lágrimas y furia

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—siento interrumpir su reconciliación, pero les tengo noticias -dijo Lucifer.

—¿cuáles? -preguntaron Sherlock y Helen casi al mismo tiempo

—al parecer, tus resultados dieron positivos. Sherlock, si estás drogado -respondió Lucifer severamente.

Ambos se miraron y asintieron. Era algo evidente después de lo sucedido.

Helen le dijo a su madre que se quedaría en Baker Street y Sherlock aceptó con gusto.

Helen no iba a permitir que drogaran a Sherlock de nuevo y la mejor forma de protegerlo era quedándose con él.

A la mañana siguiente, Sherlock y Helen despertaron abrazados. Era la primera vez que dormían juntos y ambos estaban de acuerdo en que les reconfortaba.

Helen abrió los ojos y divisó a Sherlock sentado junto a la cama.

—buenos días, preciosa -dijo Sherlock con una sonrisa.

—hola, cariño -respondió Helen levantándose para ir hasta él.

Ambos se dieron un tierno beso y Helen se dirigió a la puerta.

—¿A dónde vas? -preguntó Sherlock.

—tengo que investigar un caso que a mi parecer, es de lo más interesante -dijo Helen sonriente

—no sabía que eras detective

—no de tiempo completo, pero si cuando se requiere -rio ella.

—¡puede usted decirme de qué trata el caso detective Wembley? -preguntó Holmes mirando a su novia con admiración.

—mmm, secreto nacional -bromeó Helen.

Sherlock sabía perfectamente que investigaría quien le administró la droga y de que forma. Le encanta esa faceta de Helen.

Tan misteriosa pero a la vez ella misma. Le recuerda a alguien.

—bueno, le deseo suerte, detective Wembley -dijo Holmes acercándose a ella.

Helen le sonrió y lo volvió a besar.

—te amo ¿lo sabías? -dijo Sherlock

—yo también te amo, mi pequeño detective -respondió ella acariciándole el cabello a su novio.

Helen se teletransportó a Chicago y sus hermanos ya la esperaban.

—¿y qué hacemos? -preguntó lucifer

—muy sencillo. Tienes que ir a buscar a Microft Holmes -respondió ella.

—¿a quién?

—es el hermano de Sherlock -explicó Amenadiel.

—si, así es. Pregúntale que pasó con Mackenzie Williams y dile que vas de parte mía -indicó Helen.

—¿qué harás tú? -preguntó Amenadiel a tu hermana.

—debo ir a clases. No debo levantar sospechas. Necesito que te encargues de vigilar cada comida de Holmes mientras voy a la universidad -dijo Helen pensativa

—¿crees que lo droguen de nuevo?

—Ella sabe que no funcionó. Tiene que acabar con nuestra relación a toda costa. Estoy segura de que lo intentará de nuevo -explicó Helen

—muy bien, mi pequeña detective -rio Lucifer

Los tres se despidieron y Helen tomó su bastón para dirigirse a la universidad.

Si, ya lo había encontrado.

Helen entró a su salón de clases y se sentó junto a Caleb.

Notó que su amigo estaba algo triste, pero decidió intentar animarlo.

—cal ¿estás bien? -preguntó

—si, mejor que nunca -respondió el chico forzando una sonrisa.

—no te creo en lo absoluto. -dijo ella dándole una palmadita en la espalda.

—tranquila Mademoiselle, estoy bien -dijo Caleb respirando profundamente.

—no me hagas leer tu mente -dijo ella

Era imposible decirle. Como se supone que le explicaría que está enamorado de ella y se siente así porque ya tiene novio.

—no puedes ayudarme con esto que siento -afirmó Caleb con pesar.

—bueno, entonces solo dime lo que te pasa. Así voy a estar más tranquila -respondió ella

Tenía que estar bromeando.

Caleb, al ver que no le quedaba más remedio, tomó aire y empezó a hablar.

—cuando te conocí, sentí algo dentro de mi. Al principio, creí que solo era pasajero pero me di cuenta de que me había enamorado de ti.

Claro que fue demasiado tarde porque ya sabía que Holmes sentía lo mismo por ti y aunque quise ser fuerte y estar feliz por ti, no lo logré.

Helen se quedó petrificada. No se había dado cuenta de lo que su amigo sentía hasta que se lo dijo y un enorme sentimiento de culpabilidad la invadió.

—Caleb, enserio lo lamento. No sabía nada de esto y créeme que detesto que estés triste. Se que encontrarás a alguien que te quiera y aunque no podamos ser algo más, yo siempre voy a estar para ti -exclamó Helen apunto de llorar.

Caleb no pudo y se lanzó a sus brazos. Ambos lloraron juntos y Caleb exclamó

—te quiero, Mademoiselle

—yo también, mon ami. Yo también -sollozó Helen abrazando a su amigo.

Cuando se separaron, Helen secó las lágrimas de su amigo y el chico hiso lo mismo.

—¿crees que llegue el maestro de italiano? -preguntó Caleb para evadir el tema

—no, no lo creo. ¿quieres ir a la biblioteca? -preguntó Helen

—si, si que quiero -respondió él levantándose

Tiempo después, su director avisó que los profesores tendrían una reunión y que podían retirarse si lo deseaban.

