[26] Dates

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

❝ ¿Recuerdas cuando estábamos sentados junto al agua? Pusiste tu brazo alrededor de mí por primera vez, hiciste rebelde a la hija cuidadosa de un hombre descuidado. Eres lo mejor que ha sido mío. 

—¡Ella, despierta!

Un fuerte gruñido escapó de mi boca cubierta de babas, mientras me revolvía en la cama. Abriendo los ojos, mi mirada se encontró rápidamente con una molesta y alegre Katrina que se encontraba de pie sobre mí.

—Es muy temprano, Kat —gemí con cansancio, la verdad es que ni siquiera sabía qué hora era. Los primeros rayos de sol de la mañana entraban por la ventana sin cortinas, indicándome que al menos aún no era mediodía. Cualquier momento antes de las once era demasiado temprano para mí. 

—Bueno, supongo que si quieres faltar a tu cita con Draco, puedes seguir durmiendo —respondió Katrina, fingiendo una voz despreocupada.

—¡Mierda! —maldije antes de que mi cuerpo, que se creía cansado, se levantó milagrosamente de la cama. Tropecé con pánico en el frío suelo y empecé a rebuscar en mis cajones de ropa, en busca de un conjunto. Probablemente debería haberme tomado el tiempo necesario la noche anterior para elegir mi ropa. Lamentablemente, no soy lo suficientemente organizada como para tener mi vida organizada de esa manera.

—Está bien, aún tienes tiempo —aseguró Katrina, antes de añadir con picardía—: Por suerte para ti, tu mejor amiga es lo suficientemente valiente como para enfrentarse a ti por las mañanas. Sinceramente, a veces me pregunto por qué no me pusieron en Gryffindor.

Ante eso, le lancé mi almohada de forma juguetona, conteniendo una sonrisa. Se le escapó un chillido agudo y se agachó. No pude evitar reírme.

—Oh sí, muy valiente —me burlé, sacándole la lengua de forma infantil. Aunque me molestaba muchísimo, no podría haber pedido una mejor mejor amiga.

Al final conseguí concentrarme en prepararme para mi cita. Me di una rápida y necesaria ducha. Con un movimiento de la varita, me sequé el pelo rubio y empapado, y lo cepillé hasta que quedó perfectamente ordenado. Al cabo de un rato me decidí por un conjunto de "no me he esforzado demasiado, pero sí me he esforzado".

Sí, yo tampoco sé lo que digo.

Katrina, que estaba preciosa con su ropa informal, entrelazó su brazo con el mío mientras salíamos de nuestro dormitorio compartido, y bajábamos al Gran Comedor para poder reunirme con Draco.

—¿Vas a ir a Hogsmeade con alguien? —pregunté, mientras bajábamos una gran escalera de piedra.

—Sí, con Theodore Knott —aunque lo dice despreocupadamente, me doy cuenta por la gran sonrisa que tiene en la cara de que es forzada.

—Dios mío, ¿te ha pedido una cita? —exclamé. En ese momento, su calma se rompió.

—¡Sí! ¿Puedes creerlo? —exclamó emocionada.

—Pues claro que sí. Por la forma en que te ha estado mirando el último mes, es dolorosamente obvio —dije, recibiendo un golpe juguetón en el hombro. Cortesía de Katrina, por supuesto.

No puedo evitar reírme mientras entramos en el Gran Comedor, tan abarrotado de gente y lleno de charlas como siempre. Los estudiantes están sentados en las mesas de sus casas, todos parecen estar de buen humor, lo que sólo aumenta mi estado de ánimo. Es curioso, en realidad; estaba trabajando en secreto, en contra de mi voluntad, para un hombre peligroso que amenazaba con matar a mi hermano, y lo único en lo que puedo pensar es en Draco, y en mis molestos y maravillosos amigos. Miré a Adrián, que estaba sentado en la mesa de Ravenclaw, sintiéndome ligeramente culpable por no estar más preocupada. Tal vez fuera egoísta por mi parte, pero no estaba tan preocupada. Sabía que no le harían daño. No dejaría que ocurriera. Terminaría mi trabajo y todo estaría bien. Al menos eso esperaba.

Apartando mi atención de Adrián, giré la cabeza para buscar algo. O debería decir "alguien". Rápidamente divisé un rubio platinado parado frente a la mesa de Slytherin. Parecía estar mirando fijamente hacia mí, ya que inmediatamente establecimos contacto visual. En un segundo, me estaba haciendo señas para que me acercara con un gesto de la mano. Me volví hacia Katrina, que me hizo un alegre gesto para que me fuera. Con las mariposas revoloteando por mi estómago, me acerqué al diabólico y hermoso capullo.

—Hey —saludé, retorciéndome las manos mientras me ponía delante de él.

—Buenos días —contestó, inclinándose ligeramente para besar la parte superior de mi cabeza—. ¿Ya estás lista?

—Síp.

—Bien —sin previo aviso, me cogió de la mano y empezó a alejarme de la abarrotada sala. El gesto me cogió por sorpresa y tropecé un poco. Ante eso, se rió—. Cierra los ojos —instruyó, manteniendo la cabeza mirando al frente.

—¿A dónde vamos? —pregunté, poniendo mi mano libre sobre mi cara para bloquear mi visión.

—Ya lo verás —contestó con simpleza, acelerando un poco el paso. La confusión se desvanece en mí, y me dejo guiar por él hacia lo que tiene en mente, sin dejar de taparme los ojos.

Durante los siguientes diez minutos caminamos en silencio. No fue un silencio incómodo, como lo son la mayoría de los silencios, sino uno apacible. Aunque me resultaba un poco inquietante caminar a ciegas, confiaba en él. Y finalmente, después de lo que me pareció una hora, llegamos.

