Capítulo 15: Un Nuevo Hogar.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Viernes 9:30 am
Roxana.

Roxana despertaba soltando un bostezo, estiraba sus brazos para empezar un nuevo día, algo cansada y con la pereza sobre ella caminaba a la cocina a prepararse un café, el señor bigotes le pasa entre las piernas al caminar, maullando.

Luego de algunos minutos preparando el café, decidía ir a su cuarto para ver a Carolina, al llegar abría la puerta.

—Oye, ¿Quieres desayunar? –Preguntó con amabilidad entrando al cuarto.

Al encender la luz este estaba vacío con la cama organizada, ella suspira, cerraba los ojos, se sentía algo culpable por la discusión de ayer, era su mejor amiga, una persona que la ha acompañado en buenos y malos momentos.

Algo decepcionada cerraba la puerta y caminaba rumbo a la cocina para prepararse el desayuno, pero ver aquel cuarto vacío la había hecho sentir sola y algo arrepentida.

Viernes 9:30 am
Carolina.

Carolina estaba sentada en el suelo empolvado de aquel semáforo con una bolsa de dulces entre sus manos, esperando el cambio de semáforo.

Pérdida en sus pensamientos, recordaba los momentos que vivió ahí con Roxana, ahora era nada más un lugar vacío y sin alegría.

—La extraño. –Susurró al recordarla.

Entre sus recuerdos la veía sentada a su lado, sonriéndole, con aquella bolsa entre sus manos.

—Carol ya va a cambiar de color. –Dijo aquel recuerdo señalando el semáforo.

Carolina salía de sus pensamientos y miraba el semáforo que cambiaba de color levantándose, soltaba un suspiro para agarrar valor moral y tener la mejor cara para trabajar.

Viernes 3:20 pm
Roxana y Timoteo.

Roxana se encontraba sentada en una de las paradas de autobús, llevaba una ropa muy casual y algo reveladora con el bolso sobre sus piernas, esperaba alguien en aquella parada.

Los autos pasaban a una gran velocidad, ya que era una autopista principal, su celular vibraba recibiendo un mensaje.

"Ya estoy cerca" se podía leer, pero ella tenía que oprimir el mensaje para que su celular lo leyera por ella, escuchaba lo que decía el mensaje y le respondía con un audio.

—Estoy esperándote en la parada. –Susurro sosteniendo el celular en su mano.

Guardando su celular veía los autos pasar mientras lo esperaba, pasaba algunos minutos y un autobús paraba en aquella parada, de la parte trasera del autobús se baja Timoteo que le sonreía al verla, ella se levantaba y se le acercaba.

—Perdón por molestarte hoy. –Dijo ella apenada y con algo de tristeza.

—Está bien, es un favor entre amigos, yo encantado de ayudarte. –Le respondió con amabilidad sonriéndole.

—Vamos entonces. –Sonreía apartando su mirada por la pena.
Ambos empezaban a caminar.

—¿Por qué no llegaste en tu auto? –Preguntó ella curiosa viéndolo.

—Hoy tengo restricción, así que es mejor evitar multas. –Le respondió con algo de ironía riéndose al final de la oración. —Tuve suficiente con la última.

Caminaba varias calles mientras Timoteo trataba de sacarle tema de conversación, ella respondía muy secamente, pero con una sutil amabilidad, al final de tanto caminar ambos llegaba a una inmobiliaria.

Entraba y era rápidamente atendidos por uno de los empleados, este le daba asiento en su oficina mientras hablaba de los planes de pago y algunos términos de la compañía que Roxana aceptaba, este comenzaba mostrarle varias casas que estaba a la venta en la ciudad, una más hermosa que la otra, le explicaba todo lo que tenía esta casa, su valor y cómo podría pagarlo, con toda la amabilidad de atenderla.

Mientras pasaba las páginas con las fotografías de la propiedad, desde las más económicas a las más costosas, terminaba de ver las imágenes de cada propiedad.

—Me encantaría ver cuatro de esas casas. –Se pronunció, ella completamente decidía.

—Con gusto, señorita, ¿Cuál le encantaría conocer? –Preguntó amable y ansioso aquel empleado.

Roxana tomaba aquel libro y pasaba las páginas.

—Esta. –Señaló algo en el libro. —Esta. –Señaló el otro lado del libro, comenzaba pasar las páginas. —Esta y. –Hacia una breve pausa pasando las páginas. —Esta. –Señaló con seguridad una de las imágenes en el libro.

—Bueno, déjeme tomar el auto y los llevaré personalmente, cada una de esas propiedades puede esperarme aquí. –Dijo amable levantándose de su silla. —Con su permiso. – Se disculpó antes de retirarse.

—Claro. –Respondieron ambos.

El empleado se retiraba dejándolo a ambos solos.

—Creo que es mejor comprar ya una casa que gastar mi salario en un alquiler. –Dijo ella con seguridad.

—Es un gran paso, te felicito. –Le respondió él con entusiasmo junto a una sonrisa.

El empleado llegaba y los miraba.

—Ya podemos ir a ver las propiedades.  –Se mencionó él con amabilidad.

Haciendo que ambos se levantará de sus sillas acompañando aquel hombre, ya en el auto comenzaba llegar a cada casa elegida por ella, en la primera no le gusto lo oscuro que se veía, los cuarto y lo pequeño que eran, en la segunda casa no le gusto la cocina por su apariencia aunque le gustaba lo amplío de la sala, en tercera casa no le gustaba la vista de los cuartos y los colores de la baldosa en el baño, dejando la última casa.

El presente.

—Me hubiera encantado estar ahí con ella. –Soltando un suspiro, cerraba sus ojos. —Timoteo me hacía compañía y un favor y se lo agradezco. –Dijo amable soltando una sonrisa. —Pero con Carolina hubiera sido distinto, quizás hasta más especial. –Su voz se quebraba de a poco con cada palabra.  —Así me hubiera encantado que hubiera ocurrido. –Se expresó con tristeza, cerrando sus ojos, soltando algunas una lágrima. —Perdón. –Se disculpó con tristeza secándose las lágrimas.

En el pasado.

Llegando a la última casa al poner un pie en esa hermosa casa, con bella baldosa blanca en el suelo, una escalera de una bella madera que daba acceso al segundo piso donde estaban las habitaciones, la casa era hermosa, era perfecta y se veía muy lujosa, tenía una pequeña piscina en el jardín, con la mirada emocionada de Roxana miraba aquel hermoso hogar con una sonrisa e ilusión en sus ojos.

—Creo que me enamore de esta casa. –Dijo ella emocionada viendo cada rincón.

—Me alegra señorita. –Sonreía el empleado inmobiliario.

Los tres tomaban asiento en la bella cocina que tenía un muro que funcionaba como mesa, aquel empleado inmobiliario sacaba unas hojas de su maletín.

—Este es el precio de esta propiedad. –Dijo con amabilidad y seriedad mientras señalaba algo en la hoja. —Este es el valor que se pide que pagues mes a mes. –Señalaba con su lapicero.

—Podría consultarlo con él a solas. –Dijo amablemente tomando el brazo de Timoteo.

—Claro. –Le respondió amable, levantándose.

Aquel hombre amable se alejaba quedándose en la sala, mirando hacia la nada, tratando de distraerse en lo que esperaba.

—¿Qué opinas? –Susurró ella viéndolo.

—Pues. –Hizo una corta pausa. —Si podrías pagarlo, pero debería ganar un aumento para vivir más tranquila. –Le respondió susurrando.

—¿Crees que logré ese aumento? –Le preguntó susurrando cada vez más bajo.

—Claro que sí. –Le respondió con una sonrisa.

Ambos se levantaban de su charla técnica y con movimiento de manos ella llamaba al amable empleado.

—¿Entonces? –Preguntó él, ansioso, juntando sus manos y sonriéndoles.

—La compramos. –Respondió ella con seguridad.

—Excelente señorita. –Una sonrisa se dibujaba en su rostro mientras sacaba el contrato de su maletín. —Si gustan pueden leerlo.

Dejando el contrato sobre la mesa,  Timoteo lo tomaba y con amabilidad se lo leía a Roxana que lo veía con una sonrisa, aquel amigo se tomó el día solo para esto, para leerle el contrato de su nuevo gran paso en la vida.

Entre la lectora explicó los términos y condiciones, que pasaría si no pagaba y que requisito necesitaba para adquirir la casa, cuando le daría las escrituras de la propiedad y demás cosa, con una sonrisa ella lo miraba y le prestaba atención.

Al terminar de leer el contrato dejaba aquella hoja sobre la mesa de la cocina mirando al agente inmobiliario.

—¿Qué piensas Roxana? –Preguntó Timoteo viéndola.

—Me parece bien, solamente dos problemas no tengo un deudor y ahora mismo no tengo un certificado laboral. –Respondió ella viendo al agente.

—Yo puedo ser tu deudor. –Dijo Timoteo con amabilidad sonriéndole. —Y lo del certificado ¿Podría mandárselo mañana en un correo? –Preguntó con curiosidad viendo al empleado.

—Claro, me parece bien. –Les respondió con amabilidad. —Ahora firmemos el contrato. –Se expresó con seriedad sacando un cuaderno grande y largo.

Entre la firma de documentos que tomó algunos minutos, los tres salían de la residencia, al salir de la casa el agente le entregaba las llaves de la casa a Roxana que sonreía al recibirlas.

—Las llaves de su nuevo hogar, señorita Roxana. –Dijo con amabilidad junto a una sonrisa.

Roxana las apretaba en su puño y sonreía soltando un suspiro, se subía de nuevo al auto del agente para ir rumbo a la inmobiliaria para terminar algunos detalles menores del contrato, en el camino el auto se detuvo en el semáforo donde trabajó Roxana, ella miraba el lugar donde solía sentarse con su amiga con la ilusión de verla ahí, pero no estaba, suspirando algo decepcionada mirando su celular notando que ella no le ha respondido desde la pelea.

Viernes 5:40 pm
Carolina.

Carolina salía de una cafetería cercana comiendo un pan con un vaso de gaseosa, no había comido nada en todo el día y las ventas no estaba siendo muy buenas, al llegar al semáforo ve un auto blanco que lleva dos personas, pero no le presta mucha atención hasta que semáforo cambia y los autos empieza a pasar, fijándose mejor en la ventana del copiloto veía a un chico muy similar al amigo de Roxana no le prestaba mucha atención, le daba un sorbo a su vaso de gaseosa y esperaba que los autos terminaran de pasar para seguir trabajando.

Roxana y Timoteo.

Llegaba a la inmobiliaria dónde terminaba de sellar y oficializar el contrato, al terminar ella se quedaba con una copia y salía del lugar, caminaba rumbo a la parada mientras platicaba cosas ocasionales.

—¿No tenías una cita con Thiago hoy? –Preguntó él de casualidad mientras caminaba.

—Ay marica. –Exclamó preocupada poniendo su mano en la frente. —Lo había olvidado por completo. –Soltó un suspiro. —Le llamaré para cancelarle. –Dijo sin interés mientras buscaba su celular.

—Te he notado algo distraída, ¿Pasado algo? –Preguntó preocupado viéndola.
—Tuve una discusión con mi amiga. –Le respondió secamente mientras ponía su celular en la oreja.

—Por favor dile que no estoy aquí porque. –Hizo una muy breve pausa. —Debería estar trabajando. –Respondió rápido y nervioso.

Roxana solo levantaba sus cejas y le respondía la llamada.

—Hola, Thiago, soy yo  Roxana. –Saludaba con amabilidad. —Que pena contigo, no creo sea posible la cita hoy, he tenido un pésimo día y he estado ocupada. –Se excusó  algo apenada, acomodando su cabello detrás de la oreja.

Ella se quedaba en silencio y soltaba una sonrisa.

—No, estaré bien, no es necesario que vayas a mi casa. –Respondió nerviosa sentándose en la silla de la parada. —Tranquilo estaré bien, tú tan atento y amable. –Soltaba una risa algo nerviosa. —Gracias por entender, igual mañana estaría bien a la misma hora. –Dijo con seriedad ante la mirada de Timoteo algo celosa.

—Igual disculpa por cancelarte. –Se expresaba apenada. —Vale, gracias cuídate. –Colgaba la llamada guardando su celular. –Soltando un suspiro aliviada.

—Roxana...

—¿Dime? –Preguntó con curiosidad viéndolo.

—Con todo respeto, quería preguntar, ya que estás algo triste. –Movía sus manos con timidez. —Si ¿Podía ir a tu casa a darte una clase de lectura? Para distraerte. –Dijo tímido y nervioso.

Aquella última palabra le recordaba su sueño a Roxana, lo dudaba en aceptar aquella propuesta, por su parte, el chico había sido todo un caballero estos últimos días y le tenía una gran confianza, aún así su sueño y las palabras Honey la hacían dudar.

—Está bien. –Le respondió, dudosa, sonriendo sin verlo. —Serás una buena compañía estando sola en casa.

Él únicamente le sonreía y se sonroja sutilmente soltando un suspiro.

Algunos minutos pasaba y llegaba el autobús que llevaría a ambos a la casa de Roxana, luego de un largo viaje llegaba a su casa subió a su apartamento, ella le daba la bienvenida a su casa y él entraba algo tímido.

—Antes de estudiar me gustaría comer algo. –Dijo ella algo apenada. —Pero no quiero cocinar. –Soltó una risa nerviosa.

—Si quieres lo hago yo con gusto. –Le respondió con amabilidad.

