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—¿De dónde me agarro? —preguntó Jimin.

—Tómame de la cintura y no me sueltes. —le dijo.

—Tengo miedo. —dijo Jimin.

—No te dejaré caer. —hablo Yoongi. —abrázame lo más fuerte que puedas.

Jimin asintió y lo abrazó con fuerza cuando escucho el sonido de la moto, cerró los ojos a la espera de que arrancara y cuando los abrió vio que ya estaban por la carretera, el omega sonrió ante lo que pasaba, la vista era hermosa, ya que pasaban por un hermoso rio. Yoongi solo podía escuchar la risa de su pareja la cual disfrutaba del paseo, se detuvieron un rato y ambos se bajaron de la moto por pedido del alfa, cuando lo hicieron Jimin se quitó el casco al igual que el alfa y ambos caminaron un rato, por el hecho de que habían llegado a un parque.

—Sabes nunca pensé que el paseo en moto fuera divertido. —dijo Jimin. —aunque aún estoy temblando un poco.

—¿Quieres que te abrace? —le pregunto.

Jimin asintió y vio como el alfa se abría de brazos para que este pudiera abrazarlo, luego de estar en el parque se dirigieron a la casa del omega para que este se cambiara de ropa, ya que Jimin dijo que quería verse bien para su hijo, cuando se cambió de ropa le pidió al alfa que lo llevará a una juguetería, Yoongi no estaba seguro, pero aceptó, puesto que miraba la ilusión en los ojos del omega. Cuando llegaron a la juguetería, Jimin se puso a ver todos los juguetes que había, miro los peluches que estaban y los tomaba para verlos, pero al ver una familia con un niño pequeño y riendo sus ojos se llenaron de lágrimas, Yoongi al notarlo se acercó preocupado y lo tomó de las mejillas.

—¿Qué ocurre cariño? —le pregunto.

—No sé si debo verlo. —contestó. —aunque físicamente me parezca al Jimin del pasado, no soy su padre.

—No digas eso. —lo abrazo. —eres su padre, eso nadie te lo va a quitar.

—Yoon. —murmuró.

—Eres su padre Jimin. —le tocó el vientre. —tú sientes la conexión con él, como yo la siento. —le beso la frente. —sientes el mismo sentimiento cuando lo llevaste en tu vientre.

—Tengo miedo de que me odie. —hablo.

—No lo hará. —le sonrió. —cuando terminaste con tu vida, él estuvo conmigo, él sostuvo tu cuerpo.

—¿Lo dices de verdad? —lo vio.

—No te mentiría nunca y menos con algo como esto. —le acarició la mejilla.

—Ya me siento un poco mejor. —sorbió su nariz. —creo que llevaré el pingüino.

—Entonces vamos. —lo tomo de la mano. —él ya nos estará esperando.

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