Capítulo 11: Misterios Por Resolver.

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Miércoles 10:20 pm
Roxana y Timoteo.

La noche llegaba a la ciudad, Timoteo bostezaba, se sentía cansado de un largo día, aún así mantenía una sonrisa, Roxana leía lento, pero su lectura ya había mejorado un poco.

—Ya has mejorado bastante. –Dijo él con felicidad y cariño.

—Gracias por tu paciencia. –Le sonrió tímida cerrando la cartilla.

—Es un gusto enseñarle a los que no saben, es mejor que tratarlos como idiotas porque. –Se levantaba estirando sus brazos y las miraba de reojo. —Porque yo tampoco sabía leer de niño. –Le sonrió.

Roxana se sonrojaba perdiendo su mirada, se levantaba del sofá mientras recogía las cosas de la mesa.

—Es bastante tarde, ya deberías estar en casa. –Dijo algo preocupada organizando los libros en orden.

—Gracias por la comida y por tu hospitalidad. –Le respondió amable y con una sonrisa.

Él recibía los cuadernos y los guardaba en su maleta, dejando uno por fuera, sosteniéndolo entre sus manos.

—Quédate con este para que mejores en tus tiempos libres. –Le sonrió ofreciéndole el libro.

Ella lo recibió con una sonrisa.

—Gracias. –Hizo una breve pausa viendo el libro. —Gracias por todo lo que has hecho por mí desde el día que te conocí o te vi. –Dijo apenada levantando su mirada.

—Es con gusto, debo irme ya es tarde y este lugar no se ve muy seguro. –Dijo algo bromista riéndose al final.

Ella se reía y le daba un suave empujón

—Si es peligroso, pero no tanto. –Se reía tímida. —Ven te acompaño a la parada.

—No, no, no. –Repitió poniendo sus manos sobre los hombros de ella. —Luego te devuelve sola y no quiero que te pase algo. –Dijo preocupado sonriendo.

—Estaré bien, me conoce aquí. –Dijo modesta levantando sus hombros mientras sonreía. —Me preocupas tú, no te conocen y no quiero que te asalte, ven y te acompaño. –Insistió alejándose mientras tomaba la llave de su casa. —Vamos, te esperan en casa. –Le sonrió abriendo la puerta.

—Espera, casi olvidó esto. –Dijo él metiendo sus manos en su maleta, sacando el sobre.

—Ah, gracias. –Le respondió ella sonriendo tomando el sobre. —Espérame aquí. –Dijo con amabilidad sonriendo.

—Claro.

Ella caminaba rumbo a su cuarto y así como entró, salió, guardado el dinero en su billetera, que dejaba cerca al televisor.

—Ven vamos. –Lo tomaba de la mano jalándolo hacia la salida.

Él solo sonreía mientras ambos salían de casa.

Al salir de casa, Carolina se asomaba desde el cuarto mirando hacia la sala, su mirada reflejaba algo de tristeza y preocupación, una lágrima baja por su mejilla, pero se la limpiaba soltando un suspiro al final.

20 minutos después.

Roxana llegaba a casa y dejaba las llaves sobre la mesa, veía a su amiga en pijama sobre en el sofá.

—Pensé que ya estabas dormida. –Dijo con amabilidad mientras cerraba la puerta.

—Aún no, quería preguntarte algo. –Le respondió con timidez mientras subía sus piernas al sofá para acomodarse.

—Claro, ¿Pasa algo? –Preguntó preocupada, acercándose para sentarse a su lado.

—¿Debería preocuparme por ese chico? –Le preguntó fugazmente sin mirarla.

—¿Es eso? –Preguntó en un tono burlón riéndose al final. —Es un buen chico muy amable, querido y atento. –Sonreía viéndola. —Tranquila, no todos los hombres son malos. –Colocaba su mano sobre la de ella.

—¿Qué es para ti?, ¿Te gusta? –Preguntó algo preocupada viéndola.

Roxana solo le reía ante aquellas palabras y se reía un poco.

—Un amigo, un buen amigo. –Le respondió con calma. —Y no, no me gusta, únicamente es muy amable y no debe confundir eso con coqueteo. –Se levantaba del sofá. —¿Quieres un sándwich? –Le preguntó amable sonriéndole.

—Sí. –Respondió tímida mientras el señor bigote se acariciaba con ella.

Roxana iba a la cocina y se escuchaba como ella preparaba algo, en la sala con la mirada perdida acariciando sutilmente al gato, Carolina se perdía en sus pensamientos.

