abrásame fuerte

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—hija mía, no te angusties. Estoy aquí -dijo una voz

Helen abrió los ojos, y se dio cuenta de que su padre se encontraba cargándola y surcaban el cielo

—¿padre?

—sí, mi niña. Soy yo. Tranquila, tus amigos están bien.

—que alivio -dijo ella temblorosa.

El viento le alborotaba el cabello y el vello amanecer ya se hacía presente.

—¿A dónde me llevas? -preguntó Helen temiéndose la respuesta

—a un lugar donde podrás descansar en paz -respondió dios

—no, padre. Por favor, aún no -dijo Helen suplicante

el altísimo sonrió y dijo

—sabía que dirías eso, pequeña. ¿por qué aún no?

—porque quiero seguir viviendo, padre. Quiero estar junto a Sherlock y terminar la universidad. Quiero tener hijos y criarlos. Quiero volver a ver a mis amigos y decirles cuanto los amo, padre -respondió la chica con un par de lágrimas en sus ojos.

–muy bien, mi dulce Helen. Entonces vivirás -respondió con una sonrisa aún más amplia.

Y dándole un beso en la mejilla, ambos se precipitaron hacia abajo.

Cuando aterrizaron, el puso con mucho cuidado a Helen en el suelo y la joven se dio cuenta de que ya no sangraba.

—¡ah! ¡se me olvidaba! -exclamó dios presurosamente —vamos a devolverte tus alas

Y de pronto, Helen sintió como si algo creciera en su interior. Algo que salía de sus costados y se extendía.

Ella se miró de un lado a otro y se dio cuenta de que unas hermosas alas de color escarlata habían ocupado el lugar de las doradas

—quise darles algo de estilo -dijo el redentor con una risita

—gracias padre -dijo la chica abrazándolo fuertemente.

—por nada, hija mía. Y si me disculpas, tengo que volver al cielo, o los ángeles empezarán a preguntarse dónde estoy

Y sin más, desapareció de la vista de Helen como un relámpago.

—¡Helen! ¡estás bien! -dijo Amenadiel arrodillándose junto a ella con una sonrisa.

—¡Amenadiel! -dijo la chica aferrándose a él.

El ángel la ayudó a incorporarse y ambos se dieron un fuerte abrazo.

Cuando se separaron, se quedó contemplando las alas de la chica con un gesto de perplejidad.

—padre te las devolvió verdad? -preguntó

—si. ¿no son lindas?

—si, te queda el color -respondió la inconfundible voz de Lucifer.

La chica se abalanzó sobre él y lo abrazó

—estoy feliz de que estén bien -dijo ella

—nosotros también. Pero estoy segura de que Sherlock estará tan feliz que querrá...

—¿qué te parece si vamos a verlo? -le interrumpió Amenadiel

—si, claro -dijo la chica nerviosamente.

Ella se puso o en medio de los dos y los ángeles le tomaron la mano.

Ella no se había dado cuenta, pero sus ojos ya habían vuelto a quedarse casi sin visión.

Por lo que notaba, los cuerpos inertes ya no estaban y el fuego ya no ardía.

Avanzaron por el claro y, a continuación, se teletransportaron hasta otro claro iluminado por el vello amanecer que ya se asomaba.

En cuanto Caleb, Gleri y Sherlock vieron a los tres ángeles, se precipitaron hacia ellos y todos se abrazaron.

—¡mini Keller! -dijo Sherlock con algunas lágrimas en sus ojos

—¡creí que no volvería a verte! -dijo ella estrechándolo entre sus brazos.

—abrázame fuerte -dijo Holmes en su oído.

Ella lo hiso y una sonrisa se dibujó en sus labios. Todos contemplaron el hermoso amanecer, con el cielo teñido de rojo y el sol asomando ligeramente por el horizonte.

—¿qué te pasó? -preguntó Caleb acercándose a Helen —te habíamos estado buscando y yo casi me desmayo cuando vi sangre en el suelo

La chica les contó lo que había pasado y extendió sus alas para mostrárselas

—¡son hermosas! -dijo Gleri

—¡lo se! -respondió ella

—entonces... ¿si eres un ángel? -dijo una voz a sus espaldas

Ella se volteó y la chica de cabello largo y lacio la miraba asombrada

—yo...pues... —tranquila, no diré nada -le interrumpió ella

—por cierto, soy Yenisel Beker -añadió esta.

—un gusto -dijo Helen —y gracias por guardar el secreto y por habernos guiado hasta Sherlock -dijo Helen

—por nada. Soy la mensajera de el señor Holmes. Un gusto -respondió Yenisel sonriente

—por cierto, hablando de agradecimientos, gracias por salvarme la vida, Helen -dijo Caleb volviendo a abrazar a su amiga

—de nada, mon ami -respondió la chica

—bueno, lo mejor será que ballamos a Chicago. Así podremos contarte que pasó con Noah y Maxine -dijo Holmes

Todos se tomaron de las manos y Sherlock ayudó al doctor Watson a ponerse en pie, ya que estaba mal herido por lo acontecido.

—detesto que no haya podido ayudarlos -dijo el en cuanto aterrizaron en la casa de Helen y lo hubieron ayudado a sentarse.

—no se preocupe, John. Usted estaba atado y herido. . Así que lo entendemos -respondió Helen dándole unas palmaditas suaves en la espalda.

El militar le sonrió brevemente y la chica, al darse cuenta de que aún seguía herido, comenzó a deslizar sus dedos por las quemaduras de el doctor John Watson y estas comenzaron a cerrarse.

El militar soltó una exclamación de asombro y abrazó a Helen cuando esta terminó de curarle

La chica le devolvió el abraso y se separaron rápidamente al sentir la mirada de Holmes

—bueno, lo mejor será que Helen descanze un poco -aconsejó Amenadiel

—si, tienes razón. Y no aseptaré un no por respuesta, hermanita -dijo Lucifer al ver la la mirada fulminante que le dio Helen.

Y así permaneció la chica, durmiendo por dos días enteros. Las eridas de la joven no se habían curado completamente y no estaba en condiciones dehablar.

Según Amenadiel, el desgaste de su hermana era peor ya que ella también era mitad humana.

cuando despertó, todos se alegraron muchísimo y a pesar de que aún estaba débil, pudo levantarse.

—bueno, y entonces ¿qué pasó con Maxine? -preguntó Helen una vez que la ayudarona sentarce en un sofá de la sala.

—después de que te desmayaste, Lucifer logró quitarle la daga y adivina quien apareció por detrás de él -dijo Caleb sonriendo

—¿quién? -dijo Helenmuriéndose de curiosidad

—¡doctor Strange! -respondió el

—¿qué?

—¡si!. El destruyó la daga y nos felicitó por haber peleado tan bien. Y dijo que le diéramos sus felicitaciones a quien hubiera derrotado a la chica ¡ocea tu! -dijo Caleb emocionado

—después de eso, Amenadiel se llevó a Maxine aún inconsciente a la policía y según parece, van a trasladarla al hospital para revisar sus eridas y luego la retendrán hasta el juicio -finalizó Holmes.

—¡no puede ser! ¡ il m'a félicité!-(el me felicitó a mí) exclamó Helen muy contenta

se sonrojó al darse cuenta de que había hablado en francés. Nunca le había pasado, pero estaba tan feliz de que todos sus seres queridos estubieran allí y de que doctor Strange le había mandado a felicitar que no se dio cuenta de lo que iba a pronunciar.

—¿y Noah? -preguntó Helen tras una pausa

El rostro de todos se ensombreció unos segundos y Caleb dijo un poco apesadumbrado.

—murió quemado cuando accidentalmente yo lo empujé a la fogata

–hay, dios -exclamó Helen. Pero tranquilo, se que no lo hiciste a propósito

—por lo menos, ya está en un lugar donde lo van a juzgar mejor que aquí -dijo Gleri

—si, así es -dijo Lucifer.

Todos guardaron silencio por un rato hasta que Lucifer dijo

—¿qué les parece si hablamos de algo más alegre

—¿qué tienes en mente? -preguntó Amenadiel

—la boda, claro -dijo él con una enorme sonrisa.

Y así se pasaron el resto de la mañana. Planeando y organizando todo para la boda que tendría lugar dentro de poco.

todos desayunaron y la casa se fue vaciando a medida que terminavan. Gleri y Caleb debían regresar a sus casas, ya que temían que sus padres sospecharan que no habían estado allí en toda la noche.

Helen salió de la casa y se dirigió a su biblioteca en el patio.

Ya estaba buscando un libro para ponerse a leer y recuperarse por fin de la batalla que había librado, cuando Amenadiel entró en la habitación.

——Helen, tenemos que hablar -dijo Amenadiel

—¿qué pasa? -preguntó la chica

—hay algo que debo decirte -dijo el ángel —fui a visitar a Maxine ayer, para saber como estaba y dijo que quería hablar contigo antes de que la condenaran

—¿qué? ¿por qué?

—no lo se. Pero sea lo que sea hay que resolverlo -dijo Amenadiel sentándose junto a su hermana —yo puedo ir contigo si quieres

La chica no sabía que decir. Estaba tan impactada que no podía articular palabra. Creía que después de lo que había pasado, no le quedarían ganas a Maxine para hablar con ella

—si, está bien -aceptó ella

—muy bien. Iremos en la tarde -respondió Amenadiel —yo creo que deberías descansar un rato

—no, no estoy cansada -dijo Helen

—pues te vez terrible, hermanita

—pues gracias, Amenadiel -dijo la chica fulminándolo con la mirada

—es que si te vez terrible. Tienes ojeras y además, te conozco. Se que aún estás cansada -dijo el ángel suavizando el tono de su voz

Para Helen, era imposible no hacerle caso a su hermano. El tono de su voz la hacía derretirse de ternura. Ella sabía que otro ángel no le tendría tanta paciencia.

—bueno, está bien -aceptó levantándose

Ambos se dirigieron hacia la casa y Amenadiel se aseguró de que Helen llegara a su habitación.

En cuanto se recostó en la cama, la chica comenzó a sentir que el cansancio la dominaba.

¿qué sería lo que quería decirle Maxine?

¿querría amenazarla?.

No. Era demasiado para querer verla. Debía ser algo muy importante. Algo como una disculpa...

¡no! ¡en que estaba pensando!. Maxine no era una persona que se disculpara ¿o sí?

La curiosidad la invadía cada vez más, pero ya no podía mantenerse pensando.

El sueño la estaba venciendo de nuevo...

Cuando su hermano la despertó, la tarde caía y la brisa fresca le golpeó la cara cuando se dirigía hacia el hospital con Amenadiel para ver a Maxine.

Se tardaron un poco en encontrar la habitación de Maxine, puesto que había mucha gente en el hospital. Cuando por fin la encontraron, Amenadiel fue quien abrió la puerta.

La joven francesa se encontraba recostada con la mirada perdida. Estaba pálida, pero en cuanto vio a Helen, su cara recuperó el color.

—¡Helen! ¡Helen! -dijo con unas gruesas lágrimas cayendo de sus mejillas —de verdad lo siento. Fui una horrible persona y se que me equivoqué

Helen se quedó asombrada ante tales palabras. No esperaba que Maxine se disculpara con ella. No sabía muy bien que decir así que dejó que siguiera hablando.

—mi hermano es uno de los mejores ladrones de guante blanco del mundo. El nunca creyó en mi, y yo quería demostrarle que podía ser incluso mejor que él. Pero me di cuenta de que me dejé llevar demasiado y lastimé a personas inocentes -dijo ella entre sollozos.

—¿como te diste cuenta de todo eso? -preguntó Amenadiel acercándose a ella

—bueno, quedar paralítica me ha hecho darme cuenta de muchas cosas -respondió la chica

Helen sintió pena por Maxine. Sabe que tener una discapacidad adquirida es muy difícil, y el que se haya arrepentido por todo lo que les había hehcho a ella y a sus seres queridos pero no pudo evitar sentir algo de culpa. Después de todo, ella le había causado un daño irreparable.

o tal vez no...

Helen se acercó a Maxine con la intención de curarla pero ella extendió su mano y la detuvo

—no, no lo hagas. Voy a aceptar mi castigo. Después de todo, me lo merezco -dijo Maxine firmemente

—está bien. Aún así, no fue mi intención dejarte paralítica -dijo Helen en forma de disculpa

—no te preocupes. Voy a estar bien. Si tu puedes con tu ceguera, yo puedo estar en una cilla sin deprimirme tanto -respondió ella secándose las lágrimas.

Helen le sonrió y ambas se dieron un abraso, terminando así, con su enemistad.

Cuando regresaron a casa, comunicaron la noticia a Caleb, Gleri Lucifer y Sherlock. Todos estaban muy asombrados

nadie se había esperado que Maxine hiciera tal cosa. Mucho menos después de la tremenda batalla que libraron en los bosques de Idaho. Pero todos estaban muy felices de que la enemistad se hubiera terminado de una vez por todas.


¡holaaaaaaaaa!

no pude actualizar porque me salió un compromiso y no me dio tiempo de subir el capítulo. Gracias por la espera.

¿qué les pareció el capítulo?

les doy las gracias una vez más por haber seguido esta historia hasta aquí, significa mucho para mi.

¿cuál fue su parte favorita del cap? ¿qué opinan de la disculpa de Maxine?

les leo en comentarios.

se les quiere mucho.

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