10: Hogsmeade

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Capítulo Diez  /  Hogsmeade

—¡VUELVE AQUÍ, AHORA MISMO, SCORPIUS HYPERION MALFOY! —Daisy gritó persiguiendo al chico pálido por las calles de Hogsmeade. Se las había arreglado para arrebatarle su diario cuando ella no estaba prestando atención. Aunque nunca lo había leído, le gustaba meterse con la chica para divertirse.

Mientras corría, Daisy había logrado caer directamente sobre su rostro. Se puso de pie con cara de enfado mientras la nieve la cubría de pies a cabeza.

Ivy se rió entre dientes viendo la escena desarrollarse frente a sus ojos. Los viajes a Hogsmeade eran sus eventos favoritos del año, especialmente los que se acercaban a la Navidad. Usaba el tiempo para comprar regalos para toda su familia y amigos. Frunció el ceño cuando se dio cuenta de que no pasaría la Navidad con toda la familia, pero el hecho de que Daisy atacara a Scorpius le levantó el ánimo.

—¡Te devolví tu maldito libro, Daisy! —Scorpius gritó mientras esquivaba los maleficios que le lanzaba—. ¡Te prometo que no leí nada, por Merlín! ¡Deja de lanzar maleficios! —Gritó una vez más antes de esconderse detrás de Albus.

—No lo creo, —dijo Albus alejándose de Scorpius, no queriendo ser golpeado por una maldición también—, No me pongas en medio de esto.

—¡Ayúdame, Albus! —Scorpius chilló apenas escapando de los hechizos lanzados en su dirección—, ¡Es tu prima! Dile que se calme.

—Lo siento, amigo, —dijo Albus alejándose—. Ivy me está llamando.

Ivy puso los ojos en blanco ante su excusa. No lo había llamado, pero se movió y le permitió a Albus sentarse en el banco también—. Sí, Albus, necesito tu ayuda, ¿puedo probar un nuevo hechizo contigo? —Ivy bromeó.

Albus se burló—. Muy divertido Ivy, acabo de escapar de uno de los hechizos de Daisy, no necesito uno tuyo.

—Solo una sugerencia. —Ivy dijo sin dejar de sorber el chocolate caliente que sostenía en sus manos. Estaban cerca de los cero grados centígrados, y la bebida parecía ser lo único que la mantenía caliente en este momento.

—¿A dónde fue Harlow? —Cuestionó Albus al notar que la morena no estaba con el grupo—, ahora que lo pienso, no la he visto por un tiempo.

—Fue a buscar un vestido para el Baile de Navidad, —Ivy respondió—, se fue sola diciendo que no quería que nadie viera el vestido hasta el día del baile.

—Así que ella tiene una cita, supongo, ¿quién es? —preguntó Albus con curiosidad.

—Ella no me lo dijo, ¿puedes creer eso? —exclamó Ivy—. Todo lo que me dijo fue que le preguntó a alguien, pero dejó muy claro que no sabría a quién hasta el día del baile.

—¿Y tú? —preguntó Albus—, ¿Cuándo vas a comprar un vestido? El baile es en menos de un mes.

Ivy se encogió de hombros—, No estoy segura, ni siquiera sé con quién iré. Si Scorpius no tiene el coraje de preguntarle a Rose, probablemente iré con él.

Scorpius, que estaba escuchando a escondidas la conversación, habló—. No le preguntaré a Rose en un tiempo, así que podrías empezar a comprar un vestido verde.

—¡Scorpius solo pregúntale! —exclamó Ivy—. Ustedes dos se han gustado durante los últimos dos años, esta podría ser su oportunidad, además en ningún universo usaría un vestido verde.

—No veo el punto, —Scorpius dijo con un resoplido—, incluso si nos convertimos en... algo, nuestras familias se desprecian entre sí. Tú, de todas las personas, deberías saberlo.

—Prométenos que lo intentarás. —preguntó Ivy.

—Lo intentaré, —dijo Scorpius cediendo—, pero no esperes que me esfuerce al máximo.

—No te preocupes Scorpius, no esperamos mucho de ti de todos modos. —dijo Daisy encogiéndose de hombros.

—Cállate, Dursley.

Ivy se recostó mirando a los dos discutir una vez más. Se acercaba el momento en que tenían que regresar, por lo que Ivy se ofreció como voluntaria para ir a buscar a Harlow. Hogsmeade no era gigantesco, pero sería difícil encontrarla entre la multitud de personas ocupadas comprando para la temporada navideña.

James salió de Las Tres Escobas y notó que Ivy estaba de pie en medio de la multitud con una expresión de preocupación en su rostro. Sabía que tenía que regresar con sus amigos para alcanzar el carruaje a tiempo, pero su madre lo mataría si alguna vez se enteraba de que había dejado a la pobre niña varada. Antes de que pudiera arrepentirse de su decisión, se despidió de sus amigos y se dirigió hacia donde estaba Ivy.

—Pareces un poco perdida, Lennon, —dijo James sorprendiendo a Ivy—, los carruajes están por allí. —Dijo señalando en la dirección opuesta a la que se dirigía Ivy.

—Sé dónde están los carruajes, no soy idiota, —Ivy dijo rodando los ojos—, Además, ¿podrías dejar de asustarme en cualquier oportunidad que tengas? Me va a dar un ataque al corazón uno de estos días.

—Ese es el plan. —James respondió, no tan en broma.

—Eres tan gracioso Potter, diría que te conviertas en un payaso, pero parece que ya lo eres, —Ivy dijo molesta por su presencia.

—Lo siento, Lennon, —comenzó James, —me dijiste ese chiste la semana pasada, por lo tanto, yo gano.

—Ni siquiera estamos jugando un juego, James. —Ivy respondió.

—¿No?

—James, te has dado cuenta de que nadie se ríe, ni un alma. —dijo Blanne—, Ahora, a menos que sepas dónde está Harlow, esta es la parte en la que nos despedimos. —Ivy terminó de alejarse de James.

—Harlow, ¿la morena siempre a tu lado? —James preguntó.

—Sí, James, mi mejor amiga Harlow. La estoy buscando, se sabe que se ha perdido en Hogsmeade varias veces.

—La vi en la tienda de ropa antes cuando salía de la tienda de bromas de mi tío, —James dijo informándola—, no la vi después de eso, pero estoy seguro de que se dirigió hacia los carruajes.

Ivy gimió—. Bueno, ¿por qué no lo mencionaste antes? Probablemente ya esté en los carruajes, y yo estoy aquí como un perro perdido buscando a su dueño.

—En mi defensa, no sabía que la estabas buscando, —James respondió—, será mejor que regresemos a los carruajes antes de que nos dejen.

—Supongo que deberíamos, no puedo permitirme una detención por perder los carruajes —Ivy estuvo de acuerdo siguiendo a James.

Los dos caminaron en silencio hacia su destino, lo último que Ivy quería hacer era hablar con James. Sabía que sin importar cuál fuera la conversación, conduciría a una pelea, y tenía mucho dolor de cabeza para aguantar eso. Perdida en sus pensamientos, Ivy no había notado que un chico se acercaba a ella.

—Ivy, ¿verdad? —Preguntó el chico tratando de llamar su atención, lo cual logró.

Ivy miró con curiosidad ya que no tenía idea de quién era. Ella no era muy sociable en Hogwarts, pero lo recordaría. Era alto, alrededor de 1.82, con hombros anchos y pómulos altos. Era uno de los hombres más guapos que jamás había conocido, de eso no había duda.

—Mi nombre es Adrian Vladimir, soy un estudiante de Durmstrang. —Dijo el chico presentándose con un marcado acento ruso.

—Sí, soy Ivy, —dijo Ivy saludándolo—. ¿Hay algo que necesites?

James miraba con curiosidad además de Ivy, no conocía a este chico, pero no le caía bien. No estaba seguro de si era el acento ruso o sus pómulos anormalmente altos, solo quería enviar un hechizo hacia el chico.

—Te vi en Hogwarts el otro día y me llamaste la atención, —Adrián comenzó—, me preguntaba si te gustaría ir al Baile de Navidad conmigo.

Ivy se congeló al escuchar lo que acababa de preguntar. No había esperado que él la invitara al Baile de Navidad, especialmente porque aún no habían tenido una conversación completa. Sin embargo,  Ivy sabía que el baile se acercaba y no tenía una cita, la mayoría de los chicos de Hogwarts tenían miedo de invitarla a salir. Decidiendo tomar un riesgo, iba a estar de acuerdo en ser su acompañante para el baile.

—Me encantaría-

—Pero ella ya tiene una cita para el baile, —James dijo interrumpiéndola.

—¿Y quién es su cita? —Adrian cuestionó enviando una mirada a James, tenían más o menos la misma altura, y desde la perspectiva de Ivy parecía que estaban teniendo algún tipo de competencia de miradas.

—Sí, James, quién es mi cita. —Ivy dijo rodando los ojos.

—Yo, por supuesto. —James respondió haciendo que sus ojos se abrieran de par en par—. Ahora, si nos disculpas, nos iremos por nuestro propio camino. —James terminó de guiarla lejos del chico.

—¿Qué te hace pensar que voy a ir al baile contigo? —preguntó Ivy molesta por la escena que acababa de suceder.

—No dijiste que no. —James respondió encogiéndose de hombros.

Tenía razón, ella no había dicho que no.

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