Capítulo 11

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Para cuando regresaron, lo primero en recibirla fueron los brazos de Ardyn, alejándola inmediatamente de toda la fiesta de bienvenida que se daba en honor de su hermano Somnus, no creyendo posible lo que había hecho, negándose a creer tamaña barbaridad, incluso se negaba a ver cómo sus dos padres festejaban todo aquello junto a los soldados que, aun con partes calcinadas de las víctimas, mostraban esos retorcidos trofeos.

Quizás era alabado por algunos, pero sabía que no sería alabado por todos, una masacre de tamaña magnitud nunca podría ser bien vista, no cuando las familias de esas pobres víctimas aun buscaban sus restos.

Pero era en vano, todo estaba calcinado, si tenían suerte, esas familias iban a enterrar un cuerpo desconocido, otras tendrían que conformarse con enterrar pedazos de cosas que estaban en esa pila de carne quemada mientras lloraban por el asco de tocar miembros muertos y por la amarga tristeza tras la alegría de haber sobrevivido, siendo que esta alegría se rompería en pedazos al ver que de sus conocidos, familiares o cualquier otro relacionado se hubiera perdido para siempre.

-Ardyn -ella le llamó, aun estaba asustada y no podía remediarse, era una niña, pero había visto tantas cosas horribles- ¿Por qué?

¿Por qué?, eso fue todo lo que preguntó y nunca supo decir si preguntaba por qué tanta gente había muerto, por qué habían sido quemados, por qué se habían transformado en eso.

Lo que en verdad quería decir ella era: ¿Por qué estoy aquí? ¿es para vivir todo esto? ¿es que he hecho algo mal? Azul hizo todo eso en frente de mi, ¿es porque esta molesto conmigo?

Tantas preguntas, pero aún no sale de su estupor, Ardyn solo puede cerrar sus ojos y apretar su labios en una imagen de alguien con mucho dolor mientras sostiene con más fuerza los hombros de la niña.

-(...) -dice en su mente, usando ese canal de luz en su mente que la conecta a ella- la razón, no te la puedo dar, querida, porque yo tampoco lo comprendo, no de la manera que ellos quieren que lo haga -sabe que ella no le va a entender y tampoco espera que lo haga, pero esto a marcado un antes y un después, no puede solo sentarse, observar y hacer que esto esta bien, quería encontrar otra manera,sentía que había otro modo, debía haberlo.

Alguien llegó donde ellos, Somnus portaba una grandiosa sonrisa de felicidad en su rostro con ambos brazos abiertos tras haber abierto la puerta de improvisto, vio a (...) y a Ardyn, esperando sus felicitaciones, pero todo lo que recibió fueron miradas llenas de miedo e incomprensión, porque ellos dos no podían aceptar lo que había hecho, entonces, su sonrisa se borró, y empezó una fuerte pelea verbal entre ellos que tuvo que ser detenida por terceros antes de llegar a algo mucho más profundo.

Aunque la brecha entre ambos ya había sido creada.

Durante esos días, (...) fue testigo de cómo Somnus siempre se acercaba a Ardyn, con toda la certeza de que hermano entendiera que esa era la única manera de salvar a las personas sanas; pero en cuanto el contrario escuchaba su ya usual argumento no podía hacer más que contestar de la misma manera, conteniendo todo de sí para evitar gritarlo en su cara.

-Esas eran personas, Somnus, pudimos ayudarlas, pudimos haberlas salvado.

-Aun no lo entiendes, hermano mayor -lejos de lo que se podría uno imaginar, el más joven de los dos hermanos seguía mostrando respeto a su mayor, hablando fluidamente y con todo el cariño que sentía por él.

Para ambos, el otro estaba terriblemente equivocado.

Entonces, sin dar aviso a otros, sin dejar que alguien lo viera, Ardyn empezó a salir de la tierra de sus ancestros y se adentraba en las tierras que ya se sabían estaban infectadas por el mal de la estrella; Aera lo sabía, e iba a visitar a la familia de su prometido para que se notase tanto, una distracción al igual que un escudo, porque ella no podía permitir que Somnus pasase mucho tiempo con la niña.

Aera, y todos los funcionarios del templo, veían el acto de Somnus como una gran ofensa no sólo a los dioses, también era un escupitajo a las heridas de esas personas; pero con el pasar de los días más gente noble y comunes que pertenecen a la zona segura de las zonas sin enfermedad empezaron a apoyar sin miramientos al segundo joven señor de la casa Lucis Caelum.

Ante esto, el templo solo podía bajar la cabeza antes de que esto se convirtiera en una guerra aun mayor.

Aera sabía lo que estaba haciendo Ardyn, aterrada recuerda cuando fue a buscarlo, tras darse la noticia de que había mandado a buscarla a uno de sus hombres de confianza, para cuando ella llegó, con muchas escoltas por ser una zona contaminada, se esperó lo peor, rezó a los Sidéreos por su amado y, sorprendentemente, fue recibida en la entrada del pequeño pueblo por personas alegres que bailaban y lloraban de felicidad, en el centro del pueblo, en la cabaña del jefe, Ardyn la esperaba.

