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Título: Volviendo al pasado
Personaje: Jason Todd. 

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Habían pasado tres años desde la última vez que lo vió. No recordaba que tuviese tantas cicatrices, ni tampoco aquél tatuaje en el brazo, o los cabellos más  largos de lo normal pegados en la frente; Jason siempre traía recordado el pelo. Su tono de voz también era diferente, parecía más distante, menos jovial y divertida de lo que la recordaba. Parecía haber muerto por segunda vez, Nadia lo veía y lo veía, sin encontrar de una vez por todas el por qué de sus cambios. 

Él era diferente.

Ella también. 

Ambos se había convertido en dos extraños que una vez se amaron encerrados entre cuatro paredes.

— Deja de verme, es molesto — dijo él de repente, soltando un pequeño gruñido mientras se quitaba la camisa.

— Vaya forma de intentar romper el hielo, Todd. 

— No estoy intentando romper el hielo, solo no quiero que me veas. 

— Lo más interesante que hay en este lugar es el techo; eres lo único que puedo mirar para no aburrirme — habló, mirando con atención las muecas que el muchacho hacía al pasar los dedos por la herida de bala que tenía en el costado izquierdo del abdomen. Nadia no había salido ilesa del ataque, sin embargo, consideraba que un montón de pequeños cortes por las piernas y brazos no se comparaban en lo absoluto con tener una bala incrustada en el cuerpo — ¿Quieres ayuda con eso? 

— Puedo solo. — Tajó en tono brusco, dándole la espalda a la castaña para que ya no pudiera verlo. 

— Solo estoy intentando ayudar...

— Si quieres dejar de ser una inútil, vete a mirar el techo. 

Con el comentario que dió por finalizada la conversación, Nadia sintió la necesidad de ir a  abofetearlo o patearlo para que le dijera por qué actuaba así. Se suponía que terminaron las cosas en paz, no había razón para la hostilidad. Ella no había planeado que la misión les tocara juntos, ni siquiera tenía planeado volver a verlo en su vida, así que quería pensar que tampoco él esperaba volver a verla y por ello había reaccionado como un gato al que aventaron al agua. 

— Jason, y- 

—¿ Qué parte no entendiste de que no quiero oír cualquier mierda que tengas por decirme? 

Eso bastó para hacerla explotar.

— Bien — bramó —, púdrete aquí. Yo me largo.

Con la cabeza maquinado un montón de formas de cortarle los huevos, Nadia se dedicó a buscar una salida. Le importaba poco si los otros mercenarios seguían acechandolos allí afuera, no aguantaría tres segundos más en la misma habitación que Todd.

Movió un par de cajas pesadas y llenas de polvo acumuladas en una de las esquinas,  rápidamente notó que había una ventilación sin tornillos, la jalo y se fue hacia atrás por lo oxidada y aferrada que estaba a la pared, sin embargo, sonrió al ver que había cumplido con su objetivo; ya no había nada que la mantuviera prisionera en la misma habitación que su ex novio.

— ¿Qué estás haciendo, Nadia? — preguntó Jason, dejando de la las pinzas que se estaban encargando dolorosamente de sacar la bala.

Ella se quedó callada, ignorando por completo la pregunta. Su cuerpo se movió por sí solo y se inclinó hacia adelante, poniéndose a gatas.

— Nadia... — advirtió. Sus ojos se desviaron un segundo a su trasero, pero reprimió cualquier otra emoción que pudiera surgir de su pecho además del enojo.

— Te estoy haciendo un favor, Todd — habló por fin, avanzando hacia la ventilación —. Serás muy suertudo si me terminan metiendo una bala entre las cejas cuando salga de aquí.

— Nadia, vuelve acá — tras una pequeña punzada de dolor, Jason se movió lo más rápido que su cuerpo le permitió hacia su "compañera".

— Sé cuando no me quieren en un lugar y tú me lo dejaste en claro.

— Yo... Mierda, no hablaba en serio, ¿Está bien? Solo vuelve acá y no hagas nada estúpido como para que te maten, carajo.

— No quiero volver — ya con la mitad del cuerpo dentro de la ventilación, Nadia soltó una patada para que a Jason no se le ocurriera tomarla por las piernas pero aquello solo incitó más al mercenario a hacerlo. Jason tardó un milisegundos en reaccionar y la agarró por el tobillo, jalandola de nuevo hacia la habitación.

— ¡No quiero! ¡Déjame! ¡Déjame! — chilló ella moviéndose frenéticamente. Jason todavía la tenía sujeta por el tobillo y los movimientos bruscos lo hicieron doblegarse inconscientemente hacia adelante. Cayó encima de ella y para no aplastarla con todo un peso logró poner uno de sus brazos en el suelo como soporto, dejando a ambos con las narices rozando y los cuerpos haciendo algo de fricción en partes muy sensibles.

— Quítate de encima... — murmuró ella, molesta. Jason bajó sus ojos de forma muy lenta hasta sus labios y sintió el peso de su corazón acelerado caer sobre su cuerpo. El ambiente se volvió pesado y un poco caliente gracias la respiración de ambos mezclándose lentamente. Todd puso una de sus manos sobre la mejilla de la castaña y bajó su dedo índice por su cuello, su clavícula y por en medio de sus pechos para terminar acariciando su cintura por debajo de la chaqueta de cuero, arrancándole un gemido involuntario. La tensión podía palparse por todos lados y Nadia sintió terror por un segundo, terror de volver a caer en sus brazos y salir lastimada de nuevo —. Ni se te ocurre hacerlo, Jason.

— ¿Por qué nunca te fuiste? — preguntó él.

— ¿Eh?

— ¿Por qué nunca te fuiste por completo de mí? — dijo como si las palabras le quemaran —. Pensé haberte olvidado, pero ahora te vuelvo a ver y lo único que quiero hacer es abrazarte, volver a sentirte junto a mí. Y eso me molesta.

— No eres el único.

Nadia desvío la vista.

— ¿Todavía me quieres? — los ojos de Jason brillaron como un niño pequeño, sin embargo, ella no lo vió.

— Aunque lo hiciera, no podemos estar juntos, nos haremos daño.

Él rió con algo de amargura, negando con la cabeza y alejándose un poco para verla mejor.

— Dejaría que me arrastraras hasta el infierno si eso significa estar contigo.

Ella se giró para verlo e intentar descifrar si en realidad le estaba mintiendo. Una parte de ella deseaba fervientemente que todo fuera una farsa, que Jason estuviera jugando con ella, pero la otra solo le repetía: "¡Beso, beso, beso!".

Sin embargo, Jason se le adelantó.

La mano que había estado en su cintura volvió a subir hasta su rostro y en un movimiento rápido la tomó por la nunca para inclinarla hacia él. Se detuvo un segundo, esperando alguna queja de su parte, pero al ver que solo lo miraba expectante, se abalanzó sobre ella con un poco de desesperación. Sus labios se movieron bruscamente al principio, desesperados por un poco del contacto que habían añorado. La otra mano de Jason se deshizo de la chamarra de Nadia y siguió con su blusa, ella no se quedó atrás y acarició todo su pecho hasta bajar sus manos al pantalón. El mercenario empezó a descender por el cuello de Nadia, dando pequeñas mordidas y deleitándose con el sabor de su piel. Sus manos tocaron sus pechos y ambos empezaron a soltar pequeños gemido cuando él empezó a estimular uno de sus senos por sobre la tela del sostén y ella metió su mano por dentro del bóxer, sintiendo lo duro que se había puesto.

— Mierda, Nadia — gruñó entrecerrando los ojos y abriendo un poco la boca. Ella sonrió y su mano bajó y subió lentamente, apretando de vez en cuando el miembro de Todd.

Pero entonces, en un mal movimiento, ambos se movieron y el dolor de la herida de Jason regresó. Se lanzó hacia tras chillando como niña y se sentó en el suelo polvoriento, agitado y con una capa de sudor en el pecho.

— ¿Qué pasó? — preguntó Nadia, asustada.

— Todavía tengo la bala — susurró en un tono divertido, haciendo una mueca —. ¿Podrías...?

— ¿Por qué nos tiene que pasar esto a nosotros justo ahora? — Nadia soltó una carcajada, levantándose para ir por las pinzas.

— El destino quería que siguiera siendo virgen hasta el matrimonio.

Ella lo miró mal, mientras él permaneció haciendo la cara más inocente que pudo.

—¿ Ya me vas a curar o vas a dejar que me muera?

Nadia rodó los ojos y, con el ruido de los disparos como una bonita música de fondo, se agachó para curar a Jason, sin saber muy bien qué les depararía el futuro.

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