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Titulo: Secuestrados.
Personaje: Jason.
N/A: Después de esto les voy a dar su smut con Damian :v
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- Nunca creí que cinco centímetros pudieran excitar así a una chica. - Le dijo Dick dándole un sorbo a su café, Jason sonrió quitando su brazo de mis hombros y le dio una mordida a su panque.

- ¿Cómo sabes que son solo cinco centímetros? - Dick soltó una pequeña risa.

- Desde aquí los estoy viendo, amigo mio. - Mi mirada fue a parar directamente a su entrepierna.

- ¿Quieres comprobar que son más de cinco centímetros? - Jason volvió a pasar su brazo por encima de mis hombros, me sentía incomoda al oírlos hablar tan relajadamente sobre el paquete de mi novio.

- Cuando quieras, papi. - Dick le guiño un ojo, reí por lo bajo y Jason lo notó.

- Solo asegurate de que mi novia no esté presente, esta tan acostumbrada a ver anacondas que si ve un gansito se puede asustar.

- Dame duro Todd. - Todos rompimos el silencio a carcajadas.

- Duro contra el muro y macizo contra el piso. - Ambos hermanos se vieron por unos segundos.

- Oficialmente soy tu puta.

- Nunca supe de alguna vez que dejaras de serlo. - Y Dick se quedó callado.

...

- ¡JAJAJAJAJA! - Reí descontroladamente con Jay  al teléfono, surgieron cosas de "familia" y todos tuvieron que ir a la mansión para salir a patrullar lo más rápido posible así que estaba regresando yo sola a casa, en el camino me había reencontrado con unas viejas amigas así que realmente se me había hecho muy tarde.

- Nena, ¿vas bien? - Sentí que de pronto el aire se volvió algo incómodo, no tenia miedo pero el hecho de que Jay  tuviera la presión de que llegara bien a casa me hacia sentir una sensación extraña.

- Claro que sí, ¿por qué no lo iría ? - Solté una risa nerviosa.

- Sabes muy bien por qué. - Sentí que su ceño se fruncía ligeramente. - No quiero que te haga nada.

- Y no lo hará, Jay, deberías dejar de ser tan paranoico. - Rodé los ojos y con una sonrisa subí por el edificio directo a mi departamento en el ultimo piso. - ¿Lo ves? Ya llegué a casa, si prestas atención podrás escuchar como giro la llave.

Sonreí cuando lo oí suspirar aliviado e inmediatamente supe que estaba sonriendo.

- Te juro que nunca en mi vida había estado tan preocupado. - Reí tontamente y pasé de una vez por todas al departamento, mi respiración se detuvo y mi corazón empezó a acelerarse.

- Jay.... - Susurré. - Jay, hay alguien aquí adentro. - El teléfono se me cayó de la mano mientras mi cuerpo retrocedía por instinto. Ventanas rotas, cosas tiradas, cuadros rasgados y una nota escrita con la sangre de mi perro hicieron que empezar a respirar acelerada con las piernas temblando y con las lágrimas amenazando en salir de mis ojos.

- Sabias que tarde o temprano vendríamos, querida. - Su voz hizo que mis sospechas se confirmaran. - ¡Sorpresa!

Un Motón de globos de fiesta y serpentina me golpearon con delicadeza en el rostro y después salio el Joker dando pequeños saltitos.

- ¿Verdad que estas sorprendida? - Me preguntó con una sonrisa sádica en el rostro. -  Yo mismo estoy sorprendido. ¿No es sorprendente?

- ¡_______! ¡JODER, CONTESTA DE UNA PUTA VEZ EL TELEFONO! ¿¡QUIEN CARAJO ESTA ALLI!?

El maldito hijo de puta levantó el teléfono y se lo puso en el oído.

- Tranquilo chico tubo, ella estará en buenas manos.

Y después solo recuerdo un golpe en seco.

....

- ¡Despierta, despierta!. - Abrí los ojos completamente asustada, busqué con la mirada algo desesperada el de dónde provenía su fría voz.

- ¿Dónde estoy?. - Dije todavía algo confundida, la cabeza me palpitaba horriblemente.

- Estas volando. - El Joker hizo un baile extraño y sonrió dando vueltas en su lugar, me pregunté por qué estaría logrando hacer eso en el techo hasta que caí en cuenta en dos cosas; yo estaba en el techo con un balde de químicos debajo mio.

- Ellos vendrán por mí. - Le dije mareada.

- Ellos vendrán tarde. - Me contesto presionando un botón, la cuerda comenzó a soltarse de golpe.

Mi corazón se volvió a acelerar, eso repentino, sin oportunidad o escapatoria, solté un sollozo cuando un gran pedazo de mi cabello se desintegró al toque. La cuerda paró de repente.

- ¡Joker! - Grité apurada intentando detenerlo, grité pero no me moví por miedo a que la cuerda se rompiera.

- ¿Un ultimo deseo, pequeña? - Preguntó sonriendo con malicia.

- Un último juego diría yo. - Intenté sonreír con confianza pero el miedo me ganaba y simplemente hacia muecas temblando.

Sus ojos brillaron.

- Te escucho.

- Vamos jugar a la tortura. - Mi cuerpo vibró en el instante que dije esa la palabra, me torturia hasta que muera de dolor, por falta de sangre o por lo que sea pero al menos tendría más tiempo, le daría más tiempo a Jay, a todos. - Tú disfrutas verme sufrir más de lo necesario y así le podrás contar a Red Hodd cómo morí.

- Es una idea muy hermosa. - Puso su mano en el mentón fingiendo que pensaba en la propuesta. Junto sus manos y aplaudió con energía, la cuerda se movió y me dejó libre para caer azotandome en el piso. - Como recompensa por tus ideas maravillosas dejaré que elijas el arma de tortura, no te muevas.

Y dicho eso salio brincando del lugar ignorando el hecho de que estaba libre, trague saliva y por fin pude activar el pequeño localizador que tenia en uno de mis pendientes.

- Llega rápido Jay. - Las lágrimas amenazaron por salir de mis ojos, mi respiración era agitada y para intentar calmarme me dediqué a ver el lugar, a observarlo e intentar encontrar opciones por si tenia que pelear.

- ¡Querida! - La voz del lunático hizo que me sobresaltara, voltee a verlo y me sonrió mientras movía un carrito lleno de armas de tortura hacia mí. - Te presento a mis juguetes.

- S-Son lindos. - Sonreí pero terminé haciendo una mueca.

- Tienes que elegir uno. - Me ayudó a levantarme y me dio palmaditas en la espalda. Mi pulso aceleró y por instinto me alejé de él. - Tranquila, no voy a hacerte daño.

Se rió.

- Bueno, solo un poco. - Rodé los ojos y elegí un simple cuchillo. - ¿Quieres que te corte los dedos?

Negué con la cabeza rápidamente.

- Lo mejor sería cortes por todo el cuerpo. - Dios, cuanta valentía tenia en este momento. Claro, sin contar que la voz la tenia chillona y todo el cuerpo me temblaba.

- Si no tuvieras nada que ver con el chico tubo te haría mi aprendiz. - Su sonrisa creció y de una patada de lado hizo que me sentara en una silla, el doble impacto hizo que perdiera todo el aire. Se acercó dando saltos hacia mí y comenzó haciendo un corte en mi mejilla sin rechistar, siguió un pequeño trazo bajando por mi cuello cerca de la yugular y trague saliva.

- No te muevas, puedes hacer que yo me mueva y ninguno de los dos quiere saber el resultado. - El cuchillo se alejó de mí para que él pudiera reírse hasta sostener su estómago con ambas manos y al fin yo pudiera llorar y soltar pequeños sollozos.

Se volvió a acercar a mí una vez que dejó de reírse y corto la piel de mis hombros de una sola estocada.

- Es la piel más suave que he visto en mi vida. - Me comentó asombrado. - Y eso que la mía ed simplemente hermosa. - Peinó su cabello como diva y sonrió.

Malditas sonrisas.

Cerré los ojos para no verme sufrir y terminé dejandome llevar resignada a la idea de que Jay nunca llegaría.

Ya no tenia ninguna esperanza.

Y de pronto una ventana se rompió seguida de muchos disparos.

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