⌲ Murder song

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Él sostiene mi cuerpo entre sus brazos

no pretendía hacer algún daño

y me sostiene fuertemente

Oh, él lo hizo todo para evitarme

las cosas horribles que pasan en la vida






Jeon Jungkook ama a J Hope, y sonará cursi, pero siente que su amor supera la distancia fan-artista. Ha estado enamorado de él desde que lo descubrió hace dos años en un programa de recaudación de fondos para orfanatos, en Navidad. ¿Y cómo no iba a notarlo entre medio de tanto ídolo acartonado? Había sido el único artista genuino, quien no dudó en interactuar con su fandom, comprometiéndose a, de no llegar a la cifra estipulada para subsidiar remodelaciones y materiales a los institutos de cuidado infantil, donaría de su propio patrimonio. Y pese a que las donaciones superaron el monto establecido, J Hope aguardó a que pasara el evento para, sin presumir de ello, enviar camiones con alimentos, ropas y juguetes.

Nadie se enteró de estos gestos sino hasta que las directores y los directores de los orfanatos extendieron un sincero y conmovedor agradecimiento. Los niños, veía Jungkook por televisión, lucían radiantes y dichosos por los obsequios. Tras eso, J Hope hizo un live en Instagram y Jungkook lo percibió abochornado por las muestras de agradecimiento. Como, aprendió en su tiempo siguiéndolo, cuando lo elogian o le comentan cuánto lo aman.

—Es muy humilde —había dicho, suspirando cuando captó el sonrojo de su ídolo al ser mencionado como el ganador a la pareja ideal para una cita romántica—, creo que lo amo.

—No lo crees, lo haces —había respondido Jimin, bufando molesto a su lado mientras cruzaba los brazos—, te la jalas pensando en él, incluso.

Lo golpeó, no queriendo reconocer que era verdad.

—Calla, es más que eso —volvió la vista a la televisión—, ¿cómo es que lo encuentro tan tarde? ¿Qué hacía mi yo del pasado?

—Lo que hacías era vivir sin esta obsesión estúpida. Te ejercitabas, trabajabas y cogías —reclamó Jimin, y trepó a su regazo—. ¿Podemos hacerlo?

A Jungkook le gustaba Jimin. Su amigo era atractivo, divertido y estaba enamorado de él. Pero no podía sentir por este más que cariño y calentura. Por eso, para no pensar en la culpa, lo silenció con un beso. Era incorrecto pretender que estaban en la misma sintonía, porque si Jungkook fuera honesto admitiría que por dentro deseaba tanto que se tratara de alguien más. Alguien que, de fondo, interpretó una canción de muerte.

+

Cuando se anunció que J Hope daría un pequeño recital en Busan para concientizar sobre la donación, Jungkook juró que no se lo perdería. Sí, era hipócrita porque no estaba interesado en leer el decreto que reglamentaba, salvo de no estar de acuerdo, ser inscripto en el listado nacional como donante para trasplante de órganos, huesos, tejidos y células.

¿Qué si le importaba ceder parte de su cuerpo? No es que lo pensara antes, pero con la controversia que implicó esta ley tuvo tiempo de formar un juicio al respecto. A favor.

—Lo dices porque J Hope está promulgando la ley —renegó Jimin, volviendo del baño con una toalla en la cintura—, si fuera Jin quien venga a dar un showcito estarías en contra.

Jin era la competencia directa de J Hope por la popularidad y por el amor del público. El muchacho era talentoso, reconocía Jungkook en su fuero interno, pero nada comparado con J Hope. Este último, razonaba sin ser un fan cegado, hacía de su música un instrumento de denuncia, de auxilio y de contención. Eran muchos los relatos que veía en redes, en hashtags, sobre cuánto J Hope ayudó en momentos de crisis. ¡Salvó vidas! Con líricas que invitaban a reflexionar, melodías contundentes para criticar lo que estaba mal en el statu quo y siendo genuino cuando, a diferencia de otros artistas, se equivocaba.

Como esa vez que alguien denunció que había sido maltratado por J Hope cuando se coló a su camerino tras un recital. Había sido tendencia el testimonio anónimo de alguien que, a ojos de Jungkook ahora sí siendo fan y defensor, pretendía llamar la atención. Un irrespetuoso, o irrespetuosa, que invadió la privacidad de alguien más, creyendo que se saldría con la suya. Pero cuando J Hope, aunque se desmintió la acusación, apareció ante su público no dudó en disculparse por haber hecho sentir mal a sus fans y prometió ser más cuidadoso. ¡Y él no hizo nada! Rabió Jungkook, mientras se aferraba a su teléfono y veía el rostro desanimado de su amado. De vuelta a lo que iba: Jin no era para nada como J Hope. A Jin sí lo habían visto ser grosero con sus seguidores y no tenía problema en trazar líneas divisoras entre el público y él.

—Olvídalo —evitó ver cómo Jimin se cambiaba.

Su amigo llevaba casi una semana durmiendo en su casa y en principio estuvo bien, era divertido convivir con Jimin, pero estaba preocupado de enviar señales falsas. Aun así, no iba a echarlo y, en cambio, para molestarlo, lo invitó a su odisea para conseguir entradas. Y este, no que no lo esperara porque Jimin era incondicional, aceptó levantarse a las tres de la madrugada e ir a hacer fila con él.

+

En cada una de sus composiciones, J Hope refería algún tema con el que explorar de sí, del otro, del entorno, de la vida o, en este último álbum, de la muerte. Diversos tópicos fueron presentados en pistas musicales con melodías que acompañaban la lírica y la matizaban con el estilo alegre y vivaz de J Hope. Para Jungkook escuchar cada álbum implicaba una conversación con su artista. Así que los días que siguieron hasta el show estuvo 'charlando' con su ídolo, sintiendo que el corazón se le henchía de orgullo y admiración, de tristeza y de amor. Supo que, de no estar enamorado, lo amaría entonces ya que J Hope desnudaba su alma y les mostraba cuál era su mayor temor.

Algunos eran escépticos, pero Jungkook no vio por qué J Hope mentiría al respecto. Este había contado en su biopic que estuvo muerto durante cinco minutos mientras lo operaban del corazón. Que de esa experiencia recuerda un cuarto completamente blanco y a él mismo atrapado, viendo fijo dos puertas. Cuando se le consultó si había elegido una, J Hope sonrió y dijo que la correcta.

—Es un charlatán —sentenció Jimin cuando escuchó a Jungkook mencionar la razón del nombre del álbum Murder, aunque no imprimió el desprecio que sentía por el artista. Ocupado en rastrear por el público a Yoongi, su ex.

—Sí, sí —desestimó la pulla, porque estaba enfocado en respirar hondo y no agobiarse cuando empezó a llenarse el estadio y él quedó atrapado contra la valla.

Y una vez el juego de luces e instrumental dieron aviso de que J Hope iba a salir al escenario, nada importó más que disfrutar del espectáculo. Cantó, gritó extasiado cuando J Hope se acercó hasta donde estaban él y Jimin, y aunque no logró captar la atención de su ídolo, no dejó de agradecer la oportunidad de verlo tan cerca. Además, en vivo, la voz de J Hope era más hermosa que en las pistas de estudio o incluso en las grabaciones acústicas. Quiso que por siempre su mente conservara el recuerdo de ese recital, porque su pecho vibró con los altavoces y el corazón saltó frenético ante la visión sin pantalla de por medio de quien le recuerda que no está solo, que es su amigo aun cuando no se conocen en persona y que ama hasta lo imposible.

Pero por muy maravillosa que fuese esa velada, cuando Butterfly, Black wings acabó y siguió su canción favorita que titula el álbum Murder song, comprendió que estaba pronto a terminar. Le atormentó la verdad de que tendría que irse a casa y que quién sabe cuándo volvería a vivir lo que esa noche experimentó. Por eso, con una audacia desconocida, convenció a Jimin de que le ayude a llegar al backstage. Con horror, entendió que no había sido el único con esta disparatada idea. Casi toda la platea ubicada cerca al escenario acudió a artimañas para manipular a los guardias de seguridad y que estos les permitan pasar.

Él, a falta de técnicas para negociar o seducir, creyó que era prudente rendirse. Lo cual, hubiera sido sensato. Y salvación. Pero Jimin, su mejor amigo que lo quiere al punto de arrojársele a un guardia bastante caracúlico, le ayudó. Y tuvo su pase al detrás de escenario, donde caminó perdido y buscando la puerta del camerino de J Hope. Cuando la halló, se congeló sin siquiera llegar a golpear. ¿Qué haría? ¿Qué le diría? ¿No sería hipócrita de hacer cuando ya había rumores de que J Hope detestaba que lo aborden en sus espacios privados y él se indignó por ello? ¿Y aun seguiría adelante? Pero cualquier debate moral fue interrumpido cuando la puerta se abrió y la voz amistosa de su ídolo lo invitó a pasar.