—Ya hemos llegado —anunció Draco.

Quitando la mano de la cara, miré a mi alrededor con asombro. Estábamos en un prado de hierba junto al lago negro. El agua oscura ondulaba suavemente con la brisa primaveral. Junto al gran estanque de agua, había una manta roja, cubierta de platos de pasteles y sándwiches de todo tipo.

—Guau —jadeé—. ¿Preparaste todo esto tú solo?

—No, todo esto lo hice con la ayuda de Blaise —se encogió de hombros—. ¿Te gusta?

Alcé la mirada hacia él, sonriendo.

—¡Por supuesto! Me encanta.

Sonrió -no una mueca- sino una sonrisa de verdad. Su habitual expresión socarrona era ahora una más suave y genuina, que casi le hacía parecer más joven. No pude evitar admirar la forma en que iluminaba su rostro.

—Ven a sentarte —me indicó, haciendo un gesto hacia la manta. Sin dejar de sonreír, me acerqué a la mullida manta y me agaché para sentarme. Él se unió rápidamente a mí.

—Bueno —comenzó, cogiendo un brownie y pasándomelo—, ¿qué te gustaría hacer después de Hogwarts?

Me quedé un momento en silencio, pensando. Nunca me había planteado esa cuestión. Claro, sabía que en algún momento tendría que conseguir un trabajo una vez que terminara mis estudios, pero no había imaginado cuál. Aunque, para mi sorpresa, la respuesta llegó con bastante facilidad.

—Creo que me gustaría ser escritora.

Draco alzó una ceja.

—¿De verdad? Pensé que querrías ser algo como una Aurora.

—¿Por qué pensarías eso? —pregunté, bastante interesada en su explicación. Pareció pensar por un momento, contemplando su respuesta.

—Bueno, para empezar, eres amiga de Potter y parece que siempre andas detrás de cosas peligrosas.

Parpadeé.

—¿Cuándo he hecho yo eso?

Su respuesta me confundió muchísimo, ya que yo misma hacía exactamente lo contrario. Normalmente me escondía en mi dormitorio cuando ocurría algo horrible mientras el "trío de oro" iba a salvar el día. No me llamaría cobarde, simplemente sabía cómo mantenerme alejada de los problemas. Bueno, si consideras que trabajar para un peligroso asesino es "mantenerse alejada de los problemas".

—Bueno, está aquella vez que tuve que evitar que te fueras con Potter y sus amigos tras Sirius Black —contestó vacilante, escudriñando mi cara a la espera de mi reacción.

—Oh, eso... —solté, tropezando en mis palabras mientras lo recordaba todo con un escalofrío. Aunque el recuerdo no me resultó tan traumático como antes, seguía sin gustarme pensar en ello.

Un cálido peso se posó sobre mí, y miré para ver la pálida mano de Draco sobre la mía. Era un gesto suave y reconfortante que deseaba poder disfrutar para siempre.

—De todos modos —digo, con ganas de cambiar de tema—, ¿qué trabajo te gustaría tener después de Hogwarts?

—No lo sé —se encogió de hombros—. El que quiera mi padre, supongo.

—¿Tienes que hacer lo que tu padre quiere que hagas?

—Básicamente.

Miro fijamente sus ojos grises, su rostro vacío de cualquier emoción. Una punzada de lástima por el chico rubio sentado a mi lado me consume.

—Bueno, eso es estúpido.

Ni siquiera quise decir esas palabras, simplemente salieron de mi boca automáticamente. Miré la cara de Draco y, de repente, me eché a reír. Su pálido rostro parecía tan atónito por mis palabras, que una extraña parte dentro de mí lo encontró hilarante. Mi risa comenzó de forma baja, hasta que se convirtió en un ataque de risa. Mientras me revolvía en la manta entre risas, podía sentir su mirada clavada en mí. Probablemente pensó que estaba loca, pero en ese momento no podía parar aunque lo intentara.

Después de un par de momentos, finalmente logré detenerme. Le miré fijamente, aliviada al ver una sonrisa en su cara.

—Eres muy rara, Ella —declaró, sacudiendo la cabeza como si no pudiera entenderme.  

—Y muy orgullosa de serlo —repliqué, sonriéndole.

—¿Sabes qué?

Levanté una ceja.

—¿Qué?

—Puedes ser rara a veces —hizo una pausa, sonriendo hacia mí—, pero eres muy linda cuando lo eres.

Un pequeño tinte rojo apareció en mis mejillas ante su comentario, aunque lo ignoré y le sonreí juguetonamente.

—Duh, ¡por supuesto que lo soy!

Después de estar un par de horas agradables sentados junto al lago negro, finalmente tuvimos que regresar. Draco, que había conseguido otro castigo con la profesora McGonagall, tenía que estar en su despacho a las cuatro. Cuando partimos por el vacío pasillo de piedra, le sonreí mientras me daba un beso fugaz en la cabeza. Observé cómo se pavoneaba hacia el despacho de la profesora, antes de darme la vuelta para alejarme.

Los pasillos estaban vacíos, ya que casi todos se encontraban cenando en el Gran Comedor. Por una vez en mi vida, no tenía hambre, así que comencé a dirigirme a la sala común de Slytherin. Mientras caminaba por el pasillo, saboreaba todos los momentos de nuestra cita, queriendo revivirlos una y otra vez. Había estado disfrutando de mi paseo, perdida en mis propios pensamientos, cuando oí unos pasos acelerados detrás de mí. Al girar la cabeza con curiosidad, mis ojos se abrieron de golpe con sorpresa ante la figura que me resultó muy familiar.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro