la boda

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la boda..

un mes después...

y el día por fin había llegado. El día en el que Helen se convertiría en la esposa de el mayor detective de todos los tiempos. El día en el que los sueños de ambos se harían realidad, y sobre todo, el día en el que ambos unirían sus corazones por el resto de sus vidas.

Amenadiel y el doctor Watson ayudaban a Sherlock a prepararse para lo que el describía como la cosa más difícil que había tenido que hacer en toda su vida.

Estaba tan nervioso, que las piernas le temblaban y sus manos sudaban.

–relájate. Todo va a salir muy bien -dijo Amenadiel para tranquilizarlo

—si, Amenadiel tiene razón. Además, no dejes que los nervios te detengan, Sherlock. Casarte con Helen es lo que más quieres y tienes que disfrutarlo -repuso el doctor Watson sentándose junto a su amigo

—si, tienen razón. Pero esto es nuevo para mí y francamente no tengo ni idea de que valla a pasar

–pues lo único que va a pasar es que vas a entrar a esa iglesia y te vas a casar con el amor de tu vida. Sin mencionar que luego veverás hasta que termines como Amenadiel cuando ayudó a Lucifer en un caso -dijo el doctor Watson.

Holmes rió por lo bajo

—no se burlen. Había perdido mis poderes ¿recuerdan? -dijo Amenadiel un poco avergonzado

—si, pero eso no quita que sea muy gracioso -dijo el doctor Watson riendo

—tal vez -dijo Amenadiel.

Era imposible no reírse. Todavía recordaba que su hermano lo ayudó a levantarse del suelo mientras le decía ¡vamos ángel caído!

Y hablando de ángeles...

—saben, hay algo que quiero contarles -dijo Amenadiel poniéndose serio.

—¿qué pasa? -preguntó Sherlock mirándolo con suspicacia.

—bueno...cuando padre me envió aquí para entrenar a Helen, dijo que tenía que prepararla para afrontar la vida que tenía por delante y una vez que ella estuviera lista, yo tendría que regresar con mi esposa y mi hijo – explicó Amenadiel

—entonces ¿no volverás a ver a Helen? -preguntó el doctor Watson

—no. Y no se como se lo voy a decir

Una lágrima rodó por la mejilla de el ángel y se apresuró a limpiarla. Tragó fuerte y suspiró para evitar llorar.

—ella va a enojarse mucho, pero lo entenderá -dijo Holmes

—eso espero. Ella se a convertido en alguien muy especial para mí y no me gustaría pelear con ella el día que me valla -dijo el ángel con voz queda

Holmes le palmeó el hombro en señal de apoyo y dijo

—ella va a extrañarte también. Eres más que su hermano, eres su mejor amigo y eso no lo cambiará la distancia. No le diremos nada, pero debes hablar con ella

—lo haré. Pero no hoy, porque no quiero arruinar su boda - respondió Amenadiel —muchas gracias

—un placer -dijo el doctor Watson

Holmes le sonrió para animarlo un poco. Había aprendido de Helen que haveces una sonrisa podía tener un efecto positivo en las personas.

Y tenía la razón. El ángel respiró profundo y relajó los hombros.

—¿tienen idea de que preparó mi hermano? -preguntó para desviar el tema

—no lo se, pero me preocupa -dijo Sherlock

—créanme. El sabe lo que le conviene, así que no será nada malo, aunque a mí también me preocupa un poco

—vamos a tener que esperar hasta la noche -dijo el doctor Watson

—si, supongo -respondió Holmes

Los tres se quedaron en cilencio un momento, y Holmes se miró nervioso el saco que traía puesto. Se alisó el cuello y se abrochó un botón que le faltaba.

—bueno, creo que es hora de la verdad -dijo con una leve sonrisa

—todo saldrá bien, Sherlock -afirmó el doctor Watson mientras los tres hombres salían del departamento

—debo ir con Helen. Nos veremos en la iglesia -dijo Amenadiel despidiéndose

Sherlock y John se despidieron con un ademán y el ángel remontó el vuelo..

Mientras tanto, en casa de Helen...

—listo, ya está -dijo Helen terminándose de arreglar el vestido

—amiga ¡te ves hermosa! -exclamó Gleri radiante de felicidad

—gracias, amiga. Tu también -respondió Helen mientras sus ojos adquirían visión

—quise usar este vestido porque es uno de mis favoritos

—si, y con razón ¡esas flores azules bordadas son hermosas! -dijo la madre de Helen observando el vestido de Gleri

—¿verdad que si?

Y así,, las tres se enzarzaron en una conversación sobre vestidos y telas y zapatos.

Más que nerviosa, Helen estaba muy feliz. Iva a casarse con Sherlock y de solo pensarlo, su imaginación volaba.

¡todo lo que harían juntos!.

No estaba segura de si Holmes quería hijos, pero ella lo manejaría. Sin mencionar que su último semestre en la universidad comenzaría en poco tiempo ¡conseguiría su título!

Se sentía tan orgullosa de ella misma y de todo lo que había logrado con Sherlock, que se olvidó de los nervios por completo.

—chicas ¡cuatro y media! ¡vamos! -dijo Gleri saltando de la emoción

Helen soltó un grito de júbilo y tomó la mano de su madre y su amiga para teletransportarse a Londres.

—¿y Caleb? -preguntó Helen una vez que aterrizaron

—Amenadiel pasaría por él. Creo que ya llegaron, porque él es mucho más rápido volando que yo -respondió Helen

En cuando comenzaron a caminar, mujeres y hombres, encabezados por James Moriarti, comenzaron a tirar pétalos de rosa al tiempo que Helen caminaba.

No le gustaba la idea de destruir flores, pero suponía que si Moriarti guardaba los tallos, ella podría hacer algo.

Sonrió y le dio la mano a su padrino de laso (Moriarti) y entró a la iglesia.

Los invitados que estaban sentados se pusieron de pie y Amenadiel se dirigió hacia Helen.

Holmes ya estaba en el altar y el oficiador de la boda estaba listo para comenzar.

—se que no debería pedirte esto, Amenadiel. Pero me encantaría que fueras tu quien entregara a Helen -dijo Elizabeth con evidente felicidad y orguyo

—Lis yo...¿estás segura?

—si, lo estoy. Soy su dama de honor, y además creo que tu eres el indicado par esto -respondió Elizabeth

—entonces será un placer -dijo el ángel.

Ambos sonrieron y Helen, sin saber lo que pasaba, se les unió.

—¿lista?

—si. ¿basa entregarme tú?

—claro. Soy tu favorito, así que obviamente tenía quue ser yo -dijo Amenadiel guiándola por el pasillo

—está bien, lo admito. Eres mi favorito -dijo Helen con una expresión divertida —pero no se lo digas a Luci ¿ok?

—no, no se lo diré. Promesa de ángel -dijo Amenadiel casi saltando de felicidad.

¡por fin! ¡era el favorito!

Cuando llegaron al altar, Amenadiel colocó a Helen junto a Sherlock y ambos estrecharon las manos.

Helen tomó la mano de Holmes y le sonrió

—estamos aquí para unir en sagrado matrimonio a dos almas que el destino ha juntado...

Y así, el padre ofició la misa del matrimonio.

cuando la hora de los anillos llegó, Caleb se acercó y se los entregó con un par de lágrimas en los ojos. No era de tristesa, era de felicidad. Una felicidad pura y de corazón.

Moriarty les colocó el laso y canturreó

—¡unidos por siempre!

Ambos rieron y el sacerdote, un hombre entrecano y de afrodescendencia comenzó a decir.

—William Sherlock Scot Holmes, ¿aceptas a Helen Eluney Wembley como tu esposa, para amarla y respetarla en la salud y la enfermedad hasta que la muerte los separe?

—acepto -dijo Sherlock solemnemente

—Helen Eluney Wembley. Aseptas a William Sherlock Scot Holmes como tu esposo, para amarlo y respetarlo en la salud y la enfermedad hasta que la muerte los separe.

—si, acepto -respondió

—y así, por el poder que me ha conferido el imperio británico, yo los declaro, marido y mujer -terminó el sacerdote —Sherlock, puedes besar a la novia

Sherlock se inclinó y besó a Helen. Ella lo recibió gustosa y todos los invitados aplaudieron.

Cuando se separaron, una enorme felicidad los imbadió. Ya eran oficialmente esposos y sus vidas darían un giro de 360 grados.

Helen quiso saludar al sacerdote que los había casado para darle las gracias y su sorpresa fue bastante grande al buscarlo con la mirada.

Cuando lo encontró, una sensación de infinita impresión se apoderó de ella. Lo saludó y le dio las gracias sin aparentar su asombro y se acercó a Amenadiel.

—ese es...

—si -le respondió con una sonrisa. —pero no se lo digas a nadie

—muy bien. Será nuestro secreto -respondió Helen divertida

Ambos chocaron manos y se sentaron.

—¿sabes donde está Sherlock? -preguntó Helen

—si, se fue con Lucifer porque tenían algo muy importante que hacer -explicó Amenadiel

—mmm ¿qué será?

—prometí no decir nada, lo siento -respondió el ángel

—está bien. Creo que puedo esperar -dijo Helen con una pequeña risita

Ella suspiró y su sonrisa se ensanchó

— —¡no puedo creer que estoy casada! ¿sabes lo que significa?

—¿qué?

—bueno ¡que ahora tal vez Sherlock y yo vivamos juntos! -respondió ella

Amenadiel se puso melancólicode repente. Y pensar que no estaría ahí para apoyarla 

cuando tuviera su primer bebé, o ayudarla a no desesperarse cada vez que deba lidiar con un Sherlock muy aburrido.

—¿te pasa algo? -preguntó

¡por que tenía que ser tan perceptiva!

—Helen, debemos hablar sobre algo, pero será otro día. hoy no -dijo el ángel

—¿es sobre Maxine?

—no, es sobre...

—¡chicos! ¡vamos! ¡es hora de la fiesta!

Salvado por Gleri, por ahora.

Ambos se pusieron de pie y caminaron junto con Gleri hacia la salida.

Los invitados, felicitaban a Helen y ella no paraba de sonreír. Era el mejor día de su vida.

Al salir de la iglesia, Lucifer abrazó a su hermana y le entregó un ramo de flores

—¿esas son margaritas? -preguntó helen ¡son mis favoritas! ¿Cómo supiste?

—bueno, digamos que un pajarito me lo dijo -respondió con una sonrisa de oreja a oreja

—y ese pajarito se llama Amenadiel y está justo aquí -terció Amenadiel

Los tres rieron y se teletransportaron a el club de Lucifer en los ángeles.

Dentro, Holmes los esperaba con una sonrisa.Cuando abrió la puerta, le dijo a su esposa

—preciosa, te tengo una sorpresa

La tomó de la mano y Helen se quedó muda de asombro cuando las luces se encendieron y tenía por invitados a todo el elenco de Sherlock ¡no lo podía creer!

—¡ay dios mío!

Caleb, el doctor Watson y Moriarti entraron después, junto con Gleri y Elizabeth.

Moriarti, al percatarce de los invitados, saludó a todos y se dirigió hacia Andreu Scot.

—¡Hola! ¡no puede ser! ¡eres yo! -dijo él muy sorprendido

—tu... ¡eres el verdadero Moriarti! ¡es un gusto conocerte! -saludó el actor

—lo mismo digo. Me imprecionas mucho ¿sabes? Eres un gran actor

—gracias -respondió Andreu tímidamente.

Se sentaron juntos y semiraron.

—¡esto es una locura! -dijo canturreando las palabras

—¡claaaro que siii! -respondió Andreu entrando en personaje.

Ambos se rieron y chocaron puños.

Mientras tanto, Helen no podía con su emoción

Ella y Sherlock se sentaron juntos y comenzaron a saludar a todos.

—es un placer, señorita Wembley -dijo Marc Gathis.

¡Marc Gathis le estaba hablando! Definitivamente era la mejor noche de su vida.

—Sherlock nos habló de su boda y nos invitó para sorprenderla. Estamos muy felices compartir este momento con ustedes

Helen le sonrió amablemente.

—gracias por venir, nosotros también estamos felices de tenerlos con nosotros.

Se pasaron un rato agradable charlando mientras servían el pastel de bodas más grande y delicioso que Helen había probado en su vida. Debía agradecerle a su hermano por la increíble fiesta.

La noche transcurrió llena de risas, baile y algunas bebidas.

—¿lo quieres probar? -preguntó Lucifer dándole una copa

—no gracias, no tomo -respondió Helen

—relájate, no pasa nada. Eres mitad ángel, así que no vas a envorracharte con una copa

—ok. Pero solo será una -dijo ella tomando la copa de vino

—guau! ¡está increíble!... PERO ALGO FUERTE... ¿Qué clase de vino es?

—es un lambrosso -respondió Lucifer muy feliz—¿quieres más?

—no, gracias. Creo que el vino no es lo mío -respondió helen con una sonrisa

—¿te mareaste? -preguntó Lucifer

—si, y creo que voy a vomitar. pero no se lo digas a Amenadiel, o se reirá de mi por el resto de mi vida -dijo Helen

—¡muy tarde! -respondió Amenadiel riendo

Lucifer hiso lo mismo y Helen dijo

—ay ¡por favor! ¡no se rían! ¡nunca había tomado vino en mi vida

—lo siento, ahora sabes lo que se siente que se rían de ti-dijo Amenadiel

—mejor no digas nada, ángel caído -le respondió

Sherlock y Venedicth unieron sus risas a la conversación, que estaban del otro lado de la mesa, también se rieron.

No lo pudo evitar y comenzó a reírse también. Pasados unos segundos ella exclamó

—Luci, necesito ir al baño. Creo que si voy a vomitar

—muy bien, yo me encargo -intervino Sherlock, que se había acercado más a Helen.

Si, efectivamente Helen vomitó el vino y todo lo que tenía en el estómago. Pero esa había sido la mejor noche de su vida y no la cambiaría por dada, a pesar de que sus hermanos se lo recordaran todo el tiempo.


¡holaaaaaaa!

Les doy gracias por esperarme tanto tiempo. E tenido unas cuestiones y no había podido actualisar, pero al fin puedo traerles el la continuación de esta historia.

¿qué les pareció el capítulo?

¿cuál fue su parte faborita?

¿quién creen que fue el ofisiador de la boda?

les leo en comentarios. ¡me encanta leerlos!

ya estamos a unos cuantos capítulos de el final de esta historia de y me siento tan feliz de que hayan llegado hasta aquí conmigo.

significa muchísimo y espero que sigamos compartiendo más historias juntos.

gracias por todo su apollo.

https://youtu.be/rExBtS8PIzM

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