la peligrosa

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nota: puede que la letra de ésta canción no coincida con la historia pero me parece que la tonada es ideal.

la inspiración viene de donde menos la esperas XD.

Helen se encuentra sentada junto a Sherlock en el jardín de su casa en Chicago.

An pasado unas horas desde que sus hermanos y ella hablaron sobre su padre y necesita concentrarse en su plan.

Su objetivo, acabar de una vez por todas con Mackenzie Williams.

—¿entonces? -dijo Sherlock mirándola

—debemos esperar. Ella te va a drogar de nuevo y...

Sus palabras son interrumpidas por la voz de un chico.

—¿señorita Wembley?

—si, soy yo -respondió Helen levantándose.

—Mackenzie le envía esto -respondió el chico dándole un pequeño sobre.

—gracias -dijo Helen con cortesía.

El chico se retira rápidamente y Helen abre el paquete.

Dentro, hay una invitación para una fiesta.

—a que estás jugando -murmura ella para sí.

—ella intenta pasar inadvertida. Estoy seguro de que querrá decirte algo sobre mí -exclama Sherlock pensativo.

—¿por qué estás tan seguro? -pregunta Helen

—porque nos está guiando a donde está. Sabía que 'tienes un plan y si lo lograbas, ella tendría que u huir -responde Sherlock acariciándole el cabello.

—bueno, entonces hay que ir. Tenderle una trampa era mi plan original, pero... —aún podemos hacerlo -le interrumpe Sherlock

—¿cómo?

—haciéndole creer que emos terminado. Si te muestras muy afligida, ella cederá y podremos atraparla sin ningún problema -responde Sherlock atrayéndola hacia él.

—¿sabes que me encanta cuando tienes un plan? -dice Helen con una sonrisa coqueta

—si, lo sé. Pero técnicamente el plan es tuyo -dice Sherlock mientras la abraza.

Ambos sonríen y se dan un suave beso.

—entonces hay que hacerlo -dice Helen sonriendo de forma maliciosa.

—¿dónde es la fiesta? -pregunta Sherlock

—en un club de aquí. E de suponer que es de ella, porque la invitación dice ven a mi club. club. Se llama morning star y acaba de abrir -responde Helen pensativa.

—mmm, su padre es rico así que es probable que sí

ambos se fundieron en un nuevo beso, más apasionado, más placentero.

Ninguno de los dos podían describir el amor que tenían por el otro. Era un sentimiento fuerte.

Narrador, Sherlock Holmes.

Cuando nos separamos, Helen tomó su teléfono y avisó a Amenadiel de nuestro plan. Todos estábamos tensos por lo que venía, porque sabíamos que Helen no se apiadaría de Mackenzie.

Cuando llegó la hora de la fiesta, terminé de cambiarme y esperé a Helen.

Nunca me habían gustado las fiestas pero ésta vez, debía sacrificarme por mi chica y sabía que junto a ella, todo sería mucho más fácil.

Lo ven, ya hasta me convirtió en un jodido cursi.

—hola, cariño -dijo la dulce voz de mini Keller

estaba enfundada en un vestido violeta y unas zapatillas blancas.

Se veía como un ángel.

Fui hasta ella y le di un enorme abrazo, acompañado de un beso en los labios.

—para no ver lo que te pones, estás increíble -dije

Ella solo rio y después de darme cuenta de lo que había dicho exclamé

—oh, lo siento...quise decir que... —tranquilo, estoy acostumbrada al humor negro sobre mi retinopatía -me cortó mientras reía.

No le importa su discapacidad y hasta sabe cuando alguien la ofende y cuando no. Si esa chica fuera el sol, yo definitivamente tendría que ser la luna.

¡dios!. ¡esa mujer estaba matándome!

—le sonreí y ella me tomó de la mano.

Nos tele transportamos a Chicago y al poco tiempo llegamos al club donde sería la fiesta.

—¿no es extraño? -preguntó ella.

Sabía que se refería al nombre del club.

—si. Parece que es fan de tu hermano -reí.

—mucho -respondió pasando una mano por mi hombro.

El lugar era grande y estaba muy iluminado. Helen me hiso una seña para que la siguiera y lo hice.

ella estaba viendo

—tienes que evitar que Mackenzie te vea -me dijo cuando llegamos a los baños.

—si, ya lo sabía -respondí con seguridad.

—se que es tu trabajo, pero sigues impresionándome -respondió ella sonriente.

—y eso me encanta -dije tomándola por la cintura.

nos miramos intensamente por unos segundos y 

ella me dio un beso y yo le correspondí. Me dejé embriagar por su olor a fresas y estaba a punto de volverme loco cuando ella se apartó.

—no, aquí no

—está bien. Pero tu y yo tenemos eso pendiente -repliqué con picardía.

—si, por supuesto que si -respondió alejándose tímidamente.

Narradora, Helen Wembley.

me fui de ahí intentando que el corazón no se me saliera del pecho.

El y yo jamás lo habíamos hecho y, les voy a contar un secreto.

Soy virgen.

Se que el momento es inoportuno, pero me sentí totalmente aterrada cuando Sherlock me miró. Esa mirada estaba cargada de deseo y no lo pude soportar.

Yo también estaba muriéndome de ganas por demostrarle cuanto significaba para mi pero ese no era el lugar

Pero ahora, lo único que me importaba era atrapar a esa loca.

Me reí por dentro. Quien hubiera pensado que una chica con los ojos sin vida estaba experimentando tantas emociones en un solo segundo.

—¡wembley! ¡viniste! -la voz de Mackenzie me sacó de mis pensamientos.

—sí, así es. Que quieres -dije tajante.

—jugar un poco -respondió con una sonrisa demoniaca.

—la relación entre Sherlock y yo ya se terminó ¡que más quieres! -dije intentando sonar afligida.

—¡quiero destruirte! -respondió furiosa.

—¿a mí?

—si. Y al remedo de detective que tienes por novio -respondió ella con amargura.

—¡no hables así de Sherlock!

—¡yo hablo como quiero!. Sherlock es un imbécil que lo único que hace es pasarse de listo

Rápidamente, le di un fuerte golpe en la boca y ella se fue sobre mí.

Comenzó a sonar Livin' Loud (by glo™) de Bice y como si fuera parte de una película de acción, Mackenzie me dio una patada en el estómago.

Todos comenzaron a correr desenfrenados saliendo del club y yo seguía intentando detener a la loca desquiciada que tenía frente a mí.

Mi puño impactó contra su cara y ambas comenzamos a pelear.

le hice una llave y aproveché para tomar su tobillo y hacerla caer. Extendí mis alas y me impulsé con las mismas.

No iba a matarla pero esto ya se había acabado.

—¡suficiente! -gritó la conocida voz de mi hermano mayor.

—¡dios! ¡pero si es uno de los ángeles! ¿vienes a llevar mi alma al cielo! -bromeó Mackenzie

—no, vengo a esto -respondió mi hermano tomándola por un brazo.

La levantó del suelo y la condujo hasta Lestrade.

—quien diría que esta chica podría ser una acecina -dijo mi londinense caminado despreocupadamente.

—¿asecina? -dije desconcertada.

—si, así es. Mató a tres hombres a sangre fría -soltó Sherlock

—¡santo dios! ¿desde cuando lo sabes? -pregunté—

—desde hace unas semanas

—¡por que no me lo dijiste!

—porque no hacía falta. Acecina o no, todos sabíamos que no sería ningún problema para ti -respondió Amenadiel mirándome con ternura.

No me gustó que me lo ocultaran pero su razón era válida.

—está bien, por esta vez no me enojo. Pero no me oculten cosas como estas -pedí

—no, te lo prometo -exclamó Sherlock haciendo ojitos.

—te aprovechas de que puedo verteb¿verdad?

—puede ser

Lestrade se llevó a Mackenzie por segunda vez y aunque sabía que se volvería a escapar, no nos molestaría por un tiempo.

Llevé a Sherlock a Londres y gracias a dios, no dijo nada sobre lo sucedido.

—bien hecho, hermanita -dijo Lucifer que estaba esperándonos fuera del club.

—gracias Luci -respondí.

—eres la peligrosa -rio

—obvio -dije siguiéndole el juego.

Amenadiel y yo regresamos a mi casa y mi respiración se cortó cuando vi a un hombre sentado en el jardín y a Jachico en su regaso..

—¿quién eres? -pregunté entrando

—soy tu padre, hija mía -respondió con dulzura.

¡no puede ser!

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