IV

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Veo las luces, veo la fiesta, los vestidos de baile
Te veo hacer camino entre la multitud
Y decir: Hola
Yo poco sabía.

Love Story – Taylor Swift

Dos semanas después...

Jimin bufaba por tercera vez en los últimos 5 minutos, mientras que su sastre tomaba las medidas de los atuendos que utilizaría los próximos tres fines de semana, mientras asistía a diversos bailes, donde las familias más poderosas presentaban a sus sucesores ante la sociedad con el fin de crear lazos y matrimonios.

—¿Qué es lo que no te parece ahora, Jimin? — comentó molesta su madre, supervisando que los atuendos de Jimin sean adecuados para las fiestas.

Se encontraban en la habitación del menor.

—El color, el estilo, la tela, todo. — rodó los ojos y la miró a través del espejo. —. Si van a obligarme a casarme con una damisela que no es de mi interés, por lo menos deberían hacer que me vista como a mí me gusta.

La madre de Jimin suspiró, hizo un ademán con la mano para que los empleados que estaban en la habitación salieran, para poder hablar con su hijo. Cuando por fin estuvieron solos, su madre lo miró fijamente con la mandíbula levemente apretada.

—¿Por qué de repente tienes estas rabietas? Antes morías de ganas de probarte cientos de trajes para poder lucir en las fiestas. No lo entiendo.

Jimin suspiró y se dio vuelta para poder ver a su madre a la cara.

—Solamente quiero verme lindo... —dijo Jimin con ese tono de tristeza con el que siempre hablaba a su madre—... esto...— se señaló a sí mismo de arriba abajo, mostrando el boceto de un traje color esmeralda que estaba siendo ajustado a su medida. —... no es lo que me gusta, no es lo que soy.

Su madre lo miró a los ojos y por primera vez no usaba esos lentes de contacto, permitiéndole ver claramente sus hermosos ojos cafés, aquellos ojos que hace tanto habían dejado de brillar.

Sabía que Jimin no era feliz, sabía que la atención desmesurada que recibía Jihyun, su hermano mayor, hacía a Jimin sentirse invisible ante su familia.

Pero no podía hacer nada, no podía estar con él, aunque lo quisiese. Aunque el monarca de la familia era su esposo, ella debía acompañarlo en cada viaje, cada inauguración, cada fundación, cada cena. Ella debía mostrar total apoyo y comprensión hacia el padre de sus dos hijos, aunque a penas y pasaran un poco de tiempo solos.

—Sé que...— su madre tomó a Jimin de ambas mejillas con suma delicadeza y le sonrió, tratando de encontrar las palabras adecuadas. —... tú estilo es mucho más delicado que un simple traje. — Jimin sonrió a medias—. Y lamento que tengamos que hacer que escojas una pareja tan precipitadamente, pero es una costumbre que ha llevado generaciones, incluso si Jihyun lidera al país, tú debes buscar tu propia monarquía, tu propio destino.

Jimin asintió sin decir una palabra.

—Es más. — continuó su madre al ver que no obtenía respuesta de su hijo. —. Si prometes poner de tu parte en los siguientes eventos... te dejaré que luzcas los atuendos que quieras.

"Oh, ese lindo brillo." Pensó su madre mientras observaba los ojos de Jimin con ese leve esplendor.

—Pero... ¿Y papá? ¿Y si...?

—Tú sólo preocúpate de divertirte y encontrar a alguien digna de ti. — su madre le sonrió y le besó la frente, dándose la vuelta para volver a dejar entrar al personal.

Una semana después, la capital de Corea del Sur estaba en su máximo esplendor, debido a la realeza que visitaba su ciudad. Festividad y alegría inundaban a todos los habitantes que verían a la familia real dar su recorrido, mostrando gratitud y saludando a aquellas personas que han ayudado a mantener un gobierno lleno de paz y sabiduría.

El cabello rubio de Jimin terminaba por ser retocado y planchado, dándole ese aura tan elegante y sensual que siempre mantenía.

—Majestad, si le gusta como luce, lo único que queda es vestirlo. — dijo la estilista del príncipe.

Sentado en el inmenso tocador blanco que estaba en su habitación, Jimin dio un meticuloso recorrido en su cara y cabello, todo en orden y justo como le gustaba. Sólo asintió y la mujer dio por hecho que el príncipe lucía conforme con el resultado.

—Bien, ahora necesito que se ponga de pie en aquella plataforma para poder vestirlo.

El príncipe hizo lo indicado y observaba como el personal quitaba cuidadosamente aquel atuendo que se encontraba en un maniquí para poder vestirlo.

Cuando el príncipe por fin estaba listo, salió de su habitación seguido de todo el personal que se había encargado de su estética.

Se reunió con su madre en la sala principal y esta al verlo, no pudo evitar sonreír.

—Te ves hermoso, como siempre. — tomó con cuidado sus mejillas y lo observó de pies a cabeza—. Aunque me gustaría que por una vez no utilizaras esos lentes de contacto de color.

—Sabes que los necesito, por desgracia heredé la terrible vista de papá. — Jimin sonrió de lado—. Por cierto, ¿dónde está?

—Él y tu hermano están listos desde hace unos pocos minutos, tú y yo somos los únicos que faltan. Vamos.

Después de que la seguridad verificara que todo estaba en orden, escoltaron a los últimos dos integrantes de la familia real.

Al subir a la camioneta que compartían, Jimin notó que su padre no dejaba de observarlo.

—¿Sucede algo, padre?­— Jimin preguntó segundos después.

—Luces... diferente. — mencionó el monarca de la familia.

Jimin no sabía cómo tomar ese comentario, y dado que no quería iniciar una discusión con su progenitor, sólo asintió y dirigió su mirada a la ventana del vehículo.

Su hermano mayor también lo miró por unos segundos, para después rodar los ojos y también desviar la mirada hacia el exterior del vehículo.

La camioneta avanzó solo unos pocos kilómetros lejos del palacio para que la familia real pudiera dar un leve recorrido a pie, saludando a los presentes, antes de dar inicio al cortejo entre las familias más importantes.

El recorrido estaba siendo algo divertido para Jimin, a pesar de que debía estar atrás de su padre y de su hermano mayor, ambos como monarca y futuro monarca de Corea del Sur, su vista no dejaba de pasear hacia locales en forma de apoyo y agradecimiento en la familia real.

A su lado se encontraba su madre, de igual manera saludando y sonriendo a las personas.

De un momento a otro, las bardas en donde se encontraba restringida la población, fue movida a un lado por un cachorro emocionado por el alboroto y una niña pequeña tratando de controlar a su mascota.

La seguridad de la familia real se dio cuenta de inmediato y estuvieron a punto de tirar a la pequeña y domar a su cachorro, que iba en dirección del rubio. Sin embargo, un grito firme los detuvo.

—¡Deténganse! — gritó tan alto el príncipe Jimin que tanto los aplausos, gritos y música se detuvieron para centrar su atención en el joven y el pequeño espectáculo que estaba dando.

La pequeña niña estaba temblando, tanto por el escolta que la estaba lastimando a ella y al otro guardia, a su cachorro, como por el grito proveniente de cierto apuesto príncipe.

—Dame al cachorro. — Jimin miró serio al guardia.

—Pero... Majestad...

—Estoy dando una orden, te recomiendo que me obedezcas. — murmuró lo suficiente para que aquel guardia obedeciera de inmediato. Le entregó la pequeña mascota y al momento de tenerlo en brazos, Jimin sonrió en grande, haciendo que sus ojos se cerraran, debido a la enorme sonrisa que provenía de sus labios.

»—Que adorable eres. — dijo el príncipe y aquel pequeño perro ladró y lamió un poco de la mejilla derecha de Jimin.

Con la mirada le indicó al otro guardia que soltara a la niña y éste así lo hizo de inmediato. Con una sonrisa le entregó su cachorro a la pequeña.

—Es muy lindo, ¿cómo se llama? — el príncipe colocó el broche de la correa al collarín del perro, mientras la niña aún temblaba.

—S-Simba. — dijo tímida.

—Es un nombre bastante adorable. Procura que nunca más se separe de ti, ¿de acuerdo? — Jimin tomó con cuidado a la niña de la mano y la escoltó personalmente hacia la barda, donde todos miraban expectantes aquella escena.

Los padres de aquella niña contuvieron la respiración mientras Jimin se acercaba con su hija y su pequeña mascota, le hicieron una gran reverencia y agradecieron porque no le hicieran nada a su hija.

Jimin sonrió levemente y se dirigió de nuevo a su lugar, a lado de su madre.

La caminata real continuó su rumbo y tanto la música como el bullicio de las personas no tardó en continuar.

—Fue muy noble lo que hiciste Jimin, tomaste la situación a la perfección, estoy muy orgullosa de ti. — su madre tomó su brazo izquierdo y le regaló una sonrisa sincera.

Jimin agradeció a su madre y así continuaron hasta por fin entrar de nuevo al castillo.

La velada estaba demasiado aburrida en la opinión del rubio. Había bailado con más de la mitad de las doncellas que estaban en aquel baile y era tortuoso seguir soportando comentarios insinuantes.

A menos que esos comentarios provinieran de su mismo sexo.

Estaba a punto de mentir sobre lo indispuesto que se sentía, hasta que una doncella prácticamente lo arrastró a la pista de baile, pero justo en ese momento, la música terminó y su madre lo llamó. Jimin, con toda la educación que se le permitía, hizo una pequeña reverencia hacia la muchacha y caminó lo más rápido en dirección a su madre.

—Lamento interrumpir tu conversación con aquella bella mujer, querido.

—Para nada, madre. — suspiró con alivio el príncipe de haberse librado de volver a soportar otro comentario de mal gusto.

—Las familias de Taehyung y Hoseok han llegado, pensé que te haría bien hablar con tus amigos.

Jimin sonrió y fue en busca de sus amigos. No era extraño encontrarlos en el área de comida.

—Saben que la comida es para todos, ¿verdad? — dijo Jimin serio, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, observando con cierta diversión como sus amigos devoraban con discreción aquel banquete de comida.

—No me juzgues, me hicieron hacer una estúpida dieta para poder entrar en este traje. — dijo Taehyung una vez que se pasó su bocado.

—Meٖ sucedió lo mismo. — dijo Hoseok. —. Vaya... Jimin, te ves increíble. — comentó con esa sorpresa.

Jimin le dio media sonrisa al ver las miradas impresionadas de sus dos amigos.

—Aprecio tus palabras, Hobi. Pero, yo luzco increíble todos los días. — sus amigos rodaron los ojos divertidos.

Dio un recorrido por el salón y sintió un recorrido frío recorrerle la espalda debido a lo que estaba viendo. Namjoon asistió al baile... con compañía.

—Mi hermano trajo por primera vez a una de sus conquistas. Raro, ¿no? — dijo Taehyung cuando se dio cuenta hacia quienes miraba su amigo.

Al sentir una mirada, Namjoon recorrió el salón hasta conectar su mirada con la de Jimin. Se observaron por unos segundos, hasta que Kim fue el primero en desviar su mirada hacia las personas que conversaban él y la linda mujer con la que llegó.

Por más que lo odiara, Jimin debía aceptar que la mujer con la que se encontraba Namjoon era muy atractiva. Tenía el cabello pelinegro amarrado en una coleta alta, con sus rizos naturales cayendo sobre sus hombros; un vestido negro ajustado de tirantes con una abertura del lado de su pierna derecha, tacones altos del mismo color hacían que estuviera a pocos centímetros de estar a la par de altura de Namjoon. Los aretes largos de color plata y el lindo collar de perlas hacían que resaltaran sus ojos color avellana.

Jimin desvió su mirada hacia sus amigos y bufó.

—No me sorprende si lo botara, sabemos que tu hermano no es de tener relaciones largas. — dijo Jimin como si no le importara.

—No lo sé... Antes de que fuera por ella, preguntó si podía traerla a casa en vacaciones de Navidad. — dijo Taehyung antes de beber un poco de la copa de champan que un mesero les había proporcionado.

Vaya, Jimin no sabía que se podía sentir, literalmente, como un corazón se rompía.

—Como sea, tengo personas que saludar, así que si me disculpan...

—Oh, no. Te quedarás unos minutos con nosotros, tu madre nos comentó que te veías bastante fastidiado de socializar. — dijo Hoseok, dándole una copa de champan a su rubio amigo para que pudiera relajarse.

—De acuerdo. De soportar comentarios desagradables de mujeres que a penas y han intercambiado dos palabras conmigo en toda su vida, a soportarlos a ustedes, me quedaré aquí unos minutos. — dijo Jimin antes de tomar el primer sorbo en toda la noche.

Mientras Taehyung se tocaba el pecho mirándolo con ofensa, Hoseok soltó una risa no tan alta como acostumbraba.

Comenzaron a hablar de temas triviales hasta que la música dio inicio. Esta vez no solo era el piano que sonaba, sino una melodiosa voz lo acompañaba.

Los tres amigos voltearon hacia el escenario y pudieron observar que aquellos músicos no eran los que hace unos minutos habían cantado, ahora estaban solamente un par de muchachos jóvenes.

El pianista portaba un esmoquin color amarillo bastante llamativo y su cabello peli-naranja, estaba ligeramente peinado hacia atrás.

La delicadeza con la que tocaba aquel piano llamó la atención de Taehyung.

Mientras que el cantante, portaba un atuendo completamente negro, su cabello largo amarrado en una coleta baja, dejando que pequeños cabellos rebeldes cayeran sobre su rostro, haciéndolo lucir aún más atractivo. Sus tatuajes en su mano derecha mal tapados con cinta de microporos.

Jimin sonrió de lado al notar aquel detalle, pero no perdió ni un solo segundo de aquel cantante. Lo miraba fijamente mientras la melodía continuaba.

Del lado del escenario, un nervioso Jungkook cantaba una canción compuesta por él y Yoongi, tratando de controlarse mientras observaba que estaba cantando para nada más y nada menos que la realeza.

A pesar de saber que tenía a varias personas interesadas observándolo, una mirada en especial lo atrajo.

Ahí estaba.

El príncipe Jimin lo observaba.

A pesar de estar varios metros lejos de él, no pudo evitar pensar que las fotos no le hacían justicia a la belleza que portaba aquel ser humano. Era irreal.

No dejaron de observarse en todo lo que restaba de la canción. La mirada del otro siendo más intensa con el paso de los segundos. No podían dejar de mirarse, por más que quisieran, ninguno de los dos podía desviar la mirada del otro. Era como estar en un trance.

Jimin se dedicaba a apreciar la belleza del cantante, así como su voz, no podía escuchar otra cosa que no fuera la melodiosa voz que portaba aquel anónimo cantante. Escuchaba murmullos que provenían de la voz de su amigo Hoseok, pero sólo era eso para Jimin, murmullos que no le interesaba prestar atención.

Al terminar la canción, el rubio salió de su trance y aplaudió levemente, observando como el pianista susurraba algo al cantante, y éste, al ver su mano, entendió que se trataba de su fallido intento de tapar sus tatuajes.

Bajaron por un momento del escenario, Jimin los perdió de vista.

—Jimin... ¿sabes quiénes son? — la voz de Taehyung lo llevó a la realidad.

—No... escuché algo de que los músicos de siempre tenían un problema. Mi madre me comentó algo, pero honestamente no presté atención.

—Bueno... deberíamos presentarnos, ¿no?

Jimin lo miró con confusión.

—¿Te llamó la atención alguno de ellos?

—Claro, ¿no viste lo guapo que está el pianista? — dio Taehyung mientras tomaba a Jimin del brazo y lo arrastraba en dirección a los músicos.

El rubio suspiró con cierto alivio que la atención de su amigo no haya sido hacia la persona...

Ugh, tonterías.

—¡Claro, abandonen a Hobi, no hay problema! — pudo escuchar el sarcástico comentario de Hoseok, pero no se dio la vuelta. Tampoco Taehyung.

Al llegar donde estaban los músicos, pudieron notar que estaban discutiendo.

—¡Es una estúpida cinta de microporos, Yoongi! Te la di exclusivamente para que la cuidaras.

—¡Como si yo fuera el imbécil tatuado de la mano! Odio esos tatuajes de todas maneras.

Taehyung carraspeó lo suficiente alto para que aquellos dos chicos terminaran su pelea y dirigieran toda su atención hacia ellos.

Ambos chicos hicieron una reverencia de noventa grados al ver a Jimin.

—Príncipe Jimin, lo sentimos mucho. — habló el peli-naranja.

—Está bien. — dijo Jimin y ambos chicos se volvieron a poner derechos, salvo que el pelinegro escondió rápidamente ambas manos detrás de él—. Solamente... uhm... queríamos saber si todo estaba en orden.

—Lo lamento majestad, me temo que tendremos que retirarnos... Surgió un problema. — habló el pelinegro y Jimin sintió un pequeño revuelo en el estómago al escuchar la voz de aquel lindo cantante.

—¿Puedo saber el motivo? — dijo Jimin alzando una ceja.

Ambos chicos se miraron con culpa y aquel lindo cantante mostró su mano derecha con sus tatuajes.

—Debido a las prisas, tapé mal mis tatuajes.

—¿Y...?

—Bueno... La persona a cargo de contratarnos pidió específicamente que no debo mostrar mis tatuajes en el evento. Además, perdí la cinta de microporos.

Jimin soltó una risa burlesca y tanto los músicos como Taehyung lo miraron confundidos.

—No es excusa para irse del lugar. No contamos con más músicos por el momento, y, tiene razón, la familia real no acepta los tatuajes por ética. Pero tengo la solución al problema. Sígame...

—Jungkook, majestad... Mi nombre es Jeon Jungkook.

—Bien, Jungkook, puedes venir conmigo. Mientras tanto...— dirigió su mirada a Taehyung—. Mi amigo puede hacerle compañía a...

—Min Yoongi, majestad. — dijo el peli-naranja y Jimin asintió.

—Taehyung, mientras volvemos, hazme el favor de acompañar a Min Yoongi por una bebida. — su amigo con cierta confusión asintió. —. Sígame, Jungkook.

Jimin dio la vuelta y caminó hacia el otro lado del salón. Jungkook de inmediato fue tras él.

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