⌲ Miénteme

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

❝ Dale, miénteme, haz lo que tú quieras conmigo ❞


Cuando el jet se sacudió tras, Kim Taehyung sonrió presuntuoso, aunque lo enmascaró con una falsa expresión de susto.

—¿Qué te pasa? ¿Te dan miedo los rayos? —preguntó con soberbia el Capitán.

—No me hace muy feliz lo que viene —dijo Taehyung, mordiéndose los labios mientras se removía en el asiento donde estaba sujeto con correas inútiles contra su magia.

No que pensara escapar. Al contrario, dedicó su paseo en el jet de los Vengadores a molestar al hombre de metal que, descubriendo su rostro, reveló ser un hombre atractivo y sonriente. De hecho, Taehyung no comprendía cómo este midgardiano, que se presentó como Jung Hoseok, un genio,millonario, playboy, filántropo, resultó ser Iron man. El afamado superhéroe que se alió a otro puñado de humanos para salvar Midgard. O la Tierra, como tanto le recuerda su hermano adoptivo que se llama en realidad.

—Dejalo, Cap —llamó Hoseok acercándose al hombre más famoso del sur de Corea, que suspiró hastiado por la despreocupación de su colega—, vamos, Jungkookie, come unas gomitas, has sido un buen chico hoy.

—No lo haga sonar como si fuera un cachorro, señor.

—Ah, pero qué carácter —Hoseok se volvió hasta Taehyung para sonreír y guiñar un ojo—, ¿no que fue toda una hazaña capturarte, cuernitos?

Cuernitos, bufó Taehyung. En otro momento, lo habría convertido en insecto con un simple encantamiento. Sin embargo, estaba asumiendo que excedió los límites de paciencia de su hermano. Si es que la tormenta que se desató y que provocaba turbulencias en el vuelo indicaba algo. Se dedicó, en cambio, a concentrar sus energías en lo que vendría, que, sabía, no sería algo agradable

Y como una señal, apenas terminó de pensar en ello, un horrible estruendo metálico sacudió el vuelo. Algo o más bien alguien —corrigió Taehyung— aterrizó sobre ellos. La piloto del jet, Jieun, una espía peligrosa según informó uno de sus lacayos a Taehyung, se preocupó por estabilizar el vuelo. Sin embargo, no contó con la inconsciente actuación de Iron man que desbloqueó la puerta trasera. Enseguida, el viento y la lluvia se colaron al interior ocasionando un ensordecedor bullicio.

—¿Qué haces? —consultó el Capitán, apenas sujeto para no caer.

De la negrura del temporal, apenas interrumpida por relámpagos, surgió una figura brillante que alumbró el interior y encegueció a los sorprendidos tripulantes. Un ínfimo momento congeló a todos expectantes de quién era el recién llegado, con su imponente presencia y su innegable y endiosado porte. El único que no expresó emoción alguna, a excepción de una mueca burlesca, fue Taehyung.

—Hermano —bramó el dios del Trueno, viendo en su dirección—, vendrás conmigo.

—¡Alto ahí! —intentó detenerlo en vano Iron man.

Solo que nada puede detener la furia del dios asgardiano. Mucho menos puede nada interponerse entre él y su hermano. Con un golpe de Mjolnir, el martillo echo de una estrella moribunda, empujó a Iron man al suelo. Taehyung no cabía en sí de la risa, aunque se interrumpió cuando el dios volvió a verlo.

—¡Seokj...!

Y de un manotazo, Kim Seokjin lo arrastró a la orilla y, blandiendo Mjornir, saltó a la tormenta.

+

Namjoon, Padre de Todo, es decir de los Nueve reinos, decretó que el guerrero dorado, digno portador de Mjolnir, sería desposado con la princesa Hyejin de Vanaheim. A este anuncio le precedió, por supuesto, la obvia afirmación de que casado en alianza, Kim Seokjin se haría cargo de los Nueve Reinos. Los vítores fueron estruendosos, sacudieron entero al reino de Asgard. Nadie dudaba de que el príncipe estaba cualificado para la tarea, sobre todo, porque se conocía la afamada trayectoria de este en las batallas.

