Capítulo 12

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Ya no sabía si es que se debía a la extraña vibra de ese lugar o porque estaba realmente sofocado por los deberes de salvar su mundo.

Ahora, al menos, podía mantenerse recta mientras Somnus dormía sobre su hombro.

Las ganas de acariciar su cabello le daban escalofríos a la mano de su brazo libre, aunque también podrían ser las ganas de hacerlo a un lado porque, de nuevo, le estaba respirando en el cuello y eso no le gustaba, claro, lo decía en plan de que no le gustaba lo raro que la hacía sentir.

Esas cosquillas en su vientre eran demasiado cliché y siempre las puso así en su mente.

Quien diría que eran reales.

-Hombre, en serio, ¿es que no puedes dormir tranquilo allí afuera? -sopló sobre su rostro, casi haciéndolo pestañear, pero no se levantó.

Se mantuvo callada, mirando su sombra provocada por ese intenso brillo que iba más allá de esa capa de agua, porque suponía que era agua; en ocasiones empezaba a titilar, como estrellas lejanas, eso hacia que su cuello le duela un poco, como si le quemase.

Sintió movimiento a su lado, finalmente, Somnus se levantaba luego de su usual siesta de los últimos años.

Porque sí, allí lo que pasaban eran años, no sólo días tal y como eran en la realidad de afuera.

Era irónico que, tal y como decía Somnus, iba a verla una vez al día, pero para ella era una vez cada corto período de tiempo, no lo sentía más de una hora en la que él se iba y venía.

-Debo irme ya -mencionó mientras se levantaba, a (...) le dio algo de pena, estaría sola de nuevo, solo por un corto período de tiempo, pero estaría sola de todas formas.

-Claro -él la mira y sonríe, acercando su mano para acariciar su mejilla mientras ella grita internamente.

-Voy a regresar mañana también cuántas veces le había dicho lo mismo? Simplemente ya sabía que lo vería siempre.

-Mira que yo de aquí no me muevo -quiso cubrir su situación actual con una broma, una de muy mal gusto y que ni chiste daba, aún así, a Somnus parecía darle gracia su extraña manera de expresarse, quizás se debía a que le era divertida la manera en que hablaba, sin ningún tipo de decoro.

Era una mujer demasiado rara, al igual que sus ropas.

Despertó, sintiendo el tacto de la mano de la niña en su palma y el adormecimiento en su piel.

No recordaba nada de lo que había pasado hace segundos.

Dejó dormir a la niña más tiempo, mirando al horizonte como el sol se ocultaba y crecían las probabilidades de perder a más personas y tierras conforme venían las noches, al menos, quería ver la llegada de las noches de verano, donde los días son largos y las noches cortas, para no tener que estar calculando las pérdidas que vendrían al día siguiente.

Le molestaba siempre estar al tanto de eso, preocupado a más no poder; así, otro día volvía a venir, al igual que las usuales palabras en el salón del consejo.

- Joven señor Somnus, debe erradicar por completo a los infectados -el reclamo de uno se convertía en el clamor de toda la sala, sus gritos desesperados le hacían doler la cabeza.

¿Es que acaso estaban tan desesperados como para hablar así de disponer de otras personas?

- Se llevarán las medidas necesarias -esa era su respuesta a todas las veces que venían con lo mismo.

Quizás era algo hipócrita decir eso cuando ya estaba preparado para volver a salir y terminar con los infectados que se encontrase.

- Acaba con esto -mientras terminaba de prepararse para su salida al Alba siguiente, Ardyn había ido a verlo, una sonrisa se plasmó en su rostro al pensar en el aliento que le daba su hermano.

- Eso haré, hermano mayor -fue su respuesta, siguiendo a acomodar su espada en el cinturón de su cintura.

- Hablo en serio -volteó a verlo, notando su desesperada expresión, lo miraba como si no lo conociera- aún puedes detener esto, puedes detenerlo antes de que inicies una masacre.

Se observaron, uno contra el otro, ninguno estaba dispuesto a dejarse intimidar por el otro.

- Lo siento, hermano mayor -su voz fue suave, amable, por un momento Ardyn pensó que había apelado a su hermano a tiempo, pero luego se fijó en esa sonrisa confiada y orgullosa, casi altanera, la misma que siempre portaba cuando iba a la batalla contra rebeldes- pero, a diferencia de sólo orar por un milagro, yo voy a tomar las armas.

Entonces, sucedió, por fin se quebraron el uno al otro al tratar de atacarse entre ellos, al final, Somnus se dirigió al campo de batalla y Ardyn se fue de su hogar ancestral, importando poco que fuera visto como un traidor ante su gente.

Horas más tarde, ya recibiendo la noche, mientras (...) comía su cena y miraba el horizonte esperando por la visita prometida de Ardyn para ese día, quien llegó, fue Somnus, que se quedó con ella sin decir palabra y la acompañó cuando fue a dormir, tomando su mano con una expresión que nunca había visto en él.

Pero en ese lugar, aquel al que Somnus podía entrar y ver a la verdadera ella, su silencio fue aún peor.

- Hola, Somnus -le dio la bienvenida, sentada en donde la dejó, apenas para ella fueron minutos, pero para él había sido demasiado- ¿Somnus?

No hubo palabras, sólo se lanzó a sus brazos, poniéndola más roja de lo que pensó posible y tirando su cuerpo por completo al suelo, haciendo que golpee su cabeza con fuerza.

- ¡¿Qué carajos?! -exclamó en su idioma materno, completamente sorprendida por su arrebato- santa rabia, ¿pero qué pasa contigo ahora? -no hubo respuesta, solo siguió apretando su cuerpo entre sus brazos- ¿Somnus?

Decidió callarse un momento cuando se dio cuenta que estaba llorando amargamente en silencio.

- Santo, ¿qué es lo que pasó allí afuera? -peino sus cabellos, tratando de sacar su rostro que estaba escondido en su abdomen- Somnus, esta bien, todo estará bien -era ignorante de la situación pero no podía dejar que se rompa de tal manera en frente de ella.

Todo estaría bien, eso le había dicho aunque ella era la que iba a sufrir por sus acciones en un futuro.

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