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Personaje: Damian y Tim.
Título: La niñera.
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- Se quedarán con la niñera esta noche. - Murmuró Bruce mirando su agenda mientras Alfred  arreglaba los últimos detalles del traje, Dick corría cambiando frenéticamente su corbata indeciso por cuál elegir y Jay estaba recargado en una pared completamente despreocupado.

- Ya estamos bastante grandes. - Susurró Damian de brazos cruzados.

- Y ese es el problema, no quiero que hayan una fiesta llena de alcohol mientras todos estamos de viaje. 

Y después de eso, ambas puertas de la mansión se cerraron haciendo eco en el lugar tan solitario.

- Estúpido Bruce. - Bramó Damian con su característico ceño fruncido. - No necesitamos una niñera idiota para cuidarnos el culo solos.

- ¿Estas enojado? - Pregunté burlón listo para oír una respuesta afirmativa.

- ¿Tú qué crees?

- Entonces hay que desquitarnos. - Sonreí. Yo también estaba molesto porque el mayor de los Wayne pensara que no podíamos cuidarnos solos más sin embargo esta era la oportunidad perfecta para desatar mi lado travieso.

Damian me miró sorprendido.

- ¿Qué tienes en mente?

- Una que otra broma... - Susurré poniendo mis dedos en mi mentón. - Pero necesito tu ayuda, ¿en cuánto tiempo llegara la chica?

El de ojos esmeralda vio su reloj.

- Media hora.

- Es el tiempo suficiente.

Por primera vez en mi vida Damian me sonrió satisfecho y ambos corrimos escaleras arriba para planear nuestro ataque.

...

El timbre de la casa hizo un eco algo molesto en la inmensa sala, Damian salio corriendo para abrir la puerta y fingir ser un buen niño mientras yo caminaba despreocupada mente con un libro en manos.

- ¿T-Tú eres la niñera? - Mi hermanastro sonaba sorprendido, eso me extraño así que decidí ir a la puerta donde una hermosa chica de cabello castaño, largas pestañas y una bella sonrisa lo veía con gracia.

- ¿No es obvio? - Preguntó cruzándose de brazos lo que hizo que su... Mejor me guardo mis comentarios. - ¿Puedo pasar?

Damian asintió algo embobado, su ceño se fruncio y supe que se había molestado por el simple hecho de parecer un idiota frente a una mujer.

- S-Soy Tim. - Me presenté estirando mi mano, ella la aceptó gustosa y me regaló otra hermosa sonrisa.

- _____. - Contestó. - ¿Cómo se llama aquel chico?

Le dio una mirada de reojo a Damian y sentí un poco de celos.

- Damian. - Contestó por mí.

- Ah, esta bien. - Vio la casa algo incomoda. - Perdón por la pregunta pero, ¿ustedes no están lo suficientemente grandes como para tener niñera?

- Mi padre. - Gruñó mientras se cruzaba de brazos.

- ¿Quieres ver la casa? - Le pregunte sonriendo e intentando parecer poco cautivado por ella.

Para mí sorpresa, negó con la cabeza.

- Pasaré solo una noche aquí, con que me digas dónde está la cocina, el baño y sala estaré bien.

Asentí y fui a mostrarle los lugares.

Una vez que ella se quedó haciendo pizza para nosotros me reuní con Damian a susurrar cosas en la sala.

- ¡Es jodidamente hermosa! - Murmuró mi hermano. - ¿Qué pasará con las bromas? Yo no le voy a hacer eso a una chica así.

- Ni yo tampoco. - Negué con la cabeza. - Pero están esparcidas por toda l-

- Tim... - Susurró sorprendido y poniéndose rápidamente en guardia.

- ¿Qué? - Pregunté alarmado.

- ¿No había una trampa en el horno de la cocina?

Y sin decir nada más, ambos nos lanzamos a la cocina justo en el instante que oímos un grito y después una gran explosión.

La cocina era un caos, toda la harina que habíamos puesta estaba flotando por el aire y cayendo lentamente, encontramos a _____ en el suelo cubierta por completo y yo solo cerré los ojos esperando que se soltara a llorar.

- ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! - Su risa me asustó, la miré confundido y ella solo se levantó intentando sacudirse.

- ¿Estas bien? - Cuestionó Damian igual o más confundido que yo.

Ella asintió riendo.

- Veo que también les gusta hacer bromas. - Ambos nos miramos y por instinto dimos un paso hacia atrás. - Esto es la guerra.

Y como por arte de magia todos salimos corriendo en distintas direcciones, posiblemente yendo a planear un próximo ataque por la noche.

Todo comenzó con Damian en ropa interior de mujer, obra de ____, luego fue con mi cabello pintado de los colores de la bandera de LGBT y terminó con la chica llena de plumas de gallina pegadas al cuerpo.

Los tres vimos algo burlones, estábamos en la sala, cada quien con una lata de espuma listos para atacar.

- Han sido unos fuertes contrincantes... - Susurró la castaña. - Pero me la pelan.

- No tienes. - Contestó mi hermanastro.

- Ahora imagínate si tuviera.

Reí sin poder evitarlo y Damian aprovechó para llenarme la boca de espuma.

Me agravante y caí al suelo tosiendo muerto de risa, escupí lo que pude y casi vomito, ____ y el idiota comenzaron a hacer ruidos de personas vomitando y mis ganas de hacerlo solo aumentaron.

- No es gracioso. - Murmuré una vez levantado.

- ¿Entonces es gracioso esto? - Y ahora ella fue la que me dio con la espuma jalando mi pantalón y llenando la parte trasera.

- Parece que tienes pañal.

- Ahora tus nalgas están deformes. - Comentó orgullosa.

- No es justo, son dos contra uno. - Me crucé de brazos.

- Si no es justo entonces los dos serán contra mí. - Ella sonrió. - Veamos qué tan justo se vuelve esto.

Y se volvió a lazar a correr por toda la mansión con Damian y yo persiguiéndola.

....

El ruido de la puerta abriéndose por la mañana hizo que despegara mi mirada del piso, Jason entró junto con Dick riéndose de algo pero se callaron al verme colgado del candelabro en un gran calzón chino, con el rostro pintado y un peinado de espuma.

- ¿Tim? - Preguntó Dick asombrado.

- No wey, soy la hada madrina. - Contesté irritado y mis dos hermanastros mayores se soltaron a reír como locos.

- ¿Y Damian? - Preguntó Jay mirando a todos lados. - Quiero ver qué le hicieron al pequeño cerdo.

Con la mirada apunté a la cocina, ellos corrieron para allá, sus carcajadas aumentaron más y la imagen de Damian amarrado de manos y piernas, con un traje de puerco, una manzana en la boca y rodeado de ensalada en una enorme bandeja de plata acudieron a mi mente.

- Les dije que los vencería. - Canturreo una voz que me hizo la piel de gallina.

- Eres buena... - Murmuré al verla con su hermosa sonrisa delante de mí.

- Demasiado. - Contestó orgullosa.

- ¿Volverás a cuidarnos algún día?

Ella negó con la cabeza y la tristeza se apoderó de mí.

- Si en serio quiera volver a verme tendrás que ver tu trasero en un espejo. - Se dio la media vuelta y caminó hacia la puerta.

- ¿Por qué?

- Anoté mi número en tu hermoso trasero.

Y se fue dando pequeños saltitos, dejandome  confundido y algo excitado con esa declaración.

Pero una duda permaneció en mí aquel día.

¿Cuándo jodidos había hecho eso?

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