𝗱𝗶𝘀𝗮𝗽𝗽𝗼𝗶𝗻𝘁𝗺𝗲𝗻𝘁𝘀 𝗮𝘁 𝘀𝘁𝗲𝘃𝗲'𝘀 𝗵𝗼𝘂𝘀𝗲

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⋅⋆❪ 𝗧𝗛𝗘 𝗢𝗧𝗛𝗘𝗥 𝗦𝗜𝗗𝗘 ❫⋆⋅
— ⋅ 𝙖𝙘𝙩 𝙞. 𝘥𝘪𝘴𝘢𝘱𝘱𝘦𝘢𝘳𝘦𝘥 𝘵𝘦𝘦𝘯𝘴

CHAPTER 003 : disappointments at steve's house
( episode the weirdo on maple street n holly, jolly )
 


 
 
Condujo con manos temblorosas hasta la casa de los Harrington, sintiendo una creciente ansiedad a medida que se acercaba. La tensión en el ambiente se reflejaba en su expresión mientras se estacionaba afuera de la casa. Tomó un momento para contemplarse en el espejo retrovisor, sus ojos mostraban el nerviosismo que la invadía.

Finalmente, reuniendo el valor necesario, salió del auto y cerró la puerta detrás de ella. Se paseó unos segundos frente al vehículo, insegura de cómo enfrentar la situación. Sus pensamientos se agolpaban en su mente mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas.

Con un nudo en el estómago, se acercó a la puerta principal y llamó, el timbre resonó por el interior. Esperó allí, de pie frente a la puerta con una de sus piernas temblando, esperando que Steve la recibiera o tal vez su madre. Incluso se había hecho una idea de la conversación que podría tener con la señora Harrington: lo mucho que había crecido, lo feliz de tenerla de vuelta en el pueblo y lo mucho que extrañaron tenerla cerca; también era posible que tocaran el tema del accidente y de su padre.

Más, cuando Steve apareció por la abertura y se vio visiblemente sorprendido, revelando una expresión de confusión en su rostro, Claire se olvidó de todas las palabras que tenía preparadas. Era evidente que Steve no esperaba ver a Claire allí, y la chica no sabía si eso era algo bueno o malo.

—Hola. —fue lo único que salió de su boca.

—Hey.

La castaña pudo notar que el chico tenía su cabello arreglado e, incluso desde la distancia, alcanzó a oler su colonia.

—Vine a hablar —dijo luego—, creí que sería más cómodo en un lugar...

Se detuvo cuando escuchó risas ahogadas, su mirada se desvió hacia el interior de la casa. Para su sorpresa, vio a Carol y Tommy, ambos sosteniendo botellas de cerveza, aparentemente inmersos en una pequeña fiesta improvisada. El chico tenía una visible herida en su mejilla causada por el golpe que Claire le había dado en la mañana.

Era evidente que los padres de Steve no estaban en casa, y Claire había interrumpido su fiesta.

—Lo siento, no quise interrumpir.

—¿Claire? —se escuchó la voz de alguien detrás de ellos.

Ambos adolescentes voltearon hacia la entrada de la cocina, allí se encontraba el menor de los Harrington. Con unas cejas pobladas y un cabello azabache y ondulado, Danny sonreía de oreja a oreja al ver a la chica.

—¡Eres tú!

—No puedo creerlo —Claire abrió los ojos con sorpresa, también sonreía—. ¿Danny? ¿Cuándo creciste tanto?

El chico se abalanzó hacía Claire y la envolvió en un fuerte abrazo, el cual ella le devolvió con cariño, acariciando su largo cabello y notando que estaba casi de su porte.

—Te extrañé mucho —confesó Danny luego de separarse—. No sabía que habías vuelto.

—¿No? —inquirió la castaña—. Creí que Steve te habría dicho.

—¿Lo sabías y no me lo dijiste? —soltó con descontento, observando a su hermano mayor—. Aún sigues queriéndola solo para ti, ¿no es así?

—¿Qué? —Exclamó Steve—. ¡No! Eso no es...

Entonces el menor se acercó y agarró la mano de Claire—. Vamos, tengo mucho que contarte.

Y sin más, se llevó a Claire a la tranquila cocina, sirviendo unos trozos de pizza y comenzando a hablar sin fin. Danny parecía decidido a hablar con ella sobre todo lo que había sucedido en esos últimos dos años en lo que no estuvo presente.

Mientras se acomodaba en unas sillas alrededor de la mesa de la cocina, Danny mostraba una mezcla de entusiasmo y orgullo en su mirada. Le contó que el próximo año, finalmente tendría la oportunidad de unirse al equipo de baloncesto de la escuela y estaba emocionado por ello. Los éxitos deportivos habían estado a su lado desde que comenzó a practicarlos, y ya tenía varios trofeos decorando su habitación, pero en su mirada y voz podía percibir que el reconocimiento de sus padres no era su principal motivación.

Claire sabía que los hermanos Harrington habían tenido problemas con sus padres desde siempre, y sabía que en dos años nada de eso se arreglaría. Al menor nunca le había interesado lo que sus padres pensarán sobre él, nunca le interesó satisfacer sus deseos ni nada parecido. Y aquella indiferencia había crecido cuando enviaron a su hermana mayor lejos, unos meses antes de que Claire se fuera.

—¿Has hablado con ella? —le preguntó entonces Danny—, ¿con Teddy?

—Sí —respondió Claire en un susurro, sabiendo que lo que estaba a punto de decir era un secreto que deberían guardar entre ellos—. He hablado con Teddy todo este tiempo, hemos mantenido contacto. Pero, por favor, no le digas a Steve ¿sí?

—Será nuestro secreto —Danny le sonrió con complicidad, aunque la expresión no duró mucho—. Ella no vendrá para Navidad, ¿sabes?

—¿Tu padre? —supuso ella.

—No lo permitió —bufó él—. Cree que lo mejor para su educación es que se quedé allí.

—Ya te dije que no pensaras en eso Danny —Steve interrumpió en la cocina—. Ahora ve a tu habitación, es tarde.

—Solo lo dices porque tu novia está por llegar —le espetó Danny para luego volverse hacia Claire—. Nos vemos luego, Flemmy.

La castaña observó al menor irse de la cocina, para luego posar su mirada sobre Steve. Parecía estresado.

—No sabía que era tu novia. —comentó Claire.

—No lo es —aclaró él—. No aún.

—Entiendo —la chica asintió, guardando sus manos en los bolsillos de su chaqueta—. Creo que es mejor que me vaya, debí preguntar antes de venir.

—No —Steve la detuvo frente a la puerta principal—... Espera.

—¿Qué?

El chico echó un vistazo por las ventanas que se encontraban delante de él, había visto el auto en el que llegó y no tardó en reconocerlo. Sabía que si tuvo el valor para hacer aquello, era porque para ella era importante estar ahí.

—Viniste en el auto de tu padre —señaló Steve—. ¿Estás...?

El resto de la pregunta fue eclipsada por el sonido del timbre, Steve y Claire se giraron: Nancy Wheeler había llegado a la fiesta.

Al abrir, el rostro del chico se iluminó al encontrarse con la castaña al otro lado, acompañada de su amiga Barb. Ella también parecía estar feliz de ver a Steve y estaba lista para acercarse, pero su expresión cambió repentinamente al notar la presencia de Claire detrás de él.

Los ojos de Nancy se abrieron sorprendidos, sus labios se apretaron en una línea tensa. La compañía inesperada de Claire la tomó por sorpresa.

La tensión en el aire era palpable mientras Nancy luchaba por ocultar su incomodidad y mantener una expresión neutral. Claire, consciente de la tensión que había surgido, buscó rápidamente una salida de esa situación.

—Yo ya me iba —dijo ella, haciéndose paso a la salida—. Sólo pasé a saludar.

—¿Por qué no te quedas? —sugirió entonces Nancy, de forma impulsiva—. Es una fiesta después de todo, celebremos tu regreso.

Su sonrisa no era genuina, y Claire se dio cuenta de ello. Era claro que tenía segundas intenciones con su invitación, y es que desde que había notado la tensión entre ambos la mañana anterior en el baño, supo que algo pasaba. Y aquellas teorías se vieron confirmadas cuando, al intentar obtener respuestas de Steve, este no quiso contarle detalles, reduciendo todo a un "no tienes de qué preocuparte".

Y ahora, con Claire allí, tenía la oportunidad perfecta para averiguar por sí misma la historia. Necesitaba saberlo ahora que Steve parecía estar actuando diferente, menos interesado en ella.

—No quiero molestar.

—Por favor —insistió la chica—, quiero que te quedes.

Claire pasó su mirada de Nancy a Steve, y de vuelta a Nancy.

—De acuerdo —aceptó finalmente—, me quedaré.

Ninguna fue capaz de descifrar la expresión que Steve mostró en ese momento, era difícil saber si estaba feliz de que Claire se quedara a la fiesta o si era lo contrario.

El chico tampoco les dio muchas oportunidades para averiguarlo. En cuanto las recién llegadas se adentraron en la casa, cerró la puerta principal y les indicó que fueran al jardín, a un lado de la piscina donde se encontraban sus amigos.

—¡Miren quién llegó! —vociferó Tommy cuando vio a las chicas llegar, una sonrisa cínica apareció en su rostro—. ¡La señorita wheels vino a acompañarnos!

Nancy creyó que el apodo era dirigido hacia ella, pensó que se trataba de su apellido o algo por el estilo. Pero se volteó, confundida, al notar que Tommy y Carol observaban a alguien detrás de ella, a Claire.

—¿Wheels? —repitió la pelirroja—. ¿Por qué ese apodo?

—Pues en el pasado siempre utilizaba patines. —les explicó Carol con una sonrisa, acercándose a la orilla de la piscina.

—Nunca la veías sin esas estúpidas cosas en sus pies. —agregó el moreno de forma despectiva.

—Ustedes pueden llamarme Claire —les dijo la castaña a Nancy y Barb pasando por su lado—. Ellos no ocupan ese apodo de forma amigable.

—¿No solías ser amiga de todos? —inquirió Nancy, sentándose en una de las sillas, su amiga la imitó.

—Sólo de Steve. —se limitó a responder Claire.

La chica asintió ante la respuesta que recibió, perdiéndose en sus pensamientos. A unos metros Tommy había alzado a su novia en los brazos y la balanceaba en un intento de broma pesada.

—¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!

—¡Basta, Tommy! ¡No! —Gritó Carol, volviendo a tener los pies en el pavimento—. Eres un desgraciado.

Steve volvió al jardín, trayendo unas cuantas cervezas y dejándolas sobre la mesa. Él se quedó con una y, mientras se acercaba para sentarse junto a la silla de Nancy, abrió la lata justo en el centro para luego beber todo su contenido en tan solo unos segundos.

—¿Intentas impresionarme? —preguntó Nancy con una sonrisa en su rostro, no le había quitado la mirada de encima desde que había aparecido por la puerta trasera.

—¿No lo logré? —dijo Steve.

—Eres un cliché, ¿te das cuenta?

Claire rodó los ojos, dirigiéndose hacia la silla más lejana del grupo con una botella de soda en su mano.

—Tú eres un cliché —contraatacó el chico—. Con tus calificaciones y tu ensayo de banda. —terminó por decir, sacando un porro de su bolsillo.

—No estoy en ninguna banda.

De pronto la atención de Claire estaba puesta totalmente en el cigarrillo de marihuana que ahora estaba siendo encendido por Steve. La boca de la castaña se había secado por completo de pronto.

—De acuerdo, fiestera. ¿Por qué no nos muestras cómo se hace? —la retó Steve, entregando el cortador.

—Está bien. —Aceptó Nancy con confianza.

Se levantó de su asiento con el cortador en la mano, buscando una lata de cerveza. Tommy y Carol se acercaron para observar mientras que Steve intentaba explicarle lo que debía hacer luego de entregarle el porro a Tommy, quien le dio una gran calada.

—Hay que hacer un agujerito en...

—Ya sé. —lo cortó Nancy.

—¡Si, ella es lista, idiota! —gritó Tommy, aplastando una lata vacía contra su cabeza.

Ahora el porro estaba en manos de Carol; Claire estaba ansiosa.

No le tomó mucho tiempo a Nancy lograr hacer el agujero en la lata y tan pronto el líquido comenzó a salir ella lo acercó a su boca, bebiendo deprisa.

—¡Todo! —animó Steve desde su silla, levantando la petaca que tenía en su mano.

—¡Todo! ¡Todo! ¡Todo! —siguieron, hasta que Nancy tiró la botella vacía al suelo, terminando con una reverencia.

Claire no había estado observándola, todo lo que quería era tener aquel cigarrillo en sus manos y fumar un poco; lo necesitaba. Sus manos temblaban ante el ansia, visualizando ya el alivio que tanto necesitaba y que la droga podía proporcionarle.

—Claire, ¿quieres probar? —le ofreció Nancy.

La mencionada levantó la mirada—. No me gusta beber.

Antes de que Nancy pudiera decir o preguntar algo al respecto, Tommy pasó por detrás de Claire y se acercó a su cuello, diciendo:

—Vamos wheels, una cerveza no matará a nadie.

Lo que perturbó a Claire no fue el comentario, fue su cercanía. Fue su caliente aliento con olor a cerveza contra la piel de su cuello, su palma y dedos haciendo presión contra su cintura. La chica se paralizó ante el tacto y su mente se vio plagada de recuerdos.

La peste a la droga impactó contra sus fosas nasales y su cuerpo pareció indisponerse, la ansiedad que había sentido momentos atrás se propagó como un virus, enfermándola.

—No... —Claire se llevó las manos a su cabello, intentando volver a la realidad.

Sabía que Steve había respondido al comentario de Tommy, y que estaba siendo observada por Nancy y Barb, pero en ese momento, no parecía tener muchas formas de distraerse.

Dio media vuelta y se dirigió a una orilla lejana de la piscina. Sus zapatos quedaron abandonados a medio camino y desabrochó sus pantalones, quitándolos a medida que se acercaba. Se estaba sintiendo agobiada y ahora creía que quedarse en aquella fiesta no había sido su mejor decisión.

Terminó por sentarse en la orilla, metiendo sus piernas con lentitud sintiendo la agradable sensación del agua templada. Cerró los párpados, escuchando los silenciosos ruidos del agua y del bosque cercano, intentando bloquear las conversaciones de los demás adolescentes. Su respiración comenzó a ser irregular ante los recuerdos, pero Claire no quería entrar en pánico allí, no alrededor de gente que la hacía sentir insegura.

En un acto reflejo la castaña se quitó todas las prendas superiores, quedando únicamente en ropa interior y sin pensarlo mucho se zambulló en la piscina temperada. El impacto del agua contra su cuerpo desnudo fue liberador, aliviando momentáneamente la carga de ansiedad que había estado sintiendo. Se sumergió profundamente en el agua, manteniéndose en el fondo mientras dejaba escapar el aire de sus pulmones.

A medida que el tiempo pasaba, la falta de aire comenzó a hacerse sentir. Claire se dio cuenta de que no podía quedarse en el fondo por mucho más tiempo, y la desesperación por respirar se apoderó de ella. Sus pulmones pedían a gritos aire fresco mientras luchaba por mantener la calma.

Finalmente, el impulso de supervivencia se hizo incontrolable y, con una explosión de fuerza, Claire empujó hacia arriba, emergiendo de la piscina. Inhaló profundamente, llenando sus pulmones con el aire fresco de la noche. El alivio se extendió por todo su cuerpo mientras recuperaba su respiración.

La iniciativa de Claire llevó al resto de adolescentes imitar su acción, todos terminaron divirtiéndose dentro de la piscina y cuando la noche se había vuelto demasiado fría, entraron en la casa.

—Me muero de frío. —comentaba Carol.

—Se que hay una chimenea en el cuarto de su madre. —le recordó Tommy con una sonrisa pícara, subiendo la escalera lentamente.

—¿Bromeas? —dijo Steve.

—¿Sí? —preguntó Carol ante el comentario de Tommy, y juntos terminaron yendo al segundo nivel.

—¡Ustedes limpian las sábanas! —les gritó Steve para luego mirar a Nancy—. ¿Te sientes bien?

—Si. —respondió Nancy, aunque temblaba por el frío.

—Ven, te daré ropa seca —le dijo el chico, guiándola hacia su habitación.

Se detuvo a medio camino para voltear hacia Claire, quien mantenía la toalla envuelta alrededor de su cuerpo y su ropa seca en las manos. Sin estar convencido agregó:

—¿No vienes Claire?

—No, vayan ustedes —respondió de inmediato—. Me las arreglaré sola.

Steve asintió sin necesitar más para dejarla sola y la castaña observó a la pareja desaparecer por el pasillo de arriba, sintiendo una presión en el pecho. Había hecho un ademán para dirigirse al baño pero la amiga de Nancy, Bárbara, bajó por las escaleras con sus cosas en mano.

—¿Ya te vas? —preguntó Claire.

—Si, yo... será mejor que me vaya. —dijo ella, acercándose a la salida.

—Ten cuidado al regresar y asegúrate de tratar ese corte. —Claire le dijo a modo de recomendación, pues seguía sangrando bastante.

La castaña se quedó allí, de pie en medio del corredor sin saber exactamente qué hacer. La noche había sido un completo fracaso y no podía sentirse más frustrada, había ido allí para hablar con Steve pero no tuvo ninguna oportunidad.

—¿Necesitas ayuda?

Claire levantó la mirada hacia las escaleras, Danny se encontraba allí.

—Tengo una secadora en mi baño —le informó—, puedes utilizarla.

—Eso sería de ayuda. —le dio una sonrisa y subió con rapidez, siguiendo al menor hasta su habitación.

Al entrar se dio cuenta de que no había mentido al decir que le estaba yendo bien con los deportes. En el lugar había decenas de medallas y trofeos tirados por todo el lugar, junto a pelotas de distintos deportes y todo tipo de equipamiento.

—Puedo buscarte ropa de Teddy si quieres.

—Así está bien —le aseguró—, ¿el baño está allí?

La chica consiguió secar por completo su ropa interior y se abrigó de inmediato, con su cuerpo ligeramente temblando por la temperatura. Al volver a la habitación del menor lo encontró sentado en su cama con la mirada cabizbaja.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Claro —respondió Claire con una sonrisa preocupada, acercándose al chico—, ¿qué ocurre?

—Sé que no es de mi incumbencia, pero —Danny jugaba con sus dedos de forma nerviosa, y la observó a los ojos cuando preguntó—... ¿por qué rompiste el contacto con Steve? Creí que ustedes se querían.

—Y así era —le confirmó a la inmediatez, sintiendo ternura por la preocupación del menor—, lo sigo queriendo.

—¿Entonces? No lo entiendo.

—Es complicado, aún lo es —la chica se sentó a un lado de Danny en la cama—. Algo me pasó en Lenora, algo que me afectó bastante. Y aunque tu hermano no tenía la culpa, yo necesitaba alejarme de todo por un tiempo.

—Él se volvió un idiota luego de eso, ¿lo sabes? —Claire dejó escapar una carcajada.

—Ya me di cuenta de eso.

Sin embargo, antes de que pudieran continuar con su charla, Claire se paralizó al escuchar los gemidos ahogados que provenían de las habitaciones, pero lo que más le sorprendió fue que el chico no parecía incómodo. Al parecer estaba acostumbrado a esos ruidos.

—Steve ha estado con muchas chicas, pero no te olvidó —comentó el pelinegro, volteándose hacia Claire—, aunque actúe que fue así.

Entonces buscó algo que tenía escondido entre sus mantas. Sostuvo entre sus manos dos regalos envueltos de forma prolija, uno de ellos parecía algo arrugado, pero intacto al fin y al cabo. Danny se los entregó con una sonrisa.

—¿Qué es esto? —preguntó al recibirlos.

—Recordé que tu cumpleaños fue hace unos días.

—¿Son tuyos? —él negó.

—Son de Steve. Uno es del año anterior, y el otro lo compró hace tan solo unos días.

Claire los observó con las cejas alzadas, no se esperaba aquello. A pesar de que ella había roto todo contacto con Steve, él seguía preocupándose por ella, no había dejado de comprarle presentes. Eso lograba confundirla más, tener esos regalos en sus manos y estar al tanto de su reciente actitud era contradictorio, era difícil sacar conclusiones.

—Es un poco egocéntrico, así que tal vez se tarde un poco en decirte que te extrañó.

Ella asintió. No podía creer que Danny, el hermano menor de Steve, estuviera actuando con mucha más madurez.

Estuvo con el chico por unos largos minutos, hablando de temas sin sentido hasta que los ruidos de las parejas disminuyeron casi por completo. Sólo en ese momento se despidió de él y bajó las escaleras, asegurándose de cerrar la puerta principal de manera silenciosa.

Se acercó al auto con las llaves girando entre sus dedos, tarareaba una antigua canción y movía ligeramente su cabeza, evitando de esa manera pensar en el frío que calaba sus huesos. Sí, la noche había sido un fracaso, pero le alegraba haber tenido la oportunidad de ponerse al día con Danny.

Al encender el motor de su auto la piel se le erizó, creyó escuchar el eco de un grito. Exclamaciones y alaridos de una chica, gruñidos extraños y luego silencio total. 

Claire se quedó inmóvil, agudizando sus sentidos en busca de algún nuevo sonido.

—¿Ya te vas?

—¡Carajo! —Claire se sobresaltó al escuchar la voz de Nancy, que había aparecido de la nada y logró darle un buen susto.

El cabello de la chica seguía húmedo, llevaba una sudadera de Steve y se aferraba a las terminaciones del abrigo con fuerza.

—¿Te molestaría llevarme a casa? —le pidió entonces la chica—. Ya es tarde y Barb se fue hace un rato.

Claire le dio una larga mirada a Nancy, lo único en lo que podía pensar era en los ruidos que había escuchado desde la habitación de Steve. Los gritos y gemidos, los golpeteos repetitivos y sonidos de satisfacción.

Por unos segundos pensó en negarse. Quería ser grosera con la chica que acababa de tener relaciones con el chico del que seguía enamorada, dejarla allí sin un transporte seguro hasta su casa, con el frío de aquella noche.

—Por favor. —insistió.

—Está bien —aceptó—, sube.

Manejar era una tarea que se le daba muy bien a Claire. Tenía una gran concentración y parecía que sus habilidades al volante eran naturales, eso no había cambiado con el accidente. Nunca les contrajo miedo a las autopistas o a los autos, lo que sí temía era manejar con acompañantes. Que un accidente ocurriera otra vez y ella fuera la única sobreviviente; su mayor miedo era vivir mientras los demás no lo hacían.

Ese temor estaba patente en su cabeza, y los nerviosos movimientos de Nancy Wheeler no ayudaban a que se relajara. Se mordía el interior del labio, muriéndose de ganas de hacer preguntas y solventar sus dudas.

—Solo dilo —exclamó la castaña—, me estás poniendo nerviosa.

—Fue en esa calle, ¿no? El accidente —mencionó Nancy mirándola de reojo—. Acabas de evitar la calle Mulberry cuando es el camino más corto para llegar a cualquier lugar del pueblo.

—Preguntas pero ya sabes la respuesta, ¿qué esperas que te diga? —respondió, dirigiéndole una rápida mirada.

—Quiero saber porque estás aquí —dijo entonces—, ¿por qué volviste a Hawkins?

—¿Disculpa? —preguntó Claire con una sonrisa de sorpresa.

—¿Volviste por Steve?

—No, no volví por él —respondió, algo divertida con la inseguridad de la chica—. La decisión de volver fue de mi madre, y yo hago lo que ella quiere. No hay otra razón.

Nancy asintió, intentando comprender la nueva información que tenía.

—Y sobre Steve, ¿por qué dejaron de hablarse?

Claire le dedicó una sonrisa antes de contestar—: Estoy segura de que él ya te lo dijo.

—Steve dijo que fuiste tú quien cortó la comunicación sin explicación alguna, ¿es cierto? —Claire asintió—. ¿Cuál fue la razón?

—Eso es privado —la cortó ella de inmediato—, pero ahora dime tú: ¿por qué estás saliendo con un chico en quien no confías? No lo entiendo.

Nancy se enderezó, ofendida por la pregunta. Sin embargo, evadió la respuesta que Claire quería escuchar.

—Steve y yo no estamos saliendo —aclaró ella, acalorada—. Y creo que es más que razonable sentirme desconfiada de tu regreso, fuiste su primera novia después de todo.

Cuando aparcó frente a la casa de los Wheeler, Nancy no se veía mucho más tranquila.

—Es una buena razón —aceptó Claire—. Pero no entiendo por qué no estás segura de los sentimientos de Steve hacia ti, ¿te ha dado razones o tú problema conmigo es injustificado?

—N-no tengo ningún problema contigo. —soltó ella.

—No es lo que he notado.

El rostro de Nancy se tensó, sin esperar que Claire fuera tan directa con sus palabras. Sin decir algo más, agarró sus cosas y salió del auto, soltando un seco agradecimiento antes de alejarse del abollado auto.

Claire se quedó hasta asegurarse de que la chica desapareciera por la puerta de su hogar, pensando en que era lo que una chica como Nancy Wheeler veía en alguien como Steve Harrington, para ella era un misterio. Más, no le dio demasiadas vueltas, encendió el motor y manejó de vuelta a su casa, preguntándose cuánto tiempo durarían con aquella relación, esperando, muy en el fondo, que no fuera por mucho.

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