29: Una canción

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11 de marzo, 2022

Un mes. Había pasado un mes y días desde la última vez que vi a Gavi. Mi Pablo.

Ya no era mi Pablo.

Todos los días me convencía a mi misma que fue la mejor decisión. No me arriesgaría a arruinar su carrera o distraerlo de los malos comentarios.

Aunque me doliera.

La primera semana fueron noches de tormentas en mi mente con el móvil en mano, queriendo llenarme de valentía para escribirle o llamarle y decirle que todo era falso. Que le seguía queriendo, que le seguía am...

No podía. Las manos me picaban, la mente me atormentaba y mi mejor solución fue bloquearlo, aunque desde otra cuenta le veía las historias y post. Borre su número, aunque le marcaba todas las noches, sin presionar el "llamar".

No sé cómo la estaba pasando, lo poco que sabía de él era lo que veía en redes, lo único bueno de mi vida eran los minutos en los que me la pasaba stalkeandolo. Todas sus fotos e historias eran sobre el Barcelona, su amado club y desde mi cuenta "secreta" no podía ver sus "Close Friends".

Solo esperaba que estuviera bien. Que de los dos, él cumpliera sus sueños. Los estaba logrando. Lo merecía.

Era una estrella. El chico estrella.

Mi Pablo.

Mi niño bonito gruñón.

Por otro lado, estaba yo. Las cosas en mi vida no habían mejorado, seguía en ese infierno. Benjamín seguía emborrachando, era mejor desaparecer cuando le veías con los ojos rojos y un aspecto desagradable. Desaparecer era una opción, pero yo no tenía ese poder. Dolía, no lo suficiente para matarme, pero si las veces necesarias para preguntarme ¿Por qué sigo aquí? ¿Por qué no me voy?

Preguntas sencillas y a la vez no.

No lo entenderían. Hasta que lo vivan y era mejor no vivirlo. No se lo deseaba a nadie.

Deje de pensar al ver como Bruno chasqueaba sus largos dedos a escasos centímetros de mi mirada.

—¿En qué tanto piensas? —preguntó apoyándose al otro lado en la barra.

Se acuerdan que Bruno dijo que me ayudaría a conseguir trabajo. Pues lo hizo. No era lo que me imaginaba, pero, era algo bueno... En cierto sentido, además que la paga era buena.

El trabajo era un club.

—En nada.

—Ese nada, ¿Es ese jugador del Barcelona? No me digas que ya lo viste.

—¿Qué? No... No y no lo he visto.

—Aaa...

—¿Aaa? ¿Qué es ese "Aaa"?

—Un Aaaa.

—¿Me quieres decir algo?

—Sí... Él está aquí.

Miré a todos lados y lo busqué con la mirada. La piel se me puso de gallina. Él estaba aquí. No estaba preparada para verlo.

—¿Dónde? —Miré a Bruno y le supliqué con la mirada.

Él negó —Pensé que no querías verlo —Sonrió sarcástico.

Me crucé de brazos —Me estás jodiendo, es mentira. Él no está aquí —No lo veía por ningún lado. Bruno estaba mintiendo.

—Sí, está aquí.

—No, tiene diecisiete. No puede entrar al club, además a él no le gustan estos ambientes de mierda.

—Seguro hizo como tu—señaló —, falsifico su identificación. Y por lo otro, seguro cambió de opinión.

—Shhh cállate te pueden escuchar.

No estoy orgullosa de lo que hice. Pero, necesitaba el dinero. No tenía otra opción, al menos de que me le pusiera a bailar a un árabe y me lleve a Dubai. Conseguí el trabajo con ayuda de Bruno, él tenía algunas influencias en este club, tenía amigos importantes y también él trabajaba aquí, como mesero. Bruno también me ayudó con lo de la identificación falsa.

—No te preocupes, no te echarán —Bruno hablo confiado—, y por lo otro, tu noviecito, si esta acá.

—No esta, no lo veo.

—Sí, mira.

Bruno se hizo a un lado y mis ojos se toparon con Pablo. Digo, Gavi. Estaba en una de las mesas, al frente de mí. Se me veía tan bien, guapo, sexy, perfecto.

Me le quedé viendo y como si fuera cuestión del destino, él volteó hacia donde me encontraba. Y me vio. Nuestros ojos chocaron y fue como si ese mes separados no hubiese pasado entre nosotros.

Estaba tan cerca, pero a la vez tan lejos.

Fueron segundos, no podía apartar la mirada de él, hasta que de una manera rápida me agache, escondiéndome.

Sí, no fue mi mejor decisión.

—¿Qué haces, loca?

Agachada, detrás de la barra con el corazón corriendo a gran fuerza.

—Dime que ya dejo de mirar.

—No.

Mierda.

¿Qué creías que esconderte le iba a borrar la memoria?

—¿Dejo de mirar?

—No y anda, levántate que pareces loca —Sentí sus manos en mis hombros y de un tirón me hizo levantarme.

Bruno se hizo a un lado y mis ojos dieron con los de Pablo, por un segundo pensé que se acercaría, lo creí y más al ver su mirada de saber si en verdad era yo o solo era una mala jugada de su mente.

Creí que se acercaría, no dejó de mirarme, yo tampoco lo hacía y de un momento a otro, vi como una chica rubia se le acercó, le dijo algo al oído y él apartó su mirada de mí.

—Auch.

—Bruno, Cálla-te —vociferé, la hoz se me entrecorto al decir la última palabra.

Debí dejar de verlo, pero, era como si mis ojos, estuvieran solo puestos en él. En como hablaba con la chica y le sonreí, esa sonrisa, esa mirada ¿era la misma que me daba a mí?

Dolía. Y era mi culpa.

—¿Vas a llorar? —Dejé de mirar a Pablo y miré cualquier punto vacío de la barra.

—No.

Ya se me había hecho un nudo en la garganta y sentía mis ojos llenos de agua.

—¿Quieres que te consuele?

—Cállate, no me ayudas.

Di media vuelta, miré las puntas de mis zapatos. Respiré profundo e inhalé.

"Todo está bien" me repetí una y otra vez en mi mente. Pase mis manos por mis ojos, impidiendo que las lágrimas salieran.

Todo estaría bien.

Volví al lugar de antes, tenía la mirada de Bruno puesta en mí. Lo ignoré, siguiendo con mi trabajo. De vez en cuando veía a Gavi, seguía con esa chica y los celos me mataban, pero ¿Qué podía hacer? Si yo misma fui la que lo aparto. No tenía el derecho de ponerme celosa. Aun así me moría de los celos.

Dolía y más dolía el hecho de que él no regreso a mirarme. Ni una maldita vez. Hizo como si yo no estuviera allí, como si no nos hubiésemos visto, como si fuera una extraña.

Me lo merezco.

Me merecía el hecho de que tal vez él ya se estaba olvidando de mí.

—Y sigues viéndolo —Bruno se puso a mi lado.

—No.

—Mentirosa —Pellizco mi nariz —, te crecerá la nariz.

Lo aparte de un empujón para nada fuerte.

—Pesado.

Y lo sentí. Su mirada. Lo vi de reojo y sí, me estaba viendo, podía reconocer la sensación de su mirada. Me ignoró por horas y en tan solo segundos, sus ojos en mí hicieron que mis piernas me temblaran.

Bajé la vista.

—Te ve.

No le conteste. Solo le empujé en un ademán de "Cállate".

—¿Ya dejo de verme? —pregunté desesperada. No quería alzar la mirada y toparme con sus esferas marrones. Que me dan miles de paros cardíacos.

—No, de hecho viene hacia aquí.

—¿Qué?

—Yo mejor los dejo solos —Escuché lo que dijo Bruno e inmediatamente le miré.

—No lo hagas, no me dejes, Bruno —pedí  y él me ignoró—. Brunito, si us plau, no me dejes.

Dejé de suplicar al ver de reojo a Gavi. Se estaba acercando.

¿Qué hago?

Actúa normal.

Agarré unas copas y las acomodé. Note su mirada puesta en mí, no le miraba, y no era necesario hacerlo. La pesadez de sus ojos me hizo saber que estaba ahí. Demasiado cerca de mí.

—Hola.

Escuchar su voz fue como si me tiraran un balde de agua helada. Mi cuerpo atrapó un escalofrío y mis ojos, sin pedir permiso, miraron a Pablo. Su cabello estaba peinado, se veía lo castaño siendo reflejado por las luces de discoteca; sus ojazos marrones me miraban y me ponían nerviosa a tal punto que me tuve que sujetar de la barra para no caerme. Él estaba aquí. Mi Pablo. Pero ya no era mío.

—Hola —dije.

—¿Qué haces aquí?

—Trabajo —me limité a decir.

Bajé la mirada y seguí ordenando las copas. Pensé que Pablo se iría, que me dejaría sola, que me odiara por lo que hice, se quedó.

—¿Trabajas?

No sabía que estaba conteniendo la respiración hasta que volví a escucharlo. Llené mis pulmones de aire, un respiro y alcé la mirada.

Se veía tan apuesto.

—Claro, es mi nuevo hobbie —hablé con sarcasmo de una manera involuntaria.

Mierda. Vi la cara de Gavi y noté la tristeza en su mirada.

—¿Me odias?

¿Qué?

Odiarlo. Pero, pero si lo...

El corazón se me apretujo y lo único que pude articular fue:

—No.

Cuando en realidad quería decirle "¿Cómo podría odiarte? Si eres el rayito de sol en mi cielo nublado"

—Me has bloqueado, intente escribirte y llamarte...

