EL ORIGEN DE LA AUTOFOBIA Y CÓMO SE DESARROLLA

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Todas las fobias tienen un origen. Nadie se levanta un día y piensa: "a partir de hoy le tendré miedo a las inyecciones". Todas tienen un origen, que puede ser una experiencia traumática, una enfermedad o simplemente el desconocimiento de esa cosa a la que le tenemos miedo. 

Por una experiencia traumática me refiero a, por ejemplo, que de pequeños nos mordiera un perro, viéramos una película de terror, nos quedásemos encerrados en un lugar (como puede ser un ascensor, por ejemplo), viéramos a un familiar muy enfermo o incluso verlo morir por dicha enfermedad (y nos volvemos más aprensivos o hipocondríacos), etc. Una experiencia traumática es uno de los orígenes más comunes de una fobia. 

Otro de los orígenes más comunes es el desconocimiento hacia el factor al que tememos. Una persona puede tener miedo a las serpientes pese a no haberse cruzado nunca con ninguna. Esto suele ser porque muchas serpientes son peligrosas. Un ejemplo muy bueno en este caso es la nictofobia. El miedo a la oscuridad. Porque en la oscuridad no se ve nada, no vemos lo que tenemos delante. Cualquier cosa que veamos, cualquier cosa que oímos, al no ver de dónde viene, nos produce una sensación de terror. Digamos además que las películas de miedo no ayudan. 

Otro origen puede ser una enfermedad, habitualmente mental. Hay enfermedades, como la depresión, la ansiedad generalizada u otros trastornos mentales que pueden llevar consigo algunas fobias. Y aquí te explicaré mi experiencia:

Uno de los trastornos más asociados a la ansiedad generalizada (que es el trastorno mental que yo padezco desde hace unos años) es el trastorno de agorafobia y, a la vez también, la autofobia, aunque este no es ya tan común. 

Todo comienza cuando nos da el primer ataque de ansiedad del trastorno. Yo recuerdo que hasta entonces había tenido ataques a lo largo de mi vida, pero aislados. Una noche, cuando recién había cumplido los catorce años, me desperté ahogándome, con una sensación de como si tuviera encima un elefante sentado, oprimiendo todo mi tórax. Estaba sudando, muchísimo, y eso que era febrero. 

No recuerdo si fui al baño o no, tan solo que al cabo de un rato conseguí que ese elefante imaginario se levantase y me dejara en paz. Y así volví a dormir. Pero eso solo era el principio. 

Al día siguiente, recuerdo estar en clase de ciencias, cuando de repente volvía tener la misma sensación. Un elefante encima, falta de respiración, sudoración extrema...pedí al profesor ir al lavabo. Allí me lavé la cara, me mojé las mangas y al volver a clase seguía mal, pero me pasaba las mangas mojadas por la cabeza y me aliviaba un poco la sensación. Y así cada día, cada vez peor. 

Me daban en clase, por lo que mi cabeza empezó a asociar que ese aula era un lugar peligroso. Además, siempre he sido un poco callada, y no me gusta nada interrumpir, por lo que me sentía fatal de interrumpir a todas horas las clases para salir y, a la vez me daba vergüenza. Pero lo necesitaba. Por ello, quise (o necesitaba) dejar de ir a clase. Pero no me lo permitieron, nunca. Mis padres me obligaban a ir a clase. Pero eso no quiere decir que yo fuera. Todos los días huía de clase y me quedaba abajo, en un banco que había al lado de la sala de profesores, llorando, temblando y no con uno, sino con cinco elefantes imaginarios sentados sobre mi tórax. Cada ves que tenía un ataque de ansiedad sentía que me desmayaba, o que me moría. ¿Has oído hablar de la sensación de irrealidad? Es una sensación en la que la persona siente que todo lo que tiene a su alrededor no es real, como si todo lo que ve estuviera metido dentro de una película la cual la persona lo estuviera viendo a través de una pantalla. Una pantalla infinita, porque si miro a la izquierda, todo irreal, si miro a la derecha, todo irreal. Hacia arriba, hacia abajo, hacia detrás...todo irreal. Eso me pasaba a mí. ¿Has oído hablar de la despersonalización? Esa sensación en la que la persona se mira al espejo y, aunque sabe que es ella misma, se le hace raro y piensa: "es imposible que esta persona sea yo". Eso también me ha ocurrido. 

Como ya he mencionado, el primer lugar que bloqueé en mi mapa mental era mi clase. No quería estar allí, mi cabeza la asociaba a la ansiedad. De hecho no quería estar en ningún aula de ese edificio, todas eran iguales. Y además, mis compañeros tampoco eran las mejores personas del mundo, tan solo mis mejores amigas son ángeles caídos a la tierra. 

Yo por ese entonces iba a clases de teatro (de hecho estuve 7 años), y también empecé a querer borrarme de ellas. Ahí mis compañeros sí que eran muy buenas personas, pero yo no tenía tanta confianza con ellos como para contarles qué me estaba pasando. Me sentía mal ahí también, pero mis padres tampoco me permitieron borrarme, cosa que agradezco muchísimo. 

Y así fui bloqueando lugares en mi mapa mental a los que no quería ir. Eso es el principio de un trastorno agorafóbico. Al final ni siquiera quería salir de casa, cuando llegó el verano, y más adelante, ni siquiera quería despegarme de mi mamá. Es muy duro. La agorafobia es muy dura, y deriva de un problema psicológico más fuerte. 

A su vez, la autofobia va de la mano. Me vino en el momento en el que yo tenía un ataque de ansiedad. Una profesora estaba conmigo, tratando de ayudarme como podía...finalmente yo le pedí que se fuera a hacer lo que tuviera que hacer, que yo me calmaría sola. Y ella, en ese momento y sin mala intención pronunció la frase que más adelante desencadenaría mi isolofobia: "No te puedo dejar sola porque no se puede dejar sola a una persona cuando tiene un ataque de ansiedad". En ese momento no lo pensé, simplemente dejé que ella se quedase a mi lado y ya. Pero luego, en mi casa, no pude evitar reflexionar sobre esa frase. Me parecía totalmente cierta, porque si me quedaba sola...¿quién me ayudaría si el ataque empeoraba? Empecé a pensar entonces que no quería quedarme sola. Para nada. Y esa fobia fue creciendo y creciendo hasta que no fui capaz siquiera de bajar a tirar la basura sola o a comprar a la tienda de al lado de mi casa. 

Ese es el origen. ¿Cómo se desarrolla? Pues todo depende de las circunstancias de la persona, del nivel de ansiedad que siente al estar solo, sola o sole, de la predisposición de la familia por ayudarla...si no se corta a tiempo, el problema se va agravando y agravando. Pero sea en el nivel que sea, hay que superarla. 

Hay dos tipos de autofobia, los cuales te los explicaré en el próximo capítulo. 


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Hola, lector, lectora o lectore...bienvenido, una vez más, a este blog. Espero de todo corazón que te esté gustando. Las personas como yo te agracemos mucho que lo estés leyendo. 

Vivir con agorafobia o con autofobia es un sufrimiento muy grande, y vivir con las dos a la vez es aún peor. La autofobia es una fobia que la gente no suele entender ya que estar solos físicamente no nos suele producir ansiedad, además de que es una fobia bastante escondida y camuflada. Si quieres saber más sobre ella y sobre el día a día de una persona autofóbica, ¡sigue leyendo!

¡Nos leemos en el próximo capitulo!

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