Contrario a su padre, Seokjin era compasivo y en la guerra existía por sobre la destrucción un honesto deseo de paz. Así, había logrado que incluso los ariscos Gigantes de hielo, en vistas de que su ejército azul fue reducido en plena contienda, negociaran. Con este solo acto, logró lo que el rey Namjoon no pudo en millones de años. Pero había quien no estaba a gusto con las noticias. Ni con el desarrollo de acontecimientos que rodeaban la pronta coronación de Seokjin.

Taehyung, hermano menor, criado con rigor y entrenado en las etiquetas propias de cualquier noble príncipe. Este, de difícil carácter, de mañas tramposas y con tendencias a las bromas, acudió a los Gigantes de hielo con la intención de estropear los festejos anticipados y romper la tregua que Seokjin consiguió con el rey Laufey, natural de Jötunheim. Sin embargo, Taehyung escasas ocasiones obtenía lo que quería y esa expedición le llevó a descubrir una verdad dolorosa: no era un Aesir, sino un jötunn enano.

La conversación que tuvo con el que creyó su padre por siglos fue escalando en una discusión abierta, al menos, de parte de un herido Taehyung. Este sentía la traición envenenar su sangre a la par que su piel se congeló y adquirió el azul característico de su raza. Solo que en pleno enfrentamiento verbal con Namjoon lo vio caer en el sueño del Dios y nada pudo decir ya, sino pedir por ayuda. Creyó tontamente que así podría retrasar la coronación de Seokjin, pero no previó que el casamiento seguiría adelante. Y no podía permitirlo. Si estropeó la guerra jötunn, solo le quedaba arruinar el prometedor matrimonio. Así que se movió a escondidas del guardián del Bifrost, Jimin, para encontrar un ejército con el que atacar el lugar favorito de su hermano. Y, con ello, enviar un mensaje.

Mensaje que Seokjin supo interpretar y por eso no dudó en bajar a Midgard a buscarlo.

+

La gente se conmocionó por la repentina aparición de un humano, tal cual un truco de magia. Aunque pronto entendieron que este no era tal, sino un ser de otro planeta que con enormes cuernos dorados y un bastón que fungió de arma hechizó a la guardia civil que estaba patrullando el evento del Teatro de Seúl para que se volvieran contra los ciudadanos. En picada, la que fue una noche espléndida se volvió una pesadilla de golpes, rayos azules, autos descontrolados y gente corriendo sin fijarse en nada más que en ponerse a resguardo.

—¡Arrodíllense ante mí! —Habló al fin el extraño y luego, haciendo que su voz cavernosa estremezca a todo aquel que lo oyera, pronunció un elocuente discurso—, la verdad de la que la humanidad no quiere hablar es que anhelan ser sometidos, la libertad los despoja de dicha en su lucha interminable por el poder, por pertenecer. ¡Ustedes, midgardianos, han nacido para obedecer! ¡Arrodíllense ante su salvador!

Su misión estaba casi cumplida. Con el Teseracto que robó de nada le serviría si su lacayo Yoongi, otro intento de héroe que dispara flechas, no accedía al sistema de seguridad de la torre Avengers, pero eso podría esperar. Antes quería divertirse con estos midgardianos. Los cuales, lloriqueaban pidiendo a un dios inexistente por ayuda. El verdadero auxilio les llegó en un jet, sofisticado y silencioso, que antes de aterrizar escupió a un hombre ataviado en un traje blanco ajustado que no dejó de maravillar a Taehyung por la sensualidad con la que se desplazó. El Capitán Corea lo enfrentó sin miedo, demostrando una valentía absurda porque aun con su fuerza mejorada por laboratorio no era nada en comparación con la hechicería innata de Taehyung. Pero dejó creer que bastaba para combatir con él, y tanto más se alegró cuando, precedido por un coro que rezaba ¡I love, i love, i love myself!, llegó Iron man y lucharon.