—Pensé que era lo mejor.

—¿Lo mejor? ¿Para él o para ti?

¿Él? Entendí que se refería a Manú.

No le contesté.

—Él te está manipulando —Su mano busco la mía, un simple roce de nuestros dedos y me daba un infarto. Aparté mi mano—. Val, mírame a los ojos. Yo te puedo ayudar.

Pero le hundiría conmigo.

—No me manipula. Le quiero.

Le quiero muy lejos de mí.

—¿Y qué pasa conmigo? ¿No me quieres?

Quería desaparecer en ese momento.

—Te puedes ir, por favor.

—¿Me quieres?

—Ya te lo dije la otra vez.

Alcé la mirada y se la sostuve. Esa parte me mataba. Mirarle a los ojos, mentirle.

—¿Y qué paso con todo lo que vivimos?

—Estaba confundida.

—No, es así. Me querías, me quieres. Lo dijiste. Te gusto, lo pusiste en la cartulina. Me ibas a pedir que fuera tu novio, tengo la cartulina que lo muestra.

La cartulina. La seguía teniendo.

—Estoy trabajando, Gavi —dije como excusa para que se fuera.

—¿Gavi? Soy tu Pablo.

Mordí el interior de mi mejilla y gracias a dios que un señor vino a pedirme algo de beber. Así Gavi se iría. Pensé que se iría. No lo hizo, es más, le planto la mirada al joven de unos 25 años y de una forma grosera le dijo:

—Ella está hablando conmigo.

—Hablar no es su trabajo —Le contesto el hombre y me miró—. Me das un Gin and Tonic.

Abrí mi boca para decir "Claro", pero Gavi se metió.

—Ella me está atendiendo a mí, le puede pedir a otro que se lo haga.

Diosito ya llévame.

—Ignórelo, anda ebrio —Le di una mala mirada a Gavi y empecé a hacerle el trago al joven. Agradecida por los tutoriales de YouTube.

Le entregué la bebida y al chico se fue, no sin antes farfullarle un "Idiota" a Gavi.

—¿Me dijo idiota? —preguntó ofendido y molesto—. Él es un gilipollas, te estaba mirando las tetas y son mías.

Me sonrojé y de una manera tranquila, firme, hablé:

—No son tuyas.

Uy bien que te gusto que te dijera eso.

Lo siento.

—¿Te irás?

—No.

—Los que vienen a la barra son para los que vienen a beber, no a calentar sus traseros —dije para que se fuera.

Gavi en un ademán de dejarme entender que no se iría a ningún lado, apoyo sus codos en la barra.

—En todo caso, me das un Gin...

Ni siquiera sabía como se llamaba el trago.

—¿Gin and Tonic?

—Ese.

—No tienes edad para beber.

Pablo se inclinó hacia mí dirección y de una manera retadora me dijo: —Tú tampoco la tienes para trabajar aquí —Se separó y me sonrió angelicalmente—¿Me das ese Gin and Tonic? Y no diré nada. 

—Pues si me delatas, yo también lo haré y te echaran —contraataque.

—No me echarán, porque soy Gavi y me aman.

Harto ego.

No me quejaba porque yo alimente ese ego.

Rodé los ojos y le prepare el trago, no como normalmente lo hacía, le eche poco alcohol.

—Ten.

—Gracias.

Le entregué el trago y Gavi aprovechó para acariciar mis dedos. Lo hizo a propósito, lo vi en su sonrisa y en esa mirada arrogante y dulce que lo caracterizaba.

El castaño le dio un trago e hizo una mueca.

—Está fuerte.

Niñato.

—¿Pensabas que era un colacao?

—Que graciosa —Me apunto con su dedo y sonrió.

Le dio otro trago y oculto una mueca.

Me le quedé mirando, Pablo no daba ninguna señal de querer irse, es más, pareciera que se estaba planteado en vivir ahí.

¿Por qué me hace esto más difícil?

—¿Te puedo volver a enamorar?

Su pregunta me tomó por sorpresa. Y las inmensas ganas de llorar aparecieron. Esto me estaba matando. Como me preguntaba eso, si hace unos minutos hizo como si fuera de aire.

—Gavi...

—Pablo —corrigió.

Me quede muda. Sin saber qué responderle. Tal vez mi silencio le daba una respuesta errónea, aún así, él prosiguió.

—No me importa si Manú es tu novio, él no te merece. Yo sí, yo te puedo hacer mil veces feliz.

Es que si lo hacía. Él me hacía feliz. 

—Pablo, deja de insistir.

—No sé que es lo que le ves, es un idiota de pies a cabeza.

Pablo seguía insistiendo. Diciendo una y mil veces que él era mejor y sí, lo era. No lo podía admitir, no debería estar aquí con él. Me sentía entre la espada y la pared, tenerlo tan cerca, acorralándome, ni siquiera lo podía mirar a los ojos y él sabía lo que eso significaba. Me conocía tan bien y lo único que quería al estar hablando como un loro, era que yo dijera la verdad.

Y hablé. Error.

—¿Por qué mejor no te vas y te acuestas con otras tías? Así fácil, me olvidas.

Pablo dejó de hablar. Logré que cerrara la boca.

—Es eso ¿verdad? —preguntó—. Nunca me perdonarás ¿Es por eso que regresaste con ese patán? ¿Para lastimarme? —Sus preguntas salían tan rápido de su boca que ni tiempo me dio de procesarlas—. Es así, lo es. Pues lo has logrado, me has hecho daño.

Bebió el Gin and Tonic de solo un trago.

Me quedé en silencio. Esta vez fui yo la del silencio.

—Ya me diste una respuesta.

Una errónea respuesta.

—Vete.

Pablo sonrió angelicalmente y señalando el vaso vacío —Me das otro.

—No bebas mucho —le dije al darle lo que me pidió.

—¿Te preoupás por mí?

Sí, demasiado

No quiero mañana verte en las noticias, con el titular "Gavi borracho durmiendo en un parque" —ironicé.

Pablo abrió la boca para hablar, se detuvo al escuchar como lo llamaban. Miré detrás de él, a su mesa donde minutos antes estaba.

—Te llaman —dije y miré a sus acompañantes, la mayoría del FC Barcelona y también a algunas chicas, novias de algunos jugadores, como Sira y otras chicas que no conocía. Y también estaba esa rubia.

Celos. Celos. Celos.

La rubia lo llamo.

—Te llaman.

—No me interesa.

—Anda. Ve.

Pablo se bebió todo el contenido del vaso y me pidió otro. Lo estaba haciendo para no irse, beber, pedirme otro. Su excusa perfecta para no abandonar la barra.

Y aunque me encantaba tenerlo cerca. Tenía que alejarlo.

—Pablo —Le miré a los ojos—. Sigue con tu vida —Y aunque me doliera, y fuera como si yo misma enterrara una daga a mi corazón, añadí—. Enamorate de alguien más.

Su rostro fue de completo desentendimiento, no se esperaba que le dijera eso.

—No lo dices en serio.

—Sí lo hago.

—No —negó y bebió el trago como si se tratara de un vaso de agua.

—Gavi...

—Soy Pablo —pidió alzando un poco la voz. Señaló su vaso en un ademán de que le sirviera más.

—No te daré más.

—Es tu trabajo —Me descojono la manera en la que lo dijo y él lo noto, ya que de inmediato abrió la boca—. Lo siento, no quise sonar como un completo gilipollas.

—Pablo, vete y lo digo en serio —dije firme.

—Solo quiero otro —dijo con cara de niño berrinchudo.

—Escucha —Apoyé mis manos en la barra—. Mi jefe me tiene a prueba y si me ve que lo único que estoy haciendo es estar aquí contigo, me va a despedir y necesito el dinero.

—¿Tienes problemas de dinero?

—Pablo —Pronuncié su nombre lento en una forma de decirle "ya no sigas".

—Está bien, está bien, me iré —Alzo sus manos y se dio por vencido —. Pero solo si me dices a que hora sales.

Rodé los ojos y con mi mano derecha le enseñé cuatro dedos.

—Vale —Se puso de pie —, te espero a las 4. Y para que sepas, no me miraste a los ojos. No lo dices en serio, Val.

Y sin dejarme tiempo de negarme, se alejó.

Le seguí con la mirada, vi como se acercó a su mesa y tomó asiento donde estaba antes. Mis ojos lo observaron, llevaba una camiseta blanca y un pantalón negro, bajo las luces se veían de otro color, pero lo había visto tan cerquita desde aquí, que había apreciado el estilazo que llevaba puesto.

¿Por qué era tan guapo?

—¿Por qué no se besan y ya? —preguntó Bruno al llegar.

—Cállate.

—Lo digo en serio. Así, se arreglan y de paso me presenta a la rubia que le está coqueteando descaradamente —Bruno miraba lo mismo que yo. Y sí, esa rubia de pocas greñas le estaba coqueteando, sonriendo, jugando con su pelo.

Mierda. Quiero ser ella.

Celos. Celos. Estaba celosa de verlo, ver como las chicas se le acercaban. Maldije en mi interior y luego sonreí satisfactoria al ver la cara de culo que Gavi traía puesta. Puso esa "cara de culo".

—Pero que cara de culo —río Bruno.

No le respondí, ya que llegaron más clientes. Hice mi trabajo y de nuevo, agradezco a los tutoriales de YouTube. La noche continuo, Bruno venía cada vez cuando tenía un momento libre, me hacía conversación y reíamos de las idioteces que me decía sobre las personas a las que atendía.

—Esto es agotador —farfullé, apoyando mi cabeza en su brazo, lo hubiese hecho en su hombro, pero él sí me sacaba varios centímetros de diferencia.

—Bienvenida al mundo de los trabajos nocturnos —dijo con tono de burla y movió sus manos en forma de jazz.

Había estado tan ocupada que ni tiempo me daba de mirar a Pablo. Esos segundos de respiro que tuve, fueron los suficientes para buscar al castaño.

Mis ojos lo encontraron y vaya que se tomó el "sigue con tu vida" "enamorate de alguien más" le estaba hablando a la misma chica rubia de hace rato, ella también le hablaba, solo que esta vez, él sí le hizo caso. Es más, se le veía que estaba coqueteando.

Mi boca se llenó de un amargo sabor. Esos malditos celos.

No pude evitar preguntarme si ya se conocían. Parecía que si, por la forma en la que hablaban.

¿Será ella una de las chicas con las que se acostó?

Mi mente se imaginó dichas escenas y la vida me ardió de celos, y más al ver como la rubia acariciaba su mejilla y Pablo le seguía el juego.

Yo le dije que se fuera. Debía tragarme los celos.

Uy como que la novela se puso interesante —dijo Bruno al mirar lo mismo que yo. Mis ojos no se despegaba de ello—, creo que te intenta dar celos.

Regrese a mirarlo —¿Por qué?

—Porque te está mirando de reojo —Iba a mirar lo mismo que Bruno, pero, este me agarro de la mejilla para que no volteara a ver—. No mires.

—¿Por qué?

—Porque se están besando.

—¡¿Qué?!

A velocidad de la F1 giré a ver. Sentí alivio al ver a Gavi, un poco alejado de la chica y también estaba Pedri, quitándole un vaso de alcohol a Gavi.

Escuché la risa de Bruno y supe que era una broma.

—Eres un subnormal.

La noche continuó, las horas pasaron vinieron más clientes, el local estaba lleno. Una fiesta sin fin.

Hay que tiempos aquellos.

Hubo un momento en el que DJ puso una canción de ABBA y no pude evitar pensar en mi madre, si ella estuviera hubiese hecho de ella la fiesta.

Salí del local por la puerta trasera, ya eran las cuatro de la madrugada. Y lo único que quería era dormir.

—¿Estás seguro de que a tu mamá no le molesta que me quede? —pregunté al salir, Bruno iba a mi lado.

—No, no hay problema, tú dormirás en mi habitación y yo en el duro sofá.

—Gracias por cederme tu cuarto.

—Yo no te lo cedí, mamá me obligó, me amenazo con pegarme con la escoba —farfulló chasqueando su lengua.

—Que caballero...

No terminé de hablar porque se escuchó el sonido de la puerta metálica siendo abierta.

—Valeriaaa, Vaaal, valeritaaas, algodón de azúcar —Escuché la voz de Pablo y giré hacia esa dirección. Me lo encontré y por como llevaba la ropa, la manera en la que me llamó, supe que estaba ebrio.

Vi como Pedri venía detrás de él.

—Uy ya vino tu ex —dijo Bruno en un tono vacilante.

Sus palabras provocaron a Gavi, quien puso esa cara de culo.

—Cállate —Lo empujó y quizá en otras circunstancias ese "empujón" hubiese hecho que el largo y flacucho Bruno se cayera, pero, no, Gavi estaba tan ebrio que se tambaleó al empujar.

—Se ha pasado de copas —informó Pedri y agarró de Gavi para que no se cayera.

—De eso ya nos dimos cuenta —masculló Bruno—. Borracho hasta las chanclas.

—¡No estoy borracho! —exclamó Pablo haciendo un puchero.

—¿Cuánto ha bebido? —Le pregunté a Pedri y él se encogió de hombros.

—¡No estoy borracho! —Se deshizo del agarre de Pedri y tambaleándose se acercó a mí.

El olor a alcohol, sus ojos rojos, él tambaleó. Por instinto retrocedí.

—Val...

Escuché su voz y le miré a los ojos. Era él. Era él. Era Gavi. Era Pablo.

No eran unos ojos negros irritados por culpa del alcohol, eran los ojos marrones de Pablo.

No tenía por qué tener miedo. Era Pablo.

—Te llevo a tu casa —arrastraba las palabras, se acercó a mí y pasó uno de sus brazos por mis hombros. Se tambaleó y por la diferencia de peso, me llevo consigo. Me hubiese caído, pero, Pedri lo agarro del otro lado.

Mis fosas nasales se llenaron de su aroma mezclado con alcohol, ese olor me traía demasiados malos recuerdos y me incomoda a tal punto de querer apartarme de Gavi. Pero, también estaba su aroma, su perfume, el olor que me hacía saber que era Pablo. Quitaba todos esos malos recuerdos.

—No puedes llevarme, estás borracho —Lo sujeté. Pablo ladeo su cabeza y sonrió —. Llamaré un Uber —Volteó para mirar a Pedri—, hermano, ¿nos llevas?

Su Uber personal.

—¿Tengo opción?

—No.

Miré a Bruno.

—Lo dejo y voy para tu casa ¿Vale?

—¿Su casa? —Pablo preguntó en un tono molesto.

Está celoso.

—Shhh Cállate —Le hice un ademán a Pedri llevárnoslo ya.

—Te espero —Me dijo Bruno.

Y un altanero Pablo le contesto.

—Ella se quedará conmigo ¡conmigo!

—Cállate, Pablo. Llamarás la atención —dije y me despedí de Bruno.

Pedri sujetaba a Pablo del lado derecho y yo del izquierdo. Él se llevaba todo el peso encima, gracias a dios.

Fuimos a donde aparco su coche. Me subí a la parte trasera del vehículo, Gavi de sentó a mi lado y Pedri en el asiento del conductor. Vaya Uber personal que se traía.

Pablo iba todo dormido o eso era lo que dejaba ver, en uno de esas, apoyo su cabeza en mi hombro y se fue cayendo hasta estar en mis piernas. Balbuceaba cosas sin sentido.

—Se llevará una resaca —comentó Pedri cuando se detuvo en un semáforo en rojo.

—Quien lo manda a beber tanto —dije y pase mis manos por su cabello. Parecía un angelito, todo sereno. Un niño bonito.

—Lo hizo por ti, estaba celoso.

Alcé la mirada y vi a Pedri.

—¿Me echas la culpa?

—No, claro que no. Solo decía —negó y volvió a poner en marcha el vehículo.

Me quedé con la duda de Gavi celoso ¿De qué? ¿De limpiar la barra? No lo creo.

—¿De qué estaba celoso?

Pedri me miró por el espejo retrovisor —De que te estabas riendo con ese muchacho.

—¿Bruno? —Me aguanté la risa.

Acaricié la mejilla de Pablo y pensando en voz alta, dije: —Eres un celosin.

Pedri me miró de reojo y mierda, que quedo expuesta.

—¿Lo lleváramos a La Masia? —pregunté en un intento de pasar desapercibida por lo que dije hace unos segundos.

—Se meterá en problemas, lo llevaré a mi casa.

Asentí y miré a Gavi. Su cabeza seguía apoyada en mis piernas, sus ojos cerrados, y sus labios entreabiertos, balbuceando cosas sin sentido, hasta que le presté más atención y supe que estaba cantando una canción. Una que sonó en el club. Quizá no se le salía de la cabeza.

O quizá yo era la que estaba en su cabeza.

Cuando tú empiezas
Ojalá nunca termine'
Porque siempre que me besas
Florecen to' los jardines

Pero se fue el Sol y nunca volvió
Me sentí como un niño sin luz, con miedo
Este cuento de hadas, al final, cambió
Me llenó de promesas que nunca cumplió

Me dijiste que te va'
Que estás en busca de algo más
Yo como un tonto en tu portal
Si como un perro soy leal

Y ahora quiero que vuelvas, como un niño los finde'
Desde que te has ido, no hacen gracia los chiste'
Me he cortado el pelo, me he comprado otro tinte
Buscando a ver si encuentro alguna como tú en Tinder

Mi niña, eres la musa de mis canciones tristes
No puedo cerrar los ojos, mientras te me desvistes
Haces que de mí se vayan to' mis despiste'
Y es que olvidarte no será una tarea simple

Dejo de cantar, sonriente frunció sus labios a la espera de un beso. Segundos después, se movió e hizo cara de asco, se movió entre mis piernas y abrió la boca.

—Quiero vomitar —Sus palabras salieron tan claras que las pude entender al igual que Pedri, que volteó a verlo y freno.

—Mierda. En el coche no, Gavi.

Si él vomita, yo vomito.

Abrí la puerta del coche y como si le hubiesen dado luz verde, Gavi rápido saco su cabeza por la puerta y empezó a arrojar. No miré. Asqueada miré en la dirección contraria y solo me limité a sobarle la espalda. Escuché sus arqueadas y cuando termino, se quedó unos segundos con la cabeza fuera del coche.

—Listo —murmuró regresando a su lugar.

—Recuérdame no sacarlo más —dijo Pedri y volvió a conducir.

Acaricié su cabello y él se acurrucó en mí. Sentí la mirada de Pedri y sé que era demasiado obvia, la forma en como tenía a Gavi. Era obvio que me seguía gustando y sí... ¿Pedri se daba cuenta?

Mierda.

Deje de mirar a Pedri y miré a cualquier lado del coche. Y como si fuera cuestión del destino, mis ojos chocaron con una boina y no era cualquier boina. Yo conocía esa boina. Estiré mi brazo y agarré el accesorio que estaba tirado en el piso.

Miré curiosa al canario.

—Pedri...

—Dime.

—No quiero parecer chismosa, pero ¿Has traído a chicas?

Que sutil.

Miré la boina, era igual a la que tenía Carla. Era de Carla. Vi la parte inferior de la boina y sí, era de Carla. Su nombre estaba allí.

—Corrijo mi respuesta ¿Carla ha estado aquí?

Pedri me miró de reojo, quería verle la cara, pero el rápido miró hacia la carretera.

—¿Carla? ¿Quién?

—Mi amiga, la de la otra vez. La rubia.

—¿La que tiene?

—Sí, Carla. Esta es su boina y la encontré aquí —dije. Pedri miro de reojo el accesorio—¿Qué hace su boina acá?

Ella siempre va a la escuela con esa cosa en la cabeza.

Pedri se encogió de hombros.

—Pregúntaselo a Gavi, él la vino a recoger. Me escribió "¿Estás libre? ¿Me llevas a un lugar?" Y lo traje.

Miré a Gavi.

¿Qué quería hablar con Carla? Acaso...

No, no, no. Pablo no haría eso y Carla mucho menos, ella no es Ester.

—Se la llevaré —dije refiriéndome a la boina.

Pedri solo se encogió de hombros.

Llegamos a la casa de Pedri y como pudimos llevamos a Gavi, él no ayudaba mucho que digamos, ya que, en vez de apoyarse en Pedri, se apoyaba en mí y cabé destacar que si él se caía, yo también.

Deje de sentir el peso de Pablo, al dejarlo caer sobre el colchón de la habitación de invitados.

—Val, quedaatee —pidió como un niño pequeño, rodó sobre la cama para quedar boca arriba—, quédate... —hizo un puchero.

Me le quedé mirando y negué con la cabeza, salí de la habitación, detrás de mí venía Pedri.

—¿Quieres que te lleve?

Iba a contestarle, pero seguía escuchando a Pablo, llamarme y pidiendo que me quede.

Mordí el interior de mi mejilla. Mierda, mañana me arrepentiré, pero...

—¿Te molesta si me quedo? 

—¿Quieres quedarte?

—No quiero que se ahogue con su vómito.

Que buena excusa

Pedri asiento.

—Cualquier cosa, me avisas.

—Vale —Di media vuelta para entrar a la habitación. Pedri me llamo.

—Eh Valeria —Volteé a verlo—, no creo que sea verdad lo que le dijiste a Gavi ese día, no te conozco mucho, pero las otras veces que hablamos, me dejaste saber que le quieres muchísimo, sin contar la forma en la que lo has cuidado en el coche —Bajé la mirada—. Si quieres hablar, puedes hacerlo. Yo no le diré nada a Gavi, ya te he guardado las otras conversaciones.

—No... Mira es... Complicado

Y sin decir nada más, di media vuelta y me entré a la habitación. Las luces estaban apagadas, lo único que alumbraba el lugar era la escasa luz de una lámpara.

—Viniste...

Sus ojos se veían más brillosos a causa de la poca luz. Me acerqué a la cama y me quité los zapatos.

—No te voy a dejar en tu primera borrachera, gruñón.

Sonrió y de una manera torpe se apoyó en la cabecera de la cama y se quitó la camiseta.

Ave maría purísima.

—¿La aceptas?

—Esta... Está bien...

Me lanzó la prenda y yo la atrape.

—Cerraré los ojos —murmuró.

Vi sus párpados cerrados, me quité la mochila y luego la camiseta. Me fijé que no estaba viendo, pues no quería que viera los moretones. Me vestí con su camiseta y luego me baje el pantalón.

Su aroma me invadió, su perfume mezclado con el olor al Gin and Tonic. No era esa espantosa cerveza y aunque en estos momentos, el aroma al alcohol no fuera mi favorito, el olor a Gavi acababa con todo eso.

Me eché a su lado. Pablo dejó de apoyarse y ladeo su cuerpo de tal manera que tuviera una imagen de mi perfil.

Miré el techo.

—Te besaría, pero bebí tres o cuatro cervezas y sé que no te gusta.

—Tampoco es que quiero que me beses.

—Quieres que te bese —afirmó—, te estás mordiendo el labio y miras al techo.

Deje de morder mi labio. Ni siquiera sabía que lo estaba haciendo.

Sus dedos acariciaron mi brazo y la piel se me puso de gallina. Le miré.

—¿Qué haces?

—Solo quería saber si sigo causando cosas en ti —Sus dedos dibujaban corazones en la piel de mi brazo—Dime Valeria ¿Qué causo en ti?

Apreté mis piernas y mordí el interior de mi mejilla.

—Na... Nada

¿Lo que causa en mí? Me mojó las bragas con tan solo susurrarme y acariciarme.

