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Título: Tonta.
Personaje: Damian Wayne.

Advertencia: Yes. ¿Hace cuánto no pongo una advertencia?:v uf, han pasado 84 años:'v
Bueh, la advertencia es que hoy trataremos un tema algo raro y que nunca en mi vida había escrito sobre el: incesto.

Yeah babys Bv quiero explorar este tema a ver qué pendejada sale xd y pues a quien no le guste o moleste pues #sorrynotsorry simplemente saltan esta parte y nos evitamos problemas ❤

Además, Wattpad es el mismísimo infierno lleno de pecado así que esto no es sorpresa:v

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— ¡NO QUIERO! ¡NO PUEDES OBLIGARME A HACERLO! — Sollozó una chica de cabello azabache mientras sus manos se transformaban salvajemente en dos puños a sus extremos.

— Debes de hacerlo por el bien familiar, Verónica — murmuró su padre con un tono de voz neutro, sin mostrar la sorpresa que pasaba por su mente al ver el comportamiento de su hija casi recién llegada.

— ¡NO PUEDES OBLIGARME A CASARME, BRUCE! —bramó furiosa, acercándose peligrosamente a su rostro, la diferencia de estaturas era bastante y sin embargo, eso no detuvo la postura de la chica, siempre tenaz y completamente allegada a su punto de vista. No titubeó ni un segundo al sentir los ojos de Bruce intentar calcinar sus intentos de rebeldía — ¡HACE UNA PUTA SEMANA NO TENIA IDEA DE QUE TÚ ERAS MI PADREA Y AHORA QUIERES OBLIGARME A HACER ALGO QUE ARRUINARÁ MI EXISTENCIA!

— Tu madre también está de acuerdo — siguió impasible, esperando que con ello la vergüenza por estar gritando como loca la atacara con su propia cuchara.

Ante el comentario, Verónica quedó hecha piedra por apenas una milésima de segundo pero inmediatamente retomó su postura.

— ¡No me importa! — gritó en un tono más bajo, queriendo acabar la conversación —  Sabes perfectamente que ella nunca me quiso, es más, llegué a esta estúpida mansión porque Rebekah buscó una manera de deshacerse de mí... Por lo que veo, ahora tú también quieres conseguir una.— Aunque su tono se había acallado un poco, la alteración, frustración e ira en sus palabras era palpable.

— No es por lo que crees, Verónica, industrias Wayne necesita hacer un trato con Lexcorp y para ello el señor Luthor y yo decidimos casar a nuestros hijos para que el beneficio sea justo. Nadie quisiera perjudicar a sus hijos.

Indignada, la nombrada soltó un jadeo e inconscientemente se hizo hacia atrás.

— Ni loca...

Y salió corriendo escaleras arriba, pensando en lo mucho que tal vez estaba exagerando la escena, sin embargo, haría lo que hiciera falta para evitar un matrimonio hecho únicamente por el dinero.

Llegó de manera precipitada a su habitación, sacando una maleta grande que había debajo de su cama, volteó a ver su ropero y lo abrió de par en par, metiendo  ropa que ni siquiera sabía si combinaba o le serviría en la época de frío extremo que Gotham estaba sufriendo; lo importante era salir de la mansión rápido.

— ¿Después del alboroto te vas? — Cuestionó una voz que ella conocía a la perfección, lentamente se dió la vuelta para encararlo y se encontró con la mirada de Damian haciendo notar la burla que surcaba en sus ojos esmeralda.

— Me van a obligar a casarme — murmuró desviando la mirada.

— Lo sé, escuché todo Ronnie — contestó  con simpleza.  Cerró la puerta y se acercó a su media hermana.

— No voy a permitir que me casen a la fuerza — negó con la cabeza, decidida —. Me casaré con alguien que me ame, no con alguien que ame mi dinero.

El súper héroe soltó un suspiro que la azabache no supo interpretar.

— Eres una tonta.

Ella frunció el entrecejo más confundida que molesta.

— ¿Eh?

— ¿A dónde irás? ¿Con quién te irás?  Vas a quedar a merced de Gotham, el lobo de las ciudades más peligroso de todos para conejitas como tú.

— No me importa — murmuró encogiéndose de hombros —. Cualquier cosa tiene que ser mejor que esto.

— ¡No puedo permitir que te vayas! — exclamó sacando a luz la enorme frustración que se había juntado en su pecho. Al ver la expresión de sorpresa de su media hermana, se cruzó de brazos desviando la mirada y frunciendo el entrecejo como solo él sabía hacerlo; ninguno de los dos se había dado cuenta que estaban a centímetros de distancia.

— ¿Damian...?

— Con dieciocho años no puedo preparar un sándwich sin quemar la cocina y ese es tu trabajo... ¡No puedo permitir que mi sirvienta personal se vaya! ¿Okay? — intentó corregir sus palabras por más estúpidas que sonaran ya que lo quiera dejar ver la verdad que escondían.

— Para eso tienes a Alfred — contestó obvia, volteandose para cerrar su maleta el tiempo suficiente como para que Damian la observara con anhelo, deseando cada bendito segundo que aquella chica que le había robado el aliento desde que puso un pie dentro de la mansión por primera vez, no tuviera aunque fuera un poco, una pizca de la misma sangre que corría por sus venas.

— Es... Diferente — exclamó volviendo a su tono de indiferencia en cuanto ella se dió la vuelta para mirarlo.

— Nadie me necesita aquí, soy un estorbo, incluso tú lo has dicho — murmuró algo dolida al recordar las duras palabras que su medio hermano le soltó un día mientras discutían por su llegada.

— No habla tan en serio... Ronnie, te has vuelto parte de esta familia y eso es indiscutible.

— Ve y dile eso a Bruce.

Damian suspiró, exasperado.

— No te hagas la dura u ofendida, cero dramas.

— ¿Entonces cómo quieres que lo tome? — cuestionó intentando aplacar su corazón ante la cercanía de su familiar, ¿Sentirse tan bien junto a alguien como él estaba mal?

Sí, mucho.

— No lo sé — gritó por lo bajo, frustrado de no tener la situación bajo control, como acostumbraba — ¡Solo...! Ah, solo no te vayas a largar, ¿Está bien? Encontraré una estúpida solución y evitaré que te cases con el bastardo de Luthor, tampoco es como si me agradara mucho la idea de que ese tipo te ponga las manos encima.

De inmediato, deseó que Verónica no se diera cuenta por segunda vez la verdad detrás de aquello, sin embargo, al ver la expresión de la chica, perdió toda esperanza.

— Pensé que no querías que pusiera las manos en el dinero Wayne... ¿Como por qué en mí? — inquirió algo emocionada —. Pensé que me odiabas.

— Eh... ¡E-Eres mi hermana! ¿Está bien? Ningún idiota es digno.

— No pensabas eso cuando llegué a la mansión... — se acercó un poco más, a sabiendas de que estaba tanteando territorio en un campo minado — ¿Qué estás tratando de decir, Damian?

Con el corazón latiendo al mil, el nombrado decidió mandar al carajo todo, de todas formas, no es como si tuviera una familia completamente funcional y normal.

— Odio a mi padre por ser el tuyo. A la mierda todo.— Gruñó antes de tomar bruscamente a la azabache por la nunca y terminar de empujarla hacia él, adueñándose de los labios que había estado tan ansioso de probar.

Sorprendida, ella le correspondió algo dudosa, subiendo lentamente sus manos por todo su abdomen, descubriendo los músculos que tanto había ansiado tocar.

Cuando las manos de Damian viajaron hasta cintura y comenzó a acariciar muy despacio la zona, Verónica soltó un pequeño jadeo, explotando la tensión sexual que se estaba formando en el ambiente con cada beso, caricia, que los medio hermanos se estaban brindando mientras ardían en el pecado.

Sin despegarse un solo segundo, él arrojó la maleta al suelo para colocarla en la cama, dándose la libertad de pasear sus manos por su trasero y darle un apretón fuerte.

— D-Damian — gimió ella, abrumandose por las manos calientes que la estaba recorriendo entera, tocando partes que ningún hombre había tocado antes.

— No hagas ruido — susurró cerca de su cuello, deshabotonando la blusa blanca que en ese momento le estorbaba.

— N-No — murmuró en un pequeño momento de claridad, alejándolo.

— ¿Hice algo mal? ¿Te lastimé? — preguntó haciendo notar la preocupación que consumió su excitación.

Ella negó con a cabeza.

— ¿Qué estamos haciendo? ¡Somos hermanos!

— Creí que te estaba gustando — murmuró ofendido, quitándose de encima y sentándose a un lado de ella para observar sus reacciones; era obvio que quería que hablaran.

— Yo... Sí, me gustó y me gustaría seguir — declaró apenada, sin atreverse a mirarlo — pero está mal, completamente mal.

— Todo en este mundo siempre está mal — siguió él —. No podemos ser la excepción.

— ¿Si alguien se entera? — pensó en voz alta, haciendo notar su evidente horror. 

— No dejaré que suceda — su tranquilidad la sorprendió.

— ¿Y si me quedo y me casan a la fuerza? — volvió a preguntar.

— Deja de darle jodidas vueltas a todo y dejemos que las cosas pasen — recriminó mirándola con molestia por unos segundos. Seguido, entrelazó sus manos y le sonrió —. Juntos podremos contra todo.

Ella negó con la cabeza, sin embargo, sonrió con honestidad.

— Esto está mal... Me encanta.

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