5. Despertando

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Una pequeña luz. Ella la veía, justo en frente. Tan tenue que podría desaparecer en cualquier instante. Todo era silencio, oscuridad, y ese punto luminoso.

"... ¿Dónde estoy?..."

Una imagen vino a su mente. Eran enormes monstruos de piel plateada y tenebrosas fauces. Ella corría. Había alguien a su lado. Un chico... Pero ahora él estaba en el suelo y sangraba. Las bestias lo rodeaban y ella no se podía mover. Intentaba llamar su nombre pero era inútil. Impotencia, rabia, desesperación...

-¡Asu!

Finalmente logró proferir un grito. La imagen despareció y todo volvió a la oscuridad con el punto de luz, que se hizo más grande y, en menos de lo que su mente pudo procesar, lo rodeó todo. Blanco absoluto. Molestaba y tuvo que entrecerrar los ojos. Poco a poco, los objetos empezaron a tomar forma. Sus globos oculares giraban, intentando procesar la información que brindaba su entorno.

"¿Qué lugar es este? Parece una sala de hospital. ¿Cómo llegué aquí?, ¿dónde está Asu?".

Intentó moverse pero sentía demasiado pesadas sus extremidades. Dirigió la vista a su brazo y vio que tenía delgados tubos plásticos saliendo de la flexura del codo. "¿Un suero fisiológico?", también tenía cables molestos en su pecho... "¿Qué es todo esto?", tuvo el instinto de sacar todo aquello de su cuerpo y empezó a tirar de los extraños aparatos.

Una alarma aguda sonó de pronto. Era realmente molesta, lastimaba sus oídos. Quería apagarla. Miró a su derecha y vio un monitor de signos vitales dibujando una línea recta. El ruido provenía de allí. Hizo el ademán de ponerse en pie, pero sintió un dolor muy fuerte en el tórax. Antes de que volviera a sentarse para reunir fuerzas, una voz femenina y dulce dijo su nombre.

-¡Yuki!

Ella corrió a su lado y la ayudó a recostarse una vez más. Apagó el monitor y recogió los cables del suelo. Exhaló algo nerviosa y volvió su mirada a Yuki.

-Finalmente despertaste... Toma esto, por favor...

La chica sonrió levemente mirándola con ojos brillantes, mientras tomaba una píldora de un frasco y se la ofrecía junto a un vaso con agua. Yuki examinó cuidadosamente a esa mujer. Era una jovencita de rasgos asiáticos y un rostro realmente bonito que no parecía sobrepasar los 16 años, a pesar de que el curvilíneo cuerpo indicara lo contrario. Llevaba el cabello negro y largo recogido en una cola, y por su ropaje pudo determinar que se trataba de una enfermera. Sin embargo, no era el uniforme blanco que estaba acostumbrada a ver. Este era de color verde oscuro y una tela gruesa. "¿Por qué se viste así?".

El análisis visual pasó entonces a un segundo plano. "¿Cómo esa chica sonriente conoce mi nombre?, ¿y por qué me está ofreciendo esa extraña pastilla?".

-¿Quién eres? -preguntó aun confundida-. No tomaré eso si no me explicas... ¿Dónde estoy?, ¿dónde está Asu?

-Calma, todo está bien... No te exaltes demasiado, no es bueno para ti en estos momentos... Yo soy Hanami. Hanamura Hanami. Soy la enfermera de este campamento y estás bajo mi cuidado. Estas pastillas no son peligrosas, son analgésicos para calmar tu dolor. Estás ahora mismo en el campamento principal del Frente de Liberación. Asu, tu amigo, está bien... Nos está ayudando desde que llegaron. Ahora debe estar en la cocina... Aunque se ha pasado estos tres días casi todo el tiempo a tu lado...

-¿Tres días?

-Sí, hace tres días los trajeron acá algunos de nuestros guerreros. Estuvieron a punto de ser devorados por unas bestias de plata. Tu amigo estuvo inconsciente algunas horas pero despertó poco tiempo después, sus heridas no fueron tan graves. Tú perdiste mucha sangre, la herida fue difícil de curar... Hubiese sido fatal pero las características especiales de tu cuerpo ayudaron a que sanaras más rápido de lo esperado. Pasaste tres días dormida...

-No entiendo nada... ¿Frente de liberación?, ¿campamento?, ¿y a qué te refieres con las características especiales de mi cuerpo?

-Entiendo que tengas muchas preguntas pero no soy la indicada para darte todas las respuestas...

-Yuki...

Esa voz, suave y con un tono de sorpresa, irrumpió en la habitación. Yuki giró la cabeza hacia donde había escuchado su nombre, y allí lo vio: Asu, parado cerca de la puerta, la contemplaba con estupefacción. La miraba con felicidad y alivio, como miraría una persona que ha pasado días en un desierto a un pozo de agua en medio de las dunas. Lágrimas empezaron a emanar de sus ojos y, pudiendo al fin tomar control sobre su cuerpo paralizado, corrió hacia ella. La envolvió en un delicado abrazo, tan débil que Yuki creyó que así se sentiría si se tratara de abrazar una flor para no marchitarla.

