Capítulo 6

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Con pasos indecisos trata de seguir aferrada a la mano suave que apenas es visible bajo la tela blanca, en ocasiones es difícil porque el lugar esta lleno de gente, no es de mucha ayuda que además de ello no pueda evitar mirar cada cosa nueva ahí, tampoco ayudaba mucho que Aera estuviera tirando de su mano cada tanto para apurar su paso cada que veía algo que le gustaba, aunque también era porque la niña se quedaba atorada entre la gente, recordaba siempre que no tenía que soltar su mano y mucho menos distraerse de ella, pero era muy difícil.

Muchas giraban a ver a esas dos figuras, una más pequeña que la otra, si bien eran bastante llamativas por el inmaculado color blanco de la capucha de aquella mujer joven y la tela negra con bordados de la niña, ambas desentonan un poco ya que las personas sabían que esa era tela de buena calidad, ¡ni hablar de las gemas mágicas en la capucha de la niña!

Las miradas, como siempre, resbalaban de (...) como si nada, pero Aera, al estar tan acostumbrada al ser el centro de atención como un hija de la casa de los Fleuret sabía que todos la veían y deseaba que ningún hombre de la casa Lucis Caelum estuviera cerca.

Somnus no tenía idea de que ella había visitado a la niña, ¡mucho menos que la había sacado de las tierras familiares y la estaba exponiendo a la gente!

Por supuesto, estaba tan emocionada que hasta a sus guardias y damas de compañía habían sido dejadas atrás desde hace un buen rato, mas no podía dejar de pensar que, aun siendo la prometida de Ardyn, Somnus no le tendría piedad si algo le pasaba a la niña.

-Mira, pequeña -tratando de despejar su mente señala un broche para el cabello con la forma de una flor de lila, lejos de llamar la atención de la pequeña, ella se quedó viendo la insignia que residía a un lado.

-Joven señorita, esto es una insignia con la forma de un Bengal alfa -se notaba la grácil forma del animal y sus largos bigotes estaban pulidos en la plata y dentro había una piedra amarilla simulando el color del animal, pequeñas pero brillantes piedras verdes eran los ojos, si se miran de cerca hasta se podría notar un color azulado.

-¿Te gusta? Si es así puedo comprarlo para ti -no era ningún problema, al ser la hija de una casa noble y al ser respaldada por el poder del cristal tenía un buen ingreso y dote para gastar en sus necesidades, una prueba de ellos eran las ligeras pero hermosas joyas que usaba pero que cada que escapaba del templo del cristal tenía que ocultar, como en esa ocasión- señor, esta insignia, por favor.

Antes de que (...) pudiera procesar del todo lo que ocurría ya tenía la insignia de Bengal en su capa, insertada en la tela a la altura de su pecho, gustándole ese sonido que hacía al chocar con algunas de las piedras, Aera sonreía al verla tan maravillada.

¿Así es como se siente una madre? Se preguntó mientras veía a la niña regocijarse por un adorno tan simple pero que por el mínimo hecho de haber sido un regalo de ella lo tome como una gran posesión, en más de una ocasión se puso a pensar en cómo serían las cosas cuando Ardyn y ella se lleguen a casar, era paciente, pero no siempre podía encontrar la paciencia para esperar por ese feliz momento.

-Señorita -llama su atención al ver que esta flotando agradablemente en su propio sueño sin fin, la burbuja se rompió ante la voz de la niña que ,sin saber que esta en falta, saluda abiertamente a unos soldados de la casa de los Lucis que se encontraban ahí por casualidad.

Tan rápida como es, Aera lleva a la niña a otra parte para comer algo, bien es cierto que la sacó más que nada por sentirse sola, desde que se le fue dado el importante trabajo de ser la oráculo por el mismísimo Sidéreo Bahamut los ojos siempre estaban sobre ella y ya nadie volvió a tratarla igual, sus padres apenas y lo hacían, tratando a su propia hija como una invitada del más grande rango, dejando fuera de discusión cualquier muestra de afecto mientras sus hermanas le miraban con celos.

Solo Ardyn, su amado prometido, seguía tratándola como si nada hubiera pasado, si bien tenía su nueva posición en mente no dejaba de tratarla como siempre lo había hecho y por eso le estaba agradecida, aunque claro, siempre que quería molestarla le hablaba de "usted".

Ugh, ni está aquí pero puedo escuchar su voz.

Claro, no tenía ni idea de que eso se debió a que la niña tomaba su mano, conectándose con el hombre, para (...) era tan simple como centrarse en la luz que podía ser visualizada en lo más oscuro de su mente, luego, solo con eso, podía oírle.

Por supuesto, pensaba que era porque lo extrañaba, no que era nada extraordinario o fuera de lo común.

El ignorar algo en su momento puede explotarte en la cara después.

Siguieron el día así, mirando y recorriendo el mercado, aunque al final del día todo lo que compraron fueron diferentes dulces y la insignia de la niña.

Estaba tan ensimismadas con ello, su grato tiempo juntas, Aera fascinada y riendo con cada reacción de la más joven ante cada nueva cosa que no había visto antes en todo este tiempo en que no había sido permitida el salir, si bien no fue un problema en el momento, cuando regresaron a los territorios de los Caelum, ella recordó por qué había sacado a la niña casi a escondidas.

Gilgamesh estaba parado en frente de la puerta de entrada, ambas manos sujetando con fuerza su espada y la punta de la misma enterrada en la tierra, parecía un centinela en todo el honor de la palabra, los acompañantes de Aera, incluidos sus guardias y sus damas de compañía, casi se posta de rodillas ante la imponente aura del hombre mas ella no lo hizo al igual que la niña que se acercó aun dudosa al hombre, tomando un lugar a su lado, ante esto la mujer solo pudo suspirar, acercándose al hombre y dejando caer la capucha de tela blanca de sus ropas.

-Lamento si fue un inconveniente -en realidad ella no debería pedir perdón y mucho menos dar esa pequeña reverencia al hombre, si bien Gilgamesh era conocido por ser un gran general con un increíble historial en su vida no podría ser considerado como alguien que estuviera sobre el poder de la primera oráculo teniendo en cuenta que ella había sido bendecida y elegida por el Sidéreo Bahamut para llevar el mensaje de los dioses- he creado disturbios en la casa de mi prometido y lo lamento mas no niego que volvería a hacerlo -sus palabras son dignas en todo momento, sin faltar el respeto- nos veremos otro día, pequeña -con un ademán de la mano se despidió, se hubiera acercado de no ser porque el hombre dio un paso al frente, cubriendo en su totalidad el cuerpo de la niña.

El mensaje era obvio.

Mientras (...) veía como la mujer rubia se alejaba en ese tipo de vehículo sintió el peso de una fuerte mirada a sus espaldas, en cuanto volteó y miró hacia arriba divisó los ojos marrones, casi negros con un rojizo, del hombre, no se hicieron necesarias las palabras antes de que ella ya estuviera caminando por su cuenta al interior del lugar con él siguiéndole el paso.

Tan increíble, tan poderoso, cada vez que ella lo veía simplemente no podía evitar pensar u preguntarse por qué usaba esa máscara roja sobre su rostro, ¿quizás llevar una máscara era lo que lo hacía tan sorprendente? Eso se preguntaba mientras notaba que, como siempre, cada persona que lo viera haría una pequeña reverencia y libraría el camino para dejarlo pasar sin hacer ninguna pregunta, respetando el silencio del hombre.

Para (...), Gilgamesh era como un todo poderoso y lo admiraba mucho.

-¡Así que aquí estabas! -escuchó a la lejanía, su voz conocida le llenó de alegría y antes de considerarlo del todo se lanzó a abrazarlo ignorando por completo su tono algo enojado- ¿Dónde estuvieron todo el día? -haciendo caso omiso a sus ganas de apartarla para encararla dirigió su mirada a su viejo amigo quien tampoco había visto en todo el día.

Gilgamesh desvío la mirada al horizonte, luego a la empuñadura de la espada de Somnus y luego regresó su mirada a su amigo.

-Ya es hora de que al menos sepa llevar una espada, ¿no lo cree mi señor? -(...) se espantó un segundo por la voz desconocida y tan profunda, pero luego de ver que venía del hombre con la máscara se calmó.

-¿Pero qué dices? Es tan sólo una niña -se negó rotundamente mientras tomaba a la niña entre sus brazos y la cargaba- pero en todo caso, si alguien pudiera enseñarle, desearía que fueras tú, viejo amigo.

Sus palabras son sinceras mientras se dirige a la pequeña cabaña, dejando a la niña caminar ni bien la deja ir, piensa en las palabras de su amigo y pienso en ellas a conciencia, de pequeño, para él, no había nada mejor que aprender a usar su espada pero no puede negar que ello le quitó preciado tiempo de su infancia.

Era una niña.

Con un gesto de sus manos la llamó sin necesidad de palabras, (...) fue a su encuentro, posó su mano en su mejilla y le dio parte de su magia, siendo inconciente de que a cambio le estaba dando casi el doble de lo que otorgaba.

Como le gustaría que ella tuviera una infancia agradable, no que estuviera atrapada al igual que muchos otros niños en estos tiempos de creciente crisis.

- quieres poner en lo alto el nombre de nuestra familia hazte hombre y toma tu espada para terminar con esto -esas fueron las palabras de su padre, atormentando su alma, como deseaba que su hermano estuviera ahí para ayudarlo.

Lo había dejado sólo cuando más lo necesitaba.

-Quiero que disfrutes tu niñez -le susurró, quitando de su cabeza la capucha de la capa oscura, mirando sus ojos, casi creyendo que a quien veía era a una mujer y no a una niña- ser un adulto...

Quiere decir que hay que tomar decisiones difíciles... y ni siquiera estas seguro de que sean las correctas.

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