25. Un sentimiento verdadero

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La familia Rojas se hallaba reunida alrededor de la mesa del jardín, realizando diferentes actividades. Andrés, Concha y Armando jugaban al pokino; Raia y Eduardo veían una serie de superhéroes en sus respectivos celulares; Leticia tejía una sobrecama para su dormitorio; Humberto tomaba una siesta en la perezosa. Era un sábado de relax total.

Marvel y DC, los perros que adoptaron semanas atrás, descansaban en una esquina, y sobre ellos estaba Lucas. Los tres dormitaban plácidamente hasta que la voz de Andrés los sobresaltó:

—¡¡Pokino!! —anunció él y procedió a agarrar el pote que tenía el más alto valor.

—¿¡Otra vez!? Prácticamente te has llevado todo —gruñó Concha, indignada por la suerte de su hermano—. Me retiro, ya no tengo más plata.

—También yo. He quedado totalmente desplumado —dijo Armando—. Menos mal que ya pagué todas las deudas, sino...

—No se quejen, que cuando ustedes ganan, yo no les digo nada. —respondió Andrés.

—No claro que no, pero como compensación cuando pierdes nos haces invitarte a comer —refutó Concha con una risa.

—No seas roñosa, Conchi, que tampoco es un gasto tan alto —rio Andrés—. Y bueno, para que no anden criticando, los invito a comer hamburguesas y batidos.

—¿Podemos ir, tío? —dijeron al unísono Eduardo y Raia. La mención de comida era la batiseñal de los jóvenes.

—Pero clarooo —acentúo Andrés.

—Lástima que Estela no nos acompañe. —Concha alzó la vista al reloj de pared—. Mmm... pensándolo bien, su cita es más interesante —sonrió pícara.

—Eso ni se pregunta —intervino Leticia sin levantar la mirada del tejido que tenía en las manos—. Salir con un guapo pretendiente o comer hamburguesas con familiares bulliciosos, la elección es fácil —se carcajeó—. Ojalá el próximo tejido que haga sea el ajuar de los hijos de Estela.

—Lo veo difícil. A Estela ya no le interesa casarse —recordó Concha.

—Todo por culpa del desgraciado de Fluver —siseó Leticia, irritada.

—Al menos se deshizo de Fluver que es lo importante. Qué dicha ha sido deshacernos de ese lastre —manifestó Humberto desde la perezosa.

—De mi parte tenía varias opciones para evitar que Estela se casara con Floripondio, como secuestrarlo el día de su boda y dejarlo tirado a las afueras de la ciudad —declaró Andrés sin piedad—. Obvio, en un lugar seguro, tampoco soy inhumano.

La familia rio por la ocurrencia de Andrés. Por suerte no fue necesario llegar a esos extremos.

—La cuñis fue de cero a diez —agregó Armando—. Y que esto no ponga en duda mi heterosexualidad, pero Martín es guapo.

—Tú no te quedas atrás, mi Reed Richards. —Concha le guiñó un ojo a su esposo. Solía llamarlo así por las canas que tenía en la base de las patillas, similar al héroe de los cómics—. A mí me hace feliz saber que Estela encontró un hombre que vale la pena y que la quiere —musitó al fin.

Mas fue pronunciar esas palabras para que el caprichoso destino hiciera de las suyas.

En ese preciso instante, Estela cruzó la puerta principal. Creyó que pasaría desapercibida al ver que la familia estaba reunida en el exterior de la casa, sin embargo, no pudo eludir el ojo de águila de su madre.

—Hija, pensé que llegarías hasta entrada la noche —dijo Leticia, ignorante de lo sucedido—. ¿Qué pasó? , ¿por qué esa cara?

—¿Qué va a ser? Que otro intento de relación falló —susurró con voz quebrada—. Empiezo a creer que alguien me lanzó una maldición. —Ingresó al hogar sin añadir nada más.

Todos se miraron sin comprender lo que pasó.

—Cuack... —exclamó Lucas, yendo detrás de Estela.

—Voy a hablar con ella. —Leticia dejó el tejido a un lado, angustiada por su hija.



Estela contemplaba el océano desde el balcón de su cuarto, en busca de calma y reflexión. Mas la puesta del sol en el mar le trajo el efecto contrario: la visión era tan idílica que le desgarró el alma. El ocaso también había alcanzado a su corazón, con la diferencia de que no habría otros amaneceres.

Lucas permanecía junto a ella, sintiendo la pena que la envolvía.

—Cuack... cuack. —rozó el pico en la pierna de Estela, tratando de reconfortarla.

—Ay, Lucas, parece que nuestro destino es estar solos... o al menos yo. Tú tienes a Jazmín, y algún día formarás un bonito hogar junto a ella. —Sostuvo al pato en los brazos y le dio un beso en la cabeza.

Leticia llegó en ese momento, sus ojos reflejaron preocupación.

—¿Pasó algo con Martín, verdad? —se aventuró a preguntar—. Cualquier cosa que haya sido, lo solucionarán...

—Es más complicado de lo que parece —interrumpió Estela—. Martín me oculta algo, qué tan grave es no lo sé. Él se niega a revelarlo, y yo me niego a seguir con él. —Su rostro se endureció—. No pienso caer en el mismo círculo vicioso, prefiero terminar la relación ahora y no cuando este sentimiento se haya enraizado tanto que no pueda arrancármelo del corazón.

—Pero Martín es diferente a los demás, lo ha demostrado con hechos y palabras.

—Te doy la razón, en nada se parece a los hombres que conocí, pero las mentiras, los secretos, no los voy a tolerar.

—¿No te estarás excediendo, hija? Me dijiste que él te había prometido contarte ese secreto llegada la ocasión.

—Lo prometió, pero hoy su ex esposa me hizo cambiar de opinión.

—¿Qué te dijo esa mujer? —La faz de Leticia se tornó severa—. ¿Fue grosera contigo?

—Todo lo contrario, ella es una buena mujer. Pero lo que me dijo en lugar de tranquilizarme, me agitó más. —Le contó lo sucedido.

—Entonces no es nada malo, solo espera un poco, quizás...

—¿Esperar a que pasen uno, dos, tres años...? No cometeré los mismos errores del pasado. Aunque a decir verdad ya cometí uno: involucrarme con un hombre cuando apenas salí de una relación. —Dejó a Lucas en el piso y se sentó en la silla—. Estoy destinada a estar sola como la tía Efigenia, que se pasó la vida buscando alguien que la amara hasta el ocaso de sus días. —Se cubrió el rostro con las manos. Un sonido lacrimoso surgió de su boca.

—Tranquila mi cielo, todo estará bien. —Se agachó y la abrazó con fuerza—. Aún eres joven. Encontrarás a alguien especial que quiera recorrer el mismo camino que tú.

—¿Y qué pasa si nunca encuentro a ese alguien que desee caminar a mi lado?

—Pues caminas sola —contestó Leticia—. Tener o no un hombre a tu lado no tiene por qué preocuparte si conoces el valor que tienes, sola o acompañada.

—¿Por qué me duele tanto? Si apenas fueron unos días que salí con él. —La joven lloró en sus brazos.

—Duele, porque con Martín fue un sentimiento verdadero. —Leticia la consoló como solo una madre lo podía hacer—. Hija, el amor no se mide por el tiempo o la distancia, el amor se mide por la intensidad de los sentimientos.

Estela se acurrucó en los brazos de Leticia, como un polluelo en busca de calor y protección maternal. Su madre siempre estaba con ella en los momentos difíciles.

Desde la distancia, Andrés fue testigo de la conversación entre madre e hija. El semblante de Estela le era familiar, recordó las veces que había sufrido por amor y no le gustó. Su intención fue pedirle explicaciones, pero prefirió escuchar en silencio tras el marco de la puerta y poder determinar qué hacer. Una vez obtuvo lo que quería, abandonó la habitación con una idea en la mente.

Subió a su auto con una expresión que no auguraba nada bueno. No respondió cuando sus familiares le preguntaron a dónde iba, ya se enterarían a su vuelta. A mitad del camino se desvió al bar de Iván a solicitar una información, después retornó al destino inicial.

Tendría una charla muy seria con cierta persona.



Martín observaba el crepúsculo a través de la ventana de la sala. La noche se había apoderado del ambiente, igual que sus miedos hicieron presa de él. La negativa de revelar su secreto ocasionó que Estela lo dejara. Y tal vez haya sido lo mejor, reflexionó, así ella no padecería un dolor innecesario. No soportaba la idea de hacer sufrir a otra mujer.

Se dedicaría por entero a su trabajo, como lo venía haciendo desde que se divorció. Así no pensaría tanto en Estela, en los momentos vividos, en sus besos...

El timbre de la casa interrumpió las cavilaciones.

Ladeó la vista, extrañado. No esperaba a nadie. Abrió la puerta y descubrió de quién se trataba.

—Andrés...

—Iván me dio la dirección de tu apartamento. Estoy aquí para que hablemos de mi hermana —demandó serio. No había rastro del buen humor que caracterizaba a Andrés.

—Adelante. —Se hizo a un lado—. Hablemos en la sala. Imagino que estás enterado de lo que pasó.

—Lo estoy. No al completo de lo sucedido, pero sé que tuvieron un altercado. Pero antes de entrar en detalle, quiero que me respondas algo, ¿los sentimientos que demostraste hacia Estela fueron sinceros?

Los labios de Martín se contrajeron en una sonrisa. La voz de su corazón fue la que habló por él:

—Sí. Los sentimientos más sinceros que un hombre pueda albergar por una mujer. Tu hermana me hace volar entre nubes de algodón, divisar la estrella más lejana, hace que confunda los días y las noches.

—Era lo que esperaba oír, no a ese nivel de cursilidad, pero se nota que estás enamorado... y jodido sin duda —manifestó Andrés en tono burlesco—. Tienes suerte, te voy ayudar a reconquistar a mi hermana. Para empezar, necesito que me cuentes ese secreto que le ocultas.

—Yo... no puedo.

—Martín, cuando te conocí por primera vez, vi en ti un hombre determinado, seguro de sí mismo. No hagas que cambie esa buena impresión que tengo de ti.

Martín se sintió halagado por las palabras de él. Estela le había comentado lo selectivo que era su hermano, no a cualquiera le entregaba su aprecio y admiración.

—No sé por dónde empezar.

—Te propongo algo, ¿qué te parece intercambiar secreto por secreto? Yo te cuento algo que nadie de mi familia sabe, a excepción de Estela, y tú me cuentas el tuyo. ¿Te parece un buen trueque? —propuso Andrés—. Nada de lo que hablemos hoy saldrá de aquí.

—De acuerdo —accedió Martín.

—Para hacerte la historia corta, estuve casado con una mujer que me hizo la vida un completo infierno. Gracias al cielo me divorcié de ella, cuando ni yo mismo creí poder hacerlo, dado que la amaba de una forma ciega. Ella me hizo una propuesta de lo más despreciable. —Andrés inhaló una gran bocanada de aire—. No solo me fue infiel, se atrevió a proponerme que le diera un tiempo con su amante para averiguar si la relación podría funcionar. —Apretó los dientes al recordarlo—. De no ser así, ella volvería conmigo y haríamos como si nada hubiera pasado. Mi ex me propuso ser un cornudo sumiso. ¿Podrás creer su desfachatez?

—Impresionante que se haya atrevido a tanto. —Martín no salía del asombro—. Existen mujeres perversas, pero tu ex está en otro nivel.

—Sí, ella se lleva la corona a la víbora más ponzoñosa. Pero ya no quiero hablar más de esa mujer —zanjó el tema—. Es tu turno.

—De acuerdo. Solo prométeme que llegado el momento dejarás que sea yo quien se lo cuente a Estela.

—Lo prometo. —Andrés le dio su palabra de honor.

Martín procedió a contarle ese secreto que le oprimía el pecho.

Andrés, al enterarse de todo, pudo comprender mejor la reticencia de Martín. Viéndolo desde distintos ángulos, no era algo que representara un gran peligro, pero a la larga podía complicar la relación con Estela. Apreciaba a Martín, mas no podía exponer a su hermana a vivir otro tipo de angustia.

—O sea que no has vuelto a tener más episodios de esa naturaleza, pero temes que la historia se repita con Estela.

—Sí, es lo que temo. —Martín se pasó las manos por la cabeza, agobiado.

—Muchas veces me involucré en los noviazgos de mi hermana porque no consideraba a ninguno de sus exs dignos de ella, pero contigo fue otra la razón que me motivó a intervenir. —Colocó una mano en su hombro—. Has demostrado ser un caballero y un gran ser humano. Habla con Estela, cuéntale todo. No esperes más o será tarde.

—Gracias, Andrés, me has dado la confianza que necesitaba. Le contaré la verdad hoy mismo. —Agarró las llaves de su auto, decidido a hablar con el amor de su vida.

—Dejé mi carro estacionado afuera, yo te llevo —ofreció Andrés—. Démonos prisa, que el tiempo apremia.

—¿Ya te puedo llamar cuñado? —consultó Martín con una mueca jocosa.

—No presiones —siseó Andrés, esbozando una sonrisa.



Sé que desean conocer el secreto de Martín (Andrés ya lo sabe jaja), como spoiler: en el siguiente cap se revelará. *Sonríe malévola*  😈 jajaja

Spoiler 2: ¡¡faltan cinco capítulos para finalizar!!  ¡El tiempo se me acaba! Envíenme buenas vibras para lograr terminar la historia.  🤭

¡Muchos éxitos para quienes están concursando en los Wattys!

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