—Ay, no, qué pena contigo. –Dijo ella nerviosa levantando sus manos negándose. —Eres mi invitado, pero gracias, pidamos algún domicilio. –Propuso con seguridad.

—¿Pizza? –Preguntó con mucha casualidad.

—Me parece bien.

Mientras Timoteo pedía la pizza por celular, pasaba algunos minutos mientras esperaba, minutos que aprovechaban estudiando, Roxana sostenía un cuaderno y leía un poco más fluido enfrente de él, que le aplaudía y le sonreía, su lectura mejoraba, practicaba escribir algunas palabras mientras Timoteo le dictaba.

Pasaban los minutos y llegaba la pizza que la recibía él y la pagaba, mientras comía un poco seguía estudiando un par de horas más.

Tres horas después.

Luego de tres horas largas estudiando, con ella ya en una pijama muy ligera, ambos seguían sentando algo separado en el sofá, veían una serie en la televisión, mientras comían un poco.

—Entonces, ella, ¿Es la cura? –Preguntó él con curiosidad mientras veía la televisión.

—Así es, aún así, la muy estúpida no lo quiere decir. –Le respondió ella con amabilidad, señalando la pantalla con su mano, mostrando molestia con la protagonista de la serie.

Mientras veía aquella serie comenzaba unas escenas sexuales entre dos personajes haciendo que Roxana le ponga pausa a la serie.

—Ammm mejor adelanto eso. –Dijo ella nerviosa, sonriéndole, con el control en su mano.

—Es irónico, yo soy camarógrafo y tu actriz. –Soltando una risa nerviosa.

—Lo sé. –Se reía. —Pero, no quiero ver una escena sexual junto a un hombre. –Le respondía tímida mientras sostenía el control en su mano.

Roxana adelantaba la parte y esta ya llevaba casi siete minutos.

—Epa, ¿Qué es esto una película porno? –Dijo en un tono burlón, mezclado con ironía entre risa, adelantando aquella escena tan larga.

Timoteo solo se reía ante la gran ironía de lo que pasaba y ponía sus manos en los ojos.

—Me taparé los ojos. –Se cubría los ojos con su mano. —Avísame cuando termine. –Se expresaba con ironía y tono juguetón.

Roxana lo veía y sonreía, se le hacía tan adorable la calidad de persona que era ese hombre.

—Claro, yo te aviso. –Respondió amable y sonriente.

La escena continuaba casi once minutos después, deteniéndose justo cuando acaba.

—Ya acabo. –Dijo ella viéndolo con una sonrisa.

Timoteo se quitaba la mano de sus ojos y le sonreía.

—¿Cuántas temporadas tiene esta serie? –Preguntó él con curiosidad viéndola.

—Tiene cinco, esta es la tercera y dicen que va a haber sexta. –Le respondió con amabilidad.

Entre temporada y capítulos  las horas pasaban llegando a la madrugada soltando algunos bostezos, repletos de pizza, pasando una velada muy amistosa y muy agradable.

Roxana veía la hora en su celular y se sentía sorprendida.

—Mira que hora es. –Dijo algo impresionada. —Ya deberíamos dormir.

Él bostezaba y ponía su mano sobre sus labios.

—Si, me parece bien. –Le respondió agotado, parpadeando lento.

—Te voy a traer una sábana para que duerma aquí. –Ella se levantaba del sofá y caminaba rumbo a su cuarto.

Timoteo encendía la luz y pagaba la televisión esperándola, ella llegaba con algunas sábanas entre sus manos entregándoselas, él con gusto las recibía.

—Para que no sientas frío. –Sonrió.

—Gracias, que amable. –Le respondió amable con una sonrisa. —Que descanses. –Se despedía con amabilidad.
—Tu igual, descansa. –Le respondió algo tímida. —¿No te quitarás la bufanda? –Preguntó curiosa viéndolo.

—Amm, tranquila, dormiré con ella. –Le respondió amablemente. —He dormido antes con ella. –Su voz sonaba tranquila y agotada.

—Está bien, espero no te ahogues. –Se expresaba preocupada, retirándose. —Buenas noches, Timoteo.

—Buenas noches, Roxana.
–Respondió él con timidez. —Que sueñes lindo.

Timoteo organizaba la sábana en el sofá mientras ella se alejaba a su cuarto, al entrar cerraba la puerta sintiendo algo una pequeña duda, miraba la perilla metiéndole seguro a su puerta, por si él intentaba entrar, soltando un suspiro se estiraba, soltaba un bostezo, miraba su celular por última vez viendo que su amiga aún no le respondía acostándose en su cama preparándose para dormir.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro