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Titulo: Algo prohibido.
Personaje: Nalwing.

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La muchacha dio un salto bastante ágil hacia el siguiente edificio, sus botas negras chocaron con ferocidad sobre aquel techo y tan pronto como pudo, reanudó marcha hacia adelante, sintiendo aquella satisfacción y adrenalina que solo una persecución de Batman y su familia podían causarle.

Sintió los batarangs cortar algo de cabello y carne de sus mejillas, gritó extasiada y corrió con mucha más velocidad.

Se sentía demasiado bien como para reparar en lo idiota que era la decisión que tomaba en esos momentos.

— ¡Ya no corras! ¡Te va a ir peor! — Escuchó al único de allí que era su amigo, Jason Todd.

Se dio la vuelta sin dejar de correr solo para darle una vista al chico del casco rojo.

— Lo sé...

Sonrió, le lanzó un beso y se dio la vuelta. Delante de ella se terminaba aquel tejado en el que se había quedado, sonrió y soltó un suspiro.

Después de dejarse caer al vacío, sus manos comenzaron a emanar una aura negra y se elevó por los cielos siendo impulsada por las motitas de sus manos.

El aire le azotaba el cabello de forma rápida, a esa altura, se atrevería a decir que lo que respiraba era puro, sin una gota de contaminación.

Y gritó.

Gritó como la loca y desquiciada adulta joven que era, gritó no como villana, si no como ella misma lo hubiese hecho.

Sin notar el paso del tiempo, creyó que era un buen momento para descender de los aires ya que la idea de haber perdido a todos los estúpidos acompañantes del murciélago la embargó por completo.

Sonrió y se dirigió hacia el único lugar en el que estaba completamente segura. Una casa abandonada a las afueras de Gotham.

— Demasiado fácil — canturreó sonriendo contenta y dando pequeños saltitos cuando sus botas pisaron el cemento del segundo piso. Se escuchaba claramente cómo goteaba el agua en alguna parte de aquella construcción, se trataba de un goteo continuo, esa clase de goteo que llega a ser desesperante y escalofriante al mismo tiempo.

Sarah se estremeció ante el repentino frío que se coló por el lugar y miró a su alrededor.

Silencio.

Soledad.

Caminó por los pasillos y cuartos hasta dar con uno en particular que no se encontraba tan deteriorado como toda la casa en sí, la puerta soltó un sonoro rechinido y se le erizó el cabello por completo.

Pasó y sus botas hicieron algo de eco, se las quitó antes de meter sus pies en la alfombra roja que cubría casi todo el suelo y suspiró. El traje salió volando hasta el respaldo de la cama y quedó en ropa interior.

— Deberías tomar en cuenta que el batarang que te lancé tenia un rastreador.

Una voz la llamó y sintió una presencia en el umbral de su puerta.

— Dick — Susurró hastiada antes de darse la vuelta — Te dije que no me siguieras, ellos podrían seguirte.

— Me podrían seguir si supieran mis intenciones — Respondió dando un paso al frente, paseando su mirada vivaz por el cuerpo de la villana sonrió y se lamió los labios.

— ¿Y dónde piensan que estás en estos momentos? — Cuestionó dándose la vuelta y dirigiéndose a la ventana.

— En casa de Kory.

Ambos soltaron una risa.

— Ella debe estar sintiéndose culpable por ayudarnos a esconder el secreto.

Mirando la luna, Sarah no se percató del momento en que Richard llegó a su lado y la abrazó por la espalda, depositado uno que otro beso en su cuello.

— Yo me siento culpable por no poder gritarle al mundo lo nuestro.

La chica resistió el impulso de voltear para verle a los ojos.

— Prefiero vernos cada semana mientras tu reputación este intacta y no tengas problemas en casa — murmuró mirando las estrellas.

Grayson fruncio el entrecejo.

— No me importan los problemas, no mereces esconderte entre las sombras, no me avergüenzo de ti.

La castaña rodó los ojos y por fin se dio la vuelta.

— Y lo sé, pero te amo y por eso no quiero meterte en más líos. Dick, entiende, soy mala, soy la escoria de Gotham y tú eres el príncipe de la noche, lo nuestro es algo prácticamente ilógico. Esta mal.

— Mientras sea amor nada puede estar mal.

— No quieras hacerla de poeta, idiota — ella soltó una pequeña risa y se dejó caer al suelo, acariciando levemente la alfombra.

— ¿Y ahora por qué te estábamos persiguiendo? — cuestionó acostándose junto a ella con una mano sosteniendo su cabeza y con la otra jugando con el estómago de la villana.

— Descubrieron que estaba trabajando con el Acertijo — respondió en una sonrisa — y entonces le hice un calzón chino  a Robín para escapar y empecé una persecución.

Dick soltó una risa.

— Debería castigarte por maltratar a el niño, soy su niñera.

Sarah sonrió cómplice,  agarró por dónde pudo la parte superior del traje de Dick, lo acercó a ella, la máscara prácticamente se la arrancó y su cabello se revolvió.

— No podrías.

— ¿Quieres apostar?

— Sabes que siempre encuentro la forma de ganar.

La tensión por darse un beso era demasiado palpable como para pasarlo por alto así que sin esperar un segundo más, ambos unieron sus labios en un beso tierno.

Cuando se separaron ambos sonrieron cómplices.

— A veces pienso que algún día me vas a dejar — murmuró la castaña acomodándose en el pecho del acróbata — y eso hace que tenga miedo de enamorarme de ti cada vez más, luego te veo, veo tu sonrisa, tus ojos brillantes en cuanto me pones un ojo encima y todo el miedo parece desvanecerse y me dejan de importar las consecuencias.

Grayson sonrió.

— Sería el idiota más grande de todos si me atrevo a dejarte.

— Eso dicen todos, ¿qué me asegura que tú eres la excepción?

— Todos los que dicen eso son idiotas civiles, nosotros no somos cualquier tipo de civil, ¿o sí?

Sarah sonrió.

— Después de de dos años sigo insistiendo que esto esta mal...

— Ya sabes, lo prohibido siempre es mejor.

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