80

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Título: Averno.
Personaje : Tim Drake.

~~~•••~~~•••~~~•••~~~•••~~~•••~~~~•••~~~•••~~

A veces temía que su mirada lograra derretir el vidrio que nos separaba.

Allí estaba yo, como cada noche, velando por la seguridad de la Batcave que aquella mujer de cabello azabache y belleza incomprensible no se escapara del cautiverio donde la teníamos presa desde hace semanas. Su mirada, azul como el cielo y encendida como las mismísimas llamas del infierno, quemaba mi alma mientras ella hacía un intento de escudriñar entre mis ojos, esperando a que yo me desmoronara allí y cayera ante sus encantos.

Lo que ella no sabía, es que yo ya había caído a sus pies desde la primera vez que la vi. 

El aire estaba cargado de silencio, de tensión, a la par que sus enormes alas oscuras se extendían por detrás de su espalda, revelando la gran magestuosidad que poseían y se movían al compás de su respiración, calmada, serena, a pesar de mostrar un tornado en su mirada.

— ¿Por qué no intentas atacarme? — Cuestioné cauteloso, acercándome un poco más al vidrio y quitando las palmas de mis manos del suelo para recargar mis codos en mis rodillas; me gustaba sentarme en el suelo —. Te comportas como una fiera cuando la guardia le toca a Jason o Richard — agregué tentando un terreno desconocido, nunca había hablado con ella, ni siquiera conocía su voz y sin embargo, mis oídos casi lograban captar la melodía de ese dulce sonido.

— Sácame de aquí — gruñó en un tono seco, decadente de alguna emoción.

— No puedo — murmuré sin apartar la vista ante su potente poder de intimidar a las personas porque, después de todo, era un demonio puro y nato — y eso lo sabes a la perfección.

— No me interesa, ustedes me apresaron de manera injusta — una fugaz emoción de cólera surgió desde lo más profundo de su garganta pero rápidamente  recompuso una postura vacía.

—  Saliste de lo más profundo de las tinieblas, causando estragos en la naturaleza desde que pusiste un pie en ella, alertaste a los animales, Gotham sufrió un cambio climático nunca antes visto desde que llegaste aquí... ¿Y te parece injusto que te tengamos aquí? No conocen ni tu nombre, mucho menos tus intenciones y no somos gente que está dispuesta a arriesgar el bien civil solo por tu libertad.

— Podría quemar tu lindo rostro en este mismo instante — bramó sin alterarse por completo, lamentablemente, sus alas la traicionaron y parecieron tomar vida propia para ponerse en modo ataque, apuntandome.

Mi corazón se aceleró pero no demostré mi emoción por hacer mención de que tenía un lindo rostro; estaba pensando como niño.

— ¿Y no era más factible fundir el vidrio? — Cuestioné atreviendome a elevar una ceja divertido.

Ella me miró mal y deseé de inmediato no haber soltado tremenda estupidez.

Para mí desgracia, no volvió a proferir palabra alguna y en su lugar me dió la espalda, abrazando sus rodillas y regalandole a mi vista una maravillosa visión de su espalda descubierta, con las alas saliendo donde deberían estar sus omóplatos. Su vestimenta es simple, cubriendo apenas lo que es primordial por un montón de seda oscura con apariencia de algo que se extiende  por su cuerpo como si quiera enredarse en el así que la mayoría de lo que observo, se encuentra desnudo.

Trago en seco y me obligo, de manera tortuosa, a apartar la vista.

— Podrías irte de aquí, fundiendo el vidrio o rompiéndolo con tus alas antes de que nos diéramos cuenta...— giró su cabeza con cierto brillo de orgullo al notar que yo me percaté de la fuerza que tenían, lastimosamente, no conseguí que volteara su cuerpo — ¿Por qué sigues aquí?

— No son asuntos tuyos...

— Si me interesas, claro que son asuntos míos — revelé, ganando un poco de terreno cuando se giró por completo sorprendida — Si te irás, al menos me gustaría tener una idea de cuándo lo harás para no tener una mala jugada del destino.

— ¿Te intereso? — inquirió con la voz algo apagada pero con mucha más vida de la que había demostrado en todo el tiempo. Asentí. — Soy un demonio, alguien que viene directo del Averno, ¿Sabes? Un ser oscuro, creado con una belleza superior a la de cualquier mortal para atraerlos hacia los pecados, estoy hecha para destruir, dañar, para dar odio y no amor, ¿No le temes a eso? ¿Si quiera te has puesto a que en cuanto ponga una mano encima de ti, tendrás quemaduras graves? No lo creo.

— No eres así — contesté seguro de mis palabras.

— ¿En qué te sustentas para decir algo así? — Rugió, haciendo totalmente visible su molestia. Tal vez pensaba que le estaba tomando el pelo.

— Te analicé — sisee por lo bajo, mirándola directamente a los ojos en un intento de aplacar su furia; echarvun balde de agua helada a un llama que se extendia con rapidez se asemejó a lo que hacía —. Mientras los otros te cuidan, observé tus movimientos y tu comportamiento ante los humanos, al contrario de lo que probablemente pienses sobre ti misma, la maldad no ha arraigado por completo en tu interior...

— ______ — completó y me sorprendí por la calidez humana que emanaba su nombre.

— Si quisieras y si de verdad fueras mala hasta las entrañas, ya hubieras quemado el lugar, hubieras matado a mis hermanos, no te hubieras contenido conmigo, no estarías tan serena cuando piensas que estás sola y ni siquiera tendrías una sonrisa sincera; te crees la peor cosa de escoria porque tú quieres verte así.

Ella se quedó callada, tal vez procesando todo lo que le dije con cautela para contraatacar, sin embargo, cuando elevó la vista, me demostró que las simples palabras que solté la habían puesto a pensar.

— Aún así lastimo a todos, es mi naturaleza — susurró como si me estuviera contando un secreto — y ustedes me han tratado mejor de lo que alguna vez lo hicieron, no se lo merecen.

— Si tú quieres ser buena, lo vas a lograr. — La apoyé y de manera inconsciente, la palma de mi mano se pegó al vidrio que nos separaba ya que sin darnos cuenta, habíamos acortado la distancia por completo.

— Te vas a cansar o arrepentir, cualquier persona normal lo haría. — No se atrevió a verme y me pareció tierno que detrás de todo ese rollo de demonio sin sentimientos, se escondiera alguien inseguro, pidiendo ayuda a gritos y aún cuando eso era visible para mí, la duda de por qué no era completamente mala me seguía sin piedad.

— Tuviste suerte de caer en nuestros brazos — le sonreí cerrando los ojos —. Somos todo menos normales.

— ¿Me ayudarás sin dar marcha atrás? — Cuestionó, mirando mi mano y después mis ojos.

— Por siempre.

— Por siempre.

Colocó la mano justo frente al vidrio y éste comenzó a fundirse hasta que una enorme parte del vidrio dejó al aire libre su palma; el calor que emanaba su cuerpo me envolvió.

Ambos sonreímos como niños pequeños.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro