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Para Noctis el decir que nunca se dio cuenta de más de un secreto de (...) sería una mentira; sabía que le ocultaba cosas y trataba de darle alguna explicación cuerda.

Desde niño le habían comentado que (...) era una niñera más en una larga tradición de nanas que se ocupaban de los herederos al trono, ello lo contribuía a la máscara que siempre llevaba encima y la posibilidad era más notoria al ver las pinturas de difuntos reyes, en donde se podía apreciar a la mujer diferente a la reina que permanecía a su lado.

La presencia temprana de (...) en su vida fue natural, ella ha estado ahí desde sus primeras memorias, o puede que solo fuera otra mujer con la misma máscara.

Esa duda quedaba descartada, porque (...) era (...) y no podría confundir su presencia y el aura familiar que la rodeaba de pies a cabeza; sus abrazos cálidos y sus palabras amables que en momentos dejaba ir palabras que no entendía o con poca elegancia.

De pequeño no le dio tantas vueltas, importaba muy poco en comparación a estar con ella, ya sea practicando un vals que usará a futuro en una fiesta de la nobleza mientras tenía sus pies sobre los zapatos de ella, guiando su paso con el suyo para hacerlo reír entre esos momentos de presión o cuando lo ayudaba a levantarse después de caer en pleno entrenamiento de espadas con Gladio, decidida a estar ahí con un cariño que confundió demasiado tiempo con un amor fraterno que le era casi desconocido por la falta de su propia madre.

Quizás se dio cuenta muy tarde que ella no lo amaba como un hijo o un hermano menor, pero, él no sabía cómo una persona profesa ese tipo de "amor", ¿Cómo podría saberlo cuando debía amar a una persona en específico? ¿Cómo decir "no" sin dañar a alguien que es importante para ti? Su respuesta a ello, y puede que la más cobarde, fue plantar una distancia que consideró prudente entre ellos.

El ver la mueca de su boca, esa tan decaída y con un pequeño pedazo de labio sin piel le dejo claro que ella no estaba de acuerdo, le preguntó si había hecho algo mal, si no se sentía cómodo con ella.

No pudo contestarle, no pudo replicar, pero de todas maneras no podría olvidar ese sentimiento de paz a su lado, como si hubiera esperado por ello por mucho tiempo; cómo si su lugar fuera entre sus brazos cariñosos o simplemente sintiendo su tacto, el contacto físico entre ambos también era notorio además de la cercanía, aunque eso más parecía venir de (...) por su emoción de mujer que quiere amar sin límites.

Y era lindo, se sentía bien, junto a palabras que, a pesar de no tener un aire romántico, le calentaban el corazón y las mejillas; sintiendo que nunca sería suficiente y siempre necesitaría de ello.

Era por eso que a él le tocó poner un límite, recordando el día en que tuvo que mudarse llevándose lo más esencial.

-Recuerda venir a visitarme de vez en cuando -le había dicho mientras lo ayudaba a poner sus camisetas negras en una de las maletas, no era necesaria pero su presencia, una vez más, lo calmaba mientras daba ese nuevo paso en su vida.

-Entre la escuela y esas cosas, no sé cuando seré capaz de verte -lleva la máscara que deja a la vista su boca, no hay sonrisa en ella a como acostumbra, es gracias a (...) que sabe identificar una sonrisa falsa o de incomodidad, entonces, ¿por qué no sabía que simbolizaba aquella sonrisa?

-Lo comprendo, pero insisto en ello -sus párpados estaban casi cerrados cuando sintió la usual caricia en su piel, sintiendo ese cosquilleo conocido, el movimiento de sus manos llevan los cabellos oscuros para atrás.

Noctis aun se preguntaba de qué color serán sus ojos, qué forma tendrían, no recordaba nunca verlos visto; siempre tenía los ojos cubiertos por la tela pegada en la máscara y en más de una ocasión se dio ideas de cómo serían.

Quizás marrones, negros, ámbar, verde; habían tantas opciones, pero se sentía más seguro sin verlos, en más de una ocasión, sin mencionar siempre, tuvo que ver la muerte de compañeros o personas que pasaban a su lado en la calle, todo por dar una simple mirada a sus iris.

Algo dentro suyo agradecía enormemente el no verla a los ojos, no soportaría ver la manera en que se iría, quizás lo ayudase a sobrellevar el saber cómo moriría y quizás estar dispuesto a dejarla ir, pero le destruía el pensar que en algún momento debería decirle adiós, no un adiós como el beso tímido en la mejilla de su parte o el abrazo fuerte junto a su usual gesto de llevar sus cabellos para atrás y darle un beso cariñoso en la frente, esa era su forma de despedirse y ya le dolía, no quería imaginar qué sería cuando lo único que le quedará por despedir fuera una carcasa fría de carne sin el amor que daba o su misma esencia.

No podía decirle adiós para siempre, ese era un hecho que tenía claro desde que era un niño, como cuando ella se aparecía como una penumbra en mitad de la noche para cantarle nanas que no había escuchado antes y ayudarlo a dormir en medio del tumulto de voces que lo atormentaban, sintiendo cómo podía dormir en tranquilidad con su cabeza acomodada al lado de su última costilla cerca a su abdomen, sintiendo el ritmo de su corazón y su respiración tranquila aunque ella no estaba dormida, sus dedos paseando por su cuero cabelludo en finas caricias que hacían bailar sus pestañas en constantes pestañeos ante el sueño.

Ahora estaba ahí, intranquilo, viendo a su padre darle el permiso para ir en un viaje a su boda concertada, (...) está ahí también, aun sorprendido de que, con los años, seguía igual, lo sentía como un consuelo en ocasiones, porque de alguna manera la seguía sintiendo como la (...) que conocía.

Su persona preciada que rogaba que no cambiará, y si lo hacía, que lo hiciera para bien.

Esa persona que sabe se está aguantando de abrazarlo con fuerza, debe mantener las apariencias, su pose estática le hace ver que piensa con rapidez y nervios, no dándose tiempo o espacio en su cerebro como para llegar a pensar en algo más allá de lo que la desconcierta o el respirar; aun cuando todo lo que quería hacer era abrir los brazos en busca de su tacto en forma de despedida.

-Haz caso de las palabras de tu padre -se detiene en plena bajada a las escaleras, voltea a verla y nota cómo sus manos están entrelazadas, jugando con la piel suelta de sus dedos- la confianza es la base de todo.

Ella está a un lado de su padre, tomándolo del brazo derecho para ayudarlo a caminar, ellos son el mayor ejemplo de confianza que ha visto en su vida.

-Lo tengo en cuenta -la ve acercarse con naturalidad, pero se detiene a mitad de camino por alguna razón que no conoce aún, la mano que iba a la altura de sus ojos también se detuvo y la usual caricia que conocía no es llevada a cabo; debe dejar ahí todo, dándole la espalda antes de que ella lo llame de nuevo.

-Príncipe Noctis -su voz es dura, algo extraño en ella que nunca le ha alzado la voz más allá de sus risotadas o cuando estaba absolutamente preocupada por él, su voz se ha escuchado por completo dentro de su cabeza, siendo que nadie más los oye, solo ellos se escuchan, sus palabras son tan ligeras que parecen una plegaria susurrada- regresen a casa.

Su tono lo altera más de lo que quisiera, es una rara combinación dada su voz tratando de ser alegre pero escondiendo algo más.

¿Cuantas veces le escuchó hablar así? Había perdido la cuenta.

-Cuidate -se despide en lo que espera un tiempo, decidido a formar la alianza para cuidar de su gente, no puede decir más porque sabe que se irá a la larga y será más difícil.

-Regresa a casa.

Son las palabras que se repiten en su cabeza mientras, por el espejo retrovisor, veía como la figura de su padre y (...) se iban alejando, pensó por un momento ver cómo ella descansaba su peso sobre el hombro de su padre, pero lo dejó estar ya que no era la primera vez que los veía así de cercanos.

Pero no sabía que sería la última vez.

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