Sus dedos se apartaron de mí, miro el techo. Esta vez era yo la que observaba su perfil.

—Quiero retroceder el tiempo, para poder hacer otras cosas y cambiar mi presente.

—¿Qué cambiarías?

—Cambiaría todo, solo para que siguieras a mi lado, siendo mi novia.

—¿Sabes que si pudieras hacerlo, quizá ya no estarías aquí mismo? Digo, tal vez ya no estarías cumpliendo tus sueños.

—No me importan.

Sin pedir permiso, puse mi mano su mejilla y le obligué a mirarme.

—No digas eso, te has esforzado toda tu vida y lo estás logrando. Yo no debo de ser tu freno.

—Pero quiero que lo seas —Su mano acarició mi mejilla—. Quiero que lo seas Val, quiero que vayas a todos mis partidos, quiero verte gritar desde las gradas, quiero que me abraces cada vez que gane y me animes cada vez que pierda, quiero me des concejos y me regañes cuando haga algo mal. Te quiero a ti, para toda la vida. Es injusto que esté en el club de mi vida, pero no tenga a ti.

Bajé la mirada. Sus palabras eran tan lindas y unas inmensas ganas de besarle se apoderaron de mí. Y sí, lo besé.

Pero no en la boca. Le besé en el mentón, como antes lo hacía.

—Estás ebrio, no sabes lo que dices.

—Dicen que los borrachos dicen la verdad.

—Eres... Somos demasiados chicos para decir que nos queremos para toda la vida, no sabes de lo que hablas.

—Pero, tu mamá dijo que yo era el indicado para ti.

—Mamá era una mentirosa... Me mintió, siempre lo hizo, me mentía...

—Lo hacía para verte feliz.

Verme feliz. Me mantuvo toda la vida en una burbuja, me mintió y si no lo hubiese hecho, estoy segura de que el tiempo nos hubiese ayudado y ella estaría aquí, y yo no tendría que pasar por todo esto.

—¿Y ahora que? Sus mentiras ya no me protegen.

Pablo acarició mi mentón.

—Yo te puedo proteger, de todo.

—Estamos en momentos diferentes, Pablo. No debes de quedarte conmigo.

—Pero somos las personas correctas.

¿Lo éramos? Claro que sí.

—Momentos diferentes, tú sigue cumpliendo tus sueños...

—Ya te dije que no me importan sino estas tú.

—No digas eso, si importan.

—No...

—Sigue con tus sueños.

—¿Y qué pasan con los tuyos? Carla me dijo que no has vuelto a escribir, tenías planes ¿Qué pasa con tus sueños? ¿Qué pasa con volverte famosa y sacar un libro en físico?

—No pasa nada, ya me llegará el tiempo para escribir, es solo...

—Un bloqueo de escritor —dijimos a la vez y él añadió—. No te creo.

—No hablemos de mi. Se trata de ti, de tus sueños, no te detengas por mi —Le moví la cabeza—. Ni siquiera pienses en hacerlo, que tu te mereces todo lo que te está pasando y más.

—Pero, Val...

Nuestros ojos no se despegaban.

—Shhh, de los dos, tú serás el primero en conseguirlo. Pablo, ya lo estás haciendo y no sabes lo orgullosa y feliz que estoy por ti.

Pablo me dedico una sonrisa, sus ojos brillaban. Deje de verlos, él me abrazo. Cerré mis ojos y nos mantuvimos así, abrazados. Él tenía su cabeza escondida en mi pecho, no de una forma atrevida, solo me abrazaba y yo le abrazaba a él.

—Cariño, solo sigue con tus sueños, yo te seguiré. Lo prometo —susurré.

Él no dijo nada, por lo que pensé que se había quedado dormido. Nos quedamos así, y cuando estaba a punto de quedarme dormida, escuché su voz.

—Val... ¿Me cantas una canción?

¿Una canción...?

—¿Cuál?

—La que sea, solo quiero volverte a escuchar cantar.

Cerré los ojos y acaricié su espalda, en un susurró, para que él solo escuchara, le cante todo lo que quería decirle y él no recordaría.

En un día de estos en que suelo pensar
Hoy va a ser el día menos pensado
Nos hemos cruzado, has decidido mirar
A los ojitos marrones que ahora van a tu lado

Desde el momento en el que te conocí
Resumiendo con prisas tiempo de silencio
Te juro que a nadie le he vuelto a decir que tenemos el récord del mundo en querernos
















































































<333 Pablo celoso, Valeria celosa 👀💓

Espero les haya gustado.

Ayer llore y grité por nuestra derrota. Pero ya verán que regresamos más fuertes 💪 visca barça 💙❤️

Leo sus opiniones

Este capítulo ha sido un poco largo 6000 palabras aproximadamente. Espero que no se les haya hecho pesado 🥲

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