Ambos estuvieron de acuerdo en irse y Helen le envió un mensaje a Sherlock.

Hola cariño. Estaré en Baker Street pronto. Creo que es nuestro día de suerte.

Caleb estaba muy distante y Helen respetó su espacio.

Le dio adiós con un gesto y salió de la escuela

Mientras tanto, Sherlock se encontraba desayunando con Amenadiel en Baker Street.

—¿crees que me droguen de nuevo? -le preguntó al ángel

—si, es muy posible. Pero la droga no está en la comida -respondió Amenadiel

—¿tienes una teoría?

—no, pero mi hermana sí

—¿cuál?

—no lo se. Es muy difícil saberlo porque se porta muy misteriosa con éstas cosas.

—mmm, interesante. ¿sabes si fue a ver a Microft?

—no, pero envió a lucifer. ¿por qué?

—justo lo que sospeché. Cree que Mackenzie Williams está detrás de todo esto

—¿y es cierto?

—si, claro que lo es. Mi preciosa americana tiene toda la razón. O debería decir ¿americana con raíces londinenses?

—¿qué? -dijo extrañado el ángel.

—ese es un tema del que le diré después. Ahora, lo más importante es que atrapemos a Mackenzie

—¿está libre?

—sí, lo está. Y si no fuera porque sabe que no a logrado lo que quiere, ya habría abandonado el país.

—¿cómo sabes eso? -preguntó Amenadiel.

—porque tiene que acabar con Helen por completo. Y si no lo hace matándola, lo hará quitándole todo lo que ama, incluyéndome -respondió el detective refleccivo.

—es increíble. Todabía no entiendo como es que sabes eso pero... —es mi trabajo -le interrumpió el inglés mirando su teléfono.

Vio el mensaje de Helen y sonrió.

—es mi hermana ¿no? -preguntó Amenadiel

—si -respondió Sherlock —dice que vendrá pronto

—e de suponer que la dejaron salir temprano -dijo Amenadiel

—supones bien, hermanito -dijo Helen entrando a la sala.

Sherlocktomó de la mano a su chica y la condujo hasta una silla. A continuación, le dio un suave beso en los labios Helen le correspondió.

—no ha venido luci ¿verdad? -preguntó Helen

—no, aún no -respondió su hermano.

—oygan, tengo algo que contarles -dijo Helen después de un corto silencio.

La joven les contó que había pasado con Caleb y Amenadiel se quedó con la boca abierta.

—pobre chico exclamó

—lo siento por él -dijo Sherlock irónico

—no, no, no es cierto -responde Amenadiel

—si, claro que no lo siento. Es muy difícil estár triste cuando sabes que te has ganado a la chica -exclamó Sherlock pasando na mano por los hombros de Helen.

—no soy un trofeo, Sherlock -dijo Helen medio en broma, medio enserio.

—lo se. Tu eres un tesoro que cualquiera estaría encantado de poseer y ese chico debió haberte dicho que estaba enamorado de ti

—ya no se ni que decirte. Es imposible razonar contigo -respondió Helen suspirando.

narradora, Helen Wembley.

Todos guardamos silencio y la tención se hiso muy palpable. Detestaba que Sherlock se portara tan frío con la situación.

Lo peor de todo, era que no sabía como sentirme. Después de todo, Caleb jamás me dijo y yo no me di cuenta. El era mi amigo y jamás lo vi como algo más

me sentía confundida y triste y no tenía ganas de hablar.

pero mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando Lucifer entró apresuradamente

—¡Amenadiel! ¡encontré a padre! -exclamó Lucifer dejándose caer en un sofá

—¿qué? ¿a padre? -exclamé

—ay, ¡me llevo yo! Helen... —ahora mismo me vas a decir que está pasando -interrumpí tajante.

—bueno, lo que sucede es que padre estaba perdido. Pero ya lo encontré ¡está aquí!

Me quedé de piedra.

—¿dónde? -pregunté más furiosa que asombrada

—en el 221 C -respondió con voz temblorosa.

—¡y cuando pensaban decirme! -exclamé enojada

—queríamos que lo de Sherlock se resolviera. No te preocupes, nosotros nos encargamos -me respondió Amenadiel para calmarme.

Esto se estaba saliendo de control.

—¿qué te dijo Microft? -pregunté a Lucifer

—dijo que Mackenzie Williams es fugitiva

—si, como lo sospeché. Ahora solo hay que encontrarla y eso será muy fácil -respondí serenándome.

—¿cómo? -preguntó mi londinense de ojos grises.

—tu y yo nos encargaremos de eso. Ustedes dos deben buscar a padre y averiguar por que está aquí -dije señalando a mis hermanos

—veo que ya tienes un plan -dijo Sherlock acercándose hacia mí

—sí, lo tengo.

Lo que ninguno sabía, era que los próximos acontecimientos lo cambiarían todo y la razón de dios para estar en la tierra pondría mi mundo de cabeza.

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