Espera

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Parejas secundarias: Melizabeth
Rating: T
Género: Romance, Drama
Advertencia:  Temas delicados, Universo Alterno.

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La espera es larga pero la recompensa es gratificante... ¿No?
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Era un bello día en la ciudad de Lionés, había mucho tráfico y un gran bullicio; las personas andaban de un lado a otro, niños jugando, adultos amargados y ancianos disfrutando su tiempo se vida. Uno de los lugares “más” calmados de la ciudad era el hospital de Lionés.

Elizabeth corría de un lado a otro, atiendendo a los pacientes que requerían su presencia o necesitaban apoyo en alguna indicación. Después de un gran aglomeración en el hospital, por fin tomó un pequeño descanso. Ella sonrió al ver que faltaba poco por salir de su trabajo pero esa sonrisa se borró al ver que eran exactamente las 4:50 de la tarde.

— Elaine. Iré a hacer una visita al paciente de la habitación 411. — Se acercó Elizabeth a su compañera y amiga, quien estaba archivando unos papeles. La pequeña rubia sonrió con melancolía, dejando a la chica de cabellos plateados satisfecha.

Y así, Elizabeth avanzó por los pasillos del gran hospital, no sin antes preparar un té y una pequeña bolsa de galletas. La chica tomó el ascensor y presionó el número 4. Mientras subía, pensó en su prometido, Meliodas, quien había estado preocupado por la salud de su hermano menor, Zeldris.

El elevador se detuvo y ella salió de éste para caminar hasta la puerta que decía “411”. Con nervios, abrió lentamente la puerta aunque en realidad ella había hecho cientos de veces esa rutina, que consistía en tomar un bocadillo y llevarlo a esa habitación.

— Buenas tardes, Elizabeth. — Dijo una voz masculina algo cansada pero firme. La mencionada sonrió adentrándose a la habitación.

En ella se encontraba el hermano de su prometido, Zeldris, con un libro en una de sus manos y la otra sosteniendo la mano del paciente de aquella habitación. Elizabeth intentó sonreír pero siempre que llegaba aquí, le era imposible y eso era porque podía sentir una atmósfera llena de sentimientos tristes en ella.

Zeldris se encontraba sentado al lado de la camilla, donde una linda y joven señorita descansaba tranquilamente. Había cables y tubos conectados a ella, dándole un toque de dolor aunque ella estuviera con los ojos cerrados.

— Buenas tardes, Zeldris... — Es todo lo que dijo Elizabeth, mientras le entregaba el té con las galletas. Él colocó el libro en su regazo y tomó las galletas para dejarlas ahí mismo también, y después el té; todo sin soltar la mano de la paciente. — Gelda… ¿No hay respuesta?

– Gracias…Y no... — Aunque la respuesta fue corta, no era cortante. Elizabeth miró con tristeza la actual condición de Gelda, la prometida de Zeldris.

Sin nada que más hacer ella se retiró, no sin antes despedirse de Zeldris. Elizabeth sintió tanta tristeza de ellos dos, pues habían sufrido tanto. Salió de la habitación mientras sentía como sus mejillas eran empapadas por sus lágrimas.

(I)

— Elizabeth me trajo té de nuevo… — Comentó Zeldris con cierta gracia, la prometida de su hermano era muy amable. Observó con tranquilidad al rostro de su mujer, quien seguía igual que siempre, hermosa ante sus ojos. — Aunque yo no tengo mucha hambre… Lo comeré porque es pecado tirar la comida… ¿Verdad?

Zeldris intentó no romperse, no otra vez. Apretó la mano de Gelda, quien ni se inmutó ante aquel ligera presión. Inútilmente intentó detener a las lágrimas que caían de sus ojos verdes oscuros. Y así, comenzó a llorar en silencio.

Había pasado como 3 años y aún no se acostumbraba, y jamás lo haría, a ver en ese estado a su adorada Gelda. Él sería tan feliz si ella le sonriera… Que le hablara dulcemente, como siempre lo hacía… Le cantara y le dijera “Te amo” cada vez que se despertaban o dormían.

Pero no, ella no daba señales. Ella realmente se había ido, como ella escrito. Esto había era culpa de su padre… Y suya. Sin tan sólo el no se hubiera cegado por la manipulación de su progenitor. Gelda estaría a su lado, en las buenas y en las malas como un pareja recién casada.

Deberías dejarla ir…— Mencionó Cusack, lo decía por su bien. Esta situación se lo estaba comiendo vivo. Su familia, incluso su padre quien se había arrepentido, estaban preocupados por su salud tanto física como mental.

Es mi culpa… — Él sabía que para Gelda, era su todo, así como ella lo era para él.  Zeldris le había pedido que rompieran el compromiso, su padre le había visto ver que esa chica sólo lo quería por dinero... Y no lo era, ella lo quería porque era él, solo Zeldris sin apellido ni estatus social. — Por favor, despierta…

Ella aceptó porque era para el bien de él pero regresar a su hogar, era como ir a una prisión, más tristeza y falta de amor, por qué jamás encontraría a alguien como Zeldris, Gelda tomó la decisión de acabar con su vida. Pero ella falló y ahora había entrado en un estado de coma y dejado a su ex-prometido con el corazón roto.

El té y las galletas desaparecieron, y Zeldris apoyó su cabeza en el regazo de Gelda. Pasaron media hora y suspiró con tranquilidad, mientras acomodaba la silla en su lugar y dejaba el libro en un mueble. Pronto se acabaría la hora de visitas y él sería corrido, pero las enfermeras ya lo conocían pues Zeldris siempre venía.

Tomó su maletín y se acercó a Gelda para darle un beso en la frente con dulzura. La miró unos instantes antes de salir de la habitación, dejando a su amada en paz.

Desde su internación en el hospital, Zeldris había estado visitándola cada día. Leyéndole, platicando e incluso durmiendo en su regazo, esperando a que ella despertara. Él la esperaría por toda su vida con tan solo decirle una vez más que la ama, y ver nuevamente su sonrisa para perderse en ella.

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N/A: Hola a todos. Este capítulo AU, está inspirado en cuando Zeldris sella a los vampiros, Gelda pierde las ganas de vivir, etc., pero otra versión. Creo que me quedo muy sad, pero me gusto escribir este capítulo.

¡Gracias por leer y que tengan un buen día!

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