61: Una conversación pendiente y un nuevo hogar

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13 de septiembre, 2022

—¿Ya empezó? —preguntó Carla, tomando asiento a mi lado.

—Faltan 2 minutos —respondí viendo la pantalla plana.

El Barça jugaba contra el Bayern. Era un partido de la Champions League, el segundo partido de la fase de grupos y era muy importante para el equipo, importante para Pablo, por lo tanto, importante para mí.

No podía quedarme quieta en el sofá a la espera de que el partido iniciara, estaba nerviosa como si yo fuera una de las jugadoras. Me arrepentía de no haber aceptado la invitación de Pablo en acompañarlo y se lo hice saber hace unas horas por medio de un FaceTime en donde le deseé suerte y él me dijo que me dedicaría un gol.

No me dedico un gol.

Tampoco ganamos.

Perdimos 2 a 0.

—¿Eso quiere decir que quedamos eliminados? —preguntó Carla, frunciendo las cejas y dejando de mirar la pantalla, la cual apague apenas empezaba con sus reportajes acerca del partido.

No necesitaba críticas de mierda.

—No, aún nos quedan más partidos —Le contestó Bruno.

Él y Raúl nos hicieron compañía a la hora del partido. Los cuatro quedamos en cenar y pasar el rato, mientras veíamos jugar al Barça.

Me quedé dolida en el sillón, Carla y Bruno fueron por algo a la cocina y yo me quedé con Raúl, quien se arrimó más a mi lado.

—Se te extraña por la cafetería —mencionó en un tono triste.

Renuncié a mi trabajo luego del acoso que recibía. Fue una decisión difícil, pero no estaría dispuesta a ir a prisión por aventar café caliente cada vez que una fan tóxica tire comentarios hacia mi persona.

—Y yo extraño el olor a café —confesé—. También pasar tiempo contigo.

—Lo positivo es que se te ve mejor.

—Me ha hecho bien el descanso —murmuré y noté lo tan cerquita que estábamos.

Era guapo.

Pero, yo solo tenía ojos para Pablo.

Raúl jugó con uno de mis dedos y pensé en lo que me dijo mi novio sobre que Raúl quería algo conmigo. Eso no podía ser verdad. Yo lo besé el día de mi fiesta de graduación y él me rechazó diciendo algo sobre que le interesaba alguien más ¿Quién era esa tía? En la cafetería no lo vi nunca con nadie, tampoco cuando salíamos de vez en cuando.

No pude evitar preguntarle:

—¿Sales con alguien?

—No…

Se detuvo al decir algo más al ver a Carla y a Bruno. Mis ojos se posaron en mi amiga, luego en Bruno, quien la veía ¿embobado?, por algo que ella le dijo. Dejé de mirar para enfocarme en Raúl y sacarle más información, la cual me dio al ver su mirada. Veía a Carla y tenía esa mirada.

Carla sonreía, Bruno la miraba, Raúl la miraba. Era esa MIRADA.

Y Carla llevaba la camiseta de Pedri.

Que novela.

























💌💌💌

























14 de septiembre, 2022

Pablo me había llamado por FaceTime apenas me acosté en mi lado de la cama. Habíamos estado hablando y como compartía cama con Carla, ella también había estado involucrada en la conversación hasta que se quedó dormida.

Lo veía contento y eso me resultó raro luego de haber perdido un partido y había tenido tantas competencias con él para decir que no le gustaba perder.

No le pregunté al respecto, no quería presionarlo al saber que estos últimos días había estado muy atormentando. Él no me lo decía, pero lo conocía y sabía que se esforzaba mucho por todos los partidos, la temporada recién iniciaba y él estaba dispuesto a dar el 1000% por el club de su vida, y eso era otro problema, el Barça aún no renovaba contrato con él, no estaba inscrito y eso le preocupaba, lo notaba en su cara cada vez que hablábamos.

Pero estaba diferente.

—Vaaaal —Alargo mi nombre con emoción en su voz.

—Dimeeeee —Le seguí la emoción.

Pablo acercó más el móvil a su rostro, tiene una vista perfecta de sus ojos y pobladas cejas.

—¡Voy a renovar contrato con el Barça! —chilló y la pantalla se mostró borrosa cuando él empezó a saltar.

—¿Es oficial?

—Me lo han dicho al terminar el partido.

Con razón no estaba decaído por perder, le habían dado una gran noticia. 

—Es grandioso Pablo.

—¡Joder, sí! ¡Es hasta el 2026, pero pienso quedarme por mucho tiempo!

Seguimos hablando, lo escuchaba hablar del partido y lo jodido que había estado. Soltaba una maldición cada 2x3, todo lo contrario a la carita de niño inocente que se traía.

—Nos vemos más tarde —dijo y me lanzó un beso antes de colgar.

El móvil marcaba que eran las 3 de la madrugada.

Y como si mi cuerpo lo pidiera, los ojos se me empezaron a cerrar. Me tapé de pies a cabeza con una sábana y cerré los ojos para quedarme dormida. Tenía esos breves minutos en los que estuve pensando en los últimos días; todo estaba yendo bien, era verdad que seguía sintiendo un vacío, pero Pablo me hacía sentirme en casa y eso me hacía estar bien.

Lo estaba logrando. Volvería a ser la misma Valeria. Todo estaría bien.

Abracé una almohada y me hice ovillo, cayendo dormida en los brazos del dios Morfeo.

Me desperté y lo primero que hice fue ver los mensajes. Pablo me había dejado un mensaje, lo leí. Me avisaba que ya estaba a nada de subirse al avión.

Le contesté con un "muero por verte😫".

Salí del chat y entré a redes sociales. Lo primero que salió en mi feed de Instagram fue un post de Ester. Después de su aborto, se quedó unos días en Barcelona, luego fue a Madrid y continuó un viaje por todo Europa. Documentaba sus aventuras, fiestas, diversión, por sus redes sociales. Iniciaba su carrera como influencer y creo yo, le estaba yendo muy bien. Hace unos meses se colgaba del rumor de que estaba saliendo con Gavi ella lo aprovecho y dejo de hacerlo cuando se fue de Barcelona, estaba ganando seguidores por su contenido, pero, eso no quitaba el hecho de que aún tenía followers que la seguían por Gavi

Perdí la comunicación total con Ester. Era lo más correcto, nos hizo bien a las dos. Y desearía que hubiese quedado así.

Las solicitudes de seguimiento no dejaban de aparecer. Muchos querían saber ¿Quién era yo?, saber quien era la misteriosa chica que le robó el corazón a Gavi y el porqué entre tantas mujeres, me eligió a mí una tía normal.

En redes los rumores y teorías seguían presentes. Perfiles de odio, pero también salieron a apoyarme. Creo que de eso trataba el ser famosa… esperen ¿Era famosa? No, Gavi era famoso.

Joder, hasta algunas marcas de ropa y maquillaje se pusieron en contacto conmigo. Me enviaron mensajes y también me llamaron, (no sé cómo consiguieron mi número). Me ofrecieron mandarme un paquete de su nueva colección y que si me gustaba lo dejara saber por redes sociales. ¡Mis redes sociales! Las cuales estaban muertas.

Me llegó la notificación de un mensaje. Un número desconocido. Mi mente gritó que era Christopher. Pero, él no me enviaba mensajes, solo me llamaba. Todos los días, me llamaba 3 veces al día y en ninguna le contestaba.

Curiosa entré al mensaje.

Número desconocido:

Hola, Valeria

Soy Caye

«¿Cayetana? ¿Y ella por qué me escribía?»

No le iba a contestar. Ella siguió escribiendo.

Número desconocido:

¿Podemos desayunar juntas?

Así platicamos

Sobre Pablo

Hay mucho que decirte
y que seguro no sabes.

Me:

¿Dónde nos vemos?




























💌💌💌








Dos horas más tarde ya me encontraba aparcando mi vespa en el parking de una cafetería. La fachada del lugar se veía elegante y a la vez informal. No había venido nunca y eso me dio algo de miedo. En general estaba temblando de miedo ¿Qué era lo que me quería decir Cayetana?

Todo era tan bonito para ser verdad. ¿Por qué sospechaba que me iba a decir algo del cual sabía y tenía miedo?

Antes de entrar al local, me detuve en la puerta y me plantee irme. Creo que debí de consultarlo con Carla, pero su habitación estaba con pestillo y no quería interrumpir lo que estaba haciendo.

Vi a Cayetana por el cristal, ella también me vio. Era demasiado tarde para huir.

Entré al local y noté que había unas cuantas personas y nuestra mesa era la más alejada. En todo el camino hasta llegar a la mesa, la miré y era verdad cuando decía que Cayetana era muy guapa, era esa clase de tía que parecía modelo. Su rostro, su cuerpo, era una auténtica Barbie.

Creo que debí de arreglarme tantito.

—Hola, Valeria —Se puso de pie para darme dos besos en la mejilla.

Me conformaba con un "Hola" y ya.

—Toma asiento —Me senté y me sentí incómoda cuando ella me observó de pies a cabeza. Ella iba toda arreglada y yo iba en unos vaqueros con un hoodie de Pablo.

Lo hice a propósito y esperaba que se diera cuenta de ello. Esa era mi arma. Pero, mientras yo solo llevaba un cuchillo de mantequilla, ella llevaba todo un arsenal.

—Te ves muy… ¿Mona?

¿Qué se suponía que dijera? ¿Gracias?

Sonreí con falsedad. Esa sonrisa de puro compromiso.

Nos quedamos calladas. Era muy incómodo y se volvió más incómodo cuando ella habló.

—Te pedí un chocolate —Sonrió amable, teniéndome la taza.

¿Era una indirecta de que me quería fuera de su camino?

Era alérgica al chocolate y esa gran taza me mataría.

Su sonrisa amable fue percibida por mí como una sonrisa macabra.

Abrí mi boca para declinar el chocolate, ella me lo impidió al agarrarme de la mano izquierda. Observó el anillo por casi un minuto.

—Pablo me contó que se comprometieron.

Tengo dos preguntas: ¿Por qué le llamaba Pablo? ¿Y por qué sabía de nuestro compromiso?

—¿Por qué me has citado? —Fui franca.

—Quería felicitarte por la buena noticia —Cualquiera que la veía, creyera que en verdad estaba feliz por nosotros—. Las bodas adolescentes siempre terminan en un divorcio —Se le cayó la máscara al decir la última palabra. La sonrisa de felicidad fue muy hipócrita y sus ojos me miraron como si me clavaran muchos cuchillos

—¿Por qué me has citado? —repetí la pregunta para que me dijera la verdad.

Y ella me lo dijo. Toda esa verdad que dolía.

—Sé que sospechas que Pablo y yo follamos. Lo veo en tu cara, cada vez que me ves cerca de él se nota que estás muerta de celos y quien no lo estaría si yo soy tan —Sus manos señalaron su voluptuoso cuerpo y luego me señaló a mí—. Y tú eres tan —Me dio esa mirada despectiva—Dime ¿Qué talla de sujetador eres? ¿B? —se burló.

Me aguanté las ganas de tirarle el chocolate en la cara. Estaba caliente y yo no era una loca.

—¿Es lo que tenías que decirme? —Estaba preparada para irme.

—Pablo y yo follamos.

Ya me lo sospechaba. De igual forma dolió.

—Él y yo no estábamos juntos. Podía hacer lo que él quisiese —Me hice la fuerte.

—Follamos muchas veces.

—Repito. No estábamos juntos.

—Lo sé. Él nunca te mencionó, quizá porque eres y sigues siendo una niña en cambio yo si le podía enseñar muchas cosas.

Clave mis cortas uñas en la palma de mi mano. Dolía y me repetía en mi mente una y otra vez que Pablo y yo en ese momento no estábamos juntos.

No me fue infiel.

Pero no negaré que me sentía traicionada. Ya sabía que se acostó con muchas chicas, pero escucharlo precisamente de una de ellas y ver lo regia que era, me hacía sentir diminuta. También era verdad que a su lado yo era una niña. En todos los aspectos.

No tenía muchos conocimientos en el sexo, solo había estado con dos chicos y uno de ellos fue el único que me hizo sentir lo que era un orgasmo. En cambio ella, de seguro tenía mucha y le enseñó muchas cosas a Pablo, el cómo moverse, posiciones. Una oleada de celos me invadió al igual que una imagen mental de ellos dos follando.

—¿Qué dirás? —preguntó y ella misma contestó—"Ya no estamos juntos. Él podía follarse a otras".

—Me largo.

Me sujeto de la muñeca y sus largas uñas se clavaron con fuerza por encima de la tela del hoodie. Estaba segura de que si no llevaba esa prenda, me hubiese sacado sangre.

—¿Te duele?

No le conteste.

—Te duele —afirmó—. Mientras llorabas por tu difunta madre, él me follaba —La manera sarcástica en la que lo dijo fue la gota que derramó el vaso.

No le tire el chocolate caliente por obvias razones. Pero si que le arranque una de sus extensiones.

—Pero que puta perra —escupió las palabras, gritó, pero no fue lo suficiente fuerte para llamar la atención.

—No menciones a mi madre —Le tiré el pedazo de pelo falso—. A y por lo otro, espero que hayas disfrutado tus polvos con "Gavi" porque serán los únicos que tendrás, te quedará el bonito recuerdo. Disfrútalo, cariño —Me puse de pie y antes de girarme para irme, le dije—. Y no te preocupes, no pienso invitarte a mi boda —Sonreí con falsedad—. Quizá te envíe algo de pastel, guapa.

Salí con la cabeza en alto. Me subí a mi vespa y me detuve en uno de los aparcamientos a unas 10 cuadras para llorar. De la rabia, quizá era porque ya pronto me vendrá mi periodo. Calculaba que en una semana, pero, era la que se ponía muy sensible por esas fechas. Lloré porque me dolía todo lo que me dijo esa barbie. Dolía, me daban celos y lo único que necesitaba era una gran explicación de Pablo. Me iba a escuchar.

Claro, que ahí entraba mi debate. Cuando se acostó con Cayetana, él y yo ya no éramos nada, no debía una explicación. No me puso los cuernos, pero, por otro lado, dolía y era porque le quería, tenía esa imagen tan perfecta de él que dolía el hecho de que se acostó con ella.

Iría a verlo. Pero, antes de ello, mantuve la calma. No dejaría que mis celos y cólera acabarán con lo bonito que íbamos construyendo en nuestra relación. Además de que si iba hecha furia, terminaría gritando, discutiendo, diciendo cosas que no debería decirle, pelearíamos y eso sería darle el gusto a Jessica Cayetana, alias la barbie perra.

Me calme, inhale, exhale y conduje hasta la casa de Pablo. Belén fue la que me abrió.

—Hola, cariño.

Besó mis dos mejillas.

—¿Puedo ir a ver a Pablo?

—Claro, siéntete como en casa.

Conocía el camino. Llegué a su habitación y toque la puerta. Recibí su respuesta y entré a la habitación, se notaba que Pablo recién llegaba, todo estaba ordenado.

Mi novio al verme corrió hacia mí y estampó su boca en la mía. Le seguí el beso, pero no con la misma intensidad.

—¿Dónde estabas? No me contestabas los mensajes, quería ir a verte, pero somos tan compatibles que te llamé por el pensamiento —Me apretujo contra su cuerpo.

Actué normal y besé su mentón. Nos sentamos en su cama, apoyando nuestras espaldas en la cabecera. Me quité los tenis y besé otra vez su mentón. De una forma casual respondí a la pregunta que me hizo al llegar.

—Estaba desayunando con Cayetana.

Lo escuché tragar saliva y se puso tenso. Intento actuar normal.

—¿Caye?

—Sí, es muy maja —Nótese mi sarcasmo.

—Sí, lo es.

La sangre me hirvió y sé que dije que tomaría las cosas con calma y tendríamos una conversación como dos "adultos" pero seguía siendo una niña adulta y actúe sin pensar. Agarré una almohada y lo golpeé.

Tampoco es que doliera tanto. Era una almohada.

—¿Por qué no me dijiste que te acostaste con ella? —Pregunté y le tiré otro almohadazo por no responder—¡Y más de una vez!

Otro almohadazo más y dejé de golpearlo.

Me crucé de brazos y lo observé fijamente, esperé su respuesta.

Me miró arrepentido, sus cejas hacia abajo. Le golpeé con mi mano para que hablara.

—Dijiste que no querías saber.

—¿Yo dije eso?

—Dijiste y cito "No quiero escucharlo, que de tan solo imaginarlo me dan ganas de… "—Sus manos se estiraron e hizo como si ahorcara a alguien—. Preferí no decírtelo, así no te enojabas y me perdonabas por mi época de mujeriego.

Las mujeres perdonan, pero, nunca olvidan. Me hacía falta un "obliviate" para olvidarme de eso.

—¿Y no crees que eso me hacía sentir mal?

—Si no lo sabías no te iba a hacer daño.

—Joder, Pablo —Pasé mi mano por mi rostro, respire profundo y le tire otro almohadazo—. Eres tan estúpido ¿Es que acaso no te dabas cuenta como me miraba? ¿Cómo coqueteaba contigo en mis narices? Y por si no lo sabías, me hacía daño y más al pensar que tú y ella tuvieron algo porque si no lo sabías —Recibió otro almohadazo—¡Yo lo sospechaba! Y te lo quería preguntar, pero tenía miedo de saber la respuesta y ahora que ya lo sé no me queda más que decirte que eres un ¡I-DIO-TA!

Frustrada me crucé de brazos. No me iría, escucharía sus tontas excusas.

—Lo siento.

Rodé los ojos y tapé mi rostro con ambas manos.

—¿Con cuántas lo hiciste?

Pasaron segundos, y creo que un par de minutos. Pablo no hablaba, aparté mis manos de mi rostro y lo vi haciéndome ojitos.

—Lo siento.

—Dime un número.

Se encogió de hombros —Un par... tres... con Cayetana cuatro.

—Que imbécil. Me hubiera alegrado si pillabas alguna infección. Quizá clamidia, así te picaba la polla.

—Val… —Su mano buscó la mía, la aparté—. Pensé que ya lo habíamos superado, que eso quedó en el pasado…

La espina seguía clavada. Solo la ignoraba. Regresé a mirarlo y haciendo caso omiso a sus palabras dije:

—¿Te molestaría si me tiro a otros tíos?

—Valeria, somos novios. Además, tú no harías eso —A simple vista se notaba que estaba calmado, pero por dentro lo mataba al imaginarme con otro.

—No lo haría en mis cinco sentidos. Pero, si me emborracho me follaría a uno, o a dos, o a tres… ¿Te molestaría?

—No lo harías.

—Lo haría —Y para picarlo, añadí—. El día de la fiesta de graduación me besé con Raúl, estaba borracha y no te miento cuando te digo que si él no se apartaba, que si él también me tenía ganas, hubiéramos follado en el baño ¿Me hubieras perdonado?

A ese punto Pablo ya estaba con la mandíbula tensada. Ardiendo en celos.

Lo que le dije era verdad, pero oculté unas cositas, como el hecho de que besé a Raúl solo porque pensé que era Pablo.

—Eso no pasó y no te voy a contestar —Se puso de pie y me dio la espalda para mirar hacia la ventana.

Lo seguí.

—Besa rico. Me puse muy cachonda.

—Valeria, no sigas.

—¿Por qué? ¿Te duele?

—¡Sí!

—¡Pues así me duele imaginarte que te follaste a otras!

Ambos nos miramos con ganas de seguir discutiendo y gritando. Y paso lo que nunca había pasado entre los dos, querer solucionar los problemas con sexo.

Él fue el primero en besarme, era un beso brusco que buscaba callarme. Quise resistirme, pero, no habíamos follado en semanas y esa tensión sexual entre los dos fue el principal problema de que le devolviera el beso con más ganas.

—Joder, espera... —Pablo dejó de besarme y yo desesperada buscaba su boca y me frotaba contra él.

—Follame —pedí, mientras mis manos fueron a desabrocharle los vaqueros.

Necesitaba que me tocara, que me hiciera sentir que a la que quería era a mí. Que yo era suya y él era mío, necesitaba que me lo hiciera sentir.

—Joder, no...

—¿No quieres?

—No así, estás cabreada y... No quiero aprovecharme de ti cuando estás así —su voz temblaba entre el deseo y la razón, mientras me sujetaba por los hombros para mantenerme a distancia.

—¿Aprovecharte? —reí sin humor, mirando sus labios tentadoramente cerca de los míos—. Yo soy la que quiere esto.

—Pero no así —insistió, cerrando los ojos como si así pudiera ignorar el fuego que sentía—. Me gusta follarte, pero no de esta forma.

Podía ver la lucha interna en sus ojos, la necesidad de resolver lo que nos estaba rompiendo por dentro, pero también el respeto que siempre me había demostrado, incluso en los momentos más difíciles. Ese respeto que me hacía sentir lo mucho que me quería.

—Pablo... —susurré, llevando una mano a su mejilla, acariciándola con suavidad. Mi respiración era entrecortada, y mi cuerpo pedía a gritos ser suya.

Él me miró, y pude ver cómo sus defensas se desmoronaban poco a poco. Bajó la cabeza y suspiró, su frente apoyándose en la mía.

—Hablemos —respondió finalmente, sus labios rozando los míos con una delicadeza que no esperaba.

Sentí un nudo en la garganta, porque sabía que tenía razón. Pero aun así, el deseo no desaparecía, al igual que las ganas que tenía de golpearlo.

Nos miramos en silencio, y aunque el deseo seguía latente, sabía que tenía razón. Asentí lentamente y le di un último beso, esta vez con una ternura que no habíamos compartido en semanas.

—Hablamos —Pablo se sentó a orillas de la cama y me invitó a sentarme junto a él, pero era follar o gritar, y Pablo no quería la primera y yo sabía que me iba a arrepentir si gritaba todo lo que pensaba.

—No quiero hablar —dije—. No ahora.

Pablo debió de ver mi semblante, ya que asintió.

—Podemos dormir un rato, estoy cansado del vuelo —Lo miré, sus labios se curvaron en un puchero. Actuaba de lo más normal, queriendo que arreglemos esto.

—Me iré.

—Puedes quedarte —pidió como niño chiquito.

—Necesito estar sola. En este momento no quiero estar contigo.

Agarré mi mochila y escuché su voz:

—No decías lo mismo hace unos minutos.

—Me dejé llevar —Me encogí de hombros—. Te llamo luego ¿Vale?

—No desaparezcas —pidió.

—No lo haré.

—Y cuando hablemos, si aún lo queremos, lo haremos como se debe —dijo y se puso de pie, caminó hacia mí y me dejó un tierno beso en la frente—. No desaparezcas, calenturienta.

Creo que darnos unos besos calientes nos alivió un poco. De todas formas, necesitaba estar sola y hablarlo con alguien. No lo hablaría con la doctora Jaz porque no le contaría los detalles +18 que intente tener con Pablo. Necesitaba a mi confidente, mi mejor amiga. Carla.

Conduje hacia su casa. Tenía mi propia llave por lo que entre sin tocar. Corrí por la casa y ya estaba a mitad de escaleras cuando me detuve y regresé para ir por helado a la cocina. Le contaría mi dilema, comeríamos helado para no enojarnos con champiñón y luego la paz vendría a mi mente.

La vida me tenía otros planes. No entré a la cocina. Me detuve al escuchar mi nombre por parte del padre de Carla.

Su mamá y papá estaban charlando.

—¿Y qué haremos con la niña? —preguntó Isadora —Es una buena idea mandarle a por Europa, junto a Ester. Si la convencemos…

—Sería premiarla después de que abandonará la universidad —farfulló su padre.

—Cariño, no la abandonó.

—Fue influenciada por su amiguita —El padre de Carla se escuchaba enojado—¿Y por qué sigue viviendo aquí? Tiene una casa, un padrastro… se puede ir.

Estaban hablando de mí.

—Perdió a su mamá —Murmuró a Isadora tratando de controlar a su marido—¿Desde cuándo Valeria se volvió la enemiga?

—Desde que convenció a nuestra hija de tomarse un año. Carla tenía las cosas muy claras, iría a estudiar no a estar enrollándose con ese futbolista.

—Cariño ya tiene 18.

—Ese chico la viene persiguiendo desde los 17, entraba a su habitación.

—Carla sabe lo que hace.

—No lo sabe. Hace un año lo único que quería era que Taylor Swift viniera a España y ahora se la pasa con ese futbolista.

Olía a celos de padre.

—Son amigos.

Su padre río seco —No me agrada el muchacho, ni que Valeria viva en esta casa, es una mala influencia para nuestra hija, le presento a ese futbolista y saben que esos solo buscan una cosa, además que le contagió eso de no quererse ir a Madrid. Carla estaba emocionada con irse y de la noche a la mañana decidió tomarse un año. Valeria está influyendo en eso, como ya no tiene padres, piensa que puede hacer lo que quiera y yo no permitiré que le pegue esas ideas a mi hija.

Dejé de escuchar. A pasos silenciosos y rápidos fui a la habitación de invitados. Estaban mis cosas. Cogí algo de ropa, mi ordenador, todo lo importante y lo poco que cabía en mi mochila. Y me fui. Sin despedirme.

Estuve manejando sin saber a dónde ir. ¿Con Bruno? No quería incomodar a su familia ¿Con Raúl? Él vivía con otros tíos compañeros de piso, no me apetecía ser sociable.

Iría a un hotel. Tenía dinero para un hotel. Tenía el dinero para alquilar un piso.

«¿Cómo se consigue un piso?»

Recordé mi niñez y conduje hacia el barrio donde mis abuelos adoptivos vivían. Vi su casa de lejos y pensé en ir a tocar la puerta, pero recordé lo mala persona que había sido con ellos. No los busqué después de que Benjamín los despidiera y luego cuando Pablo los invitó a mi graduación, yo no hice nada para seguir manteniendo la comunicación.

—¿Valeria?

Alcé la mirada y vi hacia la acera.

—Margarita.

Me bajé de la vespa para abrazarla.

—¿Qué haces por aquí mi niña?

—Vine a ver si un piso estaba desocupado... —Empecé con una mentira. 

—La familia Córdoba, son tan majos ¿Has visto a su bebé? Es una ternurita —La ternura con la que hablaba, era tan linda—¿Por qué querías ver el piso, Val? —preguntó analizando lo que le dije antes.

—Quiero vivir sola.

—¿Has dejado tu casa, mi niña? ¿Las cosas van bien?

—Lo van. Bueno no, la casa es muy grande y sola…

No supe qué decirle y ella me entendió, ya que dijo:

—¿Has almorzado? —Margarita me conocía desde que era una bebé, fue fácil para ella conocer la respuesta—Te invito a almorzar, a Dany le gustará verte.

—Vale.

Recordaba que la casa quedaba a dos casas más del edificio donde antes vivía. La razón por la que mamá conoció a Margarita y a Dany, ellos vivían cerca y me cuidaban cuando mi madre estudiaba por las noches.

Caminé junto a Margarita, llevando mi motocicleta conmigo. La arrastraba como si fuera una bicicleta, pesaba más que una, pero podía con ello. Al llegar, tuve varios recuerdos de cuando era niña. No había venido en años, pero seguía igual y estaba segura de que por dentro también había calidez.

Tenía razón.

La casa era pequeña, pero se sentía ese cálido amor. Dany se alegró al verme. Me abrazó y luego me invitó una galleta. Charlamos y pusimos la mesa para almorzar. Al probar la comida, muchos recuerdos me invadieron, buenos recuerdos, que al volver a la realidad se sentía fatal.

—¿Así que estás buscando un piso?

—Esa es la idea.

Los dos viejos se miraron cómplices.

—Ya no busques más, tenemos una habitación extra y puedes quedarte todo el tiempo que quieras.

—Eso sería pasarse de confianzas.

—Claro que no, mi niña. Si para nosotros eres como la nieta que nunca tuvimos —Margarita me abrazó—. Martina era como nuestra hija, ambas eran y son nuestra familia. Tenemos una habitación y estoy segura de que te encantará.

—Tu madre vivió ahí los últimos seis meses de embarazo.

—¿Mamá vivió con ustedes?

—Le dimos asilo, estaba embarazada, era tan jovencita, necesitaba apoyo.

De eso la conocían y yo pensaba que la conocían por ser vecinas.

—Me quedaré. Pero solo si me dejan ayudarlos con los gastos.

—Puedes quedarte Valeria.

—Gracias.

Margarita y Dany me enseñaron su habitación de invitados. Era chiquita, muy chiquita y limpia, tenía una ventana que dejaba ver el vecindario y todas las paredes tenían hojas con dibujos.

Conocía estos dibujos.

Eran bocetos de edificios. Líneas abstractas. Ciudades.

—¿Mamá hizo esto?

—Era tan talentosa.

Margarita me dejó a solas, me eché en la cama y miré los dibujos. Me sentía rodeada de mi madre. Me quedé dormida y me desperté sintiendo que habían pasado unos 30 minutos, pero al ver la hora en mi móvil vi que ya eran las 7 de la noche.

Joder.

Revise mi teléfono. Mensajes de Carla y de Pablo, entre a este último. Era un mensaje de voz.

«Hola, Val… sé que dijiste que me llamarías. También sé que no fue la mejor forma de intentar arreglar los problemas… En la madrugada hablamos y te conté que renové contrato con el Barça también te dije que querías que me acompañaras a firmar el contrato… que me acompañaras como mi pareja. Entiendo si sigues molesta… yo solo pensé que irías conmigo… como me prometiste»

El audio fue enviado hace como dos horas. Mierda, mierda, mierda.

Rápido me levanté de la cama y tomé una ducha de tres minutos y en 20 ya me encontraba saliendo de la casa como si un asesino fuera detrás de mí. Volví de la misma forma y dejé un beso en la mejilla a mis dos abuelos.

—¡No vengo tan tarde! —grité al salir.

Me subí a mi vespa y conduje lo más rápido. Pablo me comentó que después del contrato habría un evento de firmas en la tienda del Barça. Llegué lo más rápido que pude, justo cuando el evento ya estaba por acabar. Me asomé y vi que había pocas personas, el ingreso sería limitado y eso fue un problema para entrar. Un segurata me detuvo.

—Me deja pasar —pedí.

—No tiene boleto, señorita.

—Joder, lo he olvidado —La verdad es que no tenía. Mi boleto era Gavi.

—No puede pasar.

—Debo de pasar, si soy la novia de Gavi.

—Todas dicen lo mismo.

—Pero, es la verdad.

Y como era de suponerse, muchos me grabaron, con sus móviles, sin mi permiso.

—Valeria —Aurora llegó a mi rescate—. Déjale pasar, es invitada de la familia.

El segurata me dejó pasar, entré a la tienda y vi a Pablo al fondo. No me detuve a detallarlo, más bien agarré una de las banderas y busqué un papel en mi bolso, también saqué un bolígrafo.

Escribí 9 números y miré a mi cuñada.

—Gracias por dejarme pasar.

Fui a hacer fila para que Pablo me firmara la bandera.

Sé que tuvimos una discusión y que no lo arreglamos de la mejor forma. Pero le prometí estar para él en este momento importante y yo si cumplía mis promesas o la mayoría de ellas.

Estaba claro que lo último que quería era arruinar mi relación con Pablo. No mentiré al decir que olvide todo lo que hizo, la espina seguía ahí, lo veía, lo sabía y dolía. También sabía que Pablo era la persona que me hacía feliz, no lo perdería a él.

A él no.

Ya perdí mucho.

Llegó mi turno y Pablo ni siquiera notó mi presencia. Estaba tan concentrado en firmar, que apenas le puse la bandera en la mesa, presiono el bolígrafo y firmó.

No fue hasta que le toque el hombro cuando noto mi presencia. Sonrió y no era esa sonrisa de compromiso, era esa sonrisa en donde los ojos se le achinaban.

La primera vez que se me acercó, él me pidió mi número y haciendo guiñó a ello, le entregué el papel con mi número telefónico. Me acerqué a él y susurré al oído.

—Para que puedas llamarme y así hablar.

Necesitamos hablar. Acabar con todos los problemas de una manera madura, no éramos del todo maduros, pero por nuestra relación, fingíamos serlo.

Como las demás personas, me tomé una foto con él. Salvo que a mí sí me dio más atención y eso todos lo notaron.

























💌💌💌























Ya era medianoche cuando llegué a casa de Margarita y Dany. Me acosté en la cama y observé los dibujos de mamá. Líneas y líneas. Nunca entendí su amor por la arquitectura, solo sabía que amaba su trabajo y para mí eso era suficiente. Verla feliz.

Estaba segura de que donde sea que esté, para ella era suficiente verme feliz. Debía de intentarlo.

Y mi felicidad tenía nombre y apellido. Es por eso que cuando me llamó, no dudé en contestar.

—Hola.

—Hola

—Hola.

—¿Qué estás haciendo?

—Nada y ¿Tú?

—Nada…

—Val… te he llamado para…

—Debemos de hablar.

—Debemos…

—No por el móvil…

—En persona.

—Y con toda la verdad.


























Xoxo. El capítulo del domingo

Cuéntenme que les pareció el capítulo. Lxs leo

Pablo y Val al fin dirán la verdad ¿o se seguirán ocultando cosas?

Cayetana y Ester compiten por quien es la más perra de la historia ¿Quién va ganando?

Gracias por los 800k de leídas
🥰🥰🥰

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Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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