-Asu... Estoy tan feliz de verte...

-Tardaste demasiado, tonta...-sollozó él, con unas palabras casi inentendibles.

-¿Me ofendes ahora?, ¿qué modales son esos, chico correcto? -bromeó ella sin notar el inicio de su propio llanto.

-Te lo mereces...

-Lo sé... Lo siento. Pero te quiero más cerca -susurró trayendo el cuerpo de su amigo hacia sí.

-Eso te debe doler... Por eso me contuve.

-Duele, pero esta vez estoy bien con el dolor...

-Realmente eres...

-Te quiero, Asu.

-Te quiero, Yuki... Y gracias... Por salvarme la vida.

Los dos se quedaron llorando en silencio por un rato. Antes de percatarse de ello, estaban sonriendo. Sentir el calor del cuerpo del otro los hizo, por fin, respirar con calma.

-Entonces... Realmente no fue un sueño, ¿eh? -habló ella enjugando sus lágrimas, separándose de su amigo lentamente pero sin dejar aún que se disipara la calidez de aquel abrazo.

-No, no lo fue -respondió una voz femenina llena de dulzura. Yuki y Asu miraron hacia su derecha sorprendidos, y se encontraron con la sonriente cara de la enfermera-. Sí, sigo aquí.

-¡Hanamura! ¡Lo siento mucho!
Asu se separó de su amiga a la velocidad del paso de una estrella fugaz. Le dio la espalda a ambas y cubrió su rostro con sus manos. Sin embargo, ellas pudieron notar el color rojizo del que se tornaron sus orejas.

-Asu, no te tienes que avergonzar por eso...

-Así es... No te preocupes, es lindo ver el reencuentro de dos personas que se quieren. Y te he dicho que me digas Hanami, no tienes por qué tratarme con tanto respeto. Yuki -dijo enfocando sus pupilas en la joven recostada en la cama-, toma el medicamento, por favor.

-Es que...

-Está bien, Yuki -habló Asu dando el frente a las dos jóvenes lentamente-. Puedes confiar en Hanamu... Hanami. Ella cuidó bien de mí mientras estuve en cama.

-Si tú lo dices...

Yuki tomó con precaución la pequeña píldora blanca y la tragó rápidamente, dándose luego un pequeño sorbo de agua.

-Bueno, ya que Asu está aquí, te dejaré a su cuidado por un momento. Debo informar que has despertado. Regresaré pronto, ¿sí?

La enfermera salió de la habitación a paso veloz, dejando el eco de sus zapatos resonando en el silencio.

-¿Dónde estamos? -preguntó Yuki después de unos segundos.

-En el campamento principal del Frente de Liberación...

-¿Qué Frente de Liberación? Esto... No entiendo nada de lo que está sucediendo -Una extraña mueca, similar a una sonrisa, apareció en sus labios. Probablemente era el reflejo de la incertidumbre y la inquietud-. Y esos monstruos... ¿todo fue real, verdad? A pesar de que sé que no es un sueño, esto no me deja de parecer uno, y muy extraño...

-Tú tenías razón, Yuki -susurró él repentinamente, con una expresión algo oscura en su semblante-. Tuviste razón todo el tiempo... Aunque la realidad de la que hablabas es completamente diferente...

-¿Asu?

-Es cierto... Hay más personas fuera de la ciudad donde nacimos. Pero todo es un caos en este mundo, Yuki. En estos días que he pasado aquí, he visto cosas horribles... No lo comprendo del todo, he preguntado pero no me han querido dar toda la información. Dijeron que solo podrían revelármelo cuando despertaras, así que supongo que pronto lo sabremos, pero...

La mano de Asu se cerró con fuerza en un puño, estrujando la tela del pantalón atrapada en ella. Su mandíbula se tensó y apretó los dientes. Las venas de su brazo y su sien se empezaron a notar, al igual que las arrugas de su entrecejo.

-Estoy muy asustado, Yuki. Estoy lleno de miedo, y de rabia. Nunca me sentí así en toda mi vida... ¡me frustra no saber qué pasa y no poder hacer nada!

-Asu...

Ella posó su mano sobre la del chico, y pensó por un momento en qué decir. Verlo en ese estado la dejó perpleja. "¿Asu podía poner esa expresión?", pensó confusa y asombrada. Sin embargo, antes de poder hablarle, unos pasos fuertes irrumpieron en el cuarto, y una voz clara y fuerte cortó el mutismo de aquel instante.

-Tamura Yuki, hemos estado esperando por ti. Soy la Teniente Veena Strauss. Sé que tienes muchas preguntas, y estoy aquí para darte las respuestas.

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