Se rindió, alegrándose en su interior porque mientras él estaba siendo esposado y llevado a la avioneta, su lacayo estaría más cerca de conseguirle lo que necesitaba.

+

Con nada de delicadeza, Seokjin lo dejó caer en el suelo. Una nube de polvo lo asfixió, aunque se recuperó a tiempo de ver a su hermano soltando el Mjolnir. Perfecto, detestaba cuando lo sometían con él. Lo hacía sentir ridículo. De un salto se puso en pie y acomodó sus ropas.

—¿Dónde está el Teseracto?

—También te extrañé —dijo, divertido.

—¿Tengo cara de querer bromear?

—Oye, agradéceme. Con el Bifrost destruido —sí, eso también fue por obra de Taehyung—, cuánta energía oscura ha tenido que usar el Padre de todo para enviarte aquí, tu preciosa Tierra.

—No es posible que hayas venido hasta acá solo para enfadarme, Taehyung —reprochó Seokjin, aun cuando en sus ojos las lágrimas empañaron su mirada—, te creí muerto, lloré por ti, y ¿qué me entero? ¡Que viniste a hacer tus travesuras en Midgard! De todos los sitios, sabías que si te mostrabas en la Tierra vendría enseguida. ¿Qué es lo que persigues con esta estúpida empresa?

Taehyung controló su mal genio, dejando que Seokjin lo zamarree y se descargue gritándole. No podía hablar, si es honesto. Un nudo tropezó en su garganta y cualquier cosa que dijera lo delataría. Era cierto, él había visto a Seokjin llorar creyendo que había muerto, aun así, no volvió a Asgard. En su lugar, se dedicó a pasear por la galaxia hasta que encontró apoyo y una causa superior que, si todo salía como planeó, lo haría dueño de las gemas del infinito. Solo tenía que procurar el favor del Titán y asegurarse de que este baje la guardia. Lo demás sería tan sencillo como chasquear los dedos...

—Estoy conmovido por tu preocupación, no morí —informó con retintín—, si esto te hace feliz, tampoco estoy aquí por ti.

Mentira. Como Dios de las mismas, le sabían dulces. Sin embargo, en esta ocasión notó cuan poco colaban en los oídos acostumbrados de Seokjin. Habían convivido siglos como hermanos hasta que descubrieron la verdad. Y la verdad trastornó algo en los dos que, a falta de comprender qué, los volvió enemigos. Antagonistas, con fuerzas opuestas y conflictivas que, como era obvio, no los distanció sino que los acercó desde la enemistad. Desde un odio visceral e irracional. Y esto, sabía Taehyung, era preferible a descifrar qué era lo que los hacía vulnerables a los ataques y los llevaba a orbitar cerca del otro.

—Estás perdiendo tu encanto —bromeó Seokjin, posando una mano pesada en su nuca y atrayéndolo para que sus frentes se toquen—, tan caprichoso, ¿qué es lo que deseas? Puedo dártelo si me prometes que dejarás en paz este planeta, Tae. Yo... puedo darte lo que me pidas...

Bufó, retrayendo sus cuernos y logrando que el contacto de su piel fría sea contraste del calor febril del dios del Trueno. Como respuesta, el cielo volvió a bendecir su encuentro con tormenta y la lluvia les pilló desprevenidos.

—¿Estás seguro de que puedes darme lo que deseo? —Se carcajeó con ganas—. Continúas siendo pésimo con las mentiras, Kimson.

Su voz fue un ronroneo bajo que ocasionó un temblor en el mayor, pero este no se apartó sino que enterró los dedos en el cabello de Taehyung y suspiró. El hálito tibio bañó la cara de Taehyung y lo hizo salivar porque le trajo el aroma del vino de Asgard, aquel con el que en tantas celebraciones ambos brindaron y cantaron. Un simple aroma que disparó incontables recuerdos agridulces. Se vio siendo una sombra de Seokjin y amándolo porque, aun en ese pedestal en el que todos, incluso él, lo posicionaban, este todavía tenía espacio para estirar su mano y ayudarle a trepar a su lado. Así, los dos verían a los demás sabiendo que nadie entendía cómo congeniaban. Ni siquiera ellos accedían a la clave de su convivencia idílica, envidiable y problemática.

Porque, y de esto se jacta Taehyung, él se aseguró de no hacerle fácil la vida a Seokjin. Ya tenía aduladores de más para esa labor. A él le correspondía molestar, contradecir, al Dios del Trueno para que este reaccione. Cuánto de su poder debía agradecerle a Taehyung, que lo emboscaba en situaciones de las que solo confiando en su don del trueno y otros tantos trucos más podría escapar. ¿Y para qué? ¿Cómo es que consintió entrenar, de manera poco ortodoxa admite, a quien le robaría la gloria, la fama y la corona?

—No es mi fuerte —se excusó Seokjin y un borde filoso cortó las palabras—, ahora vendrás conmigo a casa —se separó, pero no sin llevar su mano a la muñeca de Taehyung para retenerlo—, no te portes como un chiquillo. Padre de Todo ha despertado y dicho que desea hablar contigo.

Cuando intentó moverlo, Seokjin se topó con que aferraba la nada. Parpadeó confundido unos segundos hasta que una daga se clavó en su cuello y rodó los ojos. Tan previsible, y aun así, él no podía anticiparse al engaño.

—No pienso volver a ese palacio —dijo, con rabia espesando su voz—, vete y deja que tome este planeta. ¿Qué hay de malo en que lo haga mío? Tienes más mundos de los que hacerte cargo, no seas avaro.

—Anda ya, Tae, sabes que esto no funciona así.

Clavó un poco más el filo de la daga en el largo cuello de Seokjin, con la tentación de correr el resto y ver cómo la sangre brotaba por la extensión suave de esa piel inmaculada. Una fantasía permanente que a veces lo ayuda a dormir y otras le roba el sueño. ¿No era irónico? Un tanto poético si sumaba las demás ensoñaciones en las que se pierde pensando en Seokjin.

—Todo obedece a un plan de tu padre, lo olvidaba.

—Nuestro padre —trató Seokjin, pero ninguno de los dos creyó que hablase en serio.

La verdad, como siempre, los arruinó. Era un principio universal que nadie sale ileso a la verdad.

—Vete, Seokjin. Haz tu vida lejos de Midgard, no lo echarás en falta —mordió su lengua cuando dejó entrever su desgracia, carraspeó para recuperar brío—. Prometo portarme bien con estos humanos, después de todo, necesito que me veneren, no puedo deshacerme de ellos.

—No podría dejarte atrás, Tae.

—Oh, no exageres. No sería la primera vez —acusó, hiriendo al grandioso dios, que retrocedió como si aquellas palabras fueran cuchillas.

Tal vez, pensó Seokjin, lo de ellos era eso, después de todo.

+

Antes de la verdad, la ilusión de la felicidad los encontró en una noche cálida compartiendo el vino de la mejor cosecha asgardiana, mientras reían de sus aventuras en Jötunheim. Para Taehyung, cuando todo lo demás fallaba, solo le quedaba acurrucarse en el calor de Seokjin, quien lo apresaba con sus pesados brazos y lo sostenía hasta que todo dejaba de dar vueltas y podía afirmar los pies en el suelo. Y él esa noche tenía que procesar lo que halló en esas tierras de eterno invierno.

La última pelea los dejó heridos y sedientos, también, si son sinceros, excitados. Aun así, depusieron cualquier apetito sexual para mantenerse reposando en su tienda de campaña, oyendo los festejos de los demás guerreros. Seokjin había convencido al rey Laufey de conversar y previó que esa cita era una promesa de paz. Aun así, Taehyung no estuvo en sintonía para alabar su destreza tanto en los golpes como en la persuasión. Solo se quedó allí, en silencio, viendo la gloria recubrir el hermoso cuerpo de Seokjin, pese a que aún la sangre azul de los gigantes de hielo escurría y hedía muerte en el ambiente.

—Estás actuando extraño —se preocupó Seokjin y lo atrajo todavía más a su lado, casi subiéndolo a su regazo.

En el ejército asgardiano no había ninguno indiferente al extraño lazo de los hermanos Kim. Susurros acompañaban las interacciones de ambos dioses, pero cuando a uno lo animaban al otro lo desestimaban tildándolo de envidioso. Taehyung no era tonto, sabía que era esa su estampa. En comparación, lo suyo eran golpes menores que crecían en escala, pero sin impresionar. Seokjin era magnífico empuñando su martillo y aplastando cabezas de gigantes, rostizándolos con sus rayos. Era morboso verlo guerrear y también era un espectáculo erótico porque el sexo y la muerte están conectados de alguna retorcida manera.

O tal vez el retorcido era Taehyung que, aprovechando el cobijo de Seokjin, enterró el rostro en el cuello de este y pegó su boca a la piel que anheló morder y lastimar. Un pequeño suspiro entrecortado lo consagró victorioso de ese juego, aunque no por mucho porque Seokjin lo tomó del mentón y lo obligó a verlo. Volvió a preguntar qué sucedía y no dejó que se escabulla.

—No sucede nada.

—¿Por qué me mientes? —con el pulgar, trazó la boca de Taehyung y sonrió cuando este capturó su dedo con los dientes—, anda, pequeño mordelón.

Y se congeló, porque la forma en que Seokjin lo observó desmentía el tinte juguetón. A Taehyung se le incendió el rostro, y debajo de su piel bulló una emoción incómoda que lo hizo consciente de la cercanía que compartían y de cuan comprometedora era su posición, casi encima de Seokjin. Pero lo que determinó que ese breve instante dejó atrás cualquier pretensión de fraternidad y se abrió a una nueva posibilidad impensada para dos hermanos fue la lengua de Seokjin remojando su voluptuosa boca.

Un impulso oscuro llevó a Taehyung a enderezarse y perseguir a Seokjin, una persecución breve que los dejó respirando el aliento del otro y que especió el sabor del vino con pecaminosas pulsiones. No retrocedió ninguno, aunque tampoco hubo valor suficiente para terminar la caza y atrapar como presas los tentadores labios. Sin embargo, Seokjin entendió que fue su turno de moverse y depositó un beso pequeño, justo al lado de la boca de Taehyung. Quien lo viera, creería que aquello fue otra broma, pero ellos dos sabían que era apenas una declaración.

Si Taehyung hubiera creído en su intuición, quién sabe cómo sería la historia luego de esa noche...

+

De nuevo en Midgard, ese recuerdo fugaz los aisló de la tormenta y los empujó a sus más crudos miedos. Seokjin se volvió para encarar a su némesis, encontrando la fragilidad permeando su mirada. La lluvia había desecho los rizos castaños de Taehyung y asemejaba a un cachorro abandonado. Le atizó una culpa vieja porque esto podría haberse evitado si él no hubiera consentido a Taehyung. Primero, como el hermano mayor que ansiaba ser el héroe de su menor, pero luego fue por el simple placer de verlo sonreír y tener su entera atención para él.

No atendió a consejos cuando se le mencionó que estaba desorientando del buen camino a Taehyung cuando lo mimó más que a sus parejas. Para Seokjin, un hilo de oro irrompible le ató el corazón a los pies de Taehyung porque de otro modo no podía explicar su pasión por seguirlo donde fuese, incondicional y aguardando un momento, una oportunidad, que llegó en el campamento en Jötunheim.

Ahora sucedía lo mismo. Repetía el patrón de andar tras los pasos de Taehyung que allá donde fuese creaba caos y muerte. No iba a ser hipócrita, aun así, quiso escudarse con que era el bueno y encasilló a Taehyung del lado contrario. Fue insoportable creerlo muerto, y desolador saber que vivía y de todas formas no podrían retornar sus lazos. Ya no, menos cuando vio a Taehyung dejar caer los hombros, asegurando la daga con manos temblorosas.

Dio un paso, respirando hondo cuando Taehyung movió la daga a un lado. Eso lo animó a continuar hasta que sus pechos se pegaron y solo quedó que enmiende lo que no se atrevió aquella vez. Lo besó. Y si en su larga existencia consideró cumplida cualquier fantasía ocurrente, nada se asemejó a la suavidad de los labios de su hermano, a la presión sensual con que se movió en el beso y a la escurridiza y helada lengua que se enredó en la suya. Este era un beso demoledor, porque por dentro Seokjin se desarmó y dejó en pie apenas la desnuda necesidad. Creyó, iluso, que así se resolvería todo.

Nada existía ya que los amparase de sus angustiantes realidades y Taehyung se sabía perdedor. Así que actuó más por despecho que por verdadero odio. Empujó la daga en el cuello de Seokjin, mordiendo una risa histérica cuando escuchó al dios ahogarse en sangre. La probó en su lengua, alimentándose de ese sentimiento sublime que vuelve héroes a los cobardes y villanos a los indefensos. Le satisfizo por completo entender que quizá entonces los dos estuviesen en igualdad de condiciones. De todos modos, era tarde para cambiar el curso de la historia. Seokjin sería el rey, sería el esposo de la princesa Hyejin de Vanaheim y él nunca dejaría su lugar de envidia y celos. Así debía estar escrito en el destino, pensó retirando la daga en un golpe seco.

—¿Sabes qué es el amor, Seokjin? Un arma —se respondió a sí mismo, viéndose en el reflejo ensangrentado de la daga—, se puede blandir de lejos o de cerca. Y es hermosa, hasta que te hace sangrar, pero al final, cuando la alcanzas... es una mentira.

Y desapareció.

Para cuando Iron man y Capitán Corea llegaron, Seokjin se deshacía en risas mientras un río de sangre divina era lavada por el llanto del cielo.







Nota:

Soy algo libre ahora y nada, en dos horas y poco más escribí esto, lit jaja fue lo que tardé en recibir respuesta de mi profe.

Tenía algo hecho, pero cuando me pude sentar a escribir solo surgió esto. Sí, a veces antes de que llegue el bloqueo se me da una chance de evitarlo haciendo mejunjes con lo que me gusta así que aquí el AU Marvel; vengadores, Thorki referencias, y Loki referencias si es que han visto la serie o spoilers de ella. Lo dejé reposar un día entero antes de volver y publicarlo porque dije, capaz es cualquiera, pero me gustó.

Además, si ya he publicado a Seokjin y Taehyung en otro universo, mi amado Potterverso, ¿por qué no probar con Marvel?

Disclaimer: todos los créditos a las entidades reconocibles de literatura, cine, etc. Solo me pertenece la intención de conjuntarlos.

Por otro lado, he leído para una materia la distopía Nosotros  de Zamiatin (recomendada por si gustan del género) y comparando al discurso de Loki en Avengers puedo encontrar similitudes. Tal vez esto disparó mi mente para escribir el Au, queseió.

La shipp fue propuesta por Moon, ¡Gracias por sugerirme Jintae!

En fin, a quien sea que llegó hasta acá ¡gracias por leer!

Si te gusta Marvel, ¿cuál es tu personaje fav? Sea villano, no villano, héroe, no tan héroe, secundario o extra:

:)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro