54.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Voy a volver a casa,

Al lugar al que pertenezco,

No hay nada como eso...

No, nada como esto.

Llévame de vuelta a casa,

Donde la sangre corre por mi alma,

No puedo describirlo...

No hay nada como eso.

~Home, Morgxn~

―Yoongi, lo vamos a intentar una vez más, ¿está bien?

La chica –no, el chico– levantó la vista, observando el rostro dulce de Hoseok a centímetros del suyo. Segundos después, trató de enfocar su mirada en la sonrisa alentadora de Tae, los pulgares arriba de Jongin y los ojos iluminados de Sohyun.

―Si te dicen algo, oppa, ¡les voy a pegar! ―declaró Sohyun, tomando el cuchillo de mantequilla.

Taeyeon sacudió la cabeza.

―No seas tonta ―regañó Jongin―, te puedes sacar un ojo con eso.

―¡Mamá, Nini me llamó tonta!

―¡No me digas Nini!

―Vamos, ¿quieren dejar de pelear? ―retó Taeyeon―. Deja el cuchillo, Sohyun, sabes que asesinar a alguien es ilegal.

La chica dejó el cubierto sobre la mesa a regañadientes, enfurruñada.

―No vamos a dejarte solo ―apoyó Taehyung, ignorando a sus hermanos―, y si algún idiota se acerca, haré que Hoseok les pegue.

―¿Disculpa? ―farfulló Hoseok.

―¡Tú puedes, Anpanman! ―se burló Tae, poniéndose de pie para ir a buscar su mochila.

Hoseok rodó los ojos, sus mejillas coloreadas de rojo, y Yoongi se rió con suavidad, aunque podía sentir su estómago apretado por los nervios. Ese día iba a intentar volver al colegio para ver si podía continuar con ello. Jo Kwon se lo sugirió en la cita del sábado, diciendo que tratara una vez más, y si las cosas acababan mal, entonces tal vez era momento de comenzar a buscar otras alternativas.

Cuando se lo contó a Jimin, su hermano mayor no dudó en responder con voz firme:

―Si no resulta, te vas a venir a Daegu conmigo ―quiso reclamar, pero antes de poder hacerlo, Jimin volvió a hablar―. Conseguí un trabajo de medio tiempo y buscaré un departamento más barato. Lo he decidido, Yoongi, tú y yo no vamos a depender más de nuestros padres.

Recordar aquello lo ponía más nervioso y asustado, porque no sabía si estaba listo para eso. Para enterrar todo.

Aceptarse era una cosa, pero dejar todo atrás...

Dejar a Hoseok, a Tae, a Lisa, a Jin...

Dejar a sus padres.

Trató de no pensar en ello y se puso de pie, seguido de Hoseok. Los hermanos Kim lo alentaron una vez más, con Sohyun ahora amenazando con un tenedor mientras Jongin le pellizcaba la nariz, y pronto los tres estaban saliendo de la casa de Taeyeon, despidiéndose de la mujer.

Durante el camino al colegio se les unió Lisa, y casi llegando al instituto apareció Jin. Yoongi contempló la fachada del edificio con su labio inferior mordido, su mano temblando, y se volteó hacia sus amigos.

Todos le contemplaban con sonrisas animosas, y algo pareció calmarse en su interior.

Tenía miedo, eso era palpable, su cuerpo reaccionando ante la ansiedad y el terror, pero sí ellos estaban allí para sostenerle en caso de tropiezos, tal vez todo sería mucho más soportable.

Y, quizás, eso era lo que necesitaba: soportar antes de empezar a volar.

Yoongi sabía que todo el mundo lo estaba mirando como un extraño una vez las clases acabaron, como si no pudieran entender qué estaba haciendo allí, pero se dedicó a enfocar su vista solamente en Jin, que le hablaba en ese momento sobre comida y pollo.

―Ya te lo digo... ―decía Jin. masticando un dulce―, el pollo asado es mejor que el pollo frito, no puedo entender como algunas personas...

―Jin ―le dijo Yoongi, llamando su atención―, eres el mejor amigo del mundo, ¿lo sabes?

Una sonrisa lenta se extendió por el rostro de Jin ante sus palabras, pero rodó los ojos. Aun así, notó como su expresión se iluminó.

―Claro que sí, soy el mejor en todo ―replicó―. El rostro más hermoso, el mejor cantante, el mejor guitarrista, el mejor novio, el mejor...

Su voz se calló cuando Yoongi le dio un abrazo repentino.

Apoyó su rostro en el pecho de Jin, más alto que él, y escuchó los latidos de su corazón. Seokjin no reaccionó al inicio, sorprendido, para después devolverle el abrazo de forma cariñosa, revolviéndole el cabello.

―... el mejor amigo del mundo ―prosiguió como si nada―, el mejor chef, el mejor dueño de mascotas, el mejor...

―Perdóname ―murmuró Yoongi con voz rota―, perdóname por lo que te dije, Jin. Perdóname por ser un cobarde.

Jin suspiró, sin dejar de abrazarlo, y se rió cuando su amigo le dio un golpe en el costado.

―Ya pasó, tonto ―le dijo, despreocupado―, y aunque me dolió en su momento... Creo que ya pasaste demasiada mierda como para seguir haciéndote sentir mal por eso ―Yoongi sorbió por su nariz―. Ahora, ¿vas a llorar? ―la voz de Jin se tiñó de preocupación―. No es que llorar esté mal, pero no quiero que ensucies mi ropa. Ni siquiera a Kyungsoo le permito eso, cada vez que vamos a follar le digo que...

―¡No digas esas cosas! ―le interrumpió Yoongi, avergonzado y separándose―. Eres increíble, Jin...

Jin asintió en señal de aprobación, sin embargo, se vio interrumpido de pronto.

―Eh, par de maricones.

No se giró cuando Jiho habló a metros de él, con su voz teñida de burla, aunque pudo sentir su cuerpo tensarse.

Hubo un breve instante en el que lo recordó: Jiho sosteniéndolo mientras le bajaba la ropa interior, tocándolo, mientras su boca era violada brutalmente.

El pensamiento hizo que su estómago se contrajera, pero Jin lo sostuvo por los hombros para que no se volteara, obligándole a sostenerle la mirada.

―Huele a mierda ―suspiró Seokjin―, vamos, Yoongi, el olor se está volviendo insoportable.

Contempló a su amigo, atónito por sus palabras, y sus labios temblaron en una sonrisa titubeante.

Dio un paso para marcharse, sin embargo, una mano alrededor de su brazo lo detuvo, tirando de él con fuerza y separándolo de Jin bruscamente.

Chocó con el casillero, y Jiho le estaba observando con ira en su rostro, su mandíbula apretada por la molestia.

―¿Yoongi? ―preguntó Jiho, burlón―, ¿acaso la polla de Hoseok te aburrió?

Su respiración se cortó por la cercanía de Jiho.

Esos ojos crueles, duros, parecían devorarlo y consumirlo, sin darle un instante de calma, ojos de monstruo que querían hacerle daño y demostrarle lo equivocado que estaba, lo miserable que lo podía hacer, lo patético que–

―Señor Woo.

Jiho se alejó de golpe y enfocó sus vidriosos ojos asustados en el rostro enfurecido de Hoseok, que sostenía a Jiho del hombro, separándolo de él.

Detrás de él, la profesora Suran estaba de pie con una expresión calmada.

―¿Qué ocurre? ―preguntó Jiho molesto, alejándose del agarre de Hoseok, que no dejaba de mirarlo como si quisiera asesinarlo.

Yoongi se asustó un poco más, porque nunca vio a Hoseok tan rabioso como en ese instante, su boca arrugada en una mueca, sus ojos fríos y helados, su expresión amenazante. De aquel chico torpe y amoroso poco quedaba.

―Necesito a Yoongi ―le dijo con firmeza la profesora Suran―, y si vuelvo a verte con una actitud agresiva hacia él, entonces te llevaré a hablar con el director.

Jiho soltó un resoplido de desprecio, sacudiendo su cabeza, pero callando para no comenzar una pelea, y fulminó con la mirada a Hoseok. Antes de marcharse, le dirigió una última mirada a Yoongi, prometiéndole un montón de cosas apenas tuviera la oportunidad, y Yoongi se obligó a permanecer firme, aunque estuviera asustado.

Una vez el chico se marchó, Suran lo miró.

―Vamos ―le dijo, girándose.

No le dio tiempo a decir algo, con la mujer caminando junto a Jin hacia el salón de música, y Hoseok lo alcanzó en un santiamén.

―No te hará nada ―le prometió Hoseok―, si te toca otra vez, prometo golpearlo. Nadie va a hacerte nada, Yoongi.

Antes habría dudado de Hoseok amenazando con pegarle a alguien, pues su amigo solía ser un pacifista de primera y evitaba los conflictos, pero ahora sabía que no iba a temer actuar así para defenderlo.

Una sensación cálida se instaló en su cuerpo.

Entró al salón de música y se quedó quieto al observar el piano esperándolo.

Su garganta se apretó al verlo, tan limpio y hermoso, y sus ojos se llenaron de lágrimas al sentir lo mucho que lo extrañó. Lo mucho que necesitaba tocarlo, sentirlo, amarlo.

Miró hacia la profesora Suran, que se sentó detrás de su escritorio, mientras Jin iba hacia la guitarra y Hoseok se sentaba en el taburete del piano, haciéndole un espacio.

―Has estado mucho sin practicar ―dijo la profesora Shin, mirando unos papeles y hablando con calma―, así que en el cuaderno de partituras te dejé ejercicios que quiero que ensayes.

Abrió su boca para preguntarle por qué estaba haciendo eso. Por qué no le hablaba sobre sus semanas sin ir allí. Por qué no mencionaba nada sobre su estado actual, sobre lo patético que se veía, sobre sus ojos asustados y su andar nervioso y ansioso.

La profesora Suran levantó la vista, chocando con sus ojos, y Yoongi leyó que ella no le iba a preguntar nada porque no quería presionarlo, que si quería contarle sobre lo ocurrido, ella iba a escucharlo sin juzgar nada. Que, si deseaba hablar, sería cuando él lo deseara, en el momento que quisiera, cuando estuviera listo.

Inclinó su cabeza con rapidez, sus ojos picando por las lágrimas que estaba conteniendo.

―Gracias ―balbuceó, haciendo una reverencia breve―, gracias, profesora Shin.

La mujer se vio satisfecha con eso, asintiendo en silencio, y pronto Yoongi se sentó junto a Hoseok en el taburete, escuchando a Jin cantar con voz suave detrás de ellos.

Hoseok le miró con una sonrisa de felicidad, sus ojos brillando por admiración.

―¿Qué vas a tocar, Yoongi? ―preguntó.

Yoongi lo observó también, sonriendo con dulzura, y le dio un beso en la mejilla.

―Lo que desees, Hoseokie ―le murmuró, contento.

Se sentía bien.

A pesar de que todavía sintiera algo consumirse en su interior, a pesar de que la ansiedad pareciera carcomerlo por dentro cada instante, se sentía bien.

Tal vez, pensó mientras sus dedos se deslizaban por las teclas, si me merezco estos instantes de felicidad.

El resto de la semana pasó lenta y ansiosa, sintiendo como su vida parecía retomar de a poco el ritmo normal de antes, a pesar de que las cosas no fueran igual que hace un año atrás.

Evitaba a toda costa hablar con sus compañeros, no dirigirles más de cinco palabras si era necesario, y procuraba no quedarse solo en ningún momento. Se obligaba, por otro lado, a no ir al baño durante la jornada escolar, porque decidió nunca más entrar al baño de chicas, pero tampoco sería tan idiota como para entrar al de hombres luego de todo lo ocurrido.

Sabía que usar a sus amigos no estaba bien, sin embargo, ninguno de ellos parecía molestarse por aquello.

―¿Qué dices? ―había dicho Tae cuando se lo planteó―. Deseamos cuidarte porque te queremos, Yoongi, no eres ninguna carga. Eres nuestro amigo. Los amigos se protegen ―hubo un pequeño instante en el que Taehyung le miró con vergüenza―. Lamento no haberlo sigo para ti antes.

Yoongi le pellizcó la nariz y Tae se quejó por aquello; en venganza, el chico de sonrisa cuadrada lo empujó contra el suelo, comenzando a hacerle cosquillas sin control alguno.

La puerta del cuarto se abrió.

―¡Mamá, Yoongi hyung y Tae hyung están haciendo cosas raras! ―gritó Jongin.

―¡Nini! ―chillaron los dos amigos.

―¡Que no me llamen Nini!

Jongin recibió una almohada en la cara.

―¡Son lo peor! ―se quejó Jongin―. Mamá dice que ya está lista, Yoongi hyung.

Asintió, resollando todavía para recuperar el aire por las risas que le provocaron las cosquillas de Tae, y agarró su mochila ya lista con ropa, despidiéndose de su amigo. Bajó las escaleras, encontrándose con Hoseok peinándole el cabello a Sohyun.

―¿Llevas tu pasaje? ―preguntó Taeyeon, agarrando su cartera.

―Sí, tengo todo listo ―contestó, mientras Hoseok se ponía de pie.

―Cuando vuelva, podemos jugar ―le prometió Hoseok a Sohyun.

―¿Podemos maquillar a Nini y Tae oppa? ―preguntó Sohyun con inocencia.

―¡Te escuché, niña del demonio! ―gritó Taehyung desde el segundo piso.

Hoseok se rió con diversión, siguiéndolos cuando salieron de la casa y subiendo a los asientos traseros del auto. Yoongi observó el mensaje de Jimin que le envió minutos atrás.

Mochi hyung:

Avísame cuando tomes el bus.

Yoongi:

¿Para qué te dé tiempo a ordenar, sucio?

Mochi hyung:

Ja-ja-ja.

Ningún respeto por tus mayores.

Yoongi:

Disculpa, fósil andante.

―Espero que la pases bien con Jimin ―dijo Hoseok, llamando su atención―, mándale saludos a él y a Jungkookie.

Yoongi le miró con una sonrisa algo tímida, asintiendo, y pronto llegaron al terminal de buses. Antes de subir al transporte, se despidió de Taeyeon con un abrazo para después hacer lo mismo con Hoseok.

―Gracias por esto, Hobi ―le dijo con algo de vergüenza en la voz.

Hoseok se rió.

―¿Qué dices? ―Hoseok le besó la mejilla―. Hobi Hobi quiere verte feliz ―añadió con su vocecita chillona.

―¡Basta! ―le regañó cuando Hoseok comenzó a hacerle cosquillas.

El chico lo volvió a abrazar, sin dejar de reírse, y Yoongi tuvo que separarlo picándole el estómago.

―Venga, si no subes vas a perder el bus ―le dijo Taeyeon, sonriendo.

Asintió, despidiéndose con la mano antes de subir al vehículo que partió hacia Daegu unos minutos después.

Había sido idea de Jo viajar ese fin de semana a ver a su hermano, y cuando se lo comentó a Jimin, el mayor no vaciló en aceptar. Su psicólogo le dijo que sería una buena idea alejarse unos días de ese pueblo y tratar de hacer algunas tareas para despejarse un poco, evitar encerrarse en un cuarto, abrirse a actividades que le hicieran pensar en otras cosas.

Además, Yoongi sabía también que tenía que disculparse con todo el mundo por las palabras horribles, despreciables, que dijo.

Una vez bajó del bus cuando llegó al terminal, vio a Jimin esperándole entre medio de la multitud de gente. Su hermano mayor le abrazó, revolviéndole el cabello, y por unos segundos Jimin le miró a los ojos, pareciendo buscar algo en su rostro. Yoongi trató de sostenerle la mirada, al menos hasta que Jimin se vio satisfecho.

―¿Cómo ha ido todo? ―preguntó, mientras estaban en el taxi, camino al departamento.

Se encogió de hombros.

―Ha estado bien ―contestó con cuidado―, no he visto a mamá ni a papá.

Jimin asintió, sin decir nada por el resto del viaje. No al menos hasta que llegaron al departamento y Yoongi acomodó sus cosas en la habitación de Jimin, pues Jungkook estaba usando el cuarto de huéspedes.

―¿No están durmiendo juntos? ―preguntó Yoongi sin vergüenza alguna, aprovechando que Jungkook no estaba en el departamento (fue al doctor para un examen de rutina con su mamá.)

Jimin tropezó al entrar a la cocina por las palabras de Yoongi.

―¡Qué dices! ―gritó, escandalizado―. ¡No puedes preguntarme esas cosas, Yoongi!

―¿Eso es un sí? ―aventuró.

―¡Mi vida sexual no te interesa! ―bufó Jimin, para después añadir en voz baja―. Es un no.

Yoongi resopló.

―El tiempo corre, hermanito.

―¡Yoongi! ―Jimin rodó los ojos, aunque sus mejillas estaban teñidas de rojo―. Ah, ¿por qué hablas tan descaradamente? ―su hermano suspiró―. Creo que está saliendo otra vez con Jiyong.

Yoongi lo miró, observando su rostro desanimado, y le dio un abrazo.

―Jungkook se lo pierde ―trató de animar―, digo, ¿quién no podría enamorarse de esta bolita de arroz tan linda?

―¡Respétame, Yoongi!

Yoongi se rió, sintiéndose feliz y bien al estar junto a su hermano mayor, tratando de no ceder a esos sentimientos ansiosos que parecían querer devorarlo. Jo le explicó que no iba a poder evitarlo, que aquellas sensaciones siempre estarían allí, pero podía aprender a no dejarlas ceder. Que tenía que buscar manera para controlarlo de alguna forma, por mucho que costara. Por mucho que doliera.

Unos minutos después volvieron a salir, tomando un taxi para dirigirse al hospital donde Jungkook les iba a estar esperando. El chico no tardó en acercarse a ellos para saludarlos, usando todavía un bastón canadiense para apoyarse, y abrazó a Yoongi.

―Llegas justo a tiempo ―le dijo, pellizcándole la mejilla―, vamos, la Unidad de Cuidados Críticos está por aquí.

Jimin le tomó la mano, dándole un leve apretón para darle su apoyo, y siguiendo a Jungkook subieron hasta el tercer piso en silencio. Podía sentir su estómago apretado, contrayéndose por los nervios, y se forzó a tomar varias veces aire para así tranquilizarse y no perder la cabeza.

Se detuvieron ante una puerta, tocando con suavidad, y un chico guapo abrió, con expresión cansada y agotada. Sin embargo, al ver a Jungkook, sonrió amablemente.

―Hola, Jungkookie ―saludó el chico.

―Henry ―Jungkook le dio un abrazo corto―, hoy luces muy bonito.

Henry se rió con una carcajada pequeña, sacudiendo su cabeza, y miró hacia Yoongi con curiosidad.

―¿Te acuerdas de Jimin? ―continuó Jungkook, apuntando al mayor―. Él es su hermano menor, Yoongi. Yoongi, él es Henry Lau, el novio de EunYoung.

Yoongi se inclinó con rapidez, saludando de forma educada al mayor.

―Un gusto conocerlo ―dijo algo torpe.

Henry hizo un gesto con su mano, luciendo despreocupado.

―Dejemos las formalidades ―contestó, abriendo más la puerta―. ¿Quieres pasar? Estoy seguro de que EunYoung estará feliz de tener visitas.

Yoongi asintió, enderezándose, y se volteó para mirar hacia Jungkook y Jimin, que le hicieron gestos para que entrara, que ellos le estarían esperando fuera.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a EunYoung acostado en la cama, sin ninguna herida visible en su cuerpo, pero conectado a varias máquinas a su alrededor que emitían sonidos en el cuarto, con sus ojos cerrados y sus labios apretados.

La última vez que lo vio fue en la presentación que hizo Namjoon en el café de Heechul, cuando el chico le besó, y vieron el resto de los shows entre conversaciones y risas. EunYoung rapeó para después acercárseles, tomando una cerveza, escuchando las presentaciones, y Yoongi se rió con él, tan lleno de vida, brillante, feliz, iluminando a todo el mundo con su presencia.

Pero ahora...

Ahora no era más que una sombra de lo que había sido. Su piel estaba pálida, sin brillo alguno, tan delgado y lejano.

―Está en coma por traumatismo cerebral ―dijo Henry a su lado, con dolor en su voz―. Aquellos hijos de puta lo golpearon más de cinco veces con un bate en la cabeza.

Se acercó, titubeante, y tomó una de las manos de EunYoung que tenía estiradas sobre la cama, fría y pequeña.

―Lo siento... ―sollozó, arrepentido―, lo siento tanto, Eun... Lamento haberte decepcionado...

Hipó, destrozado por la situación, y agradeció que Henry no dijera nada, que no preguntara, que no lo hubiera echado a pesar de haber dicho palabras tan despreciables y repulsivas semanas atrás.

―Los doctores no son positivos ―suspiró Henry―, insisten en que lo mejor sería desconectarlo, pero no aceptaré aquello. EunYoung está luchando por su vida.

Asintió, apretando la mano de EunYoung, y deseó no haber sido tan cobarde en el pasado, no haber tenido tanto miedo, no haberse convertido en el desastre andante en el que era ahora.

―Eun me habló de ti ―dijo Henry con cariño, sentándose al otro lado de la cama y tomando la mano libre de EunYoung―, dijo que eras un chico muy interesante.

Sorbió por su nariz, sin poder ser capaz de contener las lágrimas, sintiendo como unas pocas se deslizaban por sus mejillas, y observó el rostro dulce del mayor.

―Todos tuvimos miedo en algún momento ―continuó Henry, mirando ahora a EunYoung―, no seríamos humanos si no lo tuviéramos, ¿cierto? ―Yoongi mordió su labio inferior―. Hubieras visto cuanto miedo tuvimos nosotros antes, cuando Eun se mentía a sí mismo y fingía ser feliz conmigo siendo otra persona. Cuanto miedo tuve yo por quererlo cuando nada cambió...

Henry limpió sus ojos con lágrimas también, sonriendo, y Yoongi sentía su corazón roto al imaginarse a EunYoung sufriendo en el momento en que se dio cuenta de la verdad, cuando tuvo que asumir lo inevitable, tal y como estaba ocurriendo con él en ese momento.

Cuanto parecía doler, pero al mismo tiempo, había una sensación de alivio extendiéndose por su cuerpo.

―Así que no sientas vergüenza por haber tenido miedo ―prosiguió Henry―, porque al menos ahora lo estás enfrentando, ¿no es así? Y eso es de valientes, Yoongi, enfrentarlo aunque esté todo en nuestra contra.

Asintió, frotando sus ojos con furia, sus labios temblando en una sonrisa torpe y titubeante.

―EunYoung no estaría decepcionado de ti ―Henry le miró con confianza―, estaría orgulloso.

Yoongi sollozó una vez más, asintiendo, pensando que, a pesar de que EunYoung estuviera en esas condiciones, a pesar de todo el daño, se sentía en familia. Se sentía en un hogar.

Por primera vez en mucho, mucho tiempo, se sentía en casa.

¡gracias por leer!

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