75

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Título: Jugando con fuego
Personaje: Damian Wayne.

Uf, tengo que hacer más cotizado al nalgas plásticas but amo a todos más que a él y eso me hace sentir mal:c

Mientras, valdrá verga y haré uno de este bombón:'v

~~~•••~~~•••~~~•••~~~•••~~~•••~~~•••~~~•••~~~

— Dicen que ha tenido roces con todo tipo de villanos — murmuró Angel, la única alumna que Damian consideraba que era apenas soportable en aquel lugar. Ambos, sorprendidos, miraron atentos a la chica que estaba presentándose al salón con una enorme sonrisa brillante que apenas le arrebataba el estrellato a su cabello color fuego y sus ojos verdes —. Tal vez pueda darte la información que necesitas para el caso, Damian.

El nombrado elevó una ceja con un aire sarcástico adornando su bonito rostro.

— Claro, llegaré a preguntarle por el Joker o Two Face y ella me dirá hasta qué calzones están usando.

La castaña hizo un puchero y volvió la vista al frente.

— Yo solo decía...

— Intentaré acercarme — exclamó rodando los ojos e ignorando por completo las cosas que el maestro parecía estar presumiendo de aquella nueva alumna — pero no puedo dar pasos en falso, ¿Estás segura de lo que dices?

La chica se encogió de hombros.

— Mi papá tiene información sobre ella en Metrópolis. ¿Recuerdas cuando aquel grupo de narcotraficantes logró robarle un solo millón de dólares? — el azabache asintió, pensando en lo ridículo y estúpido era el hecho de que ambos estuvieran en una escuela, hablando con normalidad sobre ese tipo de asuntos; claro, eran normales — Bueno, la llamó a ella para arreglar el problema y todo su historial quedó registrado; incluso es su alida.

— ¿Entonces qué carajo hace aquí? — cuestionó más para él que para su amiga.

— Oye, yo también quisiera saberlo.

Intrigado por toda aquella información, Damian se cruzó de brazos y se recargó en su silla, mirando fijamente a aquella hermosa chica, observando con muchísimo detenimiento sus movimientos perfectamente calculados. Justo en el momento en que su mirada estaba intentando perforar lo más profundo de su alma, ella volteó y le sonrió disimuladamente, lo suficiente como para que nadie se diera cuenta.

El más chico de los Wayne, sintió una punzada en el pecho.

— Conseguiré esa información... Cueste lo que cueste.

Diez semanas... diez jodidas semanas habían pasado desde que la chica que ahora todo el mundo lograba identificar por su cabello y sonrisa despampanante logró entrar en la vida de Damian, logrando corromper su salvaje e hiriente espíritu, robando su aliento, sus pensamientos y su corazón...

Lo había empezado como una aventura para conseguir información, terminó por ser la perdición del chico maravilla.

Ella lo quemaba, hacia cenizas su alma atormentada y reavivaba lo que quedaba de las llamas para repetir el proceso una vez más.

Con mucha precipitación, el azabache salió echo una furia del salón de música en cuanto puso un pie allí adentro y descubrió a un tipo intentando sobrepasarse de la raya con la chica que había logrado domar su corazón. Ella se encontraba tocando tranquilamente el piano, deleitándose con las notas que sus dedos tocaban, parecía que con ello llegaba al cielo.

Cuando dió tres pasos fuera del aula, sus pies se volvieron hacia el lugar donde aquel tipo de cabellos dorados intentaba tocar a la pelirroja y le partió la nariz de un solo golpe, retractandose por casi salir corriendo sin auxiliarla.

— ¡Oh, viejo, me rompiste la nariz! — gritó sorprendido, descartando rápidamente la idea de empezar una pelea; sabía que Wayne lo mataría con los ojos cerrados.

— Oh, no me había dado cuenta — contestó sarcástico, sin querer ver la mirada ligeramente sorprendida de Alexa — No sé tú, pero yo iría a la enfermería.

El rubio frunció las cejas al oír el tono burlón y duro de Damian.

— Púdrete en el infierno, Wayne.

Y salió del salón a toda prisa, intentando no derramar demasiada sangre por los pasillos.

— Ya estoy en el infierno, amigo mío — murmuró dándose la vuelta — Pelirroja, ¿Estás bien?

La nombrada elevó los ojos hacia el techo y se levantó, rodeó el piano y se recargó en él, parándose frente al chico.

— Tenía la situación  bajo control, Wayne — avisó con algo de frustración.

— Claro, sus labios casi tocando los tuyos mientras sujetaba tus manos eran tener la situación bajo control.

— Estaba bien, podía darle una patada en la entrepierna y ya — murmuró encogiéndose de hombros —. ¿Qué quieres?

El azabache se acercó a ella peligrosamente.

— Creo que sabes la opinión que tengo acerca de que te toquen — le recordó mirando fijamente sus ojos, midiendo los movimientos que podía hacer para que ella no terminara alejándose de él.

— No soy nada tuyo como para que seas así de posesivo conmigo — y ahora, arriesgándose, ella lo jaló de la corbata del uniforme y lo acercó a su rostro — ¿O prefieres que te lo recuerde?

— Estás jugando con fuego, Alexa...

Su advertencia le hizo un pequeño cosquilleo en los labios, pero, a sabiendas de que también se había enamorado perdidamente de aquel chico y lo tenía que ocultar para su seguridad, hizo caso omiso a sus palabras.

— Yo soy el fuego, Damian.

Él arqueó una ceja y sonrió.

— Me gustaría probar cuánto quemas...

Y se abalanzó contra ella, ignorando a su lógica y su cordura, moviendo sus labios desesperadamente para obtener una respuesta por parte de la pelirroja, anhelando conseguir que ella correspondiera a sus acciones.

Sorprendentemente, así lo hizo. Primero, deslizó sus manos por su pecho para terminar enredandolas por detrás de su nuca en un intento de acercarlo más a él y después, con toda la felicidad del mundo, respondió con ferocidad al movimiento de sus labios, sonriendo entre beso y besó al sentir las manos de Damian recorrer su espalda con delicadeza.

— Damian... — gimió intentando alejarse cuando el nombrado bajó sus fogosos besos hasta su su clavícula, desabrochando su camisa escolar y mandando al caño los botones de ésta — Aquí no...

— ¿Qué sientes por mí? — Gruñó sin lograr alejarse totalmente de ella. Sabía que aquello estaba mal y, por más enamorado que estuviera, no quería ser un idiota iluso al estar a punto de darle su virginidad a alguien que probablemente no correspondería sus sentimientos correctamente.

— Y-Yo... — murmuró intentando completar la frase, sin embargo, las manos, la cercanía y los besos de Damian le impedían pensar con claridad.

Damian paró en seco sus acciones, ignorando el fuego que lo quemaba y le rogaba seguir.

— ¿Tú qué?

Alexa cerró los ojos y soltó un enorme suspiro, agarrando las fuerzas necesarias para hablarle con la verdad. Su corazón latió con fuerza, como si se tratara de un martillo intentando salir de su pecho.

— Me gustas Damian, me gustas mucho más de lo que he llegado a querer a alguien — el nombrado asintió, escéptico y emocionado por aquella revelación —, pero... No podemos estar juntos.

La sangre del héroe bajó hasta sus talones y sintió un pequeño mareo acabar con sus sentidos.

— Tú mismo sabes que nos estamos metiendo en terreno peligroso al estar juntos — murmuró ella alejándose precipitadamente de él, arrepintiendose por haberse dejado llevar tanto. Le dió la espalda y empezó a abrochar los botones de su camisa — cualquiera de los dos puede resultar herido...

Damian se cruzó de brazos indignado, frunció el entrecejo girando su cabeza de lado y gruñó.

— En cualquier relación, todos salen heridos — defendió negándose completamente a rogarle.

— Sabes a qué me refiero — contraatacó —. Robin y una versión más sofisticada de Spoiler no son buena combinación. Seremos blanco fácil.

— Si no saben nuestra identidad, pasaremos desapercibidos — murmuró sin elevar la vista.

— ¿Estarías dispuesto a poner todo tu entorno en riesgo por mí? — cuestionó llena de sarcasmo —. No eres tan idiota, Wayne.

— Cuando te enamoras, menos lógica tiene todo — volvió a defender — así que sí, podría se así de idiota.

Alexa negó con la cabeza rotundamente. Quería estar con él pero solo ponía trabas y trabas, pretextos y excusas que ella misma sabía que no tenían mucho sentido al tomar en cuenta lo listos que eran ambos.

— Ahora eres tú quien juega con fuego, Damian — advirtió acercándose lentamente a él —. Yo... Hablo en serio, no quiero que salgas lasti-

—Oh, vamos, cállate y bésame.

Y así lo hizo.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro