El espectro de la hija del señor del castillo, que recorría el lugar en busca de víctimas a las que chuparle la sangre. Había visto su imagen en un cuadro en la tercera planta. Una pena que una joven tan hermosa, acabase convertida en eso. Apartó aquello de su mente antes de recomenzar su avance. Necesitaba centrarse en lo que estaba haciendo. Cualquier error lo condenaría a una muerte dolorosa en aquel lugar infernal. Llegó junto a un cuadro que representaba a una joven que parecía ofrecer al espectador una flor mientras unos ojos observaban desde los arbustos de atrás. Se tumbó en el suelo dirigiéndose a la pared justo debajo del cuadro mientras la serpiente mágica que hasta ese momento había estado oculta en los arbustos salía del cuadro intentando alcanzarlo para envenenarlo. Por suerte, si se arrastraba, quedaba fuera de su alcance. Una vez que llegó hasta el cuadro, sacó con cuidado una piedra de su bolsa y la lanzó al lado contrario del cuadro, logrando que la serpiente se lanzase como un rayo hacia el sonido, apenas un segundo, pero tiempo más que suficiente para que él tendiese el brazo y tocase la flor que la dama tenía en la mano comenzando a alejarse tan rápido como pudo y en cuanto estuvo a salvo retrocedió corriendo mientras el pasillo se llenaba de un letal humo del que escapó por poco. Esperó hasta que el humo se dispersó pasando frente al cuadro, que ahora representaba a un esqueleto vestido como la mujer de antes, con la mano vacía y, en un arbusto sin hojas, pudo ver a la serpiente mirándolo con odio por haber destruido su ilusión, pero él tenía una misión que cumplir y no iba a dejar que nada ni nadie lo detuviese.

Avanzó un poco más hasta que llegó a una puerta y, al abrirla se encontró con que el pasillo desaparecía de repente abriéndose delante de él una negrura sin fondo y, más allá de su alcance, un pilar de piedra que se hundía en la oscuridad. Miró al otro lado. Aquella distancia era imposible de cruzar saltando, pero gracias a lo que acababa de hacer, ahora dos grandes puentes comenzaron a elevarse desde ambos lados tirados por grandes y chirriantes poleas uniéndose para crear un firme puente que comenzó a cruzar con decisión.

Allí estaba su enemigo, cuando lo venciese, habría vengado a su familia y podría regresar con honor y gloria a su reino. Y él lo haría.

Llegó al pilar encontrándose con que estaba hueco, comenzando a bajar las escaleras que serpenteaban en su interior sin temor, hasta que, al llegar abajo, se encontró en una gran sala y frente a él, apareció un coloso de fuego pero antes de que pudiese reaccionar, su puño lo golpeó contra el suelo, matándolo.

Chasqueó la lengua disgustado. ¿Cómo era posible que lo hubiesen matado tan rápido? Entrar y rodar. Entrar y rodar. A la derecha había suficiente espacio para hacerlo. Por suerte, había guardado el juego en el último punto y no tenía que comenzar de nuevo desde cuando entró al edificio. Se negaba a cruzar aquel lago de lava otra vez. Movió los controles con rapidez respirando hondo antes de apretar el botón para volver a cargar la partida.

Se deslizó por el pasillo ballesta en mano. Solo dos flechas en su cajak, iba a tener que medir muy bien cuando usarlas. Se detuvo detrás de una columna conteniendo la respiración hasta que la vio pasar...