Casi gritó cuando lo vio, quizás por fuera se viera como si nada hubiera pasado, pero podía ver que entre sus venas un hilo de color negro corría, mezclado con él; Ardyn sonrió en cuanto la vio, estaba echado en una gran cama, después de realizar ese milagro solo pudo casi desmayarse y luego ser tratado por las personas a las que había salvado.

-Aera, amor mio -tomó sus manos con las suyas, una radiante sonrisa en su rostro- se va a acabar pronto, todo tiene una solución.

Ella no dijo nada, pensando que él había sacrificado demasiado, sintiéndose por primera vez enojada por ese amable lado suyo que era capaz de hacer tamaña locura.

Ardyn no supo que las lágrimas de Aera eran por miedo y no por alegría inconmensurable como pensó mientras se abrazaban.

Al momento de su regreso, Aera escuchó cada vez más relatos sobre Somnus que había liquidado otro punto de la plaga solo con un puñado de hombres, se dirigía a verificar a la niña, la pequeña (...), ¿Cómo se sentía cuando no entendía nada de lo que estaba pasando?

No tan lejos de su camino, la misma niña estaba dormida, con Somnus tomando su mano, ambos perdidos en ese espacio desconocido, donde con el pasar de las ocasiones en que se encontraban de esa forma más se conocían.

Incluso en ese momento, en donde (...) trataba de comprender la retorcida situación.

-Déjame ver si te entiendo -esta cruzada de brazos, sentada con las piernas en forma de flor de loto, Somnus no puede evitar preguntarse cómo es que tenía el valor para hacer a un lado las maneras de lado etiqueta femenina o cómo es que fue criada- Entonces, ¿Estas dirigiendo una contra medida ante una gran enfermedad allí afuera? ¿una que salvará a las personas de esos monstruos? -sus palabras sonaron duras y su mirada fue despectiva en cuanto lo enfrentaron del todo.

No sabía de qué enfermedad le hablaba con exactitud, pero por lo que le decía, o lo que le hacía entender, se estaba convirtiendo en un héroe.

-Debo admitirlo, estoy feliz por ti -Somnus y ella estaban sentados, casi juntos, mientras miraban la superficie moverse, no mucho tiempo ya que no querían quedarse ciegos- nunca pensé que conocería a un héroe -fue lo que dijo mientras sonreía y contagiaba el gesto a su compañía.

-¿Soy un héroe ante tus ojos? -preguntó mientras ladeaba el rostro, sonriendo de tal manera que a (...) le costó respirar.

Se había dado cuenta que muchos de los hombres en ese mundo eran muy atractivos.

-Me salvaste -contestó, haciendo algo de esfuerzo para tratar de hacerse a un lado porque la presencia de semejante hombre le estaba moviendo el piso- es decir, a mi cuerpo, y te agradezco por ello -estaba gritando en su mente cuando él tomó su mano de manera galante, aun sonriendo.

Somnus le dio un beso en los nudillos, apenas fue un roce, pero era obvio que le había afectado a (...).

-Los Sidéreos te pusieron en mi camino ese día -empezó, mirándola de tal manera que (...) quería tener la fuerza suficiente para salir corriendo de la vergüenza o desmayarse de los nervios, nunca hubiera imaginado tremendo escenario en su mente- a pesar de tener el cuerpo de una niña eres una mujer, tan rara -remarcó al final, casi como una burla, (...) parpadeo hasta darse cuenta de su jugarreta y luego se puso notablemente roja.

Somnus solo se rió con ganas mientras ella hacía el afán de golpearlo pero no podía porque le costaba horrores moverse, esa vez, en la que lo salvó de la potente luz sobre sus cabezas, parecía que había agotado toda fuerza.

-Siempre, ¡siempre, carajo! Maldigo el momento en el que no dejé que te rostices ahí arriba -ahí iba de nuevo, gritando cosas que no entendía y frunciendo el ceño- aish, eres insufrible.

Escuchándola, Somnus se sintió algo culpable, no le había dicho toda la verdad al igual que le ocultó ciertos detalles, allí, con ella, quien pensaba de él solo maravillas, si bien lo hacía sentir culpable también le hacía sentirse feliz.

-Oye.

¿Tendría que ver con ese raro lugar? Esta sensación de perderse...

-¿Me estas escuchando?

La sensación tan parecida a la verdadera agua.

-¡Espacio personal! ¡Oye! -para cuando (...) se dio cuenta ya era muy tarde, un perfecto ejemplar de ikemen estaba dormido sobre su hombro, respirando en su cuello, poniendo todo su peso sobre ella- no, no, ¡no, miércoles! -sólo le quedó maldecir cuando cayó a un lado, incapaz de levantarse sin la ayuda de él, quien parecía dormir la mona sobre ella.

En condiciones normales, como si fuera otro de su juego de citas, la situación en la pantalla la tendría gritando extasiada, pero vivir la experiencia la sobrepasaba.

-¡Somnus! ¡¿por qué a mi?! -no sabía cuando iba a despertarse, y se asustaba que esto se volviera más común.

Sabía de antemano que nunca tendría una oportunidad con un hombre así, prefería alejarlo antes de tenerlo demasiado cerca.

Ya estaba lo suficientemente preocupa por esos monstruos que mataban personas, pero se sentía segura al saber que Somnus estaba ahí para savarlos.

Esa mentira la absorbió por completo.

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