Como sin voluntad, entró.

+

J Hope, o Jung Hoseok como era su nombre real, era más guapo en persona que en fotografías y videos. Lo que no volvió fácil la tarea a Jungkook de comportarse como un ser humano civilizado. Si es que de verlo parpadear quería chillar y saltar. Tanto que fantaseó con estar a solas con él y ahora no sabía cómo actuar para no estropearlo. De por sí, que este no le reclame el que haya sobrepasado la guardia era un gesto de cortesía inmerecido. Por lo que respiró hondo —grave error, el lugar apestaba a perfume, flores, sudor lo que lo excitó— y dijo:

—Lo siento, yo solo quería conocerte —enrojeció ante la expresión divertida de Hoseok y, nervioso, agregó—, digo, ya te conozco, he visto tus entrevistas, la biopic, me sé tus canciones y hago teorías de cada concepto. Pero no te había visto, bueno, no así, como acá, frente a frente. Okay, en el show sí, pero no los dos solos.

—¿Me querías para ti solo?

Le aturdió el pintado descaro con que Hoseok le guiñó un ojo antes de volverse y tomar asiento. Le indicó con la mano que se siente a su lado. Jungkook no evitó curiosear el camerino. Nada de otro mundo, paredes de ladrillo cubiertas con una tela negra que llegaba hasta el suelo. Un par de sillas. Una mesa de cáterin y otra pequeña mesa con un espejo encima donde estaban los maquillajes, algunas botellas de agua, hojas, billetes y un libro del que anotó mentalmente el título para leer después.

Él leía cada libro que J Hope recomendaba o que veía que este tenía. Luego, alzó la vista y el espejo lo mostró muy pálido gracias a las luces que le daban directo en el rostro, pero no se quedó con su imagen porque desvió la mirada y encontró a Hoseok viéndolo a través del reflejo.

—No sé qué decirte, soñé tanto con estar aquí y temo arruinarlo.

—Está bien —tranquilizó Hoseok y su voz era anestesiante, porque Jungkook suspiró y se acomodó mejor en la silla antes de juntar coraje y moverse para quedar frente a él—. ¿Quieres algo de comer o beber? Trajeron un cáterin vegano y aseguro que es exquisito.

Cierto, dieta veggie. Jungkook intentaba dejar de consumir carne, pero le costaba despedirse de las brochetas de cerdo que comía con Yoongi hyung —mientras este aun salía con Jimin. Y además no que pudiera negarse al ofrecimiento de Hoseok. No quería ser descortés aun si este le pidiera comer arena, por favor. Lo vio caminar hasta la otra mesa y traer una bandeja con varios bocadillos que lucían apetitosos. Tomó el más cercano y rezó porque fuera sabroso o que, en caso de que no, pudiera esconder la mueca disgustada. Lo era: delicioso. Al punto de que se le escapó un gemidito de gusto y la cara le ardió cuando Hoseok rio.

—Lo siento, pero esto sabe a cielo.

—No lo creo —y cuando lo vio confundido, Hoseok agregó— espera y verás arder el infierno en tu lengua.

Y no pasaron tantos segundos cuando el picante copó su boca y tuvo que arrebatar de las manos de Hoseok la copa de leche que le ofreció. Bebió ansioso porque el picor deje de atormentarle la lengua y no se ofendió ante la carcajada de Hoseok. Este reía con ganas, aplaudiendo y cerrando los ojitos al punto de que era tierno y gracioso a la vez. Jungkook lo amó más en ese rato, porque lo sintió desinhibido. Era Hoseok, no el artista, quien con confianza compartía un rato con él tras el trabajo.

¿Cuán afortunado podía ser en esta vida?

Lo averiguó cuando, progresando la conversación, sintió a Hoseok acercarse a él y una vez sus rostros estuvieron a una ínfima distancia... no pensó y actuó.

Lo besó.

+

Del estómago le brotó una oleada de repulsión. Por su piel reptó la más horrible y desconcertante sensación de peligro. Jungkook no entendió a qué vino esto, pero mientras más se caldeaba el beso, peor su cuerpo reaccionaba. Era su mente la única que le exigía calmarse y continuar, porque este era el hombre que ama y que ha hecho sus días más felices. El que escucha cuando se despierta, durante el trabajo y cuando regresa agotado. Se duerme con la voz de J Hope y, si tiene suerte, sueña con él. ¿Por qué iba a rechazar el avance?

Así que hizo a un lado el martilleo en la cabeza, prefirió en cambio abrir los ojos, pero se arrepintió en cuanto se mareó por la cercanía de Hoseok y porque a su alrededor las luces del camarín titilaron y sombras borrosas bailaron en los rincones. De pronto, era aterrador cual pesadilla y quiso refugio, por lo que enroscó los brazos en el cuerpo de Hoseok que se sentía helado. Tan frío que le tiritó la barbilla, aunque el beso se intensificó porque la lengua de Hoseok irrumpió en su boca. A duras penas tragó las arcadas, apretando en puños la ropa del otro.

¿Qué pasaba con él? No gozó en lo absoluto del beso y cuando terminó jadeo buscando oxígeno. Asfixiado y con taquicardia, tanteó la mesa derribando la bandeja con el restante de bocadillos y no se fijó en ello, sino que se buscó en el espejo. Se encontró con su imagen, que le devolvió una radiante sonrisa.

—Eres precioso Jeon Jungkook —comentó Hoseok, acariciando su rostro hasta tomarlo del mentón y orientarlo en su dirección—. Dime, ¿qué te gusta de mí?

No tuvo que pensarlo cuando dijo:

—Todo.

Hoseok chasqueó la lengua, y sus comisuras cayeron en una mueca de decepción.

—Cuéntamelo todo.

Y eso hizo. Abrió su corazón, lo expuso ante este sujeto que no era un extraño, sino un amigo. Alguien que no necesitaba ni preguntarle su nombre porque lo sabía todo. Con sus canciones le hablaba a él, le decía que no estaba solo y que todo estaría mejor. Que la vida dolía, pero él lo ayudaría a aliviar cualquier malestar. J Hope no era apenas la voz de sus fantasías, era un muchacho que, como él, sufría, luchaba por ser feliz y deseaba algo más. Algo que justifique la existencia, la razón de estar en este mundo, de que ellos estén allí en ese instante.

Con las cejas juntas en un fruncido ceño de reproche, la nariz arrugada como con asco y la boca vuelta a un lado con los labios apretados, Hoseok escuchó cada palabra de Jungkook. Y en cada halago pronunciado, agrió su cara hasta que Jungkook desistió de buscar complacerlo, dejó caer los hombros y pidió perdón.

—No quise molestarte —dijo, angustiado porque mientras buscó tocarlo, Hoseok se apartó casi como si su toque quemara.

—Eres como cualquier fan, ¿por qué me ilusioné de lo contrario? —caminó por el cuarto, con los brazos cruzados y la cabeza viendo al techo—, me juras que me amas, pero no serías capaz de demostrarlo.

Tropezó en sus prisas por levantarse y llegar hasta Hoseok. Ni siquiera titubeó al andar cuando el inmaculado blanco del cuarto lo encegueció. Quería remediar lo que estropeó y se hincó de rodillas con las manos en una súplica honesta. Haría lo que fuera por misericordia.

—Lo hago, te amo como a nadie nunca amé —tragó saliva, probando la sal en sus labios cuando las lágrimas le bañaron el rostro—. Te amo como no imaginas, ¡lo prometo! —estiró una mano para detenerlo, pero Hoseok volvió a escapársele y quiso gritar de rabia al ver inútil sus intentos—, no habrá nadie en mi vida. Serás el único. Te lo he dicho, te daré mi corazón y te am...

—¿Qué has dicho? —lo interrumpió Hoseok, volviendo hasta él para acuclillarse y sujetarlo de los hombros—, repite eso —pero Jungkook se distrajo con la lengua rosada de Hoseok que bordeó sus labios al relamerse.

—Yo... soy tuyo. Me tienes, por siempre —confesó, volviendo a sentir náuseas y sudores fríos.

Hoseok dijo algo, Jungkook no pudo averiguar qué porque el latido de su corazón estalló en sus oídos y las palpitaciones le preocuparon al punto de cubrirse el pecho. Un arañazo de culpa lo estremeció cuando, mezquino, se alejó de Hoseok y pretendió escapar del cuarto. Solo que, poniéndose de pie, trastabilló en el camino contrario a la única puerta a espaldas de Hoseok. Adonde voltease, se perdía en la inmaculada blancura del cuarto. Extensiones de blanco vacío que lo apaciguaron lo suficiente para que Hoseok lo alcance.

Le pasó un brazo por los hombros y lo sostuvo contra sí, aunque el temblor de Jungkook y el llanto desconsolado de este lo sacudían y le tornaban difícil contenerlo. Mas bastó que cante, una entonación susurrada de la canción favorita de Jungkook, para que se rinda al abrazo. Aguardó con insospechada paciencia.

—Repite para mí lo que prometiste darme, sé bueno, bebé —animó Hoseok, besando su frente.

—Mi corazón.

El rostro de Hoseok se transformó al más puro éxtasis y lo soltó para arrodillarse ante él. Jungkook lo vio enajenado y se acomodó también con las rodillas en el suelo y la espalda recta. Buscó en su pecho el pulso rabioso hasta que encontró su exacta ubicación y sin mayor ceremonia inició la extracción. Luchó contra la resistencia de su cuerpo, quien, egoísta, sangró en protesta, pero no hizo caso y continuó hundiendo la mano entre el tejido que rasgaba a su paso. Cuando notó que una mano no bastaba, con la otra se ayudó para expandir la abertura y así despejar el camino a Hoseok.

El artista no expresó lamento por el estropicio que causó con su reguero de sangre. Ni siquiera cuando el olor metálico lo hizo estornudar y con ello salpicó a su alrededor, incluyendo el rostro de Hoseok. No parpadeó, como si no lo hubiera notado. Lo que dio avisó de que sabía de ello fue el recoger un poco de sangre con el dedo, que chupó gustoso como antes hizo con su lengua. A Jungkook le excitó tanto que estaba duro en sus pantalones, mas no dispuesto a desviar la atención de Hoseok a otro punto que no sea su pecho abierto.

—Es tuyo.

Hoseok introdujo una mano, brusco y sin pedir permiso porque sabía que era propietario de aquella pieza rebosante de vida. Enroscó los dedos en torno al corazón y cerró los ojos para deleitarse con el palpitar salvaje de este en su palma. Aunque no demoró en arrancarlo, tironeando cuando el avaro cuerpo de Jungkook pretendió no desprenderse de lo que no era suyo.

Jungkook se sintió complacido de poner aquella expresión en el rostro de Hoseok: ojitos brillantes, una sonrisa soleada y un rubor atractivo en sus mejillas salpicadas de sangre. Solo que cualquier emoción se diluyó al poco de surgir, como si no hallaran cause y se escurrieran de su cuerpo. Por eso, no pudo devolver la sonrisa a Hoseok, ni encontrar sosiego en lo que este comentaba:

—Estarás conmigo para siempre —se paseó por el camerino, buscando bajo la mesa del espejo un bolso—. Estoy conmovido por esta demostración de amor, lo digo en serio. Eres un muchacho especial —metió el corazón en el frasco y cerró la tapa con un golpecito, luego tomó un bolígrafo y comenzó a escribir en la etiqueta que había pegada en ella—, ¿Jean...? Lo siento, cielo, ¿cómo era tu nombre?

—Jeon, Jeon Jungkook —se presentó, en tono plano, levantándose del suelo.

—Pues gracias, Jeon Jungkook —tras acabar de escribir, metió el frasco en el bolso.

Desde donde estaba, Jungkook sintió el tintinear del vidrio y antes de caer al suelo alcanzó a ver más frascos y corazones.





Nota:

Admito que de Aurora, si hubiera tenido elección, habría tomado Running with the wolves porque es mi favorita de ella, pero Murder song me fascina y aun así me complicó para escribir. Esta historietita es la tercera, en realidad, que hice basándome en la canción. Los otros escritos eh, solo no me convencieron jaja este es raro, sí, pero me gustó.

Agradezco a Hyo Queen quien me sugirió Hopekook.

Si alguien vio la película Persona, protagonizada por IU, entenderá la referencia de la escena del camerino. Pero sino, pues veánla porque es alto proyecto ese largometraje, conjunta la dirección de cuatro directores y, por ende, se cuentan cuatro historias. ¡Y Jieun es magnífica para cada papel! O la amo demasiado, como para darle mi corazón, qué se yo.

'Ta la próxima.

:)

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