Recordaba su cumpleaños número quince, para todas las niñas a su edad tenían una fiesta increíble, algo inolvidable, pero ella no era una niña normal, encerrada en un cuarto de varios dormitorios con otros niños huérfanos, lloraba en su cama abrazada escondiendo su rostro entre sus rodillas, dejando caer sus lágrimas sobre la sabana de su cama, bajando de la cama de arriba una joven Roxana en medio de la oscuridad levantaba la mirada de aquella niña triste.

—Si sigue con la cabeza agachada a la princesa, se le va a caer la corona. –Dijo con amabilidad levantándole la mirada, mientras le acomodaba la corona que llevaba puesta.

Haciendo sonar su nariz y secando sus lágrimas de sus ojos, la miraba.

—¿Sabes qué día es hoy? –Le preguntó en un susurro con su voz quebrada.

—No tengo ni idea, pero te veo triste. –Le secaba las lágrimas. —Debe ser un día importante para ti.

Roxana la abrazaba buscando calmarla, ella sabía que si seguía llorando y haciendo ruido cosas peores le pasaría aquella niña desconsolada.

—Tranquila, acá estoy para acompañarte en este día. –Le susurro con calma. —¿Qué día es hoy? –Le preguntó con amabilidad.

—Es mi cumpleaños. –Le respondió a secas con tristeza de su voz.

—Ya vuelvo. –Le respondió con calma.

Aquella chica se ponía de pie y se perdía en medio de la oscuridad de aquel cuarto, algunos minutos pasaba se escuchaba algunos ruidos llegando de nuevo aquella extraña niña algo sucia llegaba con un pan en la mano.

—Feliz cumpleaños princesa. –Susurro ofreciéndole aquel pan.

Con una sonrisa ella lo recibía, viéndola asombrada.

—¿De dónde lo sacaste? –Preguntó curiosa y preocupada.

—Me lo robé de la cocina. –Soltaba una corta risa sentándose sobre la cama. —¿Qué sea un secreto?

Feliz, aquella niña comía aquel pan con emoción.

—No olvides pedir un deseo. –Susurró Roxana viéndola comer.

—Salir de este lugar contigo. –Le respondió en un susurró.

—Si lo dice, no se cumplirá. –Hacía una breve pausa. —Pero te lo prometo.

Al mes siguiente Carolina sería adoptada por una familia, siendo la última vez que vería a Roxana en aquel orfanato, tristemente ella se despedía con su mano viendo como su amiga se iba en aquel auto con su nueva familia.

Carolina escucha un plato que se pone sobre una mesa sacándola de sus recuerdos parpadeando, miraba a su derecha y veía a Roxana.

—¿Por qué estás llorando? –Preguntó Roxana viéndola dejando su plato sobre la mesa.

—Los recuerdos me hacen llorar. – Sonrió secándose las lágrimas.

—¿Te sientes bien? –Le preguntó preocupada, tomándola de la mano.

—Es que tú me... –Hacía una pausa perdiendo su mirada viendo a su amiga.

—¿Yo que? –Le preguntó curiosa, viéndola secando las lágrimas de su amiga.

—Tú me, me. –Tartamudeó nerviosa. —Tú me importas y no quiero que nada te pase. –Susurró preocupada, perdiendo su mirada.

Roxana le sonreía y la abrazaba pegando su cabeza en su pecho y le besaba la cabeza.

—Ay corazón, tranquila, no me pasará nada, sé cómo cuidarme. –Le acariciaba el cabello sonriendo.

Carolina aceptaba el abrazo, abrazándola con fuerza mientras lloraba un poco escondiendo su rostro entre los senos de su amiga.

Miércoles 11:48 pm

Timoteo.

Timoteo llegaba a casa abriendo la puerta de su casa y entraba, se quitaba la maleta dejándola sobre el sofá mientras encendía las luces de su casa y caminaba a la cocina donde tomaba un vaso con agua, al meter su mano en el bolsillo sentía aquel collar lo sacaba de su bolsillo y lo miraba mientras tomaba agua.

—¿Dónde te visto antes? –Susurro viendo el collar.

Mientras miraba el collar repetía la palabra "Mariposa" hasta que llegada recordar algo, Anaís se refería a su hermana con aquel apodo, al recordarlo abría sus ojos casi ahogándose con el agua, dejando caer un poco al suelo.

—No puede ser, ¿Qué hacía ella ahí? –Se preguntó preocupado y algo asustado. —No tiene sentido que ella estuviera ahí. –Se cuestionaba aquel hecho entre su confusión.

Se quedaba en silencio viendo a su alrededor, perdía su mirada mientras guardaba el collar en un cofre dejándola arriba de la nevera.

Soltando un suspiro caminaba a su cuarto donde se quitaba la bufanda y la camisa.

Jueves 12:04 AM
Alejandro y Alexander.

—Mira esto. –Dijo el joven detective de mechones rojos, dejando una carpeta sobre la mesa. —Ese chico, Timoteo, estuvo preso durante un año y medio por homicidio.

Alejandro levantaba las cejas y tomaba aquella carpeta para leerla.

"En su cuarto Timoteo se miraba en un espejo, en su cuello tenía una enorme cicatriz de una quemadura que bajaba por su clavícula hasta su pecho, se miraba al espejo tocando la cicatriz de su pecho y en sus ojos brotaba algunas lágrimas, soltando un suspiro."

—No es todo tick tack. –Dijo con seriedad sentándose en frente de su jefe. —Hace cuatro años se cambió el nombre. –Dijo con seriedad sacando otra carpeta.

"Timoteo se secaba las lágrimas y se colocaba una camisa como pijama para acostarse en su cama para dormir"


Poniendo la carpeta sobre la mesa mirando con seriedad a su compañero.

—Thiago Soto, tuvo roces fuertes con la hermana de la víctima. –Dijo serio dándole un sorbo a su café. —Se odiaba. –Complementaba con seriedad golpeando su dedo índice sobre la carpeta que llevaba el nombre de Thiago.

"Thiago se tomaba fotos sin camisa en su baño, que publicaba en su Instagram, mordía una manzana mientras caminaba a su cama, le escribía a Roxana que no le respondía"

—Luego está Roxana, una chica huérfana tiene antecedentes por agresión en el orfanato. –Dijo serio dejando otra carpeta en la mesa. —Investigue sobre el lugar, pero ya no existe, era un lugar de tráfico de niños a mi parecer. –Le daba un sorbo a su café dejando el vaso sobre la mesa.

"Roxana comía su sándwich mientras se reía porque veía algo en la televisión con su amiga, su celular vibraba sobre la mesa, pero ella solo la apagaba viendo a su amiga, abrazándose ambas estando entre risa."

—¿Qué sabes del dueño de la compañía? –Preguntó Alejandro serio viéndolo mientras jugaba con una moneda entre sus dedos.

—No he encontrado nada, es como si no existiera. –Levantó sus hombros.

—Tendremos que tenerlos cerca a todos. –Dijo serio golpeando su dedo índice sobre la mesa.

—Detective Alejandro. –Dijo un policía agitando, ya que llegaba corriendo. —Hay otra mujer asesinada cerca del anterior caso. –Dijo serio viendo a ambos detectives.

Alejandro le daba un sorbo a su café y veía a su compañero.

Jueves 1:30 am

Roxana y Carolina.

Roxana bostezaba y veía a su amiga que ya estaba dormida en el sofá cubriéndola con una sábana dándole un beso en la frente, apagaba la televisión y se retiraba para ir a dormir, ya en su cuarto con su pijama se acostaba logrando dormir.

Ella despertaba en un salón blanco, tenía una puerta blanca frente ella, con su mano en la perilla la giraba abriendo la puerta, una luz parpadea dentro del cuarto que estaba lleno de sangre desde el suelo junto a las paredes, ella se asustaba cerrando la puerta al girarse frente ella estaba Timoteo encapuchado con una chaqueta negra y la miraba, ella se asustaba pegándose a la puerta.

—No, no, no, soy más que un actor. –Dijo él con frialdad acercándose a ella. —Juego con tus sentimientos, te miento y luego te sonrió. –Le sonreía mientras la tomaba de las mejillas. —Solo, soy una distracción, en un acto de compasión te cambio la visión. –Dijo de forma cínica levantándole el cuello para besarla.

Roxana despertaba de golpe algo asustada escuchando música de fondo, ya era de día, lo veía por la luz de la ventana que pegaba en el suelo.

Tomando su celular veía que ya eran las nueve de la mañana, se organizaba el cabello y sonreía para empezar el día.

—La pesadilla se mezcló con la música de Carol. –Susurro sonriendo aliviada.

Al ver su celular veía mensajes de Thiago y Timoteo abriendo sus chats, le respondía con un poco de ayuda del lector de pantalla, respondiendo a secas en un audio a cada uno, levantándose de su cama, poniéndose sus pantuflas y salir de su cuarto mientras se amarraba el cabello.

Llegaba a su sala donde le bajaba el volumen a su equipo y al final se escuchaba a Carolina cantar de fondo.

—Estás pensando en mí, quizás. –Cantaba Carolina desde la cocina. —Yo ya no pienso en t... –Hacía una breve pausa. —Oye, estaba cantando. –Dijo algo molesta desde la cocina.

Roxana entraba a la cocina y veía a su amiga cocinando, se recostaba en el muro cruzando sus brazos.

—Buenos días, primero y segundo. –Dijo ella con seriedad. —Sabes que la dueña odia la música fuerte. –Le reclamó con amabilidad.

—Lo siento. –Se disculpó apenada mientras echaba unas cebollas y tomate picado en el sartén

El aceite del sartén sonaba mientras ambas chicas se miraban con una sonrisa.

—¿Quieres perico? –Le preguntó Carolina, amable y sonriente.

—Sí, gracias, me ducharé, tengo que ir a arreglar algo. –Dijo seria retirándose del muro. —Hazme un favor corazón. –Dijo con suavidad y cariño levantando su mano con delicadeza.

—Claro. –Le respondió sin mucho interés mientras quebraba un huevo.

El aceite sonaba mientras el huevo caía sobre el sartén, Carolina revolvía la yema con el tomate y la cebolla con una cuchara.

—Quiero que salgas a buscar casa, no importa que tan costosa comprarla o la administración, si es bonito es perfecto. –Explicó con amabilidad. —Hoy le diré a la dueña que me le entrego esta casa. –En su voz se notaba algo de alivio.

—¿Qué tan costoso? –Preguntó curiosa mientras sostenía el sartén por el mango en su mano mientras revolvía los ingredientes.

—No tienes límite, solo busquemos opciones. –Le respondió con seguridad y sería.

—¿Estás segura de lo que vas a hacer? –Ella se giraba y la veía preocupada.

—Confía en mí. –Le sonreía. —Iré a ducharme. –Dijo amable alejándose de la puerta de la cocina.

Carolina nada más sonreía y continuaba cocinando aquellos huevos revueltos.

Roxana tomaba su ropa y su toalla caminando rumbo al baño, entrando al baño ella comenzaba a desvestirse, empezando por su blusa haciendo sus senos rebotar al quitársela, seguido de su short quedando completamente desnuda.

Movía la cortina de su ducha que sonaba al moverla metiéndose en ella, abriendo la llave, comenzaba a salir el agua, sonaba al caer al suelo, el agua tocaba la piel desnuda de aquella mujer hermosa que se remojaba el cuerpo acariciándolo con sus manos remojando su cabello.

Con el jabón en su mano enjabonaba todo su cuerpo y se aplica el champú haciendo espuma en su cabello para final quitarse todo con el agua mientras terminaba de ducharse, movía la cortina y buscaba algo dentro de su toalla, sacando una cuchilla de afeitar, al tenerla en sus manos la miraba y suspiraba.

—Acá vamos. –Susurro nerviosa viendo el rastrillo.

Volvía cerrar la cortina y miraba hacia abajo, acercando la cuchilla de afeitar, depilándose con cuidado y algo nerviosa, el vello púbico caía al suelo y alguno se quedaba en la cuchilla, con el agua hacía desaparecer ambos por el drenaje, los minutos pasaban mientras ella se afeitaba.

Carolina tocaba la puerta del baño dándoles suaves golpes.

—¿Estás bien? Llevas bastante tiempo ahí. –Preguntó preocupada golpeando la puerta.

—Ah. –Hacia una breve pausa. —Si estoy bien, solo que ammm. –Balbuceó sintiendo un leve dolor. —Salgo entre poco. –Se excusó levemente nerviosa.

—Claro, tu desayuno se enfría. –Le gritó desde el otro lado de la puerta-

—Si dame un momento. –Le respondió con amabilidad.

Entre la plática ella se distraía cortándose, soltaba un suspiro algo adolorida mientras la sangre brotaba, se mordía los labios soportando el dolor.

—Mierda. –Susurro levantando sus manos con la cuchilla en su mano.

—Vale te espero. –Le respondió con amabilidad y una sonrisa.

Diez minutos después

Roxana salía de la ducha secándose el cabello con su toalla, salía bien arreglada, mientras se acerca a la sala donde su amiga la veía llegar.

—¿Estás bien? –Preguntó de nuevo preocupada.

—Si, tranquila, necesitaba una buena ducha. –Dijo con sonrisa sentándose a su lado mientras miraba su desayuno.

Su desayuno era unos huevos revueltos, con pan y buen chocolate.

—¿No estás llegando tarde a tu trabajo? –Le preguntó con curiosidad mientras pasaba los canales en la televisión.

—Llegaré a tiempo tu tranquila. –Dijo con calma mientras comía.

En la puerta de su casa sonaban como alguien golpeaba con fuerza la puerta en repetidas ocasiones, ambas chicas se miraban mientras Roxana sostenía el pan en sus manos.

—¿Crees que sea la dueña? –Susurró su amiga viéndola.

—Yo hablo con ella. –Le respondió con calma mientras dejaba su desayuno sobre la mesa, le daba un sorbo a su chocolate y se levantaba del sofá.

Se acercaba a la puerta que seguían golpeando, soltaba un suspiro antes de abrir la puerta. 

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