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El día siguiente había llegado tras una noche casi tranquila.
Bea se había despertado agitada varias veces y Pauline se le había unido a dormir.

Alicia condujo a las chicas hacia la segunda planta.
Las llevó a una habitación para que pudiesen elegir sus trajes de baño. Una planificada tarde de playa las aguardaba.
Sam, Bea y Greta ocultaron más sus cuerpos.
Mientras que Pauline, Alicia y Bella no les apenaba para nada lucir sus esculturales figuras, buscaron bikinis que verdaderamente realzaban sus físicos.

Las sombrillas estaban puestas en la arena, la fruta cortada, los cócteles servidos y la carne en la parrilla.
Los chicos hablaban tonterías mientras preparaban el velero, tenían que aprovechar la fuerza del viento. Habían empacado todo el equipo que necesitaban para bucear en una cueva no muy profunda cerca de la bahía, Bella no se pudo resistir y se les unió.

Bea estaba dividida, no sabía donde debía estar, si quedarse con las demás mujeres o subirse a bordo.
Pensó que quizás estas revelarían información importante, pero tenía una corazonada de que el asesino debía ser un hombre.

Fernand la ayudó a subir.
—¿Eres cirujano? —cuestionó al tocar sus manos.

—¿Acaso no te lo parecí cuando me viste?

—No sé, pensé que eras arqueólogo —bromeó—. Te miento, vi tu profesión en internet.

—Por un momento creí que te habías vuelto adivina.

—Ey, no me subestimes, también lo podría deducir.

—No he dudado. Sabes… te extrañé —dijo soltando un suspiro.

—Bueno tú te alejaste.

—Y fue la peor decisión de mi vida —soltó una risa nerviosa—. Entonces… ¿Tienes alguien? ¿Hijos quizá? —se apresuró a preguntar.

—Tengo a Lala, mi mascota —había mentido esperando a cambio alguna reacción, pero nadie pareció sorprendido.

La plática fluía agradable, los ojos de Fer no parecían alejarse de Beatriz.

El Sol estaba ardiente, el agua se iba enfriando mientras descendían. Bella posaba para la cámara subacuática junto a algas y corales.
Los peces pequeños se alejaban para ocultarse.

Mientras que en la arena Alicia se aseguraba de que todas disfrutasen cómodamente, el ambiente era ameno y apacible. Greta se había quedado dormida.

Después de haber disfrutado del mar, el cielo se llenó completamente de nubes grises.
El estrepitoso sonido de los truenos causados por el choque de los luminosos rayos sumado al producido por las olas rompiéndose en la orilla, eran bastante angustiantes.

Todos se marcharon a sus habitaciones a recostarse un poco.

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