, conformada por cada libro que los miembros deseaban, pero había una sección en específico que contenía libros de historia, economía, entre otras cosas que solamente el rey y el príncipe Jihyun podían tomar; también se ubicaba el estudio que ocupaban como oficina cuando se encontraban en el castillo (lo cual, era muy rara la ocasión). En el tercero, se encontraban la habitación del príncipe Jimin y de su hermano mayor, junto con una enorme habitación que ellos ocupaban como "salón de arte", que con el paso de los años se había convertido más en un espacio personal de Jimin debido a las responsabilidades cada vez mayores de su hermano mayor. Esta habitación contaba con diversos instrumentos musicales, así como pinturas que Jimin y Jihyun habían hecho a lo largo de su vida.

El cuarto piso se encontraba lleno de habitaciones que utilizaban los huéspedes de la familia real, o los amigos de Jimin (nunca los utilizaban, debido a que ellos preferían dormir en la habitación de Jimin, y éste también, aunque fingiera molestarse cuando lo comentaban).

El quinto piso se encontraban muchas más habitaciones, junto con la de sus padres. Jimin evitaba subir hasta el quinto piso; ese piso tenía algo que lo perturbaba; sin embargo, nunca dijo nada o escarbaba su memoria para descubrir el por qué.

Tal vez eran alucinaciones suyas.

Tal vez no.

Cuando logró salir de su habitación, descubrió que el pasillo estaba desolado; ligeramente alumbrado por pequeñas lámparas que lo dirigían tanto a las escaleras para subir o bajar.

Con un caminar silencioso, verificó que su hermano no se encontrara en su habitación, o mínimo que estuviera durmiendo. Al sólo escuchar silencio y ver que no resaltaba luz por debajo de la puerta de su habitación, retomó su silencioso andar hacia el cuarto de arte.

Volteó hacia ambos lados antes de entrar para verificar que no pudiera verlo algún personal de limpieza, o algún guardia de seguridad que hacia rondas a lo largo del pasillo para verificar que la familia real se encontraba a salvo.

Al cerrar la puerta detrás suya, suspiró un poco aliviado. Caminó hacia el fondo de la enorme habitación donde había muchas pinturas recargadas en el piso, incluso algunas sin terminar. Observó el enorme librero de madera vieja, lleno de libros sobre artistas famosos, la historia de la pintura, cómo perfeccionar la técnica, entre otros.

Con cuidado se inclinó hacia el último libro de la esquina izquierda, con pasta amarilla ligeramente desgastada y con cuidado lo jaló hacia sí, escuchando un ligero crujido en la pared.

El librero que ocupaba la mitad de la pared se alzó un poco y Jimin con facilidad lo recorrió hacia la derecha lo suficiente para que su cuerpo cupiera. Lo jaló de nuevo y se escuchó otro crujir en la pared, esta vez, la señal que indicaba que estaba cerrado.

Con la lámpara de su celular, alumbró el estrecho camino con escaleras de piedra; con cuidado de no resbalar, pero con cierta prisa, bajó éstas y giró hacia la izquierda con un pasillo desolado, derecha y otra vez izquierda y pegó su oído a la puerta de madera vieja que estaba frente a él.

Al ver que no había ningún ruido, con cuidado giró la perilla oxidada y abrió levemente ésta.

Se encontraba en la parte trasera del jardín, al final de éste, con las rejas negras que le daban fin a la parte del castillo, separándolo del exterior.

Volteó a todos lados antes de mover con cuidado una pequeña rendija, pudo salir perfectamente del castillo. Una ventaja que fuera el punto ciego del castillo, sin cámaras, sin guardias, sin personal. Sólo él y su libertad.

Libertad temporal.

Sacudió su ropa y sonrió burlón hacia las ventanas del castillo y rápidamente se dirigió lejos de la enorme morada, hacia su otro escondite.

Unos metros lejos del castillo, se encontraba un pequeño garaje, donde había algunos autos clásicos que su padre guardaba como "recuerdo de su juventud", y otros que también coleccionaba. Debido a su poco tiempo libre, no los visitaba, sólo dejaba al personal darles mantenimiento. Un punto a favor de Jimin, ya que, los utilizaba siempre que escapaba de aquel castillo.

Decidió montar un precioso Mustang color negro, un clásico de 1969. Arrancó el motor y se puso en marcha.

Por fin llegó a su destino y al darle su auto al valet parking, entró al prestigioso club.

"Dilectus Infernum"1 podía leer en las enormes letras de color amarillo fluorescente.

Sonrió y al ver en la entrada al enorme guardia, éste se reverenció.

Alteza, hace tiempo no lo veía.

También te extrañé, Yejun. — Jimin le sonrió coqueto y el alto moreno le dejó pasar, dándole una media sonrisa.

Al adentrarse al club pudo escuchar la fuerte música sonando, las personas bailando y riendo, el olor a alcohol y levemente a tabaco.

Aquel club era como una leyenda entre el país entero, pero no para la élite de éste. Podías intentar buscarlo por todos lados, pero sin los recursos e influencias, te conducía hacia la nada.

Solamente la crema y nata de Corea del Sur, incluida la extranjera, podía entrar o siquiera saber la localización del famoso club.

Se sabía a qué iban. Por lo tanto, el enorme club se encontraba en medio de la nada. Vigilado todo el tiempo por diversas cámaras en un radar de 50 metros y antes de poder entrar si quiera al estacionamiento, debías contar con cierta membresía o identificación para poder ser investigado.

Ni siquiera la realeza contaba con tanta seguridad.

Debido a la cantidad de gente importante que frecuentaba semejante club, la seguridad debía estar siempre atenta a cualquier imprevisto o movimiento sospechoso.

Las miradas hacia Jimin no faltaban, algunas personas sonriendo en forma coqueta, algunas levemente sorprendidas por ver al príncipe de Corea en ese lugar, y otras simplemente con un saludo cordial, dando a entender que se habían visto veces anteriores.

Al llegar a la barra, ordenó su bebida favorita.

Brandy de coco, que sea Mendis. Hielo, por favor. — el bartender asintió y preparó la bebida.

Se la entregó al príncipe y éste agradeció con la cabeza y se dirigió a explorar su tan conocido y favorito lugar.

Con tres enormes pisos, aquel lugar estaba lleno de la élite de la juventud, y algún adulto mayor en busca de una persona joven.

El primer piso se encontraba el bar, junto con la pista principal y el DJ; con algunos pubs para descansar. El segundo piso daba paso al balcón con el área libre para poder fumar o simplemente dar un respiro con mesas y sillas de color negro, al fondo los baños; el tercer piso era el interesante.

No conformándose de solamente estar ahí dentro la élite, el tercer piso se encontraban las habitaciones (que tenían un costo extra) donde aquellos encuentros de una noche terminaban bien.

Las enormes ventanas que daban hacia los jardines que igual contaban con pubs y mesas, y alguna hamaca, las paredes de color blanco, la enorme bola de cristal en el techo que estaba pintado como si el cielo estuviera rompiéndose, rasgándose cual papel, dejando espacio para aquellos demonios en busca de almas que alimentar.

El príncipe bailaba en algún lado de la pista, con su bebida en la mano, moviendo sus caderas tan seductoramente le permitían, ganando miradas lujuriosas de cualquier persona que pasaba.

Las horas pasaban y el divino príncipe se encontraba en el regazo de algún desconocido, devorando su boca, moviéndose sobre él, de una manera lenta, tan tortuosa; mientras que éste tenía sus manos en su cadera y de vez en cuando bajando a sus glúteos para poder apretarlos y sacarle un gemido agudo a Jimin.

No tenía idea de cómo se llamaba, tampoco le interesaba, después de esa noche se olvidaría de su existencia por completo.

Deberíamos... subir... — gimió aquel desconocido en la boca de Jimin. Éste solamente sonrió en medio del beso.

Deberíamos... — oh, amaba verlos tan desesperados... tan necesitados.

Pobres almas en desgracia.

Se bajó de aquel desconocido y éste le tomó la mano en dirección hacia el tercer piso, de no ser porque el celular de Jimin vibró.

Jihyun.
¿En dónde estás, Jimin? Papá fue a tu habitación y no estás, tiene a todo el personal buscándote por todo el castillo.
1:45 a.m.

Una corriente fría le recorrió todo su cuerpo y su corazón comenzó a latir con fuerza al leer ese mensaje, tanto que sólo podía escuchar sus latidos, ya no había más música.

Tendrás que disculparme, tengo que irme. — Jimin se soltó del agarre de aquel desconocido y éste volteó confundido a mirarlo.

¿Todo bien? — dijo levemente preocupado al ver al príncipe más pálido de lo normal.

Sí... sólo que tengo que irme, de verdad. — y antes de que el desconocido dijera algo, Jimin se dio media vuelta, en dirección a la salida.

Pero no contaba que iba a chocar con alguien, provocando que la bebida de esa persona cayera sobre la blusa blanca de Jimin, empapándolo por completo.

¡Dios! ¡¿Acaso eres ciego o sólo eres estúpido?! ¡No puedo creer que te cueste tanto observar que hay alguien en tu camino, deberías comprarte algunas malditas gafas! — Jimin estaba furioso, aún más porque aquel desconocido no decía nada, solamente trataba de enfocarlo, debido a las luces que parpadeaban constantemente en tono a la música electrónica que estaba sonando en el lugar.

Empujó a aquel muchacho y siguió su camino.

¡Mierda! ¿Era el príncipe Jimin?­— escuchó a sus espaldas, pero no le tomó importancia.

Salió del club, apurando al chico del Valet con suma prepotencia. Estaba muy nervioso, su padre nunca lo buscaba, ¿por qué ahora?

Subió a su auto en cuanto el chico lo llevó hasta él y condujo a una velocidad levemente alta hacia el castillo. Sólo había bebido un vaso, estaba en sus cinco sentidos.

Guardó el auto en el pequeño garaje y entró por su escondite en rumbo hacia el estudio de arte.

Jaló la pequeña palanca que estaba del lado izquierdo del estrecho pasillo y aquella entrada en forma de librero se abrió.

Salió con cuidado del salón de arte y no vio o escuchó ruido alguno, todo estaba tan tranquilo como cuando salió, incluso más.

Extrañado, se dirigió a su habitación y al abrirla, se encontraba su hermano, sentado en la esquina de la enorme habitación, en un sillón color blanco e iluminado únicamente por una pequeña lámpara de noche. Aquel pequeño lugar donde Jimin anteriormente se encontraba tratando de leer. Estaba portando su pijama y encima una bata de seda.

¿Dónde está papá? — preguntó Jimin examinando cada rincón de la habitación.

Está durmiendo.

¿Qué? —Jihyun suspiró y se levantó de su asiento, caminando hacia Jimin.

¿Dónde estabas?

No es de tu incumbencia.

Claro que lo es. Por Dios, Jimin. ¿Has visto la hora que es?

Estaba con Tae...

No te atrevas a mentirme, acabo de hablar con Namjoon y estuvo con Taehyung toda la noche. Y no te atrevas a decirme que estuviste con Hoseok.

Papá no me estaba buscando, ¿cierto? Lo has inventado.

Eres bastante listo.

¿Qué te has...

— ¡No puede ser Jimin, son las dos de la mañana y tú estabas fuera, en Dios sabe dónde y con Dios sabe quién! ¿Y a ti lo único que te importa es saber por qué te mentí?

Te hice una pregunta. — dijo Jimin serio, pero con los nervios de punta.

Su hermano lo examinó de arriba abajo.

Te escuché salir de tu habitación, me preocupé porque no regresabas. Deberías agradecerme que no le he dicho a nuestros padres.

Oh, tampoco te conviene. No olvides gracias a quién conozco esa y otras salidas. — Jimin no se dejaría intimidar, mucho menos por su hermano. Éste tragó levemente nervioso y el príncipe sonrió burlesco.

¿En dónde estabas? — repitió Jihyun.

Por ahí. — Jimin pasó a su lado, en dirección al baño, para desmaquillarse y prepararse para dormir.

Te hice una pregunta, no me hagas preguntarte una tercera vez. — su hermano mayor lo tomó del brazo, impidiendo que entrara al baño, con algo de fuerza.

Suéltame, ¿qué es lo que te pasa? — Jimin forcejeó su agarre y sólo provocó que su hermano lo tomara con más fuerza.

Jimin... estoy perdiendo la paciencia. — Jihyun se veía claramente molesto, lo cual, preocupó un poco más a Jimin, pero no lo demostró. 

Estaba en un club, ¿de acuerdo? ¿En dónde más estaría?

¿En cuál club?

¿Por qué es importante para ti saber de...

¡Porque eres el maldito príncipe, Jimin! ­— vociferó su hermano —. No eres cualquier persona, ¿Qué acaso se te olvidó? Eres parte de la realeza y que te vean en un club nocturno, sin supervisión, a altas horas de la noche, y, sobre todo siendo menor de edad, afecta a la familia entera, no sólo a ti. Así que dime, ¿en qué club estabas?

Jimin trataba de zafarse del agarre de su hermano, lo lastimaba y sólo quería descansar.

No te preocupes por eso, no es la primera vez que voy y...

¿Qué dijiste?

Mierda.

Jimin no sabía qué decir para que lo soltara, pero aquella oración definitivamente salió por inercia, no se detuvo a analizarla antes de que las palabras salieran de su boca.

¿Cómo que no es la primera vez que vas a ese lugar?

Jihyun, en serio me estás lastimando...

— ¡Te he hecho una pregunta, maldición!

¡Es la segunda vez que voy! ¿Contento? Taehyung me llevó ahí hace unos meses y me gustó mucho, traté de llevarlo conmigo, incluso a Hoseok, pero no estaban disponibles, así que fui solo. dijo la verdad... a medias.

Y por fin se había logrado zafar del agarre de su hermano.

Escúchame bien Jimin, no quiero que vuelvas a ese lugar nunca más, ¿de acuerdo? Porque la próxima vez no seré tan misericordioso y le diré a mis padres. Veremos si no te mandan a un internado...

Atrévete, diles a mis padres todo. No se te olvide que también tengo trapos sucios tuyos. — Jimin se acercó amenazante. —. Nunca dudes que, si me caigo, te arrastro conmigo. A mí nadie me amenaza, ¿me escuchaste?

Su hermano lo miró a los ojos durante unos minutos, destellando molestia, minutos que Jimin le parecieron horas.

Finalmente, su hermano se dio la vuelta y antes de salir de su habitación, movió ligeramente la cabeza hacia él.

Tantas mentiras terminarán por hundirte, Jimin.

Lo tendré en cuenta.

Jihyun suspiró y salió por fin de la habitación, permitiéndole a Jimin respirar y tranquilizar su pulso.




1